*El único museo del mundo dedicado a Malvinas que existe antes de la guerra. Aquí también link de acceso virtual al Museo.

Secretaría de extensión (SE): ¿Cómo surge el Museo Malvinas Tandil?

Santiago Calvo SC: El Museo Malvinas Tandil, que es el nombre genérico, en realidad surge el día 19 de marzo de 1982. Hago mías las palabras de un amigo, Oscar Matropierro, que dijo una frase muy importante: “es el único museo del mundo dedicado a Malvinas que existe antes de la guerra”, porque el inicio de las hostilidades, la recuperación efectiva del territorio se produce el 2 de abril y el 19 de marzo (es decir, 14 días antes), fue creado.

Yo siempre tuve una afición muy especial por la aviación y todo lo que eso conlleva y siempre junté láminas de aviones que mi padre me había hecho, en ocho cuadros muy lindos, con referencia a la guerra civil española. Como me gusta mucho la aviación tenía láminas que venían en unos fascículos que compraba sobre esa guerra. Y el 19 de abril fue cuando llegó a su punto cúlmine el hecho de las Georgias, no la recuperación, pero sí las primeras amenazas con los chatarreros de Davidóff, que era un comprador de la chatarra que existía en Georgias. Ahí empezaron los primeros problemas previos a la guerra que fue días después. Y hubo unas amenazas por parte de Gran Bretaña, muy dolorosas para lo que es la soberanía argentina y a mí eso me produjo un clic muy profundo e inmediatamente reemplacé las ocho láminas por aviones Argentinos.  Además había un cuadro, que era de San Antonio, que lo tenía mi suegra en su casa, y yo le pedí ese cuadro y le puse una lámina/mapa de las Islas Malvinas, que estaba en inglés, así que yo con un plumín y tinta china fui cambiando toda la toponimia y puse lo que correspondía en traducción castellana. Como pude… Ese fue el arranque y desde ese día, en un pasillo que no abarcaba más de dos metros por ochenta centímetros que son los pasillos de cualquier casa normal, que comunica el baño y los dormitorios, en ese pasillo se inició el museo. De ahí en más no paré. Me transformé en un captador de cosas y me fui agrandando también en lugares. Al llegar hoy, 35 años después, montarlo en una localidad muy cercana a Tandil que se llama Gardey, que esta solo a 20 kilómetros, ya que fue donde me ofrecieron gratuita y desinteresadamente un espacio para armarlo. Quiere decir que durante 34 años y 9 meses funcionó adentro de mi casa, con los problemas que eso acarrea.

SE: Claro, desde las visitas para ver el Museo hasta las visitas familiares a tu casa…

SC: Exacto, todo eso es un combo que por otro lado, no se podía mostrar con el valor que representa, porque son piezas históricas únicas e irreproducibles, porque de esas cosas hay una sola y se exhiben en ese Museo y la gente interesada me pedía visitarlo y yo decía: “Bueno, te armo una visita”: entonces desarmaba la mitad de mi casa, escondía los muebles y exponía el Museo. Cuando se iban los visitantes volvía a ser la casa natural.

SE: Hacías mudanzas permanentes adentro de tu casa.

SC: Ahora, gracias a Dios, 35 años después está expuesto en forma estable y la gente puede ir a visitarlo sábado, domingo y feriados. Las escuelas, normalmente de lunes a viernes; me piden  una visita y automáticamente abro las puertas que es a lo que apuntamos: los jóvenes, los que no habían nacido y los que habían nacido y tienen un recuerdo muy lejano de la guerra.

SE: Así que tu casa hoy es un lugar muy distinto.

SC: Claro, hoy es una casa (risas)

SE: ¿Y el Museo pasó a ser tu casa? ¿Cómo funciona ahora?

SC: Te diría que ahora tendría que comprar una camioneta, porque las cosas que me han facilitado, muchas están en el baúl de mi auto, y tengo bolsas de todo tipo, porque en el Museo, donde me han dado el lugar, tengo instalado el Museo propiamente dicho, pero no tengo un lugar propio, personal, donde yo me pueda organizar. Se hace como uno puede, entonces el auto ya pasó a ser parte… digamos que ahí tengo de todo, cosas para mantenimiento, para reparaciones, y me siguen llegando una serie de… no sé si decir “donaciones”. Tengo mucha gente que desinteresadamente me ha donado cosas, pero no sé si es una donación, yo creo que yo he sido nombrado “Custodio”: yo las cuido, mañana me pueden decir “dámelas”. Nunca me ocurrió pero me lo pueden decir y ellos son los propietarios de todos los elementos históricos que yo tengo en guarda. Pero yo me siento Custodio, entonces trato de ponerlo ahí, y que la gente lo conozca y que tenga la posibilidad, en este museo, de tocar esos recuerdos y con ese tacto tomar contacto con la historia y lograr una emoción inmensa.

