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Secretaría de Extensión: -¿Manuel Larroza, dónde estaba cuando comienza a hablarse de que iba a haber una guerra en Argentina en el marco de la Guerra de Malvinas?

-Me entero el día dos de abril que recuperamos las Islas  Malvinas, cuando fui a trabajar al cuartel, en ese momento era Cabo, y cuando llego a formación de la mañana ahí me dicen que estamos en guerra en Malvinas.

¿Habían escuchado algo de que iba a haber una guerra, lo veían como una posibilidad?

-No, en mi caso no, porque el rango que tenia era suboficial. Quizás los oficiales de alto rango sabían, pero nosotros no.

¿Ni siquiera de decir “escuché algo”?

-Nada, los días anteriores nada.

¿Qué edad tenía?

-23 años

¿Se acuerda cómo le dijeron?

-Si, el día 2 de abril a la mañana que creo era viernes, en la formación nos dicen que tomaron las Islas,  era ir a tomarlas y volver, y eso se extendió. Así nos enteramos por medio del comandante y la IIIra Brigada de Infantería, que estaba en Curuzú Cuatiá provincia de Corrientes. La Brigada III no iba a tener participación en la guerra porque estaba en la otra punta. El día 7 de abril hacemos la formación y ahí nos comunican que nos íbamos a trasladar a Puerto San Julián, en defensa o en reemplazo de la gente del sur que pasaban a Malvinas.

¿Para ustedes era posible una Guerra?

-A partir de ese momento empecé a escuchar radio, leer los diarios a buscar información para saber qué pasaba,  estábamos muy contentos, eufóricos, después de 133 años recuperábamos las Malvinas. Era una ilusión, todo el mundo vivía eso como un triunfo, algo muy lindo que nos estaba pasando.

Lo que escuchaban era todo bueno en ese momento

-Claro, todo bueno, y en cuanto al comienzo de la guerra, no sabíamos que Inglaterra iba a venir con sus tropas.

Pensaban que iban a recuperar el territorio y listo

-Exactamente, era todo lo que nos informaban, lo que se suponía que iba a suceder…

¿Los trasladan entonces?

-Nos trasladan por medio de FFCC hasta Paraná, Entre Ríos, con todo lo que teníamos que llevar al sur, equipos camiones, todas las cosas… era una brigada que tenía varios regimientos a cargo:  de Curuzú Cuatiá dependía Pasos de los Libres, Monte Caseros, Mercedes, Goya, todos dependían de la IIIra Brigada. Entonces la brigada completa se trasladaba al sur. Y así lo hicimos, varios salieron antes, todo por tren hasta Paraná, y de Paraná hasta Comodoro Rivadavia por modo aéreo en un Boeing de Aerolíneas Argentinas, sin asientos, sentados sobre el casco,  así volamos hasta Comodoro Rivadavia Provincia de Chubut.

Pero tampoco iban a la guerra en ese momento, iban a trasladar su lugar de trabajo, algo así.

Claro, íbamos a reemplazar a la gente que se iba a Malvinas, porque había gente del sur que ya estaba en Malvinas, el regimiento 8 de comodoro Rivadavia y el 25 de Sarmiento, Chubut, que fueron los que tomaron las islas, conjuntamente con la armada. Nosotros íbamos a relevarlos porque teníamos miedo de Chile,  hubo un conflicto muy cercano, que fue en el ‘78 y nosotros íbamos a la frontera con Chile. Nada más. Llegamos a Comodoro Rivadavia, estuvimos varios días y el 23 de abril marchamos a Puerto San Julián, desde Comodoro, durante todo el día. A la noche nos dicen ahí que íbamos a pasar a Malvinas, cargamos todas nuestras cosas en un barco y  de vuelta en camiones a Comodoro Rivadavia, para pasar el 24.

¿Se acuerdan lo que hablaban entre ustedes, con sus compañeros sobre irse a Malvinas en ese momento?

-Sí, sí, me acuerdo. Todos estábamos muy contentos, como yo decía, si me tenía que quedar en Malvinas a prestar un año de servicio, lo hubiera hecho. Íbamos con mucha alegría, a su vez porque yo  estaba en la provincia de Corrientes, que a lo largo de la historia de la patria, los soldados correntinos nos acompañaron. En cada conflicto siempre hay un soldado correntino. El soldado correntino es muy valiente, te trasmite esa pasión por la Patria. Los correntinos tienen un refrán que siempre dicen “si Argentina entra en guerra Corrientes te va ayudar”, todos estábamos contentos.

¿La familia sabía que iban a ir a Malvinas?

-Yo soy oriundo de un pueblito que se llama Ibarreta, en la provincia de Formosa. Esta camino a Salta a 200 km de la capital de Formosa. Mi familia no sabía, ni siquiera que estaba en Comodoro Rivadavia, porque en ese entonces nos comunicábamos por carta. Y llegaban una semana después,  todo el trajín de descargar las cosas, tampoco pudimos escribir las cartas, es decir, cuando llegamos a Comodoro Rivadavia, recién ahí pude escribir una carta avisándole a mis padres que estaba en el sur, pero no le dije que me iba a Malvinas, no sabía. Entonces no sé qué pasó, hubo una orden en Puerto San Julián, nos volvimos el  24  a la mañana, llegamos a Comodoro como a las 9 de la mañana. Ahí descansamos, racionamos en ese momento y nos dijeron que la brigada 3 pasaba a Malvinas. Yo era parte de la cocina del rancho de tropas, estábamos encargados de dar de comer… no era cocinero, era el que entregaba los víveres para que cocinara el cocinero, esa era mi función. Dimos de comer, íbamos a descansar hasta las 3 de la tarde, y a las 5 teníamos que estar listos para ir al aeropuerto, y pasar a Malvinas. Nos acostamos a dormir, los cocineros son los que menos descansan, tenían que limpiar todo, estábamos en una cocina prestada  era  del Liceo Militar General Roca, nada era nuestro ni los utensilios nos prestaron para cocinar, nos acostamos a descansar y me quedo dormido,  a las 6 de la tarde no había nadie, ya se habían ido, nos habíamos quedado en la cocina…esta es una anécdota, teníamos miedo que nos tomaran como desertores y los reglamentos militares de aquella época decían que aquel que desertaba en tiempo de guerra se castigaba con el fusilamiento. Me despierto y despierto al cocinero que estaba conmigo y había seis soldados más, salimos a buscar al resto, ya los habían pasado a buscar a las tres, o sea, ni durmieron, ni se acostaron. Cargaron a todos y se fueron…  tenían vuelo a las tres de la tarde, no como nosotros habíamos pensado… Así que pasamos a dedo; como a las siete de la tarde conseguimos un camión que nos llevara al aeropuerto y el que nos llevaba  era un suboficial que estaba a cargo nuestro. Iba y preguntaba a cada aeronave que salía a Malvinas si había lugar para pasar. Así a la una de la mañana había lugar en un Fokker, subimos los ocho que estábamos ahí, salimos  a Malvinas, nos dijeron que el vuelo duraba poco, una hora, u hora y media…. Pero nosotros seguíamos volando, después de tres horas… y se ve que el avión volvió a Comodoro, se veían las luces de la ciudad, y nosotros dijimos “ qué linda son las Islas Malvinas, qué grande, se ven las luces!” No, habíamos vuelto a Comodoro!! El comandante del avión nos dice que no nos bajemos del avión, volvimos a Comodoro, no había podido aterrizar por el fuerte viento que había. Cuando le avisaran que podía, volvíamos a Malvinas. Así lo hicimos, llegamos a las islas a las 7 u 8 de la mañana.

