Secretaría de Extensión (SE): Raúl, ¿cómo es que empieza a participar de la Guerra de Malvinas? ¿Dónde está usted en ese momento?
Raúl Díaz (RD): -Cuando comienzan a tomar contacto con la realidad de Malvinas y la recuperación el 2 de abril del ’82, nosotros estábamos constituyendo parte del Escuadrón Operativo 2, de los aviones Mirage 5 de acá de Tandil. Y de alguna manera teníamos un grado de adiestramiento importante porque había surgido el tema del cuasi conflicto con Chile. Cuando vinieron los aviones en el año ‘78, tuvimos todo un proceso… nosotros estábamos en distintos sistemas de armas volando y nos trasladaron a este nuevo modelo de avión, que en definitiva había sido adquirido a los israelíes por el problema que teníamos con Chile. Entonces tuvimos que adaptarnos a este sistema, y lo hicimos de forma rápida. Y de todos modos teníamos experiencia importante de combate en otras unidades.
Cuando llegamos aquí en el año ‘79 con todo el sistema de armas que era para el conflicto con Chile -que finalmente no se desarrolló- nosotros estábamos en Río Cuarto en ese instante, con todos los aviones que había. Eran aviones usados en la guerra de Yom Kippur pero eran nuevos para nuestro país y vinieron a la VI Brigada Aérea porque era una base que en ese momento estaba sin actividad alguna y para este tipo de avión se contaba con todos los requisitos.
SE: ¿Usted de dónde era? ¿dónde tenía su familia?
RD: Mi familia estaba en ese momento en Córdoba.
SE: ¿Qué edad tenía?
RD: 33 años. En ese instante, cuando vinieron los aviones en el 78, tenía 30 años. Después cuando se cumplió el conflicto en el 82 tenía 33 años. En realidad habíamos estado preparándonos mucho para volar en la zona sur del país por si se realizaba el conflicto con Chile y como se mantenía la situación de crisis con los chilenos, volábamos permanentemente a la zona sur y hacíamos muchos ejercicios en el sur. Pero el día 2 de abril del ’82 acá en Tandil, no nos tocaba ir a esa zona, porque había otras unidades allá, así que ni nos enteramos, porque no teníamos conocimiento previo en absoluto de este tema, ni siquiera nuestras autoridades inmediatas, porque se había llevado a cabo toda la planificación de la recuperación de una manera muy reservada, muy confidencial y en los estamentos restantes, en la parte del poder aéreo no se tenía conocimiento. Así que el 2 de abril yo estaba acá, viviendo con mi familia en el edificio que está frente a la plaza de los troncos, ahí vivíamos y bueno, fue una algarabía…
SE: ¿Cómo estaba integrada su familia?
RD: En ese instante ya estaba en forma definitiva con mi señora y mis tres hijos, el mayor de ellos había nacido en el 75 así que tenía 7 años, la nena que le sigue tenía 5, y el más chiquito tenía 2.
SE: ¿Cómo reciben la noticia de que tiene que ir a Malvinas, que hay una guerra?
RD: En principio con presión porque de alguna manera todo estaba en proceso de recuperación de Malvinas. El proceso era que se efectuaban todos los tratamientos diplomáticos a nivel de las Naciones Unidas para de alguna manera desafectar un posible conflicto armado pero esto, por razones que ya son de conocimiento público, fue desarrollándose todo de manera diplomática hasta que termina con un ataque el 1ero de Mayo a las islas… y bueno, ahí se arma todo el conflicto.
SE: Dentro de las fuerzas, ¿recuerda en ese momento qué información tenía, qué les decían, que sabían? En su casa, había una preocupación o una guerra se veía como algo muy lejano?
RD: Era algo lejano, en realidad era mucho más cercano lo que pudo haber pasado con Chile y nada de cercano lo que pasó posteriormente con Malvinas, con Inglaterra. Es más, no solamente nosotros teníamos muy poca información sobre el poderío de Inglaterra. Inglaterra tenía muy escasos conocimientos de nuestras capacidades, con lo cual fue un enfrentamiento de alguna manera, sin el conocimiento previo importante que se produce cuando va a haber una posibilidad de conflicto porque el tiempo fue escaso, muy corto, entre que se produjo la declaración y que se inició la parte operativa… Pero igual, nosotros estábamos el 2 de abril listos y el 6 de abril nos hacen ir hacia la zona sur por las dudas que hubiese alguna posibilidad de conflicto. Es decir, todos los sistemas de armas de la Fuerza Aérea en general operaron desde la zona sur, de forma casi escalonada desde los primeros días de abril.
SE: ¿Se acuerda cómo fue el momento en que le dicen que usted va a tener que ir a Malvinas y que va a estar en una situación de guerra?
RD: Nos vamos dando cuenta durante la llegada del 6 de abril a Comodoro Rivadavia inicialmente, después a San Julián (donde operamos de forma definitiva, una parte, porque la otra parte fue operada en Río Grande). Empezamos a entender que podía ser un conflicto aeronaval para el cual la fuerza aérea no estaba adecuadamente preparada porque no tenía ningún oponente que pudiese generar un conflicto aeromarítimo, como lo fue, sino que era especialmente aeroterrestre. En cualquier caso, para nuestro país, con cualquiera de nuestros posibles oponentes, era todo volar sobre el territorio, no sobre el agua. O sea que nuestro equipamiento personal no lo teníamos adecuado para este tipo de teatro de operaciones. Y se dio el caso que vamos el 6 de abril y empezamos a hacer toda una serie de tácticas aeronavales que de alguna manera no las conocíamos o no las teníamos y empezamos a ver que de acuerdo a nuestro armamento, podíamos llegar a enfrentar navíos, cosa que no teníamos prevista inicialmente. Entonces, lo que hicimos fue que entre esa fecha, 6 de abril y 1 de mayo, nos preparamos para lo que vino después.
