murua 1Secretaría de Extensión (SE): ¿Dónde estabas cuando se empieza a hablar de una guerra de Malvinas?

Héctor Murúa (HM): Bueno, yo soy oriundo de Cosquín, de la provincia de Córdoba, el 31 de enero del año 1982, me presento en la ciudad de Córdoba, en el cuartel del Batallón de comunicaciones 141 para cumplir con nuestro Servicio Militar…

SE: ¿Qué edad tenías?

HM: 18 años recién cumplidos. El 1 de febrero me trasladan a Comodoro Rivadavia, te imaginarás, todos cordobeses, templaditos, con calor, en pleno verano fuimos con un sweater de lana nada más, y cuando llegamos a Comodoro parecíamos una manada de pingüinos porque estábamos todos juntos cubriéndonos del viento. Tuvimos tres o cuatro días de cuartel ahí donde está el Regimiento de Infantería 8, General O’ Higgins, y después nos trasladan al parque Astra donde estuvimos hasta casi fines de marzo para el periodo de instrucción. Volvimos al cuartel y supuestamente después del 24 de marzo iba a haber una serie de movilizaciones; bueno, todos conocen lo que pasaba en esa época y supuestamente nosotros veníamos a cubrir la fábrica de ALUAR en Puerto Madryn. Idas y vueltas, durmiendo sobre los bolsones portaequipos, arriba de los camiones, espalda contra espalda, y demás yerbas volvimos a comodoro. Ahí nos separan a un grupo y la noche del 1° de abril al 2 de abril estábamos en el aeropuerto de Comodoro, y sentimos llegar los aviones Hércules, que no sabíamos qué pasaba, nadie sabía nada. Fue una noche larga, de mucho sueño, muchos nervios, porque no entendíamos nada…

SE: ¿No sabían nada?

HM: Nada de nada. El 2 de abril como a las 9 am nos embarcan en un Hércules y salimos, íbamos con la Compañía de Ingenieros 9 y la sección exploraciones de nuestro Regimiento, que estaba formada por muchachos de la zona. Eran los baqueanos, eran los conocedores de la zona, había gente de Esquel, de Sarmiento, de Chubut, y bueno, levantamos vuelo….

SE: ¿Les dicen ahí a dónde van?

HM: No, todavía no nos dicen nada…

SE: ¿Uds. lo veían como un entrenamiento?

HM: Claro, se hablaba de un «ejercicio». Levantamos vuelo, empezamos a volar por la costa, y uno de los chicos de la zona nos decía “vamos bordeando el mar”… calculo que habrá sido la ciudad de Puerto Deseado y ahí el Hércules viró a su izquierda, agua, agua, agua y más o menos 10 minutos antes, sale un integrante de la tripulación del Hércules y le dice a nuestro jefe de Regimiento que estábamos a 10 minutos de las islas. Lo primero que pensamos todos es que eran las islas con las que había habido conflicto en el ’78… pero no, había mucha agua. Entonces ahí se para el jefe de Regimiento y hace una arenga y ahí nos enteramos que íbamos a Malvinas. Cuando se empezaron a divisar las islas, que veíamos por la ventanilla, el avión empezó a dar un par de vueltas porque todavía se escuchaban disparos que eran algunos soldados ingleses que habían quedado aislados…. Y bueno, aterrizamos, descendimos. Algo nuevo, algo distinto…

SE: ¿Uds. veían que eran disparos? ¿Les decían que estaban disparando?

HM: No, nos enteramos después… que dimos tantas vueltas para aterrizar. Nos encontramos con algo que veníamos escuchando siempre en la escuela , que Las Isla Malvinas eran de la Argentina, yo principalmente en Cosquín, con la famosa canción de Atahualpa “Hermanita perdida”. Y bueno, la sabemos todos esa canción… teníamos una sensación rara. Anduvimos ahí, juntamos nuestros equipo, y el día 3 en un helicóptero de prefectura nos llevan a Bahía Zorro que está ubicado en la isla Gran Malvina que es la isla que está más cercana al continente… La Compañía de Ingenieros 9 se tenía que hacer cargo de la zona este y el Regimiento de Infantería 8 se hacía cargo de la zona oeste. Entonces el jefe de Regimiento con un grupo de oficiales fueron a reconocer dónde se iba a instalar. Bueno, volvimos y más o menos el 4 o 5 de abril ya estábamos de vuelta en Puerto Argentino, ahí nos dejan, nos dicen «quédense acá que va a venir un suboficial de Comodoro del batallón Logístico 9: en ese avión viene toda la munición del regimiento». Nunca llegó.

SE: ¿Y ahí les dijeron qué era lo que estaba pasando?

HM: Nos dijeron que se habían recuperado las islas.

SE: Que se habían recuperado ya…

HM: Sí, el 2 de abril a la madrugada. Quedamos ahí, esperando esta persona, que nunca llegó. Nos encontramos con toda la munición del Regimiento…

SE: ¿De qué hablaban ahí? ¿Qué decían? ¿Se preguntaban algo?

HM: El tema era que estábamos entretenidos porque veías que aterrizaban aviones, y bajaba gente, y el oficial de operaciones, un momento antes de partir nuevamente al continente, nos dice: “no se preocupen que Uds. van a estar poco tiempo acá, van a estar un mes  y van a ser relevados por otro regimiento”. Bueno, nos quedamos ahí, llegó la masa del regimiento que eran aproximadamente mil hombres. Se trasladaban en el Buque Isla de Los Estados, nosotros nos quedamos ahí. El 23 de marzo ya la flota estaba llegando a las Georgias que fue donde se dio el combate con el submarino Santa Fe, que estaba a cargo del capitán Actis. La Fuerza Aérea se empezó a poner nerviosa por todo el material explosivo que había en la zona y justo llega la gente nueva que había egresado, que se llama «Promoción Malvinas»: la mayoría eran cadetes de cuarto año y aspirantes de segundo año que egresaban a fines del 82 pero cuyo egreso se adelantó. Entonces ahí empiezan a buscar cómo hacíamos para llevar todo y agarran un barquito de los ingleses de la zona y nos trasladan; tres días tardaron más o menos en pasar todo, a Bahía del Zorro… Y como los artistas cuando llegan al teatro y empiezan a cambiarse de vestuario… terminamos de descargar municiones y ya teníamos que formar para jurar a la bandera. El 26 de abril, tuve el orgullo de jurar a la bandera en Malvinas.  Volvimos nuevamente a Puerto Argentino y el 1 de mayo nos tocó vivir el bombardeo de Puerto Argentino. Teníamos 18 años pero éramos medio inconscientes: estábamos arriba de los cajones de municiones, y pasaban los misiles por arriba nuestro y nosotros apostábamos donde iban a pegar y el zumbido de arriba de las cabezas y Pedro Suárez se acordaba de toda nuestra familia, para que nos bajáramos de ahí, de los cajones. Bueno, después volvimos a Bahía Zorro con el resto de la munición y empezamos a hacer las fortificaciones…

SE: ¿Entendían uds. ahí lo que estaba pasando, el motivo de la guerra?

