Interesante experiencia se vivió en la Universidad .
El oficio de luthier es uno de los más bellos e importantes para la música.
En atención a esta premisa, el fin de semana pasado músicos y aficionados a los instrumentos musicales de Tandil y la región, pudieron disfrutar de los «Talleres móviles de luthería».
La organización estuvo a cargo de la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional del Centro.
Se trata de un proyecto denominado “El Pentacordio”, que cuenta con el auspicio del Fondo Nacional de las Artes.
Hacia un rescate cultural y patrimonial
Sin duda que El Pentacordio es un interesante y apasionante programa cultural para la enseñanza de reparación y puesta en valor del patrimonio histórico de instrumentos musicales de cuerda pulsada.
Los docentes responsables de la tarea de transmitir enseñanzas tan valiosas, son Silvia Spina y Horacio Bleynat. Como invitados, viajaron con ellos desde Buenos Aires Mariana Grünthal y Willy Durbex.
El Pentacordio se traslada con vehículo propio y herramientas de trabajo e insumos necesarios para el desarrollo de sus talleres.
Arte y fuente laboral
Ante la requisitoria periodística, los maestros señalaron que “nuestro territorio de participación y acción son cooperativas, centros comunitarios, escuelas, asociaciones sin fines de lucro, municipios, universidades, como en el caso de Tandil, donde nos han recibido y atendido muy bien”.
“La idea fuerza –añadieron- es la de estar presentes en todas aquellas entidades que busquen promover la participación de la ciudadanía, la inclusión social y el desarrollo regional desde el trabajo artístico-artesanal, la interpretación musical, ensambles, grupos musicales y demás”.
-¿Se trata también de recuperar un hermoso oficio?
-Claro. A través de estrategias de formación y capacitación desarrollamos talleres para promover la recuperación y divulgación del oficio de la luthería, vinculado al trabajo artesanal y a la expresión artística musical. Ello promueve el desarrollo personal, incrementa las posibilidades de inclusión socio laboral.
-¿Ustedes buscan también generar futuros maestros en el interior?
-Buscamos, efectivamente, acercar los conocimientos de luthería a todas aquellas personas interesadas en reparar o hacer reparar instrumentos de cuerda en pueblos, ciudades pequeñas o barrios y comunidades alejados de la posibilidad de aprender o poder contactarse con algún luthier, por distintas razones, entre ellas la distancia. Es un proceso que incluye la recuperación de tradiciones, historias familiares y fundacionales de las comunidades. Así es como se fomenta el desarrollo de manifestaciones artísticas como música, danza, teatro. Y, por supuesto, se generan nuevos puestos de trabajo, concretos y sostenibles, a nivel local.
-¿Puede afirmarse que es un oficio casi en extinción?
-No tanto. Es como todo, hay menos zapateros, menos sastres, por ejemplo, como consecuencia de la industrialización masiva. Lo que pasa es que en localidades pequeñas puede ocurrir que no haya absolutamente ninguno. Por eso nosotros hemos concebido este proyecto. También ocurre que hay artesanos que cultivan este oficio pero lo hacen exclusivamente para ellos y no logran transmitir lo que saben. Por eso a nosotros estos talleres nos nutre, porque se trata de un ida y vuelta. Por un lado, ponemos a disposición de los demás lo que nosotros sabemos. Pero al mismo tiempo, al estar en contacto con personas del oficio de los lugares que visitamos, se registra un valioso intercambio porque obviamente nosotros también aprendemos de los talleristas. Todos los que estamos en esto encontramos con frecuencia nuevos secretos. Sobre todo porque los grupos que se conforman en los talleres son heterogéneos, reúnen personas con experiencias educativas diversas, formales y no formales.
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