SE: Salvo lo que está en las vitrinas… Todo lo demás lo puede tocar.

SC: Exactamente. Y la gente se lleva una experiencia muy profunda, muy linda.

SE: Contanos algunas anécdotas en esto de recibir cosas, de conocer gente… Porque esto ha hecho que se haya acercado a vos gente que no conocías seguramente ¿no?

SC: Exactamente. Sí, el Museo me ha dado también, como un bonus track, me ha dado el conocimiento de muchas personas invaluables, geniales la gran mayoría. Algunas de perfil bajo, que no son como yo, exagerados, yo soy un exagerado. Son más calladitas, introvertidas… pero sí, me ha llevado a conocer mucha gente, muchísimos excombatientes. Debo decir que este Museo se ha montado con un esfuerzo muy grande económico, sinceramente, y personal, pero no solo mío… Cualquier persona debe darse cuenta al conocer el Museo, que alrededor mío hay entre diez y quince personas que me ayudan desinteresadamente. Muchos ponen su esfuerzo personal, porque tienen que tratar de sobrevivir en esta Argentina que todos compartimos y viven como pueden y cuando tienen un ratito libre, hasta poniendo sus propios vehículos, gastando combustible, me van a  ayudar. Hay otras personas, que tienen una posibilidad económica para ayudar de otra forma, que me ayudan económicamente, a su coste y sin esperar absolutamente nada. Yo soy el que sale en las fotos (bastante cholulo soy, me he dado cuenta –risas-) pero hay que reconocer el esfuerzo personal y económico de las personas que andan alrededor mío y me ayudan. Y a eso sumale los excombatientes que desinteresadamente me traen sus cosas y me las dejan: cosas que tienen un valor emotivo profundo y yo las pongo en valor. Por mencionarte una pieza: yo tengo un bastón mayor de banda que utilizó el capitán Giachino en la Escuela Naval Militar. Y cuando egresó, como era el director de la Banda, se lo regaló el director de la Escuela. Y eso lo guardaron en su casa… y su esposa me lo donó… ¿Y yo qué hice? Tuve que idear una caja de madera y vidrio para poderlo exponer. Eso lo digo como ejemplo. Siempre alguien te va a dar el vidrio, o la madera, o la plata o la camioneta. Todo tiene una logística y un equipo de gente que, reitero, desinteresadamente, todos ayudan…

SE: Además las visitas al Museo son gratuitas, no cobran entrada ni nada.

SC: Exacto, no cobramos nada. Aceptamos la ayuda personal de quienes quieren colaborar.

SE: O sea, es un aporte voluntario que puede hacer cualquiera, y todos los visitantes más los chicos de las escuelas van absolutamente gratis. Y eso habla del lugar desde el que se hacen las cosas

SC: Sí, y yo he notado eso. Que cada uno colabora con lo que puede y como puede, entonces nadie se compromete económicamente y todos se comprometen con el recuerdo y con la memoria porque van, me ayudan, están conmigo, es muy importante ver la gente. El mismo amor por la soberanía y por nuestra tierra la tenemos todos, por igual. Nadie es más argentino que el otro… Bueno, vos me decías anécdotas… Esa posibilidad de conocer tanta gente me llevó a tener anécdotas, que a lo mejor si alguien me escucha, le va a parecer algo sin importancia, pero para mí es un recuerdo en el corazón. No voy a contar todas porque llevaría varios tomos de un libro… porque yo me transformé en un captador de cosas… Todo el mundo trae y me da algo, y me superan los acontecimientos… Entonces voy a mencionar unas anécdotas pequeñitas que no son nada del otro mundo pero son cuestiones que sentimentalmente me han tocado el corazón. En este momento estoy recordando… En una visita bastante multitudinaria de una agrupación que se llama Asociación Cultural Sanmartiniana “Cuna de la Bandera” que hace once años consecutivos que visitan el museo porque han encontrado un lugar que los cobija; los expedicionarios, son los que hacen el cruce de los Andes a lomo de mula. Esta gente es que de todos los puntos del país,  a veces van excombatientes, y una vez el responsable de la asociación me dice: mirá, Santiago, te voy a presentar a una señora que es la hermana de un piloto fallecido en Malvinas…”.  Eso ya me produjo algo muy importante, así que me acerqué… Y en la charla le pregunto quién era su hermano, y me dice: “Arrarás”… Y yo espontáneamente le respondo: ¡Juan José!, como si fuera mi hermano… Eso me quedó, porque prácticamente sé de memoria el nombre de todos los pilotos  caídos en Malvinas; imagínate la reacción de la señora que se puso a llorar y nos abrazamos… porque era como si yo la hubiera conocido de toda la vida.

