Producto de una invitación cursada por la Secretaría de Extensión de la UNICEN, Rectorado, con el aval del conjunto de las unidades académicas, se realizó una reunión de referentes de la salud de Tandil y la zona, para abordar cuestiones inherentes al Cannabis Medicinal, a modo de prólogo del encuentro a realizarse en Azul –tal como se hizo en las otras sedes de la Universidad- con la presencia de especialistas en la materia. Una de ellas sin duda es Raquel Peyraube, médica que acompañó la ardua lucha que emprendieron varios presidentes del Uruguay para legalizar el uso de la marihuana con fines medicinales.
Peyraube es además la directora del ICEERS, una fundación para investigaciones clínicas etnobotánicas que busca demostrar cómo, a través del uso de las plantas, se pueden tratar enfermedades. En su previo paso por Tandil pudo intercambiar conocimientos y experiencias con representantes de las áreas de salud del Municipio, con los secretarios de extensión de rectorado y de la Facultad de Ingeniería y con representantes de la Escuela Superior de Ciencias de la Salud además de la Mesa Cannabis Medicinal Tandil y de la Asociación de Abogados.
La charla tuvo lugar en la mañana del viernes, en instalaciones del Centro Cultural Universitario, resultando una valiosa oportunidad para dialogar con la profesional pero a la vez planificar una serie de capacitaciones para los equipos de salud de toda la región, en función a la demanda de formación que se viene manifestando desde la promulgación de la ley en la Argentina.
Peyraube, que no es sólo «la mujer que impulsó la legalización de la marihuana en Uruguay», sino que primordialmente es doctora en medicina y especialista en uso problemático de drogas, con formación en psiquiatría, toxicología y psicoterapia, fue crítica de de los procesos burocráticos que lesionan la implementación de la ley responsabilizando a los Estados –en este caso Uruguay y Argentina- por no avanzar en lo que tiene que ver con el control de calidad y con la venta en farmacias. “En el sistema político los prejuicios, la incompetencia y la desinformación son las mismas que en la población general. Obviamente todo esto ha interferido y obstaculizado la implementación”, dijo Peyraube quien, además, puso el acento en la necesidad de generar una masa crítica de médicos bien formados en torno al espinoso tema. “Debemos reemplazar una visión romántica del cannabis por una visión profesionalizada; es dramático que la gente que trabaja en salud no esté debidamente formada en estas cuestiones”, acotó.
“En Argentina, hay que decirlo, lo único que se legalizó es la investigación sobre cannabis y en Uruguay hemos tenido proyectos de desarrollo de producción de cannabis medicinal de extrema seriedad, de mucha ciencia y con una proyección y una visión de política social, no de una empresa. Pero hubo tantas trabas que estos investigadores se asustaron y se fueron”, sostuvo buscando trazar un paralelo entre ambos países.
Para Peyraube, la ley pero puede estar «condenada al fracaso» si no se hace una buena implementación. En cambio, advirtió, hay otros países que, de pronto, no tienen leyes tan buenas, pero tienen productos de calidad farmacéutica al poco tiempo de haberse aprobado la ley. «Mientras tanto, nuestros pacientes, apenas pueden importar los productos después de hacer un trámite personal en el Ministerio de Salud”.
Afirmó también que “desde siempre hay registros de los usos medicinales del cannabis y sin embargo no hay un solo producto en farmacias. Le exigen al cannabis lo que no le han exigido a la industria farmacéutica. Como todo, puede haber efectos adversos pero son leves o moderados y puedo asegurar que hay muchos medicamentos que usamos los médicos que tienen mucho más riesgos y efectos secundarios que el propio cannabis. Me di cuenta que muchos de los ‘efectos de las drogas’ eran en realidad efectos de la prohibición: la mala calidad y la mala educación en materia de drogas”.
En cuanto a la legalización aclaró que legalizar no es liberar, es controlar, “la ilegalidad sólo benefició al narcotráfico”, puntualizó.
Finalmente insistió en la visión profesional del uso del cannabis: “para uso medicinal se debe cultivar según estándares de buenas prácticas de cultivo y ser de grado médico: tiene que tener unas ciertas cantidades de cannabinoides para ser dosificado como un medicamento. No se trata de una visión romántica y bohemia del chamanismo cannábico, es una cuestión médica”.