SE: En muy poco tiempo…
RD: Pero no solamente eso, sino que el problema surgía porque las Malvinas están muy lejos del continente para nuestros sistemas de armas, especialmente para el Dagger porque es un avión que consume mucho combustible. Para llegar hasta Puerto Argentino desde San Julián son 750 km. de ida y otros tantos de vuelta, lo cual influía la mayor cantidad de combustible con lo cual podíamos portar pocos armamentos. Otros aviones tenían reabastecimiento en vuelo, que nuestros aviones no lo tenían, y eso le daba mayores probabilidades de llevar más armamentos y de poder ser reabastecidos como para tener mayor radio de acción. Una posibilidad de ir y volver sin problemas. Nosotros teníamos la limitación de que volvíamos con escasísimo combustible. A pesar de eso no tuvimos prácticamente incidente alguno, precisamente por esa experiencia anterior: la experiencia de los años volando que produjo ese casi conflicto nos dio una experiencia de volar en Patagonia con todo el menjunje de aviones y toda la parte aeroportuaria que teníamos en el sur de manera muy conocida. Si no hubiéramos tenido esto, la cosa hubiera sido distinta.
SE: ¿Se acuerda cuando se sienta con la familia, con su mujer para decirle que tiene que ir a Malvinas…?
RD: Y… bueno, cuando nos fuimos al Sur era todavía todo como una cuestión todavía novedosa, porque se suponía que no…
SE: ¿Ustedes todavía pensaban que iba a hacer una movida diplomática, un acompañamiento de forma más que de hecho?
RD: Exacto, incluso venían los medios internacionales y ellos mismos decían que era muy improbable que hubiera un enfrentamiento porque de alguna manera ya se había iniciado el desplazamiento de las Task Force hacia el sur, pero en Naciones Unidas estaba muy fuerte el tema diplomático para poder parar esta situación y llegar a un arreglo con Gran Bretaña que al final no se llegó. Y el 1ero de mayo ya inician la operación directa en Malvinas.
SE: Y cuando se va, usted le dice, me voy a Malvinas, tengo que ir, y sin ninguna preocupación…
RD: No era una cuestión como decir: “bueno, vamos a entrar en conflicto”. Tal es así, que el 29 de abril, dos días antes del evento este, se detectan navíos ingleses cercanos a la costa argentina, entonces se presumió que podría haber un ataque comando hacia las bases argentinas donde estaba todo desplegado nuestro sistema de armas. Entonces hubo una directiva inmediata del comando de las fuerzas del sur que tenía la responsabilidad del manejo de todos estos sistemas de armas y nos obligó a venir otra vez hasta Tandil. Es decir, todos los aviones que estaban desplegados en ese momento en puerto San Julián, hicieron un vuelo nocturno con provisión hasta Tandil. Y llegamos aquí el 29 de abril a la noche… que fue todo un vericueto porque los doce aviones llegamos, a los dos minutos se formó una niebla de esas características de Tandil, al borde del consumo de combustible que habíamos tenido para despegar. En ese instante… era una cuestión operativa importante. El día 30 de abril amaneció absolutamente con niebla, no podíamos volver a despegar, y el 1ero de mayo, que estábamos acá en Tandil cuando se produjo el ataque en Malvinas, nos dijeron que teníamos que despegar y lo hicimos con una meteorología muy mala, tanto acá en Tandil como en la ruta, como en San Julián, que estaba lloviendo.
SE: ¿Un ataque a dónde?
RD: A Puerto Argentino. Habían pasado las 4.30 de la mañana y a las 5 nos estaban llamando y despegamos a las 8 de la mañana. En esa altura del año, que era ya de noche, con muy mala meteorología, los aviones despegaron de vuelta hacia San Julián…
SE: Ahí sí para ir al combate…
RD: Ahí sí, ya se sabía.
SE: ¿Y cómo fue ese momento?, ¿Cómo se habla esa instancia con la familia, cómo deja uno a la familia…?
RD: Suponiendo siempre que de alguna manera algo se iba a definir o algo se iba a parar o bueno, que no se iba a terminar definitivamente… Y ahí en nuestras bases ya estaban dando la orden implementaría, que es una orden que se manda por escrito vía canal secreto donde se establece qué cantidad de aviones, con qué armamento se van a atacar y qué blancos también. Cuando llegamos a San Julián también de vuelta ya estaban nuestras órdenes implementarías, así que inmediatamente nos pusimos en posición como para empezar el combate. Y en ese instante fue donde tuvimos que hacer estas navegaciones a Malvinas y de alguna forma empezar el enfrentamiento directo. De Tandil hicimos el despliegue hasta San Julián y de ahí a Malvinas.
SE: ¿Cuánto tiempo estuvo en San Julián?
RD: Y en San Julian estuve aproximadamente desde el 25 de abril porque estuvimos mucho tiempo en Comodoro, previo a esto, hasta el 24 de mayo que fui derribado, ahí quedé en Malvinas por una semana. De ahí me llevaron de vuelta en una especie de vuelo de rescate o búsqueda de rescate porque estaba muy mal herido.