HM: Nos cayó la ficha cuando la Fuerza Aérea el 23 de marzo empezó a decir: “señores, esto es un polvorín que destruye medio aeropuerto…  hay que sacarlo”. Y te imaginas que nosotros éramos tres tristes soldados que no teníamos poder para tomar una decisión. Hasta que justo nos salvó que llegó la promoción ésta. Y ahí nos cayó la ficha: no íbamos a volver en un mes, porque ya prácticamente estábamos en el mes… y el 1 de mayo nos terminó de caer la ficha. Ahí ya después volvimos a Bahía Zorro, empezamos a hacer las fortificaciones. A partir del 6 de mayo empezaron los ataques, teníamos dos fragatas que nos bombardeaban: una de ellas desde las 11 de la noche hasta las 5 de la mañana, constante. Entre las pepas, te puedo asegurar que sentías el boom de la boca del cañón y hasta que sentías el boom que explotaba sobre la tierra, te despedías de hasta el ser más odiado que tenías. Te pasaba todo, una película, un flash….

SE: ¿Dónde estaban uds. en ese momento? ¿Cómo era el lugar físico donde estaban?

HM: Bueno, el lugar físico un poco como el de acá, de Tandil entre la Base Aérea y Gardey que es una zona donde se filmó la película “los chicos de la guerra”, donde hay unos peñascos, sin  vegetación.  No como lo figuran en la película “Iluminados por el fuego”, donde hay un álamo: allá no había. Vegetación alta había en la ciudad, o en las estancias.

SE: Entonces ¿cómo se resguardaban?

HM: En los pozos… hacíamos pozos y más de una vez me acordé de mi vieja por el metro setenta y ocho , porque había que cavar todo eso para que yo entrara… Ese pozo tenía características particulares porque tenías que hacer otros pozos internos, como si te armaras un modular. Acá va esto, acá lo otro… y después como estábamos cerca de la costa, si había desembarco de vehículos anfibios se hacia otro pozo a lo largo, horizontal para que te metieras ahí y no te aplastara el vehículo anfibio, tanque, o lo que fuera.

SE: ¿Y eso lo tenían aprendido de cuando hicieron el servicio o se los explicaron ahí?

HM: Todo el Servicio Militar -los primeros tres meses- es un periodo de instrucción individual, te enseñan lo que tenés que saber individualmente como soldado, después hay un periodo que se llama periodo que vos empezás a trabajar en grupo, a coordinar todo en grupo. Por ejemplo, como si te enseñaran primero a tocar la guitarra solo, después dentro de una banda, a incluir la guitarra. Entonces cada uno empieza a aprender su rol de combate: apuntador, abastecedor. Y bueno, teníamos un suboficial que vino, nos hizo con un pedazo de turba tipo carbón y una madera: “el pozo tiene que ser así y así, profundidad así”. El problema más grave era que había un tipo de piedra laja a la que vos llegabas con la pala liniman, una chiquita, y esa piedra capaz la sacabas, pero vos veías 20 cmts. pero para el otro lado medía un metro. Tenías que cavar un metro para el otro lado para sacarla. El mayor problema que tuvimos con esas posiciones es que cuando subía la marea, se inundaba. Podías estar descansando plácidamente y tocabas así… y era agua… helada, salada, te arruinaba todo. Y todos los días se hacia el mantenimiento como si fuera tu casa. Limpieza, reacomodar todo. Porque después de cada bombardeo quedaba todo desordenado. Nos cayó una bomba de gran capacidad y con eso hicimos la posición de un jeep. O sea, enterramos un jeep, ahí adentro. Se perfeccionó, se hizo la entrada de un jeep y se lo enmascaró.  Después tuvimos un bombardeo muy grande…

SE: ¿Cuántos eran en la posición?

HM: Diez. Había gente del sur y cordobeses, porque en esa época todo lo que era el distrito militar Córdoba estaba castigado, íbamos todos al sur…

SE: ¿Y la función cuál era?

HM: Todas posiciones de defensa. Evitar que el enemigo desembarque.

SE: Y las armas que tenían ¿tenían alcance como para eso?

HM: Y las armas eran un Fusil FAL, Ametralladora 7.62 mm MAG, cañones 105MM, morteros 120 y 81…

SE: ¿Habían aprendido a manejarlas?

HM: No, nos estaban enseñando allá.  El 9 de abril la gente tuvo instrucción allá. Pero como la mayoría de los equipos eran operados por los suboficiales y los soldados eran auxiliares  (con esto no le quiero quitar mérito a los soldados), todo eso se aprendía. Como siempre digo: allá estuvimos  10 mil personas, y podríamos haber estado codo a codo pero son 10 mil historias distintas… cada uno lo vivió de distinta forma. Yo tengo compañeros de Cosquín que hoy los ves caminando a base de pastillas. También dependió mucho del entorno… yo tuve una vieja fuerte que durante un mes tuvo atadas las puertas y las ventanas. Justo del otro lado de la sierra está el aeropuerto Pajas Blancas, de Córdoba y a la una y media de la madrugada tenía un amigo que despegaba hacia Mendoza, vuelo nocturno, entonces yo me ponía debajo de la cama, y cuando mi vieja me hablaba me levantaba. Un mes así, al mes la vieja me dice bueno, estudiamos o trabajamos. Y ahí comenzó la otra  guerra, la guerra de la ignorancia.

