Secretaría de Extensión: Rodolfo cómo llegan los Peovich a Argentina y de dónde venían?

Rodolfo Peovich: el primero que llega es mi tío, a principios del siglo pasado. Viene desde Montenegro, que es una ciudad, una localidad, de la ex Yugoslavia, que en ese momento era Yogoslavia, que estuvo 78 años formada. Sé que llegaron a Buenos Aires y vinieron directamente para Tandil. Hicieron pie acá y al poco tiempo, una vez que se asentó y todo, que tuvo el trabajo y demás, se fue a buscar a parte de la familia para allá y vinieron de vuelta para acá. Acá (Tandil) ya se asentaron por un largo tiempo.

SE: recordás a qué se dedicaban?

RP: se dedicaban a la piedra, eran picapedreros. Ellos estaban en lo que después se creó, la Cantera Alvion, que es Carba. Después él tuvo la posibilidad de poner un almacén, justamente en la parte de la cantera. Entonces ello proveían a todo lo que era la comunidad del lugar, de las 3 canteras. Eran 120 personas más o menos. Y ahí es donde el almacén se hacía un lugar muy grande, donde en la parte de atrás tenía un salón inmenso donde se hacían los cumpleaños, casamientos y todos los acontecimientos. Y después –por supuesto- cuando terminaban la hora laboral, se reunían en el almacén, se tomaban su ginebra y demás, un picadita y ahí se desarrollaba toda la parte que era de la ambientación de ello: las charlas y todo.

SE: y cómo es la historia de tu papá?

RP: mi papá eran 4 hermanos, eran 3 varones y mi tía (la mamá de Marta, Elena). Ellos se forjaron ahí. Mi papá también, cuando era muy chico ayudaba en la cantera. Si bien iba al colegio y todo, el también ayudaba. Y todos vivían de estar vinculados a la cantera. Era como su patrimonio, todo lo que es parte del almacén y demás. Se criaron ahí, en el ámbito del almacén junto a lo que era la comunidad de los picapedreros.

SE: y siempre estuvieron en Tandil?

RP: no. Mi papá se fue de acá cuando tenía 25 años. Se fue a probar suerte a Buenos Aires, en la parte del puerto. Trabajó mucho tiempo de estibador y demás, y alquiló una habitación en La Boca. Al poco tiempo se conoció con mi mamá  que vivía en Barracas. Ella es Agostinelli, descendiente de italianos. Empezaron con la relación y bueno…ahí vinimos nosotros: 4 hermanos, 2 mujeres y 2 varones.

SE: había cosas de la cultura montenegrina en tu casa, como la música o la comida?

RP: mis hermanos que son mayores que yo (soy el más chico de todos), me enseñaron algunas cosas. Los que más saben son mis hermanos, pero hasta ahí. No profundizamos el idioma ni nada por el estilo. Pero sí de las comidas y demás. De hecho en la fiesta de las colectividades, siempre se hace la Sarma, que la hace mi prima. Esas son costumbres que se siguen manteniendo. Pero todo más que nada es la riqueza histórica, no tanto la tradición que uno viene ya desarrollando desde hace tiempo. Uno va tomando las costumbres de Argentina, como el asado y demás, y te vas olvidando un poco de lo otro.

SE: y hay fechas que son típicas de la familia, como parte de la colectividad?

RP: mnm…a mí me pasó algo muy especial. A partir de que estoy muy relacionado con Marta y con mi primo, que venimos acá a las colectividades, es como que uno ahí toma más conciencia de todo.

Pero si, ojo, que mi papá era un tipo que siempre hablaba de Yugoslavia, de los montenegrinos. Siempre tenía puestas las miradas en Tandil. Él siempre te hacía acordar de cosas que vivió acá. De hecho quiso venir a vivir acá pero no pudo.

De hecho, ellos vinieron a Tandil porque les hacía acordar mucho a Montenegro. Son lugares muy parecidos, más allá de que a Tandil le falta el mar. Pero toda la parte de las sierras y todo, es muy parecido. Entonces vinieron acá por ese motivo. Y todo se vino desarrollando solo, porque en esa época lo que más de primordiaba es la parte de la piedra. Pero no solamente tenías un montenegrino, por ahí tenías algún turco, un polaco, un portugués, españoles, italianos, de todo. Pero sí todos trabajaban ahí porque era el boom tandilero. La piedra era todo.

SE: y tu papá quiso probar suerte con otras cosas…

RP: si, fue picapedrero hasta las 25, después trabajo en el puerto, después un frigorífico (la CAP) y después en encuadernación (Kapeluz) que fue donde se jubiló.

Mi papá hablaba casi perfecto el idioma montenegrino. Fue control del vestuario visitante en la cancha de Boca. Estuvo 32 años. Y él se encontraba mucho con Ante Garmaz, que era el modisto de esa época, y llevaba corbatas todas firmadas y las regalaba como souvenir a todo el mundo. Y a veces ellos se ponían a hablar y los periodistas los miraban como diciendo “éstos en qué idioma hablan?!”