SE: ¿Tenían comunicación con la familia?
RD: Teníamos una comunicación vía dos medios: uno vía telefónica. No teníamos en el departamento teléfono directo, pero había una línea en la portería del edificio y ahí a la tarde se formaba una cola para poder hablar y que de alguna forma pudieran contarte por lo menos, cinco minutos, cuatro minutos, tres minutos, decirle como estabas y ya está, y cómo estaban los chicos y demás. Y el otro era a través de un tipo de HF pero era muy difícil utilizarlo con muchos problemas y demás, pero bueno, también era una alternativa para poder estar en contacto con la familia, que era importantísimo en ese momento.
SE: ¿Por qué?
RD: Y, porque era el sostén de alguna manera. Uno sabía que estaba jugado operativamente, estaba preparado para el conflicto, no para éste sino para cualquier conflicto, para eso nos habíamos preparado. Pero era una cosa no deseada definitivamente, porque uno sabía que si uno está jugado, la familia, ante la desaparición de uno, es la que a diario va a sufrir. Entonces uno sufría no por uno, sino por el que quedaba. Porque sobre todo éramos gente joven en ese instante, todos teníamos hijos muy pequeños y demás. Algunos inclusive papás con sus señoras embarazadas del primer bebé que tenía o iban a tener, no llegaron a conocerlos. Perecieron en el combate.
SE: ¿Pudo comunicarse todos los días con su familia?
RD: Casi todos los días, hasta que bueno, fui derribado y ahí empezó el drama de mi señora porque no sabía que había pasado. Y se dio un episodio muy serio que es todo una especie de inexperiencia en el combate. La fuerza era la primera vez que entraba en un combate. La experiencia fue que en un momento determinado el 1ero de mayo, que son derribados dos aviones Mirage, un Mirage 3 y un Mirage 5, y surgió, habían sido recuperados los dos pilotos, y les informaron a las familias que habían sido recuperados y cuando los van a buscar para traerlos, era uno; entonces tuvieron que desdecirse porque realmente al otro lo habían alcanzado los misiles ingleses y no se había logrado eyectar. Todos tenemos la expectativa que ante un derribo uno pueda sobrevivir, pero no se había dado en los dos casos. Entonces eso trajo aparejado una decisión del comando de la fuerza aérea del sur, muy sabia, que hasta tanto no estuviera el piloto de regreso en el continente estaba “desaparecido en combate”, así se supiera que estaba en una casa kelper con los enemigos, o en algún lugar que supieran que estaba aun malherido, pero que estaba, de alguna manera, vivo. Se le decía a la familia que había desaparecido porque no se sabía la evolución de la situación, era mejor decir que estaba desaparecido en combate, que decirle que está vivo y después decirle que no, porque nos equivocamos.
SE: ¿Cómo fue el combate, entrar en combate?
RD: Es una situación muy seria desde el punto de vista que era una responsabilidad máxima; yo en ese momento, tenía el grado de capitán, que es básicamente el que lleva de alguna forma la escuadrilla al objetivo. La escuadrilla está formada por 3 o 4 aviones. En este caso, íbamos tres aviones por toda una maniobra de aeródromo e incluso cuando te atacaban, te atacaban los tres aviones en conjunto y nos daba mayor flexibilidad en la operación. Hacíamos todo un vuelo en la altura y antes de llegar a Malvinas empezábamos a hacer un descenso y volábamos ya en la zona de las Malvinas. Hacíamos vuelos rasantes para evitar que nos detectaran los radares de los navíos que estaban ahí, que sabían que estábamos, pero no teníamos manera de detectarlos. Y a su vez era la única manera, no sólo volar rasante, sino volar a muy alta velocidad cerca del agua, de evitar precisamente la interferencia con la interceptación de los Harrier, que tenían una gran velocidad, pero que estaban dotados de armas poderosas que era un misil que les habían dado los americanos.
SE: ¿Qué eran los Harrier?
RD: Los Sea Harrier eran los aviones embarcados que tenían los ingleses, que traían en los portaviones, como el Hermes. Y eran los que en definitiva defendían las flotas y después cuando hicieron el desembarco, la cabeza de playa que hicieron los ingleses para atacarnos. Entonces nosotros atacamos ese lugar y ellos lo defendían. Muchas de las bajas que tuvimos de aviones derribados en combate eran porque los Sea Harrier eran muy livianos en cierta medida porque no iban con tanto combustible y nosotros íbamos con mucho tanque de combustible y eso hacía que fuera más pesado y no pudiera ir a la velocidad supersónica. Eso lo aprovechaban ellos, una vez que nos interceptaban con el misil que tenían de los americanos era una combinación letal para nosotros porque teníamos misiles de primera generación y los de ellos eran de cuarta generación, muy importantes, con mucha capacidad.
SE: ¿Así que en esos ataques cómo les fue?