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¿Se encontraron con sus compañeros?

-Me encontré con ellos a las 6 de la tarde más o menos, llegamos el 25 de abril a las 7 de la mañana, de esa fecha no me puedo olvidar nunca porque es el cumpleaños de mi esposa, que en ese momento era mi novia. En ese momento estábamos peleados, por carta se arreglaban las cosas, en aquella época  no había teléfono, así que estábamos medio  alejados. Es una fecha muy especial, pasé a las Islas Malvinas y era el cumpleaños de mi novia.

¿Qué importancia tienen esas cosas afectivas en ese momento?

-Esa es la fuerza que uno adquiere para poder seguir adelante, la familia, los amigos, la camaradería de los compañeros que te rodean,  los recuerdos de la familia pensando que estarían orgullosos, como todo el pueblo argentino en ese momento, creo que todos estaban contentos por recuperar las Malvinas. Pero bueno, son cosas que a uno le pasa en la vida y tuve la suerte de volver con mi novia, me casé en el ‘87.

¿Cuándo se encuentra con sus compañeros?

-El mismo día pero a las 18, sucede esto, cuando aterriza el Fokker, detrás lo hace un Hércules de la Fuerza Aérea, con mercadería, entonces tuvimos que descargar toda la mercadería, justo nos agarraron para trabajar. Después que terminamos recién ahí pudimos encontrarnos con todos los integrantes la brigada de Curuzú Cuatía.

Este tema de la mercadería ha sido comentada en muchos lugares. Uno escucha decir que la gente juntaba muchas cosas y no llegaban allá.

-Bueno, en ese tema no sé si te puedo decir si llegaba o no. Nosotros cuando estábamos en la parte de abastecimiento mucha gente pasó hambre, yo inclusive pasé hambre, no porque no había víveres, se racionaba lo justo para que alcance para todos. Pero tampoco podíamos dar todas las cosas que teníamos, no sabíamos cuánto iba a durar la guerra y cómo se reabastecían del continente. Esto es como en tu casa, tenés que planificar. Todo lo que sucedió después, se encontraron víveres y  decían que no se entregaba: NO, estaba planificado por si la guerra duraba 15 días más, con esos víveres, se iba dar de comer. Lo que pasa es que por ejemplo, yo había perdido 10 kilos, por la tensión, por no dormir, el miedo, por la falta de calorías, cada vez nos poníamos mas flacos y cada vez  teníamos más hambre. Se racionada bien pero el cuerpo necesitaba más calorías, siempre decimos que el hombre piensa mejor con el estómago lleno. Aparte, nosotros perdimos la dimensión de todo eso…, en la guerra hay gente que se dedica a la logística y yo también estaba en logística pero mi brigada se quedó en Puerto Argentino y a todos los demás jóvenes que componíamos el grado de Sargento primero para abajo nos trasladaron a Monte Harriet, agregados a otro regimiento. Así que lo que pasaba en Puerto Argentino no puedo hablar, a partir de los primeros días de mayo fuimos agregados al RI4, en Monte Harriet, veíamos pasar aviones Hércules, sabíamos que venía mercadería, la logística se planeaba en Puerto Argentino…

¿Cuando llegó a Puerto Argentino ya estaban pensando que iba a haber enfrentamiento?

-Sí, cada día que pasaba en la isla sí, pensábamos, porque  el primero de mayo,  nos bombardearon la pista… hasta el 29 de abril habíamos estado viviendo cerca de la pista, en carpas. El 30 a la noche como a las 11 de la noche, nos levantan y nos dicen “tenemos que rajar y dejar libre el aeropuerto”, porque había un alerta roja pero no sabíamos cuándo iban a atacar.

¿Qué clima había? Porque ustedes venían del norte argentino, en abril, muriéndose de calor…

-Mucho frío. En comodoro Rivadavia nos dieron una campera que es de origen israelí, que es la única prenda que actualmente tengo en casa como un recuerdo porque la otras prendas no las pude traer. Nosotros tuvimos enfrentamientos en Monte Harriet el 11 a la noche, así que prácticamente abandonamos todas nuestras cosas ahí.  El bombardeo al aeropuerto nos agarró caminando hacia Puerto Argentino, nos avisan a las 11 de la noche que nos traslademos lo más lejos posible del aeropuerto. No sé cómo se enteraron, si por medio de interferencias radiales o radares, y a las 5 am cae la primera bomba en el aeropuerto, nosotros íbamos caminando hacia Puerto Argentino… Estábamos más o menos a 5 o 6 km del aeropuerto.  Ahí  recién creímos que estábamos en la guerra. El primero de mayo cambió todo…

¿Que hablaban con sus compañeros?