Mi papá mantenía el dialecto pero lo otro, las comidas, era mi tía, acá.

La que hablaba perfecto, pero perfecto, que fue 90’, 91’ a Yugoslavia, fue mi tía Elena. Ella había viajado con Marta para Yugoslavia y fueron a Montenegro. Y los primos y los parientes se sorprendían de cómo hablaba, parecía una montenegrina más. Lo hablaba perfecto, es un dialecto parecido al ruso.

Yo más que contar los números y decir “buen dia, buenas tardes” no sé más (se ríe).

SE: y la música? Te acordás a tu papá escuchando música de Yugoslavia?

RP: siempre cuando venía a Tandil. Por ahí un día domingo a la tarde, mi primo ponía algunos discos. Después a mi papá le gustaba mucho el tango.

Es más, se trajeron de allá después, de Yugoslavia, algunos longplay y los pasaban acá.

Pero por ejemplo, mi papá era mucho de ir a la embajada de Yugoslavia. Tenía mucha relación con ellos y todo. Mi primo y Marta viajaban para la casa de él e iban a las reuniones, hablaban con el cónsul y demás. Y después cuando venían de la embajada para acá, iban a la casa de mi familia y los agasajaban ahí.

SE: y qué sentís que es lo que más identifica a un yugoslavo o un montenegrino?

RP: a mí lo que más me identifica es la historia de mi abuelo. Él era uno de los sumos preferidos del emperador en esa época, por haber luchado contra los turcos y haber participado en el ejército y todo. Es como que me vincula más por ese lado.

Siempre me contaban las proezas de mi abuelo.

SE: contame quién era tu abuelo?

RP: era una persona especial. Empezó en el ejército montenegrino a los 16 años. Él ya a los 17 años empezaba a correr a los turcos. Y tenía tanta facilidad para lo que era la destreza como persona y en el combate y todo, que era una cosa extraordinaria. Entonces el rey de esa época, lo había convocado y lo había llevado ya a capitán y demás, para el ejército montenegrino.

Y él figura en una de las mesas que hay allá, en el museo, figura en la parte del rey con todos los colaboradores. En una de las sillas figura el apellido de él: Peovich.

SE: cuál era el nombre de tu abuelo?

RP: Saba Peovich. Y siempre me fui por ese lado de la historia, y qué casualidad que me tocó combatir en una guerra.

Dicen que tenía un haz de luz especial. Que era muy especial con las armas. Antes se usaba mucho el sable, y él tenía una habilidad terrible. Era un don que él tenía.

No me acuerdo mucho qué pasó después ni como vino mi papá.

SE: asique supongo lo tendrías muy presente cuando combatiste en la guerra de Malvinas…

Dónde estabas cuando se empieza a hablar de la guerra de Malvinas?

RP: estaba haciendo el servicio militar obligatorio. Era soldado conscripto, en el Regimiento de Infantería 1 de Patricios, en Palermo, Buenos Aires.

Y bueno, en el 81 nos convocan y hago toda la parte del servicio militar, y me acuerdo que nos faltaban 10 días para salir de baja, en el 82’. Creo que hubo una marcha de la CGT bastante importante en esa época, fue en el mes de marzo. Nos encuartelan, nos hacen quedarnos en el regimiento. Nosotros estábamos de franco, nos convocan de vuelta para el regimiento, y nos alistan y nos arman para “supuestamente” ir a Plaza de Mayo para persuadir o reprimir a la gente. Cosa que a mí no me gustaba, pensábamos que íbamos a reprimir a nuestros propios familiares o amigos. Bueno, una cosa increíble. Nada. Pasó y después cuando vamos para la cuadra, que nos quedamos a dormir, a los dos tres días nos convocan. Estábamos saliendo para el rancho al mediodía, eran las 12: 05 -12:10 hs, recuerdo siempre la parte del horario porque yo tenía el reloj (un Orient) y miraba la hora. Y digo “estos que quieren ahora». Salió el jefe de regimiento, los segundos jefes, los jefes de compañía, todos con unos papeles. Nos hicieron formar a todos para decirnos el rol de combate.

SE: uds no habían escuchado nada hasta ese momento?

RP: nada de nada. Como si nada. Nos dijeron cuál era nuestro rol de combate pero no dijeron nada de Malvinas ni que iba a haber un conflicto bélico o algo, para nada.

Nos dan el franco. Nos vamos de vuelta, cada uno dejó su rol de combate y nos fuimos a casa. Listo. Nos dicen -“tienen 2 o 3 días de franco”, -“macanudo”. Eso fue…el 28 de marzo, si más o menos, 29.