RD: En esos ataques yo hice cuatro operativos, cuatro misiones y en la cuarta fui derribado. No solamente me derribaron a mí, sino a mis dos acompañantes. Dentro de eso ya veníamos atacando lo que era la cabecera de playa que estaba en el canal San Carlos, porque esto fue en el desembarco. Recordemos que el 1ero de mayo, los ingleses intentaron desembarcar en Puerto Argentino de forma directa. Y por acción de la defensa que estaba allí, más la situación de ataque de los aviones nuestros que combatían por primera vez contra objetivos navales, vieron que iba a ser difícil, casi imposible, que iban a perder muchísima fuerza si hacían el desembarco directamente en Puerto Argentino. Entonces se fueron al este, con todo los petates, se fueron bien fuera de nuestro alcance y ahí empezaron a ver cómo podían ingresar a Malvinas para tratar de romper la defensa de Puerto Argentino. Y ahí es que definen el ingreso por detrás del canal San Carlos, hacen un desembarco por el oeste; y comienzan toda una operación por el territorio por la islas Malvinas para llegar hasta Puerto Argentino. Así toman de alguna manera al sistema de defensa que había puesto la fuerza terrestre, por detrás. El tema es que ellos evaluaron muy bien la situación meteorológica porque el problema más grave que tenían ellos era qué iba a pasar con los aviones. La operación de las fuerzas, lo que conseguía estando ahí en el canal San Carlos, iba a ser terrible para ellos, como fue, realmente, terrible. Pero qué sucedió´: ellos, previo al 21 de mayo, el desembarco del primero, pasaron tres semanas hasta que vinieron de vuelta a desembarcar, también hubieron escaramuzas de navíos hacia puertos argentinos, bombardeo naval a Puerto Argentino… eso fue todo un tanteo a ver qué capacidad teníamos. Hasta que el 21 de mayo cuando ya había habido casi una semana de muy mala meteorología (que en general en el sur, esa altura del año es terrible para la visibilidad, chubascos, niebla, viento fuerte, de todo, se junta todo, y encima baja visibilidad) y bueno, ahí ellos calcularon que la operación iban a poder hacerla bajo esa cobertura, que el 21 de mayo iba a estar muy malo, entonces vinieron con todos sus petates de vuelta al punto de desembarco en el canal San Carlos. Y fue una cosa extraña, porque cuando se detecta el desembarco comienza a haber toda una información hacia el continente que estaba mala la meteorología en el continente, y malo todo lo que era el trayecto hacia Malvinas y malo en Malvinas. Pero fue una cosa como si… no se cual sería la razón, comenzó a mejorar algo la meteorología en el continente y para ellos fue como el acabóse, porque ahí llegamos al lugar y bueno, a mí también me tocó operar ese día, entré al canal San Carlos, a la velocidad de nuestro avión, que es una cosa ínfima el canal, pero es ancho, pero nunca había visto tantos navíos juntos… navíos de combate.
SE: Fue un día famoso ese, por la derrota importante sufrida por las fuerzas inglesas…
RD: Previendo que la meteorología los iba a ayudar…
SE: Y usted participó de eso…
RD: Sí, atacando una fragata que era tipo 22
SE: ¿Ustedes esperaban todo eso ahí?
RD: No no, no, teníamos previos conocimientos porque nos había llegado esa información, que se habían detectado navíos tratando de desembarcar en el canal. Pero no en la magnitud de lo que fue. Realmente fue… porque de alguna manera media Task Force invadía el canal. Para ellos fue terrible porque ahí se les averió y hundieron varios navíos, a pesar de que nosotros también perdimos nuestros aviones porque ahí se armó un combate encarnizado. Y claro, hasta ese momento, 21 de mayo, había habido blancos circunstanciales alrededor de todas las islas o en algún lugar donde ellos los ponían. A partir de ese momento se hizo puntual que nosotros no teníamos que dejar que ellos desembarcaran y ellos buscando la manera de desembarcar. La meteorología jugó a veces a favor y a veces en contra. Tanto a favor que a veces hubo casos en que de alguna manera estaba previsto que no íbamos a operar, tenían navíos ahí, y nosotros íbamos y los atacábamos, pero había otros casos de que aviones nuestros colisionaron con elevaciones de Malvinas porque realmente no se las veía, hubo aviones que chocaron y murieron sus tripulantes.
SE: ¿Contra la montaña?