-Los que tenían más experiencia se encargaban de dar ánimos al resto, pero también teníamos soldados muy valientes, los correntinos son muy valientes (risas). No tenían miedo de nada. Ello querían pelear, decían: “vinimos para esto”. Bueno, pero sucedieron tantas cosas entre medio de eso, que te puedo contar; estuve hasta las 11 de junio a la noche en Monte Harriet y siempre recibiendo bombas de la artillería enemiga. Estábamos al pie del monte: de día vivíamos en los refugios que daban al mar porque la artillería británica constantemente nos hostigaba (en el trascurso de la guerra, habían tomado San Carlos, Darwin y  sabíamos que se venían. No por mar, sino por tierra. Se habían recorrido la isla a pié y tomaban cada lugar donde luchaban). Nosotros  éramos la retaguardia de Puerto Argentino, decían  que lo ingleses iban a desembarcar allí, por eso había tantos soldados alrededor. Después terminamos siendo primera línea, los ingleses desembarcaron en San Carlos, tomaron San Carlos,  Darwin y atravesaron caminando la isla hasta Puerto Argentino. Después de Darwin, el primer escollo  le dimos nosotros fue el 11 a la noche, fue la batalla más grande de infantes. Porque los días anteriores era todo bombardeo. De día vivíamos mirando el mar y a la noche, detrás del monte porque venía la fragata, se posicionaba frente a nosotros a 20 km. Y nos bombardeaban; todas las noches teníamos que cambiar de posición y esperar. Y eso era lo que más nos angustiaba, no veíamos a nuestro enemigo…nuestra artillería estaba en Puerto Argentino y ellos estaban en medio del mar, y nos bombardeaban… no teníamos cómo darles… pero teníamos el oído agudizado. Si venían a bombardearnos a las 10 de la noche, sabíamos que terminaban a las 5 am en otro lugar, y al otro día empezaban a las 10 de la noche en otro lugar y terminaban de bombardearnos acá. En ese lugar el que estaba de guardia de mi sección,  tenía un visor nocturno, observaba el mar y cuando veía que se encendía como un fósforo, avisaba y sabíamos que teníamos 30 o 40 segundos para ir a los pozos hasta que cayera la primera bomba. Era la única forma de avisar al resto que se cubrieran ante que exploten las bombas.

¿Podían comunicarse o estaban completamente solos?

-Estábamos solos con nuestros jefes, jefes de compañía. El regimiento 4… estaba casi completo ahí, las cartas se escribían en el momento en que uno quería escribirlas, había un jeep que venía a Puerto Argentino a traerlas con un comisionista…

¿En el medio del bombardeo había posibilidad de escribir?

-Todos nos acostumbramos, porque la fragata venía de noche y la artillería de día, que empezaba a las 10 de la mañana, así que en algún momento, se podía escribir…Teníamos necesidad de hacerlo, de contar… nos hacía bien a todos, cada hombre era distinto pero en el temple de soldados éramos todos iguales y siempre nos hacíamos un tiempo para escribir.

Tenían la necesidad de contarle a alguien lo que estaba pasando…

-Todos estaban presentes en la mente de uno, la familias, los amigos. En el  regimiento siempre hay alguien encargado de recoger las cartas que escribían los soldados para mandarlas a Puerto Argentino y de ahí a las familias; es muy importante para la moral del soldado recibir una carta de un familiar en Malvinas, en la posición en que estábamos nosotros era muy  importante, yo no recibí ninguna carta. No sé si mis cartas fueron a casa, de Puerto Argentino iba a Comodoro Rivadavia, de ahí a Ibarreta, en Formosa (es un pueblito). Y bueno… en casa solamente recibieron un telegrama donde pude contarles que me encontraba en las Islas, lo hice personalmente cuando nos trajeron a Puerto Argentino para poder bañarnos.

¿Su familia no recibió ninguna carta?

-No recibió ninguna carta.

Pero ud escribía…

-Sí, incluso tuve la oportunidad de ir a puerto Argentino a asearme, nos llevaban a bañarnos, ahí  aproveché el momento y fui al correo e hice un telegrama, fue lo único que recibieron.

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¿Cuándo empiezan a enterarse uds de que va a haber un enfrentamiento cuerpo a cuerpo?, qué se pregunta un soldado de 23 años en ese momento?

-La postura interior que uno toma, era: queríamos que termine todo YA. Verle la cara a los ingleses,  todos los días… pensábamos cuándo vendrán por nosotros… Se da un episodio y es que teníamos infiltrados, observadores adelantados dentro de nuestras tropas en el mismo Monte Harriet. Los descubrieron, hubo una pequeña batalla el 7 de junio a la noche. Quisieron tomar el monte y los combatieron, se tuvieron que retirar los ingleses… Los corrimos… digamos, eran pocos, una tropa de más o menos 30  hombres que se quisieron infiltrar, se los detectó. Hubo un combate, eso lo hizo el regimiento 4 que estaba pegado a nosotros. Y a partir de ese momento, decíamos que en cualquier momento iba a ser la batalla final. Cada día había episodios cerca donde se encontraban. Y el combate final de Monte Harriet… yo puedo contar: esto ocurrió el 11 de junio, más o menos a las 9 de la noche, frente de la posición había una estancia, pegada al mar aproximadamente a 2 km de Monte Harriet. Los días anteriores los ingleses la habían ocupado y con los cañones, morteros que tenía el Regimiento 4, los tiraron a la casa. Con esto los ingleses se retiraron de la estancia, tomaron sus lanchas y se fueron.  Por eso creíamos que el combate final estaba cerca. El 11 a la noche, 21 hs, el que estaba de guardia mirando con el visor nocturno,  con viva voz da el alerta en la casa que estaba cerca de nosotros. Era una estancia con varias casitas, había gente… suponíamos  que estaban cenando. Veíamos como velas encendidas, esto quería decir, estaban calentando la comida con una pastilla que se enciende -nosotros también teníamos- para calentar la comida, entonces veíamos como velas encendidas, muchas… y a las 10 de la noche, empezó el bombardeo…

¿Cómo fue?

-Los ingleses, además de las bombas que tiraban arriba del monte toda la noche, también tenían bengalas que tiraban desde los barcos: eran como paracaídas y quedaban suspendidas en el aire. Era como estar de día, tiraban 7, 8, 10 bengalas arriba del monte. Eso les permitía avanzar, vernos a nosotros donde estábamos. Empezaron a avanzar sobre nuestra posición el 11 de junio a las 22.30 hs. pero no sólo a nosotros. Los ingleses estaban del otro lado del monte, en montes vecinos,  Dos Hermanas y Longdon. Los atacaron a la misma hora y simultáneamente.

¿Quedaron en el medio ustedes?

-Si, hicieron ataques envolventes por los cuatro lados, no solo el Monte Harriet,  también  Monte Dos Hermanas, Longdon. Que estaban cerca al Harriet.