Yo estoy con mi cuñado, que mi cuñado trabajaba en Techline, una empresa privada de telefonía, y estábamos en la universidad de Belgrano trabajando. Nos vamos a un bar, porque todavía estaba cerrada la universidad donde nos teníamos que ir a trabajar. Y en el bar, donde tenían un televisor chiquito, que era 2 de Abril, anuncian que justamente habíamos recuperado las islas, claro. Todos una alegría bárbara, pero mi cuñado me mira a mí y me dice “-sonaste”.  Claro, a mí todavía no me habían dado de baja. “Sonaste –me dice, te tenés que ir al regimiento, qué hacés acá?”. “Qué se yo…-le digo”. Bueno, los que no teníamos teléfono en la casa, ¿qué hacían?: llamaban a vecinos para que me avisen que yo me tenía que presentar. Dicho y hecho: mi mamá buscándome por todos lados. Dice “te llamaron del regimiento, te tenés que presentar”. Me fui a mi casa, me cambié y al regimiento. Y ahí empezamos.

SE: cómo empezó?

RP: ahí empezó, supuestamente que se estaba gestando, que podía llegar a ser que nosotros pasemos a formar parte del Regimiento 25. O sea, una sección del regimiento Patricio, los 181 hombres que íbamos a ir para allá, íbamos a formar parte del regimiento 25, donde estaba Seineldin, allá en el sur.

Entonces, qué pasa? Seineldin iba a ir con su regimiento a Malvinas y nosotros nos desplazaríamos al regimiento 25. Pero no. Hubo un general, general Perín, que dijo “si esta gente que es del regimiento Patricios, que lucho contra los ingleses en dos ocasiones, tiene que ir a la tercera y los vamos a mandar a todos para allá, para Malvinas”. Listo. Así fue, así nos enteramos.

SE: te acordás que sentiste en ese momento? Querías ir?

RP: SIIIII. Nosotros teníamos una alegría que era desbordante! Mi papá cuando nos va a “despedir”…de alguna manera, que podían entre 2 o 3 familiares –entre ellos estaba mi hermano- dice que nosotros teníamos una alegría inmensa, era una cosa desbordante.

SE: tu papá qué decía?

RP: mi papá cuando se entera cómo fue… Porque nosotros cuando nos hacen formar de vuelta y nos dicen el rol de combate, quedamos 3 afuera. Era así, compañeros pasaban de una vereda a la otra –que iban a ir a Malvinas- y yo quedé del otro lado.  Mi rol de combate era apuntador de Mag, una ametralladora. Es un rol dentro de lo que es la infantería, bastante importante porque estás en primera línea de combate.

Bueno, entonces quedábamos 2 y de última, uno se va –porque se escapa porque no quería saber nada- y quedo yo solo. Y mis compañeros me gritaban “dale ruso (me decían el ruso), anótate qué te vas a quedar”. Y estaba el sargento, que era el que tomaba la nota de roles de cada uno, y le pido si puedo ir. Cuando le digo el rol que tenía de combate, de una me dijo “pasá”. Asique fui tipo “voluntario”.

Pero mi papá cuando se entera cómo fue..porque un amigo lo felicita por mí, en una reunión familiar, le dice “qué orgulloso debe estar ud de su hijo, que levantó la mano para ir a las Malvinas”. Mi papá se quería morir… no te voy a decir lo que me dijo…pero bueno…un insulto…como diciendo “este es el único tipo en el mundo que levanta la mano para ir a una guerra” (se ríe).

SE: y a partir de ahí?

RP: y a partir de ahí estuvimos con todos los preparativos en el regimiento, de lo que era armamento, abastecimiento de ropa y demás. Me acuerdo que a la tarde/noche nos dieron, antes de partir para Malvinas (que nosotros partimos un martes 13 de Abril “no te cases, ni te embarques ni de tu casa te marches”…) nos dieron el Duvet, que lo fueron a buscar al comando en jefe, es el Duvet Israelí –uno de los mejores que hay para el fío-. Nos dieron el Duvet y ya teníamos todos los bolsos preparados, con todo el armamento y pusimos todo en línea ahí en el playón del regimiento. Y al otro día, 3:05 de la tarde, partimos.

Salimos por Bullrich, Santa Fe y Palomar. En Palomar tomamos el Boing de Aerolínea, un 707 que no tenía asientos, no tenía nada. Llavamos parte del armamento, bolsón porta equipos y bajamos en Río Gallegos. De Río Gallegos estuvimos ahí media hora, 40 minutos hasta el próximo vuelo. Nos dieron matecocido con un poco de pan. Cuando llegamos eran las once y pico de la noche, del mismo 13.

Cuando llegamos a Malvinas hacía un frrrío de morir. Había cajones de municiones por todos lados.

SE: en qué lugar de Malvinas los dejaron?

RP: nosotros estábamos entre el aeropuerto y el pueblo. Cerca de Sapper Hill, que es un cerro donde después tenés una esplanada, después viene Dos Hermanas y Monte London. Nosotros estábamos sobre la parte del pueblo, más para el pueblo que para el aeropuerto.

Entonces estaba Fuerza Aérea, el 25, nosotros que formábamos parte del 25, toda la sección y el regimiento mecanizado 6 de General Viamonte.