RD: Contra la montaña, contra la tierra. Así que tuvimos pérdidas en esos aviones. Y de alguna forma u otra se había concentrado tanto el combate ahí en el canal, que ellos tenían tanta defensa antiaérea desde los navíos y ya habían depositado el punto de puerto San Carlos que nosotros le llamábamos “el canal de los misiles” porque era impresionante ver los misiles y ellos lo llamaban “el canal de las bombas”, porque también las recibían, veíamos el mismo canal de manera diferente. Pero bueno, fue una epopeya por ambos lados porque ellos cometieron muchos errores también y hoy los están viendo. Nosotros cometimos quizás menos errores pero también tuvimos nuestras pérdidas y esto de no tener, de alguna manera, el equipamiento adecuado porque en realidad no teníamos ciertos elementos que en el campo táctico en ese instante eran necesarios. Como un radar Warning System, que es un sistema que le dice a un piloto qué radar lo está iluminando, si es un radar de un navío, o un radar de artillería y el radar de avión. Entonces se pude tomar ciertas medidas de precaución pero en nuestro caso no lo teníamos, estábamos ciegos. No sabíamos quién nos estaba iluminando, quién estaba al frente, y quién no. En mi caso me derribaron el día 24. No sabía quién iba primero, había dos navíos que estaban ahí cerca y esos vieron dos aviones Harrier que estaban a 20.000 metros de altura en la desembocadura del norte del canal y lo tiraron para ponerse detrás de nosotros. Y eso no lo sabíamos y nos derribaron los tres aviones nuestros. Lanzaron un misil primero al que estaba a mi izquierda, que era un teniente, Carlos Castillo, que está desaparecido en acción. Después cambió y le tiró un misil al que estaba a mi derecha, Luis Puga que alcanzó a eyectarse y estuvo como 5 horas en el agua hasta que pudo salir, y el segundo avión me lanzó el misil a mí. Y yo ya había hecho una maniobra evasiva, había lanzado las bombas, había lanzado los tanques, había hecho una maniobra muy pegada al agua y sin embargo me pegó el misil, desde arriba. El piloto que me derribó, con el cual tengo contacto, después de 25 años de pasado el conflicto, buscó tener contacto conmigo porque él suponía que yo estaba muerto en acción…
SE: Ustedes no se conocían…
RD: No, personalmente ni nos conocimos, con el inglés no nos conocemos personalmente. Sola y exclusivamente vía email, él está volando ahora en una línea privada en Hong Kong: una línea comercial que no llega a Argentina, llega solamente hasta Sudáfrica. Pasados los 25 años del conflicto, en el 2007, yo sabía quién era porque había leído su descripción de la misión en una revista internacional…
SE: Y dijo: “este estaba en la misión conmigo… “
RD: Venían los nombres de los dos pilotos, entonces me di cuenta que era mi escuadrón, que éramos nosotros los que habíamos sido atacados por él. Entonces él describe cómo fue el combate en sí, a partir de ese instante dan los nombres, del que me había derribado a mí y al segundo avión. Y lo mantuve en el recuerdo y en el año 2007 yo ya estaba retirado, viviendo acá en Tandil, cómodamente, con mis nietos chiquitos que tenía en ese momento. Suena el teléfono y me estaba llamando un conocido diciendo que el inglés que me había derribado quería tomar contacto conmigo, si le podía pasar mi mail. Le pasé mi mail y en pocas horas hicimos contacto; creía de alguna manera que había muerto en el combate, que me había visto eyectar pero que mi paracaídas estalló muy cercano a la explosión del avión que cayó que cayó en una isla al norte de la Gran Malvina. Y él vio que el paracaídas quedaba muy cerca de la explosión que hizo el avión por lo que supuso que no había sobrevivido…
SE: Impresiona ver que dos personas que estuvieron en situación de combate después busquen contactarse y que tengan este vínculo humano y ya no belicoso. No deja de llamar la atención porque uno se imagina que son dos enemigos, para siempre..
RD: Sí, tal cual, uno se imagina que se dice: si te agarro, te mato. Pero para los combatientes hay otra lógica. Mi enemigo está defendiendo lo que él considera que es suyo. Y yo estoy defendiendo lo que considero que es mío. Hay una razón que él defiende y la razón que yo defiendo. De alguna manera hay algún acercamiento entre las partes en las mismas circunstancias. Y de alguna manera eso lo relaja y máxime en la parte aérea que se mantiene todavía esa caballerosidad del aire. En definitiva, hay una caballerosidad. Si yo ataqué el otro avión de una manera que está fuera de combate, aunque pueda seguir volando para llegar a su base, no lo ataco más, aún pudiendo; porque presiento que ese hombre está haciendo todo lo posible para llegar con su avión y salvar su vida. El avión ese no va a afectar mis fuerzas.
SE: Claro, ese es el objetivo: dejarlo fuera de combate.
RD: Exacto. No matar al derribado. Si bien de alguna manera uno puede por supuesto decir, bueno, si llega, toma otro avión y viene. Pero bueno…
SE: ¿Y cómo es el vínculo cuando se empiezan a contactar y a hablar?
RD: El me manda a decir cómo habían sido las circunstancias contando todo cómo había sido, de alguna manera guiado. Yo tenía mi parte, mi posición, me faltaba la otra parte. La de cómo nos ha visto Inglaterra. Me fue contando absolutamente todo, las vicisitudes que habían tenido: en un primer momento nos engancharon por radar, después los perdieron y habían perdido el blanco hasta que volvió otro de los navíos cercanos a alertarlos y ahí fue donde tuvieron éxito.
SE: ¿Y él cómo da con usted?
RD: Él da conmigo porque debe haber leído… Hay una información en internet y debe haber leído quizás en la página web de la Fuerza Aérea, debe estar escrito. Incluso si uno lee ahí dice “operaciones en Malvinas”. Hay muchas historias que están relatadas, yo tengo dos historias contadas ahí. Cualquiera puede entrar y sacar y decir: esta es la misión que hizo tal… supongo que la debe haber leído ahí. Alguna otra información habrá tenido, efectivamente, y se da cuenta. Y me dice, me relata, algo que es un poco íntimo, que le dijo a sus padres en una comunicación esa noche que había matado un piloto argentino. Y sus padres después murieron y nunca se enteraron que realmente yo había estado herido, pero que no había muerto. Él vive con su esposa en un yate porque debe ser muy cara la parte de lo que es la vivienda en Hong Kong, así que tiene un hermoso yate, y vive ahí en el puerto, y cada vez que tiene un par de días libres se va a Filipinas.
SE: ¿Y desde entonces tienen comunicación ustedes?
RD: Quedó como una amistad.
SE: ¿Siempre se comunican por teléfono… o por mail?