SE: Eso cuando volviste… pero vamos a continuar con Malvinas

HM: Bueno, seguimos con las tareas de fortificación, patrullas; después del 6 de mayo que empezaron los  bombardeos aéreos, teníamos un buque que llevaba una pista de aluminio para Pucará y combustible, y una pieza de artillería que en ese momento la operaba el  cabo Lucero y el Cabo Peirone, ambos radicados hoy en Tandil, retirados ya de la Fuerza Aérea. Entonces todos los días al medio día, a la hora de la comida los Harrier venían a tirarle al buque, entonces si vos te estabas por servir la comida, se terminó la comida. Había un jeep con una cocina de campaña, y se ponía en una zona baja, entonces vos estabas allá arriba y contabas: si había más de cinco no podías bajar. Cuando se dispersaban ahí podías ir. Igual cuando volvías a la posición tenías una gelatina de comida porque era todo en base a cordero así que era todo grasa.

murua 3SE: Ustedes no se cocinaban

HM: No, no. Había un puesto de cocina general para todo el regimiento. Después del 15 de mayo tuvimos un problema con un subteniente. Por día, las secciones tenían un descanso diario para recuperar el equipo, las ropas, bañarse, para luego bajar a las primeras líneas… Bañarse era difícil porque el agua era salada, el jabón no te hacía espuma, una porquería. Y ahí viene un Hércules que cinco o seis años atrás tuve la suerte de encontrarme con el piloto en Mar del Plata. Viene el Hércules a traer el abastecimiento, entra en la Bahía, apaga dos motores, abre compuertas y empezó a lanzar uno o dos bultos…. No era comida, eran calzoncillos y medias, la comida venía atrás. Porque se calcula la velocidad del  viento para realizar el lanzamiento, Y este subteniente se despertó sobresaltado y le abrió fuego … así que no lo vimos más. Ahí empezó la dieta obligatoria. Para que te des una idea… yo fui con 69 kilos y volví con 54. Así que le dimos a la carne de cordero, con cebolla. Se terminó la cebolla y era solo carne. Se terminó la yerba… nuestro mate era una carcasa de una granada española y nuestra bombilla era una lapicera bic. Y bueno, con eso nos manteníamos. Yo tuve la suerte de recibir cinco encomiendas. Recibí chocolates… de los comunitarios, de una chica de Misiones. Y después de mi pueblo, amigos, mi vieja. y después recibí una caja con licores, cognac, que me la mandó un médico.Y eso era pura y exclusivamente para la guardia: una copita y chau, igual que el chocolate. Y los diez que estábamos ahí lo respetábamos porque entendíamos que eso era para la guardia. Nadie venía fuera de la hora de la guardia a comerse un chocolate. Teníamos un puesto que se llamaba en esa época CDF y ahí se comandaba el fuego de los morteros. Teníamos la posición y a 50 metros uno apostado… una cruz, 50 mts. cada uno, y teníamos una red estrella. Una línea telefónica que nos comunicaba entre nosotros. Pero si a vos no te daban la orden de replegarte, se tomaba como abandono de puesto, y la pena era la muerte, nadie se movía. Para que tengas una idea, cuando hacíamos guardia en el muelle, estaba la famosa tonina que es muy parecida a un delfín y le atrae mucho la gente… ¿Sabés lo que es tener un muelle de casi 50 mts  y caminarlo de un lado a otro y que de repente se te aparezca ese bicharraco? Vos tenías en la cabeza el buzo táctico que te podía aparecer, y bueno, te podían surgir muchos problemas fisiológicos en ese momento.  Bueno, un día estábamos apostados cuerpo a tierra con un Fap que en la punta tiene un bípode, y teníamos un poncho plástico abajo para evitar el frío y en la culata apoyábamos la ingle. Y viene el sargento primero Chamorro, misionero (se emociona), era un hombre que nos enseñó muchos valores…Esos 400 mts. que tenía que hacer para llegar a nosotros se acercaba con un termo rojo que nunca me voy a olvidar… y nos alcanzaba un jarro de mate cocido. Arrastrándose. Y una noche empezó el bombardeo fuerte. La pepa más cercana cayó a diez metros, y fue a buscarnos uno por uno, para traernos a la posición, cosa que en pleno bombardeo no nos agarre ni siquiera un ataque de pánico o desesperación y nos paráramos y una esquirla nos pudiera herir. Cuando llega a mí, me pega un chirlo en el traste; cuando giro la cabeza veo una esquirla al rojo vivo que me pasó por encima del hombro. O sea que si no hubiera estado esa persona ahí, hoy yo no estaría, o tendría una prótesis. Después con este hombre nos reencontramos…

SE: Y después, cada vez que pasaba esa situación ¿uds. qué hacían?

HM: Y llegó un momento en que estábamos resignados… éramos diez pero éramos uno. Después de cada bombardeo nos veías y decías, estos son todos maricones, porque nos abrazamos, nos tocábamos para ver si estábamos bien, si no teníamos heridas. Vos fíjate que un día estábamos escribiendo cartas, habíamos tenido misa, todo, y volvemos a las posiciones nuestras. Ahí vemos una estela blanca en el cielo, muy lejos, alta. Ese día me toca a mí hacer turno en la estación radial a la noche, de 10 de la noche a una de la mañana. Llega un mensaje cifrado, lo saco, se lo voy a llevar al Mayor Fragni para que lo descifre y ahí empezó la alerta roja a las 12.30 de la noche: ese avión que había pasado a la mañana había fotografiado toda la zona…

SE: Ellos fotografiaban lo que estaban haciendo

HM: Claro, buscando objetivos que dolieran, el pozo de víveres y eso. Bueno, suena el alerta, había una sirena y después estaba el sargento Alanís, que es de Cosquín y lo conocí en Malvinas, con su trompeta. Él daba el alerta roja con su trompeta. A las dos menos diez de la mañana ordenaron pasar a la posición alternativa. Teníamos dos, todas las posiciones donde estábamos nosotros, no quedó ni una. En Córdoba, después de las doce se cortaban todas las am., de la zona, entonces entraba la radio colo-colo. Y ahí se entera mi vieja que nuestras posiciones habían sido bombardeadas por los ingleses… así que no existíamos más…

SE: ¿Y qué sabía tu familia, tu mamá desde Córdoba? Porque en principio vos te habías ido a hacer un entrenamiento. ¿Cómo pasa ella a enterarse que estabas en una guerra?