Y bueno, estuvimos ahí, primero estuvimos en el pueblo, habremos estado unos 6 días en el pueblo, alojados en una casa, que en una foto de Malvinas sale con todo el techo destrozado. Nosotros le colocamos un par de lonas y alfombras que tenía la casa para tapar ahí el agujero ese, y nos quedamos ahí. De ahí hacíamos playa, para hacer los pozo de zorro, que en principio los habíamos hechos en una posición que no correspondía. Asique nos cambian de posición y nos sacan del regimiento 25, que ya no formamos más parte del regimiento 25, y si del 6 –de gral Viamonte-. Terminamos toda la contienda con el regimiento 6. Asique hicimos de nuevo los pozo de zorro y ahí ya está.

SE: y se quedaban a dormir ahí en los pozo de zorro o en la casa?

RP: en los pozo de zorro. Por ejemplo, en paño de carpa, ahí en la cabecera de playa, que ya nos quedábamos ahí porque estábamos a punto de terminar los pozos (para no volver a la parte de las casas, en el pueblo, que teníamos como 3 km), nos quedamos con los paño de carpa, ahí pegados a los pozos. Ahí estuvimos 3 o 4 días.

SE: y al estar en la playa cómo les fue con los bombardeos?

RP: mal. Porque ellos bombardeaban mucho. La mayoría de las bombas que tiraron eran para destruir el aeropuerto, que no lo pudieron hacer. El 1 de mayo, que fue cuando empezó el conflicto, tiran la primer bomba. Nosotros estábamos ahí.

SE: sabían algo uds de lo que iba a pasar el 1ero d mayo? Tenían alguna información?

RP: no. No. Nosotros teníamos el diario, que se llamaba La Gaceta de Malvinas, que eran dos hojas, de una tipo revista, que era un diario informativo que se entregaba por sección. Cada sección teníamos 40 hombres. Y nos pasábamos esa gaceta uno por uno para tener esa información. Ahí decía que estábamos en conflicto pero de lo que iba a pasar no sabíamos nada.

Nosotros recibíamos las órdenes directas de nuestro jefe de grupo que era teniente y después tenías el capitán, que era jefe de la 6ta sección, donde se comunicaban por radio.

Yo hacía a la tarde-noche la parte de las guardias y como yo era el único que tenía reloj de mi sección, me buscaba el teniente y yo le decía cada tanto la hora. Y ahí él se comunicaba por radio con el capitán.

Y yo me sacaba el reloj y se lo entregaba a mi compañero para que él tuviera la hora para hacer el cambio. Y la guarda la hacíamos d 5 hs, era duro. La verdad, que fue duro.

Y más allá de eso, nos comíamos el bombardeo naval y aéreo.

SE: qué te acordás del 1ero de mayo?

RP: Ufff…me acuerdo que estábamos en el pozo, adentro con mi compañero Zoraide y habíamos hecho como un silencio…

Siempre hablábamos lo que era la comida, de los familiares, de lo que íbamos a hacer cuando volviéramos. Eso en el rato que compartíamos, porque las 5 horas de guardia la hacías solo. En el puesto comando, nosotros salíamos del puesto nuestro, él se quedaba con la ametralladora y yo me movilizaba 79-80 metros para ir donde estaba el teniente. Entonces el me daba el fusil de él, y yo tenía el fusil más la pistola. Y yo hacia la guardia en el puesto comando y después tenía que volver de vuelta por que estaba solo. Eran 5 horas que estaba solo.

Bueno…estábamos en el pozo con él y…qué se yo.. qué hora era…No sé si eran las 4.30 hs de la madrugada o algo así me parece, y se escucha un sonido, una exploosiooonnn, pero así de la nada. Una onda expansiva tan fuerte que la isla tembló. Una cosa impresionante. ¿Dónde cayó la bomba?: casi pegada al aeropuerto, que nosotros estábamos a 2 o 3 kilómetros. Y luego nos enteramos que tembló toda la isla.

Después de ahí, ya está. Ahí empezaron. Ellos volaban con los aviones muy bajos y la Fuerza Aérea nuestra, la artillería, hizo impacto en muchos de ellos. Entonces después volaban a 10.000 metros de altura, o más, 20.000. Y desde ahí no tenían dirección de cómo tirar las bombas. Si bien sabían que el aeropuerto estaba solo, trataban de tirarlas ahí. Pero qué pasa, la artillería era tan efectiva que los tipos tenían miedo. Entonces los aviones tiraban a cualquier lado y tenían miedo de tirar en el pueblo, que estaba muy cercano.

Pero por ejemplo, lo que era la artillería naval de ellos, se ponían unos buques a unos 20-25 km y ahí hacían tiro. Tiraban…y tiraban…y tiraban…Siempre de noche. Era insoportable, no podías ni siquiera cerrar los ojos.

Dicen que tiraron más municiones en 74 días, que la que tiraron en la primer guerra mundial en no sé cuánto tiempo.