¿Cuántos eran?

-En mi sección éramos cuarenta más o menos, pero el regimiento 4 tenía aproximadamente 400 hombres …Cada uno ocupaba una posición. Estábamos distribuidos en varios sectores, para defender el lugar asignado.

¿Y cuando están en un lugar así, se comunican entre ustedes?

-Sí, sí… teníamos comunicación. Pero esa noche perdimos toda comunicación, nosotros en ese momento teníamos comunicación inalámbrica, a los teléfonos  teníamos que darles manija para que sonara. Los ingleses nos cortaron toda comunicación, cable que encontraban, lo cortaban… Es decir, fue un ataque planeado y con varios batallones. Creo que nos atacaron con 2000 hombres y nosotros éramos 600 o menos quizás. Y bueno, toda esa comunicación, después de una hora de combate se perdió. Los ingleses iban avanzando para subir al monte y nosotros íbamos retrocediendo hacia arriba. Toda la munición que teníamos en un lugar estratégico, la perdimos…Allí se desató el infierno…Los ingleses fueron apoyados por las fragatas y artillería.  Así que cuando se encendía la bengala, teníamos que escondernos para que no nos vieran y después cuando se apagaba movernos del lugar que estábamos porque si no, venían a matarnos a todos,  directamente era un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Nosotros a los ingleses los teníamos a pocos metros, a diez,  veinte metros… nos comunicábamos a los gritos con los compañeros a ver qué pasó, quién vivía, quién no, era tal el infierno cuando nos tiraron con todo que después no sabía si vivía mi compañero o no vivía. Porque fue terrible, esa fue la parte, digamos,  más fuerte de la guerra, esa noche, y ese combate terminó más o menos a las 5 de la mañana, cuando ya no hubo ni un solo tiro, así que te podés imaginar… el infierno….

¿Es en ese combate donde contaba usted que le dispararon a dos compañeros suyos?

-Exactamente. Previo al 11 a la noche, el 9, de mi sección muere el sargento de Infantería HECTOR RICARDO MONTELLANO y el cabo de Intendencia OSCAR EDUARDO LABALTA, les cayó una bomba en la carpa donde compartían y el 11 a la noche muere el soldado  JUAN RAUL SERRADORI, oriundo de Curuzú Cuatiá de donde  nos fuimos. Y fue herido el 11 a la noche el cabo PEREYRA ADAN,  cabo Cond Mot CARLOS ALBERTO LOPEZ, cae una granada en el pozo zorro, explota, y los compañeros que compartían el pozo lo dieron por muerto, porque tenía muy destrozada la espalda. Y recién nos enteramos al otro día, entre las 9 y las 10 de la mañana que había terminado. A esa hora más o menos me toman prisionero a mí. El combate empezó a las 10 de la noche y a las cinco de la mañana finalizó, a esa hora no se sentían más disparos , había una calma total, no sabíamos qué pasó, si ganamos el combate o no, dónde estaban los ingleses o si se habían retirado.

Ni cuántos quedaban de ustedes ni nada…

-Exactamente. Ahí ya se perdió toda comunicación, de las 12 de la noche en adelante no tuvimos comunicación con nadie.

Y esa fue la noche en que unos compañeros resultaron heridos…

Sí, ahí, el soldado  clase 62 LORENZO DONATO CAZA,  de quien se ven imágenes en todas las películas de Malvinas, recibe un disparo que le ingresa por la boca, entre los dientes, y le produce una herida en la mandíbula y el mentón. Y al Sargento RAMON ANTONIO BARRIOS, mi compañero de carpa, le pegan un tiro en la oreja. Yo  me encontraba  en el medio de los dos, uno a la derecha y otro a la izquierda, tirados cuerpo a tierra. Gracias a dios no me pasó nada… Y bueno, íbamos y veníamos hacia a creta del monte, para seguir combatiendo, nos quedamos sin munición, nuestra munición quedó en otra posición… Todo perdimos. Eso querían los ingleses, sacarnos de nuestra posición ellos sabían que nosotros teníamos municiones… y cuando nos sacaron… prácticamente perdimos todos. Llevamos lo que teníamos puesto, en los cargadores que llevamos en la cintura, en la bolsa que  habíamos preparado, en la bolsita del colchón donde dormíamos, es decir, en las fundas, ahí también teníamos municiones para transportarlos mejor que en los cajones que teníamos. Los cajones pesan aproximadamente 30 kilos y necesitas dos hombres para llevarlos, como el terreno era todo rocas, se necesita  poder sortear  las rocas y los disparos del enemigo.

Así que en ese mismo lugar siguieron buscando…

-Claro, buscamos el puesto socorro del regimiento 4, para dales las curaciones necesarias al Soldado Caza, ya que en mi grupo también había enfermeros. Nos esparcimos por todos los lugares y no podíamos encontrarlos. Yendo hacia la cresta del monte escuchamos que venía caminando una patrulla inglesa, nos metimos en un hueco que había en  piedra,  Barrios y Caza que estaban heridos  eran tan valientes…no emitieron un gemido y pudieron soportar el dolor. Los ingleses no se dieron cuenta que estábamos ahí.

Así que usted quedó a cargo de esos dos soldados.

-No,  ese momento el sargento Barrios, oriundo de Mercedes, Corrientes, tampoco era un infante  pero luchó como un infante, su oficio era el de zapatero. Pero bueno, teníamos instrucciones, más allá de eso… Encontramos al enfermero de la sección nuestra, el cabo Sandoval y ahí le hizo las primeras curaciones a Barrios y Caza … cuando caímos prisioneros  al Soldado Caza los ingleses los filmaron,  el tenia venda en su rostro;  en toda imagen que se emiten de la guerra aparece Caza… Al otro día, cuando nos agarraron prisioneros, había un camino que recorría  Puerto Argentino a Fitz Roy, frente al Monte Harriert donde se libró la batalla, allí los Ingleses estaban con un hospital móvil , atendiendo a los ingleses que estaban heridos y a nosotros, que éramos prisioneros. Tenían médicos, enfermeros y varios helicópteros. A los que estaban muy heridos los cargaban en  helicópteros, se los llevaban al barco hospital que tenían en alta mar, fue el caso del Cabo LOPEZ CARLOS ALBERTO,  quien se enteró después de 30 años de la guerra quién lo trajo del pozo. Fui yo con el Sargento  1ro RAZETTO , él era el más antiguo. Pidió permiso para ir a buscar un herido. Sabíamos que estaba en el cerro, fuimos con dos soldados más, hicimos una camilla con una manta,  lo trajimos a López , se lo entregamos a los ingleses y gracias a las curaciones de los médicos ingleses, López vive. Tenía heridas en la espalda,  la granada que explotó en el pozo, lo dañó mucho, los médicos ingleses lo operaron  3 o 4 veces en el barco… Y hoy vive en la Ciudad de Curuzú Cuatiá, Corrientes.