HM: No, en esa época no había teléfonos, nada. Una carta te tardaba 20 días de Comodoro a Córdoba. Yo mandé dos cartas en abril y después mandé varias cartas en mayo y después antes de que nos tomaran prisioneros. Las últimas cartas mi vieja las terminó recibiendo en agosto. Nuestros padres iban a ir en abril, para Semana Santa, al regimiento que se estaba preparando para recibirlos. El regimiento les mandó una carta a cada padre diciéndoles que habíamos ido a Malvinas. Igual por las noticias sabían que nosotros habíamos volado porque los regimientos nuestros quedaban como unidades puentes, es decir, los que venían de norte hacían noche ahí y pasaban a Malvinas.

Zafé del bombardeo… gracias a este hombre… después, el jefe de unidad nos había comprado unas botas para usar en vez de los borceguíes. El problema de las botas es que eran frías y húmedas. Y ahí empezó «el mal de la trinchera» o «principio de congelamiento». El 26 de mayo, estaba el cabo primero Colipan enfermero, me venían preparando todas las noches… prendían el grupo electrógeno para hacer una cirugía, y venia la fragata… entonces lo apagábamos.

SE: ¿Qué tenías en el pie?

HM: Nada. Le pegaba una patada a una pared y no sentía nada.

SE: Habías perdido sensibilidad…

HM: Me levantaba el dedo gordo y era una bolsa. No tenía nada…

SE: ¿Y en la cirugía qué iban a hacer?

HM: Me iban a amputar el pie. Sentía como el hueso helado, te quema la carne… y bueno, esa noche viene el médico… y me pregunta por qué me llamaban “coscoino”, y era porque yo estaba en la parte logística, expendía  combustible. Entonces iban todos ahí y entrábamos en confianza. ¿Querés un poco de combustible? Dame un atado de puchos y así. El último atado de puchos de Malvinas lo cambié por veinte batatas. Para que te des idea. Bueno, me dice: mañana va a andar el Irizar o el Bahía Paraíso, buque hospital, te vamos a realizar la operación y después te vamos a evacuar al continente. Esa noche me quedé a dormir en la enfermería, una carpa, sobre un catre. Soñé de todo: con el portero de la escuela, lo veo en la puerta de la escuela, le pregunto si me dejaba pasar al baño, soñé con el mingitorio, como si estuviese ahí, bueno, después con mi vieja, que me hacía unos ricos canelones de choclo… de la locura que tenía. Y tuve problemas en lo que es toda la parte de la mandíbula, que cuando me desperté la tenía casi congelada por estar masticando en falso… y hoy se me caen los dientes como si fueran los de leche porque no me hicieron el tratamiento para que siguiera una buena irrigación. Y ahí me llega una encomienda, de una compañera de mi vieja, una riojana, que me había mandado buñuelos de banana, llegaron medio pasados, pero bueno…

SE: Todo eso mientras estabas en la carpa del hospital…

HM: Y bueno, me preparan todo, esta mujer me mando un cartón de cigarrillos Crifton, unos cigarrillos negros que te salía fuego por la oreja después que pasaba el humo al pulmón. Y me manda una medallita que me acompañó hasta diez años atrás… una medallita de la Virgen de Luján… Yo no la conocía, que la Virgen del Rosario  es la patrona de nuestra ciudad. Esa noche soñé con la Virgen de Luján. Yo esa imagen la tenía colocada en el casco, yo dormía con el casco colocado toda la noche… así que la parte del cuello, una tortícolis. Pero soñé con la Virgen y hoy en la actualidad entro a la basílica y soy el tipo más maricón del mundo porque entro llorando y salgo llorando. Mi cuerpo se transforma. Y al otro día a la mañana viene el cabo primero y dice: bueno, vamos a empezar a prepararlo, y primero el corte era hasta el talón… después hasta la rodilla… y me apretaban. Llegó un momento que no sé… porque no había las maquinitas esas… era una gillette… jabón, y gillette. Pero yo sentía algo… le digo: “¿por qué no me pincha la planta del pie porque yo siento algo…?” “No, déjate de joder, vos tenés un julepe de aquellos… no pasa nada…”. Bueno, me rasuró, todo, me clava la aguja y yo sentí algo muy lejano. Cuando viene el médico, me aprieta detrás de la rodilla.. y ahí nomás se puso el estetoscopio, y me lo pone detrás de la rodilla, me clava la aguja, me la movía en la planta del pie, y se ve que sintió algo. Ahí nomás se paró de golpe y pidió que le calienten una piedra o un ladrillo, lo envolvió en una bolsa de arpillera y me lo puso en la pierna. Hoy estoy caminando, y después lo terminé de recuperar caminando en la arena caliente en el río, de Mi ciudad natal. Crease, o no…

SE: Coincidió con la aparición de la virgencita de la noche anterior… ¿y ahí qué pasa?

HM: Y yo ya quería volver con los míos… éramos diez, no podía faltar ninguno. Fuimos los diez y volvíamos los diez. Bueno, quedamos ahí, y empezaron a pasar los días, mas frío, mas hambre. Hasta que llegamos al 13 de junio, el 14 llega el mensaje de que había terminado la guerra… llegó la fragata Plymouth y lo más lindo de todo es que baja un comando que había hecho un reconocimiento en la zona, no pudieron desembarcar porque la hélice del gomón se enganchó con las algas y casi se dan vuelta. Imagínate caer en el agua helada… y buscaban desesperados dónde estaban las piezas de artillería… En el reconocimiento que hicieron con visores nocturnos, con todo los aparatos,  vieron algo, pero lo que pensaban que eran piezas de artillerías eran arados, tambores de 200 litros… todo se habían disfrazado como para que parecieran piezas de artillería.