SE: cómo pasaban esos días uds?

RP: era terrible. Nosotros ya teníamos un pozo hecho con la forma de una herradura. Vos tenés que hacer el pozo de acuerdo al rol de combate que tenés. Como la ametralladora tiene que “barrer”, girar, tenés que tener 360° para poder tirar. Entonces el pozo era bastante amplio. En ese pozo eramos 3: el abastecedor, el ayudante y yo. Estaba el que te abastecía con la vaina, el que te iba sosteniendo la vaina para poder tirar y que no se trabe, y yo, que era el que tiraba. Pero era duro. Porque nosotros hicimos el pozo en una turbera, porque había mucha turba. Y qué pasa? La turba absorbe agua, pero llega un momento que no te absorbe más y el agua brota de vuelta. Entonces siempre estaba mojaadoo, siempre húmedo y muy frio. Terrible fue, terrible.

SE: y cómo salieron ustedes con el armamento?

RP: mirá, a nosotros cuando nos dan las armas en el regimiento, el Jefe del regimiento no tuvo mejor idea que darnos armas que estaban semidestruidas: correderas que no funcionaban, cola de disparador que no funcionaba. La Mac mía tenía dos cañones que estaban torcidos. Vos no te das cuenta hasta que no tirás.

Cuando llegamos a las Malvinas, el jefe de grupo, nos hace probar el armamento. Yo tiraba con la Mac mía…y era “tirá a esa piedra que tenés ahí, a 5 metros” y picaba a 10  metros y hacia la derecha. Me dice “vos estás tirando bien? A ver dame”. Saca el cañon y estaba torcido para un lado. O sea, que yo me quedé sin cañon de la Mac, durante 7 días, fácil. Me trajeron uno, el otro lo mandaron a reparar. Vos tenés que tener dos cañones, porque la Mac es un armamento que tira muchas municiones y se puede trabar. Entonces vos tenés que tener un cañón de repuesto para poner mientras sacás el otro. Asique estuvimos casi un mes con un solo cañón.

Asique allá en Malvinas, el armero tuvo un trabajo terrible.

Ahora, las armas que tiraban los ingleses y la teníamos nosotros eran exactamente igual. Ellos tenían, por ej, la Mac que la de nosotros era de acero, y la de ellos de aluminio, que pesaba un poco menos. Nada más.

El tema es que ellos cuando te atacaban, era en relación 10 a 1 en proporción. Siempre hacían eso. Entonces vos tenías 40 hombres, contra 200 que te estaban avanzando. Eso es lo que hacían.

Y cuando tenías un foco de ametralladora, que era lo que ellos más temían, le tiraban con misiles Milan. Agarraban el misil y donde vos apretás la cola del disparador el fogonazo era tan fuerte que el misil buscaba eso.

Después el armamento era muy parecido. Pero ellos se apoyaban mucho con la parte que era naval. Entonces todas las fragatas que sí eran misilística, tiraban y salía apoyo de la avanzada que ellos tenían, sobre por ej, Sapper Hill. Ellos te mandaban la infantería y con los misiles navales, entonces claro, te ibas replegando.

Ojo, que después vino el Sofma, que es la famosa “Berta”, un cañón de 155 milímetros, que tira a unos 130 km. Entonces cuando lo colocaron, que hubo que buscar un apoyo –que nosotros hablámos con la parte de ingeniería del 601- tuvieron que preparar el piso y todo. Porque cuando tiraba temblaba el piso. Nosotros estábamos del Sofma a 22 km, más o menos. Ese cañón era de largo alcance. Cuando nosotros tirábamos con eso, las fragatas ya no tiraban más.

Pero fue heavy porque nosotros recibimos ese fuego naval durante mucho tiempo.

Después, del bautismo de fuego, nosotros éramos espectadores muy lejanos. Ellos combatían a mucha distancia y nosotros no podíamos ver. Saaalvo, cuando le habían pegado a un avión nuestro, a un Mirage.

Ellos sabían que cerca del pueblo estábamos nosotros y una antiaérea que estaba permanente buscando y la Fuerza Aérea sabía que no podían pasar por ese límite.

Entonces ese piloto, que le habían tirado, no le quedaba otra y pasa y le tiran. Nosotros contentos porque pensábamos que habíamos derribado a un enemigo, y después nos enteramos que era nuestro.

SE: qué situación de combate tenés más presente dentro de ese pozo?

RP: nosotros estábamos sobre cabecera de playa, a la izquierda el aeropuerto y Sapper Hill a la derecha. Nosotros lo que hacíamos era repeler a los comandos ingleses, que venían con gomones y todo. Tirábamos bengalas al cielo, y fuego a discreción. Se tiraba con todo. Y bueno ahí le pegábamos a un ternero, a una vaca, a lo que estaba dando vuelta. Tirábamos con todo.