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Como rehenes fueron bien atendidos…

-Los ingleses se portaron muy bien con nuestros heridos. Incluso con los prisioneros. Yo fui prisionero. Estuve del 12 junio hasta el 19. Después vine a Madryn en un buque inglés, estuve prisionero en Fitz Roy. Para que tengan una idea del lugar, el día 8 de junio la Fuerza Aérea hizo una misión al Estrecho de San Carlos y cuando regresaban al continente de repente se encuentran con varios buques en el puerto de Fitz Roy y allí  descargan todas su bombas sobre la flota y dañan muy seriamente a varios barcos. El 13 junio seguían ardiendo.

¿Y cuándo se dan cuenta que perdieron y eran rehenes?

-Somos prisioneros al otro día, el 12 junio. A partir de las 5 de la mañana no hubo ni un disparo supuse que nadie tenía munición y hubo una calma total,  esa noche hacía mucho frío, caía nieve y a las 5 de la mañana parece que se abrió el cielo. A las 9 hs, salimos del refugio donde nos metimos, primero éramos tres, después éramos cinco, el Sargento 1ro Razetto era el más antiguo, nos reunió a los suboficiales, al sargento Barrios, yo era Cabo, y nos dio instrucciones. Para poder llegar a Puerto Argentino, dijo, si nos encontrábamos con una patrulla inglesa nadie se hace el héroe, ya que se contaba con muy poca cantidad de munición. No debíamos enfrentarlos y si era necesario entregarnos para preservar la vida de todos. ¿Cómo nos toman prisioneros a nosotros? entre Monte Harriet y el Monte Dos Hermanas,  en el medio hay un valle, que estaba minado por los ingenieros argentinos. Si los ingleses atacaban por allí volarían por el aire… de hecho hubo una bomba que pisaron y  fue el alerta para el regimiento 7 de La Plata.   La mina explotó y los del regimiento 7 que estaban en Monte Longdon fueron alertados por la mina que los estaban atacando los ingleses. Fueron varios puntos que los ingleses atacaron, no solo Monte Harriet, Monte Dos Hermanas, Monte Longdon, todos los que estaban alrededor… Nosotros sabíamos que había minas, pero como no las plantamos, no sabíamos dónde estaban. Gracias a Dios encontramos a un suboficial  ingeniero,  él nos guió para ir a  Puerto Argentino, pero no alcanzamos a hacer ni mil metros, ni eso,  aparecen  dos aviones por el valle, entre Monte Dos Hermanas y Harriet. Nos tiramos cuerpo a tierra para no ser detectados por los pilotos y  cuando nos levantamos, soldados Ingleses estaban atrás diciéndonos que nos rindiéramos,  en castellano por supuesto. Bueno, nos dimos vuelta todos, íbamos más o menos 15 hombres, había varios soldados más apuntándonos. Nos llevaron a un lugar donde había más prisioneros. Primero éramos 30, después 40, 50, y así llegamos a 200 hombres aproximadamente. Después nos bajaron a la ladera del cerro. Allí revisaban a cada uno para  ver si estabamos  heridos; el que no estaba y podía caminar, a un lado,  si estabas herido marcaban el lugar de la herida  en un afiche del cuerpo humano.  Los enfermeros  hacían los trabajos, así facilitaban el trabajo a los médicos. A los que estaban mal  heridos se los llevaron en helicóptero, como el caso del cabo López  y el soldado Caza.

¿Cómo era el tema del idioma?, ¿los ingleses manejaban también el castellano?

-Era todo un tema, la mayoría nos manejaban con señas, pero tenían sus intérpretes que hablaban el perfecto castellano.

¿Y ustedes el inglés?

Muchos soldados sabían inglés. Yo no, muy poco. El 12 a la noche, en Fitz Roy, era el prisionero número 555, me pintaron el número en la espalda, en color blanco. Y lo más triste para mí fue ser prisionero… digamos, tristeza o alegría…Cuando nos tomaron prisioneros yo dije, “acá me matan”, no ocurrió, fue el alivio: “acá voy a vivir”… tenía una bronca interior, el dolor de haber sido derrotado, pero  a la vez, también la alegría de  vivir.

¿Y eso lo supieron una vez que vieron cómo los trataron?

-Sí, exactamente. Ellos fueron caballeros,  tienen más experiencia de guerra que nosotros. Cumplieron lo que decía la convención de Ginebra. Tratar a los prisioneros de guerra sin abusos, sin vejaciones,  así lo hicieron.