SE: Una escenografía…

HM: Por eso no desembarcaron antes. Porque querían desactivar las piezas de artillería. Llegaron, bajaron, nos tomaron prisioneros. El 15 de junio entregamos todo lo que era el armamento, que creo que fue lo más triste de todo… Quedó un grupo hasta julio para marcar los campos minados. Teníamos un perro que se llamaba Mortero, que se fue desde el continente colado en un jeep. Con el cabo primero Funes…lo seguía a él que era el que le daba de comer y todo. Y por ahí en el Hércules aparece un hocico y era el perro. Llegó a Malvinas, lo cubrimos porque en el siguiente jeep lo trasladaron a Bahía Fox, y ahí se empezó a colar entre todas las actividades. Pero era un perro que te acompañaba hasta la salida del sector y toda esa salida estaba cubierta por un campo minado, había que hacer un sendero y cada tres días se cambiaba el dibujo de ese sendero, y eso lo sabía un soldado que era el último que salía con la patrulla, y un suboficial, porque el oficial era el más buscado para interrogarlo y sacarle información. En una de las patrullas que hicimos, imagínate caminando de noche 30 km, a oscuras, porque nos podíamos llegar a cruzar nosotros dos, pero si no nos tocábamos no se veía nada. Había un horario, hasta la una o dos de la mañana, íbamos con el subteniente Báo, y de golpe no sé qué vio el subteniente y dispara. Cuando él abre fuego, nosotros íbamos caminando hacia el oeste. Entonces del costado sudoeste nos contesta una patrulla inglesa. Habíamos cruzado una patrulla inglesa. Por la dirección que venía el fuego, nos habíamos cruzado… ahí nomás, como no había cubierta el cabo primero Tabia ordena cuerpo a tierra, rodillo izquierda derecha,  porque el fuego se centraba en donde estábamos. Eso fue lo más cercano a un combate cuerpo a cuerpo. Yo siempre digo, el combate cuerpo a cuerpo tiene dos definiciones: matar o morir. No hay otra. Vos sabes que salís de tu posición, disparando, y todo depende de la suerte. El bombardeo naval, estás adentro de un pozo y no ves nada, te manejas por los ruidos. Una noche oscura que no ves nada y todo es sonido. Y calculo que afinás tan bien el oído que escuchas hasta el paso de una hormiga. Igual que la vista, te empezás a acostumbrar a ver en la oscuridad…

SE: Y qué pasó con el perro?

HM: Ah, el perro te acompañaba hasta la salida del sector y cuando volvía la patrulla te iba a recibir… cuanto te ibas te olfateaba y cuando volvías era como que buscaba que estuvieran todos. Olfateándolos. Si estaban todos, su cola parecía la hélice de un helicóptero, como venía delante de la patrulla. Y en los bombardeos, había un soldado que tuvo un bombardeo y quedo herido… y el perro estuvo echado casi dos horas arriba de él, no se movía.

SE: Era un integrante más del equipo….

HM: Cuando nos toman prisioneros… qué hacemos con el perro? Había que subirlo…

SE: Los ingleses se lo llevaron?

HM: Estaba el teniente primero Cafaro, que era el que hablaba inglés, y el teniente Fazcio que también hablaba inglés, y les explicaba cuando estábamos subiendo, entonces el inglés le dice que si el perro era agresivo o tenía algún problema en el barco, chau perrito. Y el perro estaba sentado al lado del cabo primero Fúnez y lo miraba al inglés… cuando sube, había que pasar una madera de un barco a otro. Pasamos al Norland, calculá que era un crucero… lo primero que hace el perro es darse vuelta, levantar la pata y orinarles el barco… Así que subió, y volvió al continente con nosotros, y cuando desembarcamos en Puerto Madryn fue anunciado como uno de los que desembarcaba. Tres perros vinieron. De Puerto Argentino vinieron dos. Una de ellas, Xaira, embarazada, tuvo cachorros a la vuelta. Uno se perdió en un bombardeo… esta la historia de los perros de Malvinas. Que después pobre, había quedado sordo con los fuegos de artillería y un cabo lo pisó con el camión. Lo querían matar pobre. Bueno, nos toman prisioneros, en el Norland, tuvimos navegación desde el 17 hasta el 21 de junio que desembarcamos en Puerto Madryn…

UyF: ¿Cómo era el trato?

HM: La primera parte, todo lo que fue en tierra y en el Intrepid fue un poco duro sobre por la órdenes, fichajes, requisas, el lugar donde estábamos durante el día un corral de ovejas y durante la noche unas barracas … estuvo bien. No hubo maltrato…

UyF: Pero uds. no habían estado nunca de prisioneros en su vida. Cuando te dice que vas a ir prisionero ¿qué es lo primero que se imaginan?

HM: Nosotros, que íbamos a estar presos en una celda, pero fue más desgastante y más chocante el tema que te revisaban a cada rato.

murua 5UyF: ¿Qué revisaban?

HM: Que no tengas nada para poder hostigarlos a ellos. Después por ahí, según el turno de guardia, el tema de las religiones, te hacían sacar el rosario, les molestaba. Cuando subimos al Intrepid nos ponen en una bodega a todos, y no sé si lo hicieron a propósito o no… arriba del contenedor había guardias de ellos y debajo del contenedor, como una tarima, había unos tachos de unos 50 litros, unos contenedores que eran los baños.  Y vos tenías una cortina que era transparente, o sea que te estaban sirviendo la comida allá y vos estabas viendo todo lo que pasaba detrás. Y éramos en una bodega casi 1500 personas. Después cuando pasamos al Norland el traspaso fue medio chocante porque te hacían pasar por una tabla, que dicho sea de paso se cayeron dos soldados. Porque desde la costa de Bahía Fox nos llevaron en lanchones, que fue una experiencia fulera porque no conocíamos los lanchones y no sabes dónde pisar, ni nada. Entonces andaba a los tumbos con las botas porque cuando desembarcaron se desesperaron con los borcegos nuestros. Porque estaban casi nuevos, era goma, suela, goma, suela, y cuero argentino. Todo cosido, no te entraba agua, nada, y ellos vinieron con unas botitas de media caña y suela finita, y se desesperaban por nuestros borcegos.

SE: Y a uds. les dejaron las botas de goma.