RD: No, vía e-mail. Tuvimos la posibilidad de encontrarnos en el 2009 en París que yo tuve que hacer un viaje con mi señora y él iba a ir a Inglaterra pero se truncó al final. No se dio en esa oportunidad y no se ha dado en otra. Pero bueno, había una intencionalidad de ambos de vernos, por lo menos darle un saludo y un abrazo.
SE: Impresionante, qué linda historia. Y cuando a usted lo derriba este piloto, se eyecta. ¿Dónde cae?
RD: Venía navegando sobre el agua. Estábamos a segundos de atacar Puerto San Carlos. Llevaba tres tanques de combustibles muy pesados. Cuando se produce toda esta situación hago una comunicación con el general que venía a mi derecha; veníamos a unos 12 o 14 kilómetros al norte de las Malvinas porque teníamos que encarar el canal San Carlos en forma directa al blanco que teníamos asignado, a muy baja altura a 10, o 15 metros del agua, bajísimos. Y a una altísima velocidad. 1000 km. por hr., aprox. 300 mts/seg, son 3 cuadras en un segundo. Y en ese caso, el que estaba a mi derecha, me dice: al polo 3 le pegó un misil, (los polos éramos nosotros). Yo era el numero 1, el de la línea a mi izquierda era el 2, y el de la línea a mi derecha era el 3. Cuando me doy vuelta para verlo al polo 3 lo veo pasar entero, pero inmediatamente detrás venía una lucecita que era como se iba quemando el misil… nosotros vamos casi a la velocidad del sonido. El misil viene tres veces a esa velocidad, así que imagínese cuando lo veo ahí… Le empecé a decir que se eyecte, pero no veo que se eyecta y pega el misil en el avión y explota totalmente. Lo único que alcanzo a ver fuera de lo que era la explosión es la cabina del piloto y la nariz del avión y veo que inclusive está a 300 mts. a la derecha, veo el casco del piloto, blanco, perfecto, pero de ahí para atrás, donde estaban los tanques de combustible, era una antorcha espantosa entonces yo eyecto los tanques externos y eyecto las bombas porque no sabía si me iba a pegar porque estábamos interceptados, y hago una maniobra hacia el lado de él, hacia el sur y cuando estoy en la mitad de la maniobra: ¡BUM! Suena el misil en mi avión; a partir de ese momento me quedo sin comandos, el avión empieza a hacer unas maniobras terribles y digo, bueno acá terminé. Entra humo a la cabina, empieza a sonar una advertencia sonora que tenemos cuando se produce una falla y uno no puede mirar el panel porque está mirando el combate, lo que fuere, todo eso junto, entonces bueno, fue inmediata la intención de eyectarme. Me quise eyectar con las manos sobre unas manijas que había sobre la cabeza del piloto, no hubo forma, tuve que hacer el recorrido auxiliar que está acá al lado de la pierna, me eyecté ahí, y una vez que eyecté listo, no hay más nada que hacer. A partir de ese instante fue todo una secuencia de ruidos fuertes, llamas, golpes, presiones… terrible. Todo eso porque se enciende un motor cohete como un cañón, rompe la cabina, lo saca afuera y cuando está afuera el motor cohete debajo del asiento lo lanza 100 mts. Para arriba. No sé para dónde salí, pero sí me acuerdo que en un momento determinado se empezó a desprender el asiento y todo lo demás, sentía dolores y en un momento determinado me sentí colgado de mi paracaídas. Miré para abajo: agua. Miré para el costado: tierra en la costa. Y en un momento determinado quiero levantar este brazo para de alguna manera girar el paracaídas para caer en el agua y no lo logro. Y cuando me quiero acordar caigo, empiezo a generar un movimiento, el paracaídas se enreda en unas piedras y si bien no sufro ninguna herida en esta caída, en sí mismo, estaba destrozado. Tenía fisuras en las vértebras lumbares y este brazo (derecho) totalmente fuera del codo.
SE: Por eso no podía agarrar el paracaídas… pero en ese momento usted no tuvo conciencia de nada…
RD: Y no, uno está shockeado.