Hasta que llegó el día 12 , que se estaba replegando parte del 6, para Puerto Argentino, y nosotros estábamos mirando para allá. Eramos el apoyo de ellos. Entonces tuvimos que sacar todo el armamento del pozo, ponernos a cielo abierto y mirar para la parte del Sapper para darle apoyo a los del 6. Ese fue el momento especial, donde vino el jefe de sección, y nos dijo “bueno muchachos, ahora sí viene lo peor” y nos tocaba el casco a cada uno (se emociona). Ese fue el momento más impactante, más difícil.

SE: qué es lo que más recordás de eso?

RP: nadie hablaba.

SE: por el miedo?

RP: siempre tuvimos miedo. Más allá que después le perdes el respeto a la muerte, a lo que sea, llega un momento que te podrís. Viste como en las películas, por darte un ejemplo exagerado, viste que por ahí muestran que en el medio de los cadáveres pasa un tipo fumando…así. El miedo se vuelve tan natural que no te das cuenta. Era un momento especial, un silencio fuerte.

Nosotros lo que recibimos fueron heridos leves del repliegue, de la tropa que venía zafando. Después lo que eran malheridos y todo quedaban del otro lado, y ahí sí se hacían cargo los ingleses cuando los rescataban o cuando nos rendimos que fuimos a buscar a los heridos. Pero no fui yo. Fueron gente del 6, del 7, del 12, del 3. Ellos que estuvieron en el frente, fueron recogiendo sus propios muertos y heridos, junto con los ingleses, eso si.

La parte más movilizante fue esa vez, que cuando abrís fuego no sabes con qué te va a encontrar. Decis, “si estoy tirando, me van a tirar”. Porque además es una cosa impresionante porque no solamente estás tirando vos. Están tirando de la sección de morteros, el instalaza, vos. Es una lluvia de balas, que de todo tirás. Esa adrenalina es muy fuerte.

SE: y qué pasó después de eso?

RP: después de eso vino el silencio. Y cada uno tuvo que ir a los pozos. O sea, los muchachos del 6 que se venían de estar replegando, llegaron hasta la primera sección de nosotros, donde estaban los morteros. Y después vino la parte de la rendición. Que nos hicieron ir de ahí a los pozos.

SE: qué te acordás de la rendición?

RP: la rendición fue dura… … (se emociona…).

Vino un teniente y nos dice “bueno muchachos, salgan del pozo que nos rendimos”… …. (se emociona…).

Nosotros teníamos un estandarte, que era una bandera Argentina, de 30 por 40, y lo teníamos junto con la virgen de Luján y tuvimos que enterrarlo…

SE: uds veían venir la rendición?

RP: no para nada. Nosotros habíamos hecho mucho sacrificio.

SE: era algo deseado?

RP: quien te puede decir que en un conflicto bélico, no querés que se termine. Teníamos sentimientos medios raros. Más allá de que vos querías que se termine, y que te querés ir a tu casa para ver a tus familiares, no te querés rendir. Decis “para corno hicimos tanto esfuerzo para llegar a esto”. Te sentís como si fueras un tarado. Porque lo nuestro fue como una epopeya, fue una cosa extraordinaria. Que se volvería a hacer? Yo lo volvería a hacer de vuelta.

SE: cuando les dice que tienen que entregar las armas que hacen?

RP: enterramos todo. En uno de los pozos colocamos toda la parte de estalasa. En realidad lo que teníamos que hacer era llevar el armamento hasta los puestos de comando que tenían los ingleses. Que ellos las ponían todas en pilas. Esa fue otra situación también, que más allá de que uno ya tenía 25 kilos menos, cuando me dijeron tenés que llevar el  bolso-equipo con el armamento “a dónde?” si no lo podíamos arrastrar. Entonces que hacíamos, agarrábamos la mitad de la ropa del porta-equipo y la dejábamos tirada en el pozo, y la otra mitad la llevábamos arrastrando. Y la Mac, la dejé tirada adentro del pozo, y llevé el cañón, que podía transportar, porque no teníamos fuerza.

Lo íbamos arrastrando, esos dos kilómetros que teníamos, casi tres, hasta llegar hasta la ruta, para ir al aeropuerto, que nos concentraban ahí como prisioneros de guerra. Y claro…vos dejabas un tendal de ropa por todos lados…no sabés lo que era…todo lleno de zapatillas, de remeras, de todo, todo el campo todo lleno de mugre.

SE: el haber bajado tanto de peso fue por no habían podido comer o por el estrés?

RP: no, no habíamos comido. Más allá de que podías tener cerca el rancho con la comida, se transportaba en un cilindro de acero y llegaba todo frío. Además a medida que pasa el tiempo esa ración va llegando menos. Pero no porque no te querían dar de comer sino por un tema logístico, estábamos muy lejos.

Cómo hacés para llegar a un lugar que están combatiendo y le decis, “son las 12 hs está la comida”. Entonces cada vez te daban menos, más combate, menos comida.

Y te tenías que arreglar con las raciones de combate, que teníamos 5 o 6 cada uno. Y con eso nos rebuscábamos de comer un poquito y a aguantar.