Pero ustedes no sabían cómo iba a ser…

-No sabíamos cómo iba ser el trato, pasaban las horas, caían más prisioneros y el trato era bueno… Por eso te reitero, cuando me toman prisioneros dije: perdimos. Pero me alegré porque iba vivir…  Desde Monte Harriet nos hicieron caminar hasta Fitz Roy,  mientras íbamos caminando los ingleses venían avanzando hacia Puerto Argentino. Es más, ellos venían bien equipados hasta tenían dos fusiles por hombre. Esa noche, del 12, cuando ya estamos en FItz Roy, nos metieron en galpones, lo mismo tenían corrales de oveja, era una estancia con varios galpones…Entrábamos veinte en un corral, ellos iban registrando: cómo te llamabas, qué grado tenés, estaban organizados.  Mi jefe de Sección pasó a ser Jefe de Compañía, el Capitán Daniel Polano, lo trasladaron al continente con una afección, pie de trinchera y el nuevo jefe de Compañía pasó a ser el teniente de comunicaciones Pablo Oliva,  fue el único oficial con tres soldados que no cayeron prisioneros. Ellos llegaron a Puerto Argentino. Los ingleses por intermedio de su inteligencia sabían quién estaba en Monte Harriet. Lo buscaban al teniente Oliva  oriundo de la ciudad de Luján, actualmente rector de un colegio. A ese hombre lo buscaban. Esa noche, a todos los que éramos de la sección de Oliva, a los suboficiales, nos llevaban a una carpa a tomarnos declaración. Era una carpa muy iluminada, con varias mesas haciendo de escritorio… en ella había un oficial Inglés que hablaba muy bien el castellano. Me  decía que no era un interrogatorio, era una conferencia, como estamos hablando ahora. Ellos querían saber donde estaba el teniente Oliva, lo buscaban intensamente para poder interrogarlo, sabían  que era del  arma comunicaciones y hacían las comunicaciones radiales, ellos querían agarrar un prisionero comunicante, como le llamamos nosotros para sacarle información. El teniente, me entero después, alcanzó a llegar a Puerto Argentino, dar la novedad lo que pasó esa noche  con la sección. También llegó quien sería el autor del libro “Malvinas en primera línea”, el Subteniente de Infantería Lautaro José Jiménez Corvalán. Volviendo al interrogatorio me sirven una taza de café y me dicen que beba. Yo tenía miedo, cuando estás en la  Escuela de Suboficiales te enseñan todas estas cosas, si estás prisionero no beber nada que te pueda dañar la salud y con el miedo que tenía, no quise tomar el café. El oficial que me entrevistaba agarra mi taza, toma él primero y después me dice que tome el café, que no tenía nada.  Y bueno, no, no lo tomé, lo único que hicieron conmigo era preguntarme por el teniente Oliva, después me volvieron al lugar donde estábamos prisioneros. Todos los que fuimos a declarar esa noche, coincidimos, hablando entre nosotros, que lo que querían saber dónde estaba el teniente Oliva..

¿Cuando estaban ahí que cosas hablaban ustedes?

-Y mirá, muchas cosas no las recuerdo…  pero decíamos: “¿dónde diablos terminamos?”, Sabíamos  que los prisioneros de Darwin terminaron en Uruguay. Ahí los llevaron los ingleses, después pasaron a la Argentina. Ese fue el combate del 28 de mayo, en Darwin. A todos los prisioneros se los llevaron a Uruguay, decíamos: “¿dónde nos van a llevar?”. Amanece el día 13 de junio,  muy temprano nos cargan en helicóptero, desde Fitz Roy nos llevan al estrecho San Carlos. Los ingleses tenían una base  hecha en el estrecho San Carlos, en un frigorífico alrededor del cual hicieron un campo de concentración donde íbamos todos los prisioneros, con alambres de púa toda alrededor, como en las películas. El 13 a la noche fue el día que más sufrí, estábamos a la intemperie (bueno, siempre estuvimos a la intemperie en el monte, no?, pero por lo menos teníamos carpas y mantas). Éramos cinco hombres y teníamos una manta, los cinco que nos conocíamos, éramos amigos en Curuzú Cuatiá, nos juntábamos y una sola manta, el frio muy intenso con lloviznas,  ¿qué hacíamos? Trotábamos toda la noche alrededor del campo. Cuando nos cansábamos nos abrazábamos entre nosotros y nos tapábamos con la manta. Así amanecíamos. Eso fue tremendo, el 14 junio nos llevaron a un barco, el Canberra. Es un barco de transporte  muy grande, no supe cuántos pisos tendría,  entramos muchos prisioneros antes que termine la guerra, yo  estaba en un barco inglés.

¿Y de ahí?

-El 19 de junio, casi al mediodía llegamos a Puerto Madryn, nosotros fuimos los primeros prisioneros, estábamos en la cubierta de abajo. Bajé a las 5 de la tarde, de tantos prisioneros que había  íbamos bajando por tandas. Y ese día, dicen que fue el día que Puerto Madryn se quedó sin pan, toda la población de Madryn se volcó a darnos de comer. Los que bajamos últimos,  no alcanzamos la comida  éramos tantos prisioneros… yo me acuerdo tenía, ponele 30 pesos en el bolsillo, no me sacaron… ¿ves?  Me los sacaron y  me los devolvieron. Es decir, todas las cosas personales que te sacaban las miraban, después te las devolvían. En el barco yo cambié mi insignia, mi casco (por eso no tengo nada de Malvinas) por comida, a los mismos que nos cuidaban… Estábamos en habitaciones para seis, enfrente estaba un guardia,  cuando nos sacaban de las habitaciones nos llevaban al comedor,  al regreso siempre te ofrecían pan a cambio de una prenda. El barco era un crucero espectacular: tenía sala de baile, salones de juegos, piscina.

¿Y cómo hacían si no hablaban inglés?

-Había un piloto inglés que fue derribado, lo llevaron al barco,  él hablaba un poco castellano. Venía a vernos, era el que hacía la conexión con los que estaban de guardia, traía un papel y nos preguntaba de donde éramos, yo dibujaba la Argentina, dibujaba el mapa de Formosa y le decía, yo soy de acá. Así intercambiamos las prendas por el pan o chocolate.

Cuando bajaste tenía 30 pesos nada más…

-Treinta pesos tenía… y ahí me encuentro con un amigo con el que vivíamos juntos en Curuzú Cuatiá, él me ve  -después me cuenta que yo estaba desfigurado-. Yo estaba en Monte Harriet, él estaba en la otra isla, la Gran Malvinas, y como no entraron en combate subieron al barco con todo su equipo y no estaban tan desfigurado como nosotros. Lo primero que comí cuando bajé en Madryn fue una taza de mate cocido y vi que había arvejas, me comí arvejas con mate cocido. Tenía tantas ansias de comer, imagínate, me acordé que tenía plata, empecé a preguntar si había un kiosco, y fuimos con Barrios… Había un voluntario, un soldado voluntario, Toti Almirón, que tenía 16 años, había estado con nosotros en la guerra (en este momento también es retirado del Ejército), eran dos hermanos, uno de 18 y el otro tenía 16. Antes, a voluntario entrabas porque querías, en cambio ahora  el voluntario entra y  cobra un sueldo. Antes no, era por vocación. Bueno, fuimos  a un bar,  con la plata que tenía  me compre dos o tres botellitas de coca cola y un paquete de galletitas dulces “Sonrisas”. Y ahora cada vez que voy al supermercado me traigo varios paquetes de “Sonrisas”…

Familia_LARROZA¿Y cuando dejan el mar, dejan de ser prisioneros?

-Sí, claro. El barco inglés atracó en Puerto Madryn, fuimos recibidos por la gendarmería y algún  personal del Ejército;  ahí, en Madryn dejamos ser prisioneros.