SE: Se encontraron en esa emoción, donde ella sintió que vos eras un familiar… como si todos te hubieran sentido parte de su familia, y por eso te han regalado obsequios que son recuerdos familiares.

SC: Sí, así lo siento yo. Con Giachino me pasó lo mismo. No solo su bastón de mando, sino que su esposa tuvo el desprendimiento de llevarme cosas personales como su afeitadora personal, los libros que leía, el diccionario que usó en la Escuela, sus raquetas de tenis, todas esas joyas de una persona que se convirtió en el ícono de la recuperación de Malvinas, por ser el primer fallecido aquél glorioso 02 de abril de 1982; por todo eso es que yo lo atesoro, con mucho respeto.

Imagínate que tengo el recuerdo de las revistas Siete Días, Gente, del 2 de abril de 1982 cuando se veía llorando a dos nenitas rubiecitas y la señora llorando en la tapa de la revista porque había muerto su papá. ¡Y yo 35 años después tengo la dicha de conocerlas! Y eso me ha llenado el corazón. Son pequeñas anécdotas pero no dejo de reconocer el desprendimiento de estas personas, por eso digo que son piezas únicas e irrepetibles.

SE: Realmente son históricas y valiosas en lo familiar y lo afectivo…

SC: Claro, y la movida que hacen ustedes, por lo cual yo me he acercado tanto, en Malvinas en Familia, hace también a la familiaridad del Museo.

SE: Porque los objetos que uno ve en el museo… que pueden haber sido de un familiar fallecido, un hermano, un amigo, una pareja, son cosas que guardarías de esa gente que adorás, son esos recuerdos que te guardás. ¿Qué te guardas en tu casa de alguien que falleció? Las cosas que usó… que no tienen valor económico, pero que sí emocional y afectivo. Y por eso fue ese acompañamiento perfecto a los familiares…

SC: Tal cual. Yo estoy muy confortado por lo que hago… y me ponen muy contento las cosas que ellos hacen por mí…

SE: Porque lo hacés desde ese lugar…

SC: Totalmente. Los persigo por todos lados… si alguien me dice: “tengo…” antes que me diga qué tiene yo ya estoy al lado de esa persona y hasta que no me dio lo que tiene, no nos separamos. Y la gente se siente bien… así sea que me da las cosas para no verme más… (risas). Me ha llenado el corazón este tipo de cosas y estoy muy feliz de poder hacerlo, además alguien vendrá atrás mío, que será el continuador… y otro, y otro. Una vez, Oscar Mastropierro, como amigo, me regaló, -como es docente- un póster de la Provincia que hablaba del Día de la Soberanía. Por la Vuelta de Obligado y eso… Entonces lo puse en el museo, porque además también me había llegado un proyectil que se trajo de la Vuelta de Obligado, desenterrado, y me lo habían llevado ahí para que yo lo tuviera en custodia. Y un chico me dijo: “Señor ¿qué pasó en la vuelta de Obligado?” Y yo Empecé a hablar como una máquina. Pero me dije: “yo no puedo permitir que en 100 años alguien pregunte: “Señor ¿qué pasó en Malvinas?”. Entonces esto hay que hacerlo… porque en la Vuelta de Obligado debe haber habido viudas, madres que perdieron sus hijos, padres, hermanos, entonces si trazamos un parangón entre la Gesta de Malvinas y Obligado, es fundamental poder difundir la historia y no permitir que se olvide.