SE: qué era una “ración de combate”?

RP: era tipo paté, la otra era una carne adobada con un tipo de salsa de tomate y teníamos los sobrecitos de nork suiza. Que eso, teníamos una lata de aceite, que la habíamos limpiado, la sacamos del basural, y hervíamos ahí un sobre para 5. Y tomábamos eso, porque no teníamos más nada para tomar.

Por eso había adelgazado 25 km. Por eso cuando fuimos para el aeropuerto, que nos quedamos allá dos o tres días y nos llevan para el pueblo, claro ahí te encontras con muchachos que hacía rato que no veías. Una vez que llegamos a Malvinas cada uno se iba para su rol de combate y no lo volvías a ver. Asique nos encontrábamos ahí pero muchos no nos reconocíamos por la pérdida de peso. Nosotros tuvimos dos compañeros que estaban casi cadavéricos. Los tuvieron que llevar en una carretilla porque no podían caminar. Un estado terrible.

Después había otros que tenían descompensaciones de su propio organismo, porque te hacés encima, no controlás esfínteres. Un montón de cosas que te suceden por el estrés.

SE: y del aeropuerto a dónde los llevaron?

RP: en el aeropuerto viene el famoso trueque que se hace. Que los de la Fuerza Aérea, que tenían mucho más que nosotros obviamente, entonces no dieron mantecol, chocolate, matecocido con azúcar –que nosotros el dulce no sabíamos lo que era-, que el cuerpo te pide eso. Y después de ahí nos llevaron para el pueblo a un galpón donde esquilaban las ovejas. Eramos más de 100 ahí adentro. Entraban 30 personas, pero nos ponían asi, paraditos. Y ahí en frente teníamos los galpones, donde la Fuerza Aérea y el Ejército tenían la provisión que nos mandaban del pueblo: los quesos (que ya estaban todos pasados, después de 2 meses), de todo. Y lo comimos igual, como estaban. Yo tenía un compañero de otro regimiento, que había agarrado una lata de dulce, la había abierto, y yo veía…que me miraba y medio que se escondía. Me voy para allá y tenía una lata de dulce de batata. Para qué…le agarraba con la mano y lo comía con una desesperación.

Después de ahí nos llevaron al Norland, que es un buque inglés, de transporte de pasajeros, tipo como si fuera un crucero. Y ahí estuvimos navegando hasta Puerto Madrin, y ahí se la atención fue excelente. Hay que reconocérselo a los ingleses: nos dieron para hacernos, para afeitarnos, nos dieron de comer, bien. Más allá de algunas situaciones…como que sacaban fotos cuando nos daban de comer y nosotros de la desesperación nos levantábamos para agarrar y te sacaban fotos, como burlándose.

SE: y Madrin?

RP: cuando llegamos a Madrin, no había civiles. Eran todos militares, de Fuerza Aérea, de Marina por supuesto, y Ejército. Ahí algunos muchachos pudieron hacer algunas llamadas, con el cospel de Entel. Y nos llevaron en colectivos con todos los vidrios tapados con diarios. Desde el puerto hasta el aeropuerto tenés un trecho. Entonces para que la gente no te vea, nos tapaban con diarios. Y de ahí vuelo hasta Palomar.

SE: vos te habías podido comunicar con tu familia?

RP: no. Mientras estuve en la isla solo por carta. Recibieron mías 3 cartas. Y yo recibí de mi mamá, de mi hermano y no me acuerdo de quién más. También recibíamos cartas de los colegios, de distintos lugares de este país.

SE: y cuando llegan a Palomar qué pasa?

RP: pensábamos que nos íbamos al regimiento. Pero no, nos llevan a la Escuela General Lemos. Nos dicen que tenemos que ir para allá porque nos tienen que hacer un chequeo médico.

Llegamos, nos bañamos, nos dieron la ropa verde oliva nueva. Nos querían poner de punta en blanco. Y ahí se pudrió todo porque pasaron 2 o 3 días y nosotros nos queríamos ir. Y vino un General, nos hizo formar, y bueno…le dijimos de todo. Estábamos sin ver ni hablar con nadie desde la isla.

Nos hicieron firmar un papel. El “famoso papel”…vos debés saber…donde hacías una declaración que vos no podías contar nada. Con eso firmado te daban tu documento. Tuvimos que hacer eso.

Cuando fuimos al regimiento, ya estaban los familiares, que nos recibieron en la parte del rancho, del casino.

SE: quién te fue a recibir?

RP: fue mi hermano y mi papá. Cuando me vieron…mi hermano me mira, y yo miro a mi hermano y digo “y este que hace con barba”-tenía barba. Había hecho una promesa…(se emociona…), que se dejaba la barba hasta que me volviera a ver.

Mi viejo me abrazó…(se emociona…) y partimos para casa, para Barracas.

SE: te preguntaban cosas o solo abrazos?