Claro. Entonces te resbalabas. Cuando pasamos al Norland cambió la cosa porque hubo un reconocimiento previo de la Cruz Roja, un registro y mientras navegábamos teníamos controles médicos cada seis horas, por el tema de evitar o comprobar que no haya hostigamiento o interrogatorios raros. Pero psicológicamente eran malas las revisaciones medicas porque a lo mejor te tenían 20 minutos parado en un pasillo y te ponían imágenes de cómo nos estaba esperando nuestro país… imágenes del Cordobazo, que en la Plaza de Mayo prendían fuego colectivos… Después éramos cuatro por camarotes. Cuando golpeaban la puerta te tenías que ir contra la pared hacia el ojo de buey, abría la puerta el inglés, te ponían la comida, que en realidad era la que habían encontrado de los argentinos. Huevo duro, sándwich  con pan lactal, una manzana, y te la apoyaban en el piso y le daban un toquecito con la punta del pie… y te dejaban dos cigarros. Todos cigarrillos que estaban en puerto argentino que eran para comercializar en tierra del fuego, cuando todavía no era provincia. Y así estuvimos hasta que llegamos a Puerto Madryn, y cuando llegamos ahí desembarcamos en el muelle de ALUAR. 21 de junio…nos llevan a la base Almirante Zar en Trelew. Te podes imaginar que cuando nos dieron  un pan grande tipo galleta y un jarro de aluminio con mate cocido… hirviendo… pero mojabas la galleta ahí adentro y te chorreabas por todos lados, de la ansiedad que tenías. Fueron dos días que Puerto Madryn y Trelew se quedaron sin pan. Bueno, ahí hubo un pequeño reconocimiento médico por la parte argentina, que era la entrega de los prisioneros entre Cruz Roja Internacional y Cruz Roja Argentina, y después embarcamos en unos colectivos verdes y nos acomodaron los que íbamos a Comodoro. Al otro día vienen dos Comandantes, hubo un par de entredichos ahí, que qué sé yo, qué sé cuánto, que culpa va, culpa viene… era como que limaron asperezas en distintos bandos. Al otro día empezó la comprobación médica y nos teníamos que ir de baja. Entonces empezaron a entregar equipos, nos vistieron con ropa nueva y colectivo, aeropuerto, un Boeing TC 91 hacia el  Palomar.  Palomar, colectivo, Hospital Militar Campo de Mayo, pabellón Antártida Argentina. Éramos 10 y después fue otro grupo, pero en el avión nos vimos por primera vez después de que nos hubieran separado, nos llevaron ahí. Empezó el «Plan Engorde», por ejemplo, a las 8 de la mañana desayunabas bien: leche chocolatada, chocolate, pan, tostadas, dulce, a media mañana te traían un licuado, con sandwich de miga, al mediodía pastas abundantes, carnes, a media tarde te traían la merienda, una chocolatada con alfajores, a las siete de la tarde te daban la cena… y a las doce de la noche teníamos una «amiga» muy importante, Zulema o María, una enfermera, y nos venía a despertar. En campo de mayo es difícil dormir si no estás acostumbrado porque del  hospital a las vías del tren Urquiza son escasos metros. O sea que cada 20 minutos sentías el tren. Cuando lograbas el sueño caía esta mujer y como no te despertaras inmediatamente te metía la pastilla efervescente de vitamina, no te la daba en un vasito con agua, te abría la boca y te la metía, te salía espuma hasta por los ojos…  No era una mujer muy buena…

SE: Y ahí ¿cuánto tiempo estuvieron ahí antes de mandarlos a casa?

HM: Estuvimos casi diez días. Yo volví el 21 de junio y a mi casa fui el 9 de julio. Una enfermera nos trae un día sobres… era una sala donde estábamos en cada cucheta… calculo que éramos 100. Trajo 100 sobres y pidió que no escribiéramos ni una carta… era poner la dirección a donde quisiéramos que llegara ese sobre y un remitente. Nada más. Señal de que estabas bien, ni una carta. Y se llevó los 100 sobres y los despachó en el correo. Y ese sobre lo recibió mi madre a mediados de julio, por eso te digo que la correspondencia…

murua 6SE: Y con eso… solo para que supieran que estaban vivos… ¿y de apoyo psicológico? ¿Nada?

HM: No, lo único que teníamos era una charla todos los días, que íbamos a Campo de Mayo, que después sirvió para que lo incluyeran en el informe Rattenbach porque como había habido serios problemas en el regimiento, muertes sospechosas, problemas entre jefes y segundos jefes, nos preguntaban si habíamos visto tal o cual cosa. Eran tejes y manejes que se hacían fuera de nuestro alcance. O sea, hay un soldado que murió intoxicado por un repollo… no saben qué pasó, si lo cocinó con la turba y el repollo tomó el gusto… bueno, quedo todo ahí. Después de ahí volvimos a Comodoro. De ahí nos dieron licencia hasta la baja. Nos fuimos a Córdoba… salimos un 6 o 7 de julio, llegamos un 9. A la una de la mañana, a Córdoba. Sin un mango… un chango a los que fueron a buscar los padres empezó a manguear y nos pagamos los boletos para los que éramos del interior.

SE: ¿Y los dejaron ahí sin un centavo?

HM: Sin un centavo, a la buena de Dios. Nada… eran como diez colectivos. Todos sueltos, desbocados y bueno, los que eran de Córdoba capital los fueron a  esperar y ahí entre ellos juntaron plata para que los que eramos del interior pudiéramos llegar. Otros dejaban documento al chofer y le decían: mañana te alcanzo la plata. Y bueno, así empezaron los días… pasó un mes…

SE: ¿Cómo fue cuando llegaste a tu casa?

HM: Llegué con buen humor. Vivíamos en un departamento interno, entonces entro, calculá que era la una de la mañana…

SE: ¿Te esperaban?

HM: No, si calculá que mi veja se quedó con la última información del colo-colo. Ni siquiera llegó el sobre. Bueno, llego, golpeo la puerta… miro adentro, nada. Primero me llamó la atención porque abrí el portón y me mandé. Y salió, saca la cabeza por la mirilla y casi se ahorca porque salí yo de abajo. Así que ahí a los besos, que esto, que lo otro, que aquello, el perro, el gato, todo el mundo saludándome. Me dice: “¿tenés hambre?”, – “No, quiero juntarnos en una casa y que vengan todos los tíos…”. Nos juntamos en una casa, vinieron todos, comenté todo lo que había vivido… putée, lloré, rompí una ventana de una piña, me descargué… y dije: señores, a partir de ahora, Malvinas fué. No hable más de Malvinas.

SE: ¿Qué es lo que más bronca te dio?