¿Y ahí la misma gendarmería los vuelve a llevar a su casa? ¿o cómo fue?

-El 19 a la noche era sábado, los militares estaban a cargo de nosotros; se organizaron  y creo que nos llevaron a Trelew, de Trelew en avión hasta Buenos Aires. Yo tuve la suerte de viajar en Austral, la azafata era de mi provincia y pregunta quién es de Formosa, yo levanto la mano y le digo “soy de Ibarreta”, ella me dice “soy de Comandante Fontana está Localidad está a 22 kilómetros de Ibarreta”. Todo el viaje que hizo en avión de Trelew a Buenos Aires charlando conmigo, me trajo para comer. Fui el mimado del vuelo… no me acuerdo cómo se llamaba, me dijo pero con el tiempo uno se olvida…  fue muy amable conmigo, siempre estaré agradecido.

¿Y en buenos Aires?

-En Buenos Aires  aterrizamos en el aeropuerto del Palomar. Nos trasladan a Campo de Mayo. En ese momento, el Ejército tenía dos Escuelas para los Suboficiales: Sargento Cabral, que actualmente está, y  General  Lemos. La Escuela Sargento Cabral es donde estaban todos los hombres de armas, en Escuela General Lemos, todas las especialidades,  Intendencia, Cocinero, Zapatero, Sastre, enfermero, Oficinista y varias especialidades más. Llegamos más o menos a las 4 de la mañana, nos llevaron a dormir a la Escuela Lemos. Pero resulta que el 14 de junio a la tarde  habíamos tenido mala suerte,  en el último combate con los ingleses, cerca de la casa del gobernador, mueren dos soldados que eran de mi compañía de Curuzú Cuatiá: Soldado Clase 62 Raúl Ojeda y  Raúl Deza. Me cuentan ahí, nosotros dimos la versión cómo murió el Soldado Juan Raúl Serradori. Cuando nos van a buscar los colectivos urbanos subimos en pista, nos llevaban a Campo de Mayo y a la salida del Palomar había un señor con un termo que quiere subir al colectivo. Y por la ventana, nosotros los oíamos gritar: “Si está el soldado Ojeda, tengo un termo para él, soy el papá!”. Eso fue…. Muy… jodido, me cayó tan mal, sabía que había muerto el soldado Ojeda, pero no sabía en qué circunstancias. Me dicen, cayó una bomba en la casa del Gobernador y murió. Esto lo confirmo el Subteniente Walter Martínez,  Ojeda era del Chaco y Deza de Rosario…

¿Y le dijeron al papá?

-No, no, te podes imaginar la situación…

¿Después de ser liberados están en permanente búsqueda de información sobre lo que sigue pasando?

-No, no, estamos más pendientes de llegar a casa. Estuve del 13 a la mañana hasta el 19 en un barco inglés, en el barco me enteré que había terminado la guerra. Los mismos ingleses nos dijeron a nosotros que terminó la guerra, que tomaron las islas de nuevo. Pero ellos nos hacían creer que las fuerzas aéreas nos iban a atacar, los mismos compatriotas nos iban a matar, iban a hundir este barco y nos íbamos a morir todos. En el barco yo me entero que la guerra terminó el 14 junio a la tarde, fue el combate final, estuve prisionero 7 días en el barco.

Lo que viene después es ver quién había sobrevivido y quién había muerto… ¿por cuánto tiempo siguen con eso?

-Y hasta que llegamos a Curuzú Cuatiá, de Campo de Mayo salimos en tren hasta Curuzú Cuatiá, ahí empezamos a comentar, quién estaba con vos, quién no estaba, quién murió, quién no.

¿Cuándo se encuentra con su familia?

Yo me encuentro con mi familia dos meses después de terminada la guerra…

Es mucho tiempo…

-Si, fue decisión mía, no por mis padres. Los llame por teléfono y les dije: “no vengan a verme a Curuzú Cuatiá, yo voy a ir a Ibarreta ”. Y salí a andar por la Argentina dos meses, me fui a Rosario, Santa Fe, Paraná, Corrientes, anduve dando vuelta dos meses y después no sé qué me pasó y dije: “bueno, ahora es el momento de ir a mi casa”.

Pero antes no, no estaba preparado…

-Exactamente, ellos estaban desesperados por mí, dónde estaba, qué me estaba pasando. Fueron a buscarme a Curuzú, no me encontraron. No sé si era que no estábamos preparados para hablar, pero yo no quería que sufriera mi madre. Sabía que mi mamá y mi papá iban a llorar un montón, no sé si de alegría o qué… Capaz que los hice sufrir más en estos dos meses que no fui a mi casa. Yo hablé con mi padre, él era paraguayo, en la guerra del ’37  con Bolivia  tenía tres hermanos mayores  en la guerra, él me comprendió. Le dije, “habla con mamá y decirle que cuando yo esté listo  voy a volver a  casa”.

¿Y con el resto de la familia de los compañeros cómo era la situación?

-La situación fue muy difícil en Curuzú Cuatiá el día 23 de  junio, cuando volvimos. Te cuento una historia: me rompí la rodilla jugando al futbol en mayo del ’81,  me lesiona el hermano del soldado  Serradorri, el que murió en Malvinas. Cuando me operan de la rodilla en el Hospital Militar  Curuzú Cuatiá, el chico se sintió tan mal, iba visitarme cuando estaba internado. En el año 81 hace el servicio militar obligatorio el hermano…en el transcurso de la guerra, tenía el  comentario que el hermano murió en Malvinas. Cuando me bajo en el tren en Curuzú Cuatiá me reconoce, directamente va a preguntarme qué pasó con el hermano. Ese fue el momento más duro, decirle que el hermano había muerto en combate el 11 de junio. Me agarró de atrás y me dice: “¿qué pasó con mi hermano? Vos sabés,  vos estuviste con él, me dijeron eso”. No sé si estaba la madre, nunca hablé con ella, nunca hablé con los padres, ellos estaban tan dolidos cómo yo… Estaba seguro, por intermedio del Ejército le habrían comunicado que Juan Raúl  había muerto…

¿Qué es lo más difícil para un ex combatiente o un sobreviviente cuando pasan estas cosas? tener que enfrentarse a los familiares de los que murieron en el mismo lugar donde uno pudo sobrevivir…