RP: no había diálogo. Solo eso. Es más, estuve mucho tiempo sin hablar. Mi mamá no sabía que preguntarme, ni qué decirme. Era como un tabú. “No le digas nada, no hables nada”. Es más, creo que en el regimiento ya les habían dicho que no nos preguntaran nada. Era raro. Yo tampoco entendía por qué no me preguntaban nada.

Tal fue así, que yo me metí tanto para adentro, que estuve más de un año sin salir de la casa. No tuve contacto con gente, no quería que los vecinos me vieran, nada. Porque todo el mundo sabía que yo había ido a la guerra. No quería que me pregunten, quería dejar “allá” eso.

SE: y tu mamá qué decía?

RP: mi vieja no dejaba de llorar, de abrazarme. Recuerdo que me dijo “vení que te prepara esta comida que te gusta”, y ahí me comí todo.

SE: y qué hacías durante ese año en tu casa?

RP: mi mamá me compraba la revista de Paturizito, leía eso. Miraba televisión, miraba series.  Salía hasta la puerta y después entraba. Y así. Y a mi casa sólo venían mis hermanos.

Le ayudaba a mi papá. Era mucho de arreglar la casa. Se apoyaba él en mí, porque yo era mu habilidoso para los trabajos. Hacía de plomero, de albañil, coloqué todos los azulejos en la cocina.

SE: y cuándo te animaste a salir?

RP: para un cumpleaños. En la casa de mi madrina. Y una vez que fui ahí, ya después salí a comprar. Y después salía con amigos de mi hermana, y así me fui animando.

Y después me metí con el tema de la música, como DG.

Y en el 83’, Alfonsín, dispone que todo Veterano de Guerra que quisiera entrar a las empresas públicas, podría hacerlo. Y yo entre en Entel. La mayoría del regimiento 1, entraron en Entel, asique hicimos toda la carrera ahí, hasta el 95’ que entra Telecom.

Todo ese tiempo yo no hablaba de ser veterano. No decía nada.

SE: y cuando empezás a hablar, cuando te encontrás con otros veteranos?

RP: 2007. Porque se hizo un acampe en la plaza de Retiro, plaza San Martín, fue la famosa Carpa Verde, donde se contacta un amigo –el negro Valdez- y me dice que se estaban juntando varios del 1. Y fuimos. Y ahí me encontré con varios que habían estado con nosotros “allá”. Ahí empezamos a contar.

Y ahora voy cuando ponen carteles, o a las charlas de las escuelas  y los jardines.

SE: y cuando se une esta experiencia de Veteranos de Guerra con la historia de tu abuelo yugoslavo?

RP: cuando empiezo a venir a Tandil y mis primos me cuentan. Ahí empecé a preguntar más qué hizo, quién era.

SE: lo unió la guerra

RP: asi es. Empecé a querer saber todo.

SE: Miriam, y cómo ha sido ser la esposa de un Veterano de Malvinas?

M: nosotros hace 15 años que estamos juntos. Él se casó por primera vez con su ex mujer, tiene una hija. Y nosotros hace 20 años que nos conocemos pero 15 años que estamos juntos. Aunque te parezca mentira, hay cosas que me estoy enterando ahora. Siempre hay algo más que no lo sé. En estas charlas siempre me entero de algo.

Lo que yo disfruto mucho de él, es escucharlo contar. Cuando cuenta a los demás, cuando relata sus historias o la gente (familia, amigos) le preguntan. Y él lo cuenta con tantas ganas, porque siento que lo disfruta mucho. Que le gusta que el otro sepa.

Él es una persona muy sensible y no me gusta verlo llorar (se emociona…). Porque yo también soy muy sensible.

SE: has hablado con otras esposas de Veteranos sobre esta particularidad de ellos?

M: si, con algunas. Y si, en muchos es común esa sensibilidad. También que se ponen muy nerviosos, impulsivos. Hay cosas que en ellos quedaron. Secuelas que a lo mejor nunca se van a ir. Por eso son las discapacidades que tienen.

Y si coincidimos en que a veces nos olvidamos que ellos han pasado una situación terrible.

Lo que noto en él es la sensibilidad, por ejemplo, cuando ve algo en la tele, y se pone a llorar. Pero también él es muy fuerte, muy alegre, muy, muy sociable. Es una persona muy querida.

SE: y con el tema de las colectividades…te tocó hacer el sarma?

M: siiii (se ríe), me enseñó Martita. Lo hice una vez. Y en las primeras colectividades estuvimos muy unidos, porque después por temas familiares no pude estar tanto. Desde el primer stand, lo armamos juntos, los dos solos. Para el otro fuimos a las embajadas, de Serbia y Montenegro, nos dieron afiches, libros, y expusimos también la parte cultural. Eso fue muy lindo, porque después salió en El Eco de Tandil como “mejor stand” (se ríe).

SE: Rodolfo, pudiste volver a las Islas Malvinas?

RP: si. Con un grupo de compañeros –que eramos 6-volvimos a Malvinas en 2010…

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