HM: Lo que más bronca me dio es ver la actitud de muchas personas que acá en el continente eran leones y allá pasaron a ser unos simples gatitos. Acá se comían el mundo y cuando llegamos allá, al lado teníamos un tipo que en cada bombardeo ordenaba que recemos. Entonces si vos tenés un grado alto, qué queda para mi?

SE: Claro, no podía contenerlos a uds.

HM: Hoy jefe es cualquiera. Pero no tenés que ser jefe, tenés que ser líder. Y después teníamos un grupo de personas que revertían esa situación, como el caso de Chamorro.. Había gente que en el campo de  instrucción que te insultaba… bueno, era un régimen muy especial también, no tenías opción, estabas cumpliendo una ley. Y si no te gustaba te tenía que gustar igual y no tenías otra opción más que hacerte desertor. Y allá cambió totalmente la mano, allá el soldado por ahí no tenía la instrucción que tenían ellos pero se daba más maña, se las rebuscaba más… porque en aquella época la casta social se notaba. Vos tenías un escalón abajo donde la mayoría era analfabeto, que muchos terminaron de estudiar en el cuartel, tenías un escalón del medio, donde pocos tenían estudios secundarios, y tenías el de arriba que entraba con el secundario y salía con un título universitario. Entonces eran los dioses del mundo, hoy por suerte estamos al mismo nivel porque hay acceso a todo. Y eso me daba bronca. Después la comida, la ropa, las cosas que no llegaban, las cosas que no leí en las cartas: cuando volví nos enteramos de las cosas que habían quedado en Comodoro, que nosotros mismos los cargamos en aviones y justo ese año fue la inundación grande en el litoral y se llevó todo para allá. Y después  con el pasar del tiempo mi vieja me tuvo sobre protegido, no me molestaba nadie.

murua 7SE: Cerró la puerta y ventana, todo…

HM: Si, y el 9 de julio a la mañana, ocho de la mañana una camioneta de la municipalidad… el intendente que me viene a saludar y a invitarme al Acto. En esa época el intendente era un militar retirado… entonces en esa época se había impuesto mucho el miedo. Y entonces viene a buscarme y yo le dije que no, que no iba a ir al acto, porque no recibí ninguna carta suya en Malvinas, ni un telegrama, nada. Que yo no le servía de publicidad a nadie… y me miró con una cara… y mi mamá con un susto… bueh.. Pasó el tiempo y se vino «la guerra de la ignorancia». Porque en esa época existía la herencia laboral: por ejemplo, mi viejo trabajaba como ferroviario, se jubilaba, y yo podía ocupar su puesto. Yo tenía un amigo de la familia que nos apreciaba a todos, y se había jubilado de la planta de Renault, los hijos habían entrado a trabajar y cuando volví, ellos me llamaban «Pimentón», porque me calentaba y me ponía colorado. Me dice: «pimentón, vamos a ir a la Renault». Y un día me llevan, me hacen hacer los papeles, al otro día voy nuevamente y cuando me van a hacer todos los papeles para la parte médica me piden el documento. Le digo: «mirá, estuve bajo bandera, todavía estoy licenciado hasta la baja así que no tengo el documento». Me pregunta: «estuviste en Malvinas?» «Sí» «Bueno, mañana preséntate en esta dirección». A un psiquiatra me mandaron desde recursos humanos. El primer día joya, charlamos, comentamos. Segundo día empezaron las preguntas capciosas…al tercer día le digo; «bueno, flaco, hace tres días que vengo, qué querés? Me subo arriba del escritorio, pateo todo y me pones no apto y listo». Me fui al diablo. Llego a Cosquín y le digo: «mirá vieja, Renault fue». Bueno, voy a hablar a la escuela, yo estaba estudiando para perito mercantil, me faltaba el quinto año relacionado a gabinete y práctica con los contadores. Entonces voy, veo a la vicedirectora Sra. María Dolores Bota , le digo «permítame asistir como oyente y rendir materias libres». Todavía me retumba el NO. Fue mi vieja a hablar con el director, pero dijo que no podía hacer nada. Entonces mi vieja me dice: «entrá a trabajar en el Hospital». «No, no voy a andar limpiando trastes de los viejos». Bueno, yo en Malvinas había ascendido a Dragoneante y cuando volvemos al continente, éramos 10 o 12 y viene el segundo jefe del regimiento y nos ofrece quedarnos como Cabos en Comisión hasta fin de año, vino el principal Viazotti y nos reúne y nos dice: «yo les voy a ser clarito, Uds. diez conocen toda la mugre que esta allá afuera y la mugre que esta acá dentro. Uds. en este momento son el hilo más fino…”. Asado va, un tinto demás empiezan a sacar los trapitos al sol… «pueden tener problemas o no de acuerdo al temperamento de cada uno, y si los tienen, el hilo se corta por lo más fino. Pierden la carrera. Yo los asesoro, les doy el nombre de una persona, se van a  la escuela de suboficiales, ahí dan vuelta una hoja y sale el cabo Murúa, con foja cero, nadie va a saber si en Malvinas lloró, si no lloró, si comió, si no comió, si se metió cinco metros bajo tierra cuando cayó una bomba o si salió corriendo. Nadie sabe nada. La historia empieza de cero. Y listo». Bueno, cuando estaba en Córdoba se me prendió la luz. Me comunico con el Principal, este en Comodoro, después de una semana, y me dijo que le hablara a un fulano de tal. Me presento en noviembre, ya nos estaban esperando. Éramos 15 excombatientes. Y me presento el 3 de enero, hago el curso de nivelación y paso. Y en el segundo año elegías tu arma o especialidad, así que en segundo año pase a comunicaciones y ahí empecé la carrera de cero. Aspirante hasta fin de año, en el 83′ egreso, y mi vieja me dice: «mira hijo, si yo te digo que no, el día de mañana te arrepentís y vas a decir que no fuiste tal cosa porque yo no quise, y si yo te digo que sí, el día de mañana vas a ser tal cosa y si te arrepentís, lo mismo. Mientras sea por tu bien, hace como quieras». Bueno, y egresé como Cabo, mi primer destino Bahía Blanca. Cuatro años allá… después seguí en Tandil hasta la fecha, en el ’90 la conozco a mi mujer.