SE: Y el cuerpo no se siente en ese momento…
RD: Tenía dos dolores en ese momento: uno relacionado con el hecho de que me había caído con este brazo abajo del cuerpo… miraba hacia arriba, y estaba a 300 metros de la costa, si no hubiera caído en el mar y hubiera estado ahí sin poder moverme. Si hubiera caído en el agua, a un metro de profundidad, me ahogaba. Cuando miraba para el lado del agua, para ver si venía a mi compañero, no veía absolutamente nada. Con lo cual tenía el dolor de haber perdido un integrante de mi escuadrilla y en realidad, había perdido a los dos porque sin saberlo, cuando él me dice “Al polo 3 le pegó un misil” en realidad quiso decir que había sido al 2, y se equivocó. Y eso hace que yo sobreviva. Porque si hubiese dicho que al polo 2 le pegó un misil, hago un viraje a la izquierda y me pega el misil a mí, y hubiera caído en el agua, en el agua no sobrevivía. Así que fue una cuestión en que no era el día que tenía que ser… hice la maniobra y eso hizo definitivamente que cayera en tierra. En realidad yo por haber estado pensando qué pasaba con mi brazo derecho, no me preparé, pero caí perfecto. El paracaídas se enganchó en la piedra, no me arrastró, porque había viento fuerte, me podría haber arrastrado por ahí. Visto de ese aspecto, genial. Hubo otros pilotos que se eyectaron y en la caída, en vez de caer sobre tierra cayeron sobre piedra, que es piedra como si fuera acá en Tandil. Y eso trajo aparejado que tuvieran problemas en los tobillos. Y ahí me recuperaron, cosa increíble también, a la hora y media, más o menos. Porque empecé a ver qué iba a hacer porque estaba con una situación muy mala, no solamente anímica, por haber perdido, haberme eyectado y todo lo demás, sino por haber perdido al compañero de escuadrilla y en definitiva, estar en circunstancias en que sabía que a las cinco y media de la tarde era de noche. Y esto había sido casi al mediodía. Con lo cual, si no lograba llegar a un refugio con lo poco que podía llevar, la iba a pasar muy mal y me iba a congelar. Así que traté de empezar a levantarme, empezar a ver que tenía en mi equipo, el bote salvavidas, el paracaídas completo, todos los elementos que pueden ser usado para poder sobrevivir. Dentro del equipo de supervivencia con caramelos nutritivo que no tenía problemas para digerir. El drama era que estaba mal herido, que este brazo no sabía lo que tenía, qué problema, sabía que tenía un brazo inútil, pero no sabía cuál era el problema y las vertebras lumbares, que me daban un dolor… espantoso. Hasta que me pude parar, pensando qué iba a hacer, que iba a ir para la costa, que hacía 300 metros y caminaba todo por la costa porque estaba en una zona de elevaciones y dije: “bueno, si yo me manejo por acá, no voy a llegar a ningún lado”. Entonces iba por la costa porque los pueblitos están todos en la costa. Así buscaría alguna forma de que me encuentren. Estaba en todas esas cavilaciones hasta que aparece de la nada un Land Rover a unos 400 metros, se baja una persona de uniforme militar con fusil. Abrieron la tranquera (yo no había visto la tranquera, el alambrado, nada). Cuando lo veo y digo: bueno, estos son de la Royal Navy y estaban acá cerquita. Así que pensé: voy a caer prisionero. Busqué mi revolver del equipo de supervivencia y bueno… Debe haber sido patético verme agachado con el revólver en la mano izquierda, porque la mano derecha la tenía inservible, aunque yo soy diestro. Así que estaba agachado, con una bufanda, con una campera, buzo y la bufanda con los colores rojo y azul que son los colores del escudo del grupo aéreo con lo cual los que venían supusieron que yo era inglés, porque son los mismos colores que la Royal Navy. Y yo pensaba que ellos eran kelpers o por lo menos de la Royal Navy. Ni una cosa ni la otra. Eran argentinos… fue todo un tema porque casi nos tiroteamos ahí. Ellos se quedaron a unos 70 metros, me rodearon, yo escuchaba que estaban hablando pero no sabía qué estaban hablando, ni siquiera el idioma que estaban hablando. Se hacían señas y todo lo demás… hasta que por allá me dijeron: “¡Nombre!” así, en perfecto castellano, entonces tiré el revólver y les dije que se acercaran. Y eran personal de infantería de Malvinas, nuestros. Les habían destruido los aviones en un golpe de comando muy cerca de donde estábamos en la pista que está ahí cerca. En el poblado al que después me llevaron…
SE: ¿Y ahí?
RD: Me subieron al Land Rover. Me había tomado previamente del equipo de supervivencia dos sachets de agua que venían con el equipo israelí, así que me las tomé porque tenía una sequedad de garganta por el mismo shock. Y ahí me subieron con todo el equipamiento y cinco kilómetros con mi problema de columna y del brazo…cinco kilómetros de movimiento hasta el pueblito kelper. Allí me atendieron, había un médico, aunque mis problemas eran para un traumatólogo y en realidad estuve ahí cinco días hasta que hicieron la operación de recuperación.
SE: ¿Lo operaron ahí mismo?
RD: No, no. No me podían llevar a Puerto Argentino y el doctor que estaba ahí me dijo; Capitán, cuando usted sienta que está frio su brazo, se lo voy a tener que cortar. Porque podía ser gangrena. Y entonces cada vez que sabía que venía lo ponía debajo de la manta…
SE: ¿Y en ese momento? ¿comunicación con la familia?
RD: No, yo estaba “desaparecido en combate”, por lo mismo que le había contado, así que al día siguiente… esto fue el 24 de mayo. El 25 de mayo aparece Púa, el que venía volando a mi derecha, se había eyectado, había caído en el agua, le costó muchísimo salir pero logró salir. Se pasó una noche caminando a 360 para no desubicarse y al día siguiente lo encontró una patrulla y lo trajo al lugar donde estábamos y nos dimos un gran abrazo. Yo confiaba en que el tercer avión, el que venía a la izquierda, no vi que le pegasen, yo solo vi que le pegaron a Pua que estaba a mi derecha, suponía que los habían interceptado a los dos y que después habían podido volver. No fue así. Me contaba Pua que cuando él lo vio, llegó el misil y explotó y todo el avión quedó envuelto en la explosión. Carlos Castillo ni se dio cuenta que había sido alcanzado por un misil. Yo agradezco que Pua se equivocó en darnos el número, porque si no, no hubiese sobrevivido. Son cosas del combate…
SE: Que aún sorprenden, ¿no?