Tengo otra pequeña anécdota: en esas reuniones que yo hacía en mi casa/museo juntaba varias personas. A veces unas 15 o 20, otras, 60. Ya era una locura galopante eso. Una vez en una de esas reuniones multitudinarias justamente de esta Asociación Sanmartiniana, que viene mucha gente de muchos lados, del país, y yo a su vez invito a excombatientes de Tandil, asisto a una charla entre dos personas:

– ¿Pero vos dónde estuviste?

– Yo estuve en Puerto Argentino.

– ¿Toda la guerra?

– Sí, yo fui el 4 de abril…

– Ah, yo fui el 6 ¿Y dónde dormías?

– En un galpón horrible que había, con unas puertas altísimas… con piso de cemento y nos moríamos de frío.

  • ¿Un galpón de puertas marrones?
  • Sí, marrones pintadas a pincel…
  • ¡Yo también estaba ahí!

Entonces yo me quedé impactado… 33 años después se encontraron dos personas que habían tenido las mismas vivencias, que habían llorado, se habían aguantado los disparos británicos, y habían dormido en el mismo lugar y no se habían conocido. Y se encontraron 33 años después en el Museo Malvinas Tandil; fue espectacular… y esas personas se siguen viendo hoy día.

En otra oportunidad, un veterano cuenta que luego del alto el fuego, es tomado prisionero por los británicos; resulta que por un arreglo con la Cruz Roja Internacional, éste VGM es devuelto al continente, más precisamente a Puerto Madryn, en el buque de bandera británica “Canberra” junto a 4.000 combatientes argentinos y cuenta públicamente sus peripecias a bordo de un barco enemigo; simultáneamente entre el público que visitaba el Museo y escuchaba el relato del VGM se presenta un señor y cuenta que es hijo del Comandante del Submarino Ara “Salta” y que en su juventud, le contó su padre que saliendo de la rada de Madryn, con su nave armada con torpedos, navegando a nivel de periscopio detecta al buque “CANBERRA” y de acuerdo a las “reglas de empeñamiento” solicita permiso para disparar los torpedos, pues tenía en la mira un “blanco sumamente rentable” a la vista y en inmejorable posición de tiro; inmediatamente recibe la orden negativa para el disparo, informándole que el buque transportaba personal Argentino. Como vemos el padre de nuestro visitante, estuvo a punto de dispararle a nuestro VGM y por esas cosas del destino no ocurrió, VGM e hijo del comandante no se habían visto antes de éstos 35 años y en el Museo Malvinas Tandil, se confundieron en un emocionado abrazo.

En una visita al Museo Malvinas Tandil, el Comandante del avión “Neptune”, de la Aviación Naval que realizó la búsqueda de las balsas del Crucero Ara “General Belgrano” hundido el 02/05/82; cuenta que estaban desesperados él y su tripulación  por no encontrar indicios del hundimiento. Luego de una larga jornada de búsqueda, puede divisar unas manchas de aceite, persigue ese rastro y por fin puede divisar la primer balsa con los náufragos, luego otra y otra y todas las que pudieron mantenerse a flote; con gran júbilo, el comandante del “Neptune” efectúa un movimiento con sus alas, en un idioma naval, llamado “alaveo” informando a los náufragos “¡los encontramos!”  En ése momento, la charla es interrumpida por otro asistente al Museo y nos dice “Sí, es tal cual usted lo relata, solo quiero agregar, que soy un náufrago del Crucero Belgrano y que luego del júbilo que nos produjo el avistamiento, debimos esperar 11 horas más en las gélidas aguas del Atlántico Sur, hasta que al fin pudieran llegar al punto los buques de rescate”

En 2022, en el marco de su 41° aniversario, se presentó el primer recorrido virtual y accesible del Museo Malvinas Tandil. El proyecto contó con la inversión y el apoyo del Observatorio Cultural Tandil junto a Topos – Ecosistemas Accesibles con el apoyo del Instituto Cultural de la Provincia de Bs.As. También contó con el acompañamiento y gestión del Diputado Nacional Rogelio Iparaguirre y de la concejal del Frente de Todos, Guadalupe Gárriz.

La propuesta tiene como objetivo llegar a un público diverso, entendiendo a la accesibilidad como una herramienta fundamental para que miles de personas tengan acceso al patrimonio histórico, cultural y simbólico de la sociedad a la que pertenecen. Durante el recorrido virtual y accesible, se pueden observar objetos y piezas de la gesta de Malvinas y recuerdos de los veteranos, que conforman la identidad de un sitio histórico para la Patria.

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