Ella: nos conocimos en Tandil porque a él le exigían, para ascender a Sargento, tener secundario completo, así que empezaron todos en la media 12. La mitad del salón eran militares, y ahí nos conocimos.

HM: Y cuando empezamos con las ideas de querer casarnos empecé a trabajar en la «línea amarilla» (Colectivo de Tandil) como chofer. Trabajé ahí durante 4 años y en el 91, surge la Comisión a Croacia, en misión de Paz de Naciones Unidas. Éramos muchos los que queríamos ir, entonces se hizo un sorteo y un compañero y yo quedamos para ir de noviembre de 92 a marzo de 93. Y después volví y me quede acá y ahora estoy a meses de retirarme…

murua 8SE: ¿Y cuál ha sido la lucha al reencontrarse con otros veteranos?

HM: Volví en el 82 de Malvinas, y no hablé más nada de Malvinas, hasta el año 90 que viene un jefe que también había estado ahí, nos habíamos conocido por voz porque él estaba en puerto Yapeyú, y era el oficial de comunicaciones. Y nos conocimos por la radio. Y empezó a dar charlas en las escuelas rurales y ahí me empecé a abrir al tema Malvinas. Yo antes no había querido saber nada. Para que te des una idea, en el 84 nos dan distinciones por la Campaña, y ahí cambió, porque me empezaron a mirar con otros ojos, que por ahí me sentía mal porque me sentía como ignorado, porque nada caía sobre mí. Hasta el segundo año que me dieron un cargo importante dentro de Las Fuerzas, que lo mantengo en la actualidad. Y contacto con Veteranos de Malvinas: con el hombre que me salvó la vida, que me lo encuentro dentro de la escuela de suboficiales, porque él estaba destinado a la Escuela y fue movilizado a Malvinas desde la Escuela. Cuando me lo encuentro ahí pasé a ser el hijo bobo, que le dije todo que sí. Después cuando me fui a Bahía Blanca, mi hermana vivía en Rosario, este hombre estaba destinado en Rosario, y como no había buena comunicación en esa época, mi vieja se va al comando del segundo cuerpo y pide si se podía comunicar conmigo por radio para avisarme que habían nacido mis sobrinos, gemelos. Apellido va, apellido viene y le comenta él a mi vieja: «yo tuve un soldado en Malvinas así y asá, ahora es cabo…». Y terminaron hablando un montón con mi vieja porque se pusieron a hablar del tema Malvinas. Con el tiempo, gracias a Facebook nos reencontramos, y tuve el honor de tenerlo acá para mis cincuenta años. Vino a Tandil, y yo cada vez que voy a Córdoba paso por Rosario, y me pide que nos quedemos 4 o 5 días porque le gusta la sobremesa larga, hablar de Malvinas. Y hay cosas que la familia de él no sabía, como que me salvó a mí y a otros changos más. O sea, el veterano de guerra en general es de perfil bajo. Y en el año 98 nos juntamos varios, la madre de Zampatti por ejemplo, siempre nos apoyó. Nos salió de garantía de un alquiler, que después por cuestiones políticas nos quitó el mismo Municipio, y nos quedamos sin Centro. Y esta mujer nos brindó toda su confianza. Después se disolvió por una parte también un poco por cuestiones políticas. Y bueno… el intendente ya no veía a Marcos como el veterano de Guerra presidente del Centro, lo veía como el sindicalista de los ambulancieros. Entonces quedó en la nada hasta que en el año 2011, yo seguía haciendo algunas cosas, charlas y eso, siempre en nombre del Centro, nunca particular. Me llama en esa época Romano y quería que estuviera otra vez en el Centro, y empezamos a trabajar fuerte, hasta lograr la personería jurídica, porque antes éramos un grupo de hombres que se juntaban a comer un asado. Y se logró, después se llama a elecciones, y como somos pocos, solo se eligió presidente a Héctor Almada, porque somos pocos, no daba para hacer listas. Vuelvo a caer como secretario.

Ella: hubo un tiempo en que hiciste de presidente, y secretario al mismo tiempo…

HM: Y bueno, se empezó a trabajar con esto, se amplió lo que se había trabajado con Romano, y después se fueron logrando otras cosas más y se sigue en la lucha, estamos a poco tiempo de comenzar con un proyecto muy importante para el CVG Islas Malvinas y “VGM” Independientes, que es la reubicación de la Plazoleta 2 de Abril.

HM: si me permitís me gustaría dejar grabado un mensaje, una reflexión.

El 2 de abril tiene que ser un momento de recordación, pero también de reflexión y reivindicación por la vía diplomática de los derechos de Soberanía Argentina sobre Nuestras Islas del atlántico Sur.

Queridos Veteranos. Los Argentinos tenemos un legado histórico que nos obliga a mantener vivo el fuego Malvinense, que se mantiene encendido por el combustible mas preciado  la sangre de quienes murieron o se mutilaron en cumplimiento del sagrado juramento de defenderla hasta perder la vida.

¡Honor a los que combatieron y hoy están con nosotros!

¡Gloria y Honor a los que combatieron y hoy integran el Ejercito Celestial!

Que a ellos Dios los tenga a su lado y que a nosotros nos de la inteligencia y el coraje para concretar un mañana mejor.


3 comentarios

carmen hayde · 27 noviembre, 2018 a las 8:12

Entre los nombres que la Patria amorosa guarda
soldado por Malvinas tendras tu sitial
Undia ha de levantarse tu heroica figura
como una bandera de paz y de luz …

Gustavo Silva · 17 enero, 2019 a las 18:30

Yo forme parte de la C.I.A del R.I 8 Gral O’Higins en el año1989 (s/c 70) y me llena de gozo conocer esta historia. Valor soldados veteranos de nuestra Islas Malvinas gracias por su sacrificio . Un abrazo fuerte camaradas. Cuando fue la guerra tenia 12 años iba a 4°to en la escuela N°53 Malvinas Argentinas de Lanus. Escribimos cartas que fueron enviadas (según decían) a las islas al soldado Argentino. Nuevamente gracias.

Guillermo Caffaro · 1 mayo, 2019 a las 20:33

Una lección de vida y de Patria. Tengo el orgullo de ser familiar de aquel Teniente Primero Caffaro (debe decir Caffaro) traductor.
Ambos son ejemplos.

Los comentarios están cerrados.

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