RD: Exactamente. Y ahí estuvimos una semana hasta el sábado en que nos recuperó un avión que venía del continente, y fue toda una odisea porque hubo ataques previos de Harrier en el pedazo de pista que quedaba. Cuando estaban por aterrizar empezaron a explotar bombas que había lanzado a la mañana, todo un panorama bastante difícil. Pero terminamos llegando al continente, y ahí me atendieron en el hospital militar que tenia la Fuerza Aérea en Comodoro Rivadavia y me enyesaron completo el tórax. El tema es que el brazo no lograban que quedase bien, entonces me derivaron a Buenos Aires al Hospital central nuestro para ver si necesitaba operación, de lo cual no hubo necesidad, porque me lo pudieron componer. Me quedó una pequeña limitación pero no pasó a mayores. Ahí me encontré a mi señora, que la llevaron al hospital… nos dimos un largo abrazo… y estuvo contándome qué pasaba con los chicos y demás. Y ahí, a la semana tuve la posibilidad de venirme a Tandil y me recuperé en mi casa. Estuve dos meses completamente enyesado el tórax y el brazo hasta que me sacaron todo eso acá, hice dos meses de kinesiología completa y volví a volar. Aunque todos pensaban que no iba a hacerlo más porque con las heridas que tenía, la gente que me veía cómo había quedado, decían, este ya no va a volar más. Pero no, empecé a volar otra vez…
SE: ¿Y cómo fue después? llegar a casa, encontrarse en el departamento…
RD: Fue fuerte, toda una cosa… el haber participado, me gustaría haber estado allí, no tenía forma en las condiciones que estaba para nada, pero por lo menos, para darle aliento a los que seguían. Independientemente de eso, la fuerza estuvo hasta el último momento en posibilidad de seguir operando. Lógicamente ya había un desgaste terrible, una pérdida sustancialmente importante. Nosotros acá perdimos 11 aviones, y murieron cinco pilotos. Uno conocido de la familia incluso. Conocía a la señora embarazada, de Carlos, de uno de los que venía en mi escuadrilla, que al tiempo tuvo su bebé. Era dramático saber que había camaradas que estaban muy cerquita viviendo con su familia y de un día para el otro sabías que no volvían, y no volvían más, que estaban muertos. Eso era duro. Todos los días esperábamos malas noticias. Hasta que vino la culminación del conflicto que de alguna manera con el desenlace que hubo, bueno, uno sabe que fue el peor porque de alguna manera habíamos puesto toda nuestra intención, todas nuestras capacidades y bueno, terminamos perdiendo. Y después fue el devenir de las circunstancias propias del país, lo que fue en realidad una situación muy tensa para las Fuerzas Armadas, porque uno ve cómo de alguna forma, las capacidades de defensa que teníamos se han ido perdiendo.
SE: ¿Y cómo fue el momento de encuentro con la gente del edificio?
RD: En la parte nuestra se habló en general y de alguna manera se acompañó mucho a los héroes. No solamente a las esposas e hijos, sino a los papás también que eran gente joven y de alguna manera se les hizo un acompañamiento importante. Yo al final del año 82 ya me tuve que ir a Buenos Aires así que de alguna manera me ausenté al poco tiempo de acá pero mantenía un contacto directo, porque quedó un espíritu de familia muy arraigado, de recordar mucho a los que cayeron y rendirles sus homenajes.
SE: Y el reconocimiento de la sociedad más allá de las fuerzas armadas…
RD: Y de alguna forma la sociedad ha ido madurando también. Ha ido de alguna forma, separando lo que fue el Gobierno militar en ese momento, con todos los pro y contra con lo que fue el sistema de defensa del país, porque hay cosas mejores y peores, pero el hecho de habernos enfrentado a un país con una capacidad bélica importantísima, que tenía una gimnasia y un entrenamiento permanente y de alguna manera le hicimos mella y ellos ahora nos consideran, a los combatientes sobre todo. Incluso los comandantes nos reconocen mucho el desempeño, no solamente la Fuerza Aérea sino también las otras fuerzas. En algunos espacios dan con nombre y apellido: el regimiento 5, el regimiento 7, y de alguna manera fue una defensa acérrima y ellos perdieron mucho… De alguna manera son reconocidos más afuera que acá adentro. Porque he estado afuera y cuando digo que soy ex combatiente de Malvinas, y explico las circunstancias, hay un grado de admiración importante. Y bueno, no será el caso internamente. De todas maneras…
SE: Es como que la sociedad no está preparada para tener ni combatientes ni excombatientes.
RD: No queremos saber nada de eso tampoco….
SE: Todavía están buscando ese reconocimiento…
RD: Tenemos una sociedad muy joven y hemos sufrido mucho las consecuencias en poco tiempo. Entonces es como que no tenemos asumido el coraje. Y es lo que tenemos en realidad en el país.
SE: ¿Y cómo ex combatiente se ha encontrado con algunos otros?
RD: Sí, permanentemente. Ahora incluso en el mes de abril o mayo, tenemos la reunión cada dos años y nos reencontramos todos, los que quedamos, porque lamentablemente hemos perdido algunos. Nos encontramos, ya con canas (risas) pero a los abrazos… es un encuentro muy emotivo. Recordamos a los que ya no están.
SE: O sea que hay una espacio institucional para eso. Organizado y reconocido.
RD: Sí, lamentablemente, acá la Fuerza ha ido perdiendo capacidad material para apoyar a la gente que venga, no hay aviones, y aun así, toda la gente viene y quiere seguir la carrera…