-Mirá, esta es la primera vez que yo cuento esto, mi familia, mi señora, mis hijos no saben estas cosas… Lo más difícil  es hablar con la familia… Te cuento un episodio que me pasó hace un año atrás: en este libro que tengo en mis manos “Malvinas en Primera Línea”, está escrito que el Sargento Héctor Ricardo Montellano y el  Cabo Oscar Eduardo Labalta, muren el 9 de junio. La madre del Cabo Labalta, sabe o le dicen que murió el 11, la familia vive en Bariloche; 32 años después me entero que viven ahí. Labalta tenía 17 años, cumplía los 18 el  15 de junio, el muere el 9. Era muy joven, entro en el facebook de la mamá y le pido que seamos amigos, y me aceptó,  empecé a buscar a ver si había alguna foto del Cabo, los compañeros de egreso de él le hicieron un monolito con placa recordatoria, en Bariloche. Me decido  llamar a la mamá,  no sé si hice bien o mal en llamarla, la madre estaba muy depresiva… y yo no sabía… charlamos, pero… por la forma en que charlamos era como si esa mujer me quisiera visitar al otro día… Yo le pregunto cómo se enteró de la muerte de su hijo, ella me contesta : “…a mí me dijeron que murió entregando comida el 11 de junio”,  tomé coraje y le dije: “mire señora, le voy a decir la verdad,  su hijo murió el día nueve, una bomba cayó arriba de la carpa. Lo encontraron, él tenía que hacer guardia, y no aparecía, lo fueron a buscar y estaban en la carpa, muerto, Montellano y él  compartían carpa”.  La señora me dice que en agosto va a Buenos Aires, que le va a decir a la hija que la lleve a Tandil para conocernos. A la semana  me llama la hermana del cabo Labalta y empieza a recriminarme porque la madre, a partir del momento que habló conmigo, está Internada con depresión.  Me cayó como un balde de agua fría… Tengo un gran sentimiento de culpa hasta el día de hoy…

 ¿Es común que pregunten las familias a los sobrevivientes si saben de algo?

-Nos sucedió apenas llegamos de la guerra, y ahora con esta familia… yo la llamé a la madre de Labalta  después de 32 años, antes no quería hablar del tema.

¿Pero en general se han escuchado estas historias entre otros veteranos?

-Sí, hay muchas historias… Es la deuda que tengo, tengo todo escrito, lo tengo guardado, sólo me falta pasarlo en limpio, se va a llamar “La sección olvidada”, estamos buscando testimonios de todos los hombres que integraban la sección.

¿Este es un tema que se habla con la familia?, ¿no lo ha hablado en ningún lado?, ¿nadie le pregunta?

-Yo evado toda pregunta… cuando me preguntan de Malvinas, cambio de tema. Tengo una deuda con mi familia…  esta noche seguro no voy a dormir… ya no dormí anoche, porque me estoy acordando de todos. Trato de estar bien, es como que quiero olvidarme. No hay un día que no me acuerde de Malvinas. Y le debe pasar a todos los veteranos. Por ejemplo, el domingo pasado, me tocan timbre en casa, era el vecino que me llevó tierra para poner en el cantero de las plantas,  va a buscar los baldes y salgo. Y él tiene en la camioneta, pegada atrás un sticker de las Malvinas,  en la puerta también. Las había pegado el hijo,  tiene 28 años y es un apasionado de Malvinas. Otro señor pasa y le dice; “lo felicito por los sticker que tiene en la camioneta”. El vecino le responde: “gracias, pero al que tiene que felicitar es a él que estuvo en la guerra” y me señala. Fíjate, en cada momento sale el tema de Malvinas, así todos los días que pasa yo me acuerdo de Malvinas. Estas cosas no las he hablado en familia. Un día fui al Colegio Sagrada Familia a dar una charla, mi nena se enteró, se metió a escondidas entre los alumnos para escuchar. En el salón de un colegio es distinto, lo que te estoy contando ahora es mucho más… tenemos otro tiempo, y los chicos también preguntan otras cosas. La mentalidad de ellos es otra. Tienen otra historia.

Y además de eso, ¿se han juntado con otros veteranos para hacer reclamos o no?

-No…nunca hice reclamo. Los que estuvimos en la Fuerza, yo como Suboficial del  Ejército, no pedimos recompensa. Nosotros estábamos preparados y nos pagaban para defender el suelo argentino. Cobré la pensión después de 32 años, no la cobré antes,  estaba en actividad trabajando para el Ejército. La ley dice que cuando nos retiramos recién podemos acogernos al beneficio de  la pensión, … Y en cuanto a la pregunta que vos me hacés sobre si nos juntamos para hacer reclamos, no, nunca. Nosotros nos juntamos cuando queremos rendir homenaje a los héroes  que murieron, aquellos que están de centinelas en la turba Malvinera…

Pero es muy raro que no cuenten estas historias cuando se juntan…

-Exactamente… no se da, te doy un  ejemplo, estoy recolectando vivencias de la sección olvidada con un Oficial que escribió el libro Malvinas en Primera Línea, con este Oficial recién hablamos de la guerra en el 2011, nunca hablamos nada…. yo lo conozco desde el año, 85 u ’86, nos juntamos y nunca hablamos y nadie habla del tema,  vamos con alegría  a rendirle honores a nuestros muertos.

¿Cómo viene a Tandil?

-A Tandil vengo destinado al Haras General Lavalle, a 30 kilómetros de Tandil por la ruta 74. Estaba destinado en Monte Caseros en el regimiento cuatro, me destinan al Haras y vine como encargado de Sección Finanzas, el lugar donde trabajaba eran las oficinas, allí hacíamos  las contrataciones para arrendar a terceros el campo, pagaba los salarios, etc. Estuve 12 años trabajando en el Haras, a fin del 2006 me destinan a Buenos Aires a la Comisión Evaluadora del Ejército, dependía del  Estado Mayor, a comienzo del 2009 de vuelta a Tandil.  Compré casa en el año 1998, hoy estamos acá, solos con mi señora,  tenemos dos hijos, Leticia estudiando en mar del Plata, Mariano es oficial del Ejército , está destinado en  Monte Caseros, el lugar donde nació.

 


1 comentario

Brian · 4 junio, 2018 a las 23:07

Necesito encontrar algun familiar del sargento Hector Ricardo Montellana q fallecio en combate. Mi padre estuvo con el.

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