Entrevista de la Secretaría de Extensión de UNICEN (SE) a Eldina Rufanach (RF), enfermera

que asistió a los heridos durante la Guerra de Malvinas en el Hospital Militar de Campo de Mayo.

SE: Eldina, cuando en 1982 en Argentina se empieza a hablar de la Guerra en Malvinas, dónde

estabas vos? Qué edad tenías?

ER: Yo tenía 22 años y vivía en Reconquista, Santa Fe.

SE: ¿Y qué estabas haciendo en ese momento?

ER: Estaba trabajando de secretaría en un consultorio odontológico. Y un día leí en un diario,

que se habría “la ECAF”.

SE: ¿qué era?

ER: Era la primera escuela de enfermería del ejército – (Escuela del cuerpo auxiliar femenino

en el Ejército Argentino)-. Entonces, bueno me anoté e ingresé, en Abril y nos recibimos en

diciembre del 82.

SE: ¿Y cómo es que te animás a hacer una carrera militar?

ER: Toda mi familia en general, son militares. Entonces me gustó mucho la idea. Incluso tengo

un tío que desapareció en el Crucero General Belgrano. Asique me interesó. No sabía cómo

era para las mujeres…

Y bueno, estuvimos en una Escuela, que recién se inauguraba, éramos las primeras. Asique

teníamos todo nuevito, era muy lindo todo. 

A la mañana hacíamos toda la parte militar, y a la tarde nos íbamos al aula y hacíamos toda

la parte teórica de enfermería. 

Ahí estuvimos 2 meses más o menos, y nos toca ir a hacer la parte práctica. Dónde nos toca?:

en el Hospital Militar Campo de Mayo. Y ahí estaban todos los excombatientes de Malvinas

heridos.

SE: ¿Vos cuando ves la noticia del diario con la publicación de la Carrera, ya sabías que había

una guerra en Malvinas, y entendías que te preparabas para eso?

ER: A mí me interesó eso también, me gustó. Yo ya era “casi” enfermera de un odontólogo. 

Y entonces nos tocó hacer las prácticas. Y las primeras prácticas fueron de terror, porque no

fue ir a un hospital común, ver heridas, curar…fue un campo visual tremendo. Nos impactó

a todas.

SE: ¿Cuánto tiempo hacía que estaban estudiando ahí?

ER: a los 2 meses. Fue muy traumático. Yo siempre me acuerdo de ese momento y unas

lágrimas se me caen. Porque éramos chicas, imagínate que algunas tenían 18, 19, 20 años. 

Y nos tocó ese día. Yo me acuerdo todas emocionadas, re contentas, con nuestro delantal

blanco, con esa cofia impecable –que tenía que ir almidonada. 

En el transcurso cuando íbamos en el colectivo, íbamos todas cotorreando, riéndonos.

Cuando llegamos allá…y vemos chicos mutilados, heridas de bala, heridas de quemaduras,

de todo…Lo que más me impresionó fue ver los pies de trinchera (lesión causada por frío y

humedad producida cuando los pies están mojados durante mucho tiempo) generando un

color horrible en la piel. Muchos chicos lo aguantaban a ese pie, para no cortárselo, pero a

muchos se los tuvieron que cortar.

SE: ¿Y cómo eran las salas, tipo cuadra, con una cama al lado de la otra? 

ER: si, se llamaba traumatología. Habían acomodado todas esas salas solo para ellos. Había

quemados, ya te digo, los chicos mutilados, era muy tristre.

SE: ¿te acordás cómo fue entrar a esa sala, cómo se miraron entre uds?

ER: Si. Me acuerdo perfectamente. Estábamos todas en filita con nuestros profesores con

quienes hicimos una recorrida, para ir viendo –el primer día- los pacientes. Ya ahí nosotras

empezamos con nuestras caritas…a cambiar…

SE: ¿qué edad tenían la mayoría de los pacientes?

ER: y…eran chicos. De 18, 19 años. Nosotras éramos casi igual que ellos. Asique nuestras

caras habían cambiado.

Yo siempre lo cuento, que el primer día, les toca hacer la curación a un paciente que tenía

esquirlas (restos de bomba en el cuerpo). Al principio de esas curaciones lo llevan a

quirófano, lo anestesian, pero ya a lo último hacen las curaciones en su lugar. Tienen que

sacar toda la piel que está necrosada. Ese día enganchamos justo a los médicos que estaban

haciendo la curación a un chico. Claro, al chico le dolía…y gritaba pobrecito…Asi que yo qué

hice…me dí media vuelta y me fui a secarme las lagrimas atrás de una puerta. Porque

realmente me impactó eso…y me dije “no, no, qué estoy haciendo acá?”. Y viene un médico,

con grado y me dice -:”qué está haciendo ahí?, vuelva a la sala!”. Y fui a la sala otra vez. Yo

creo que eso fue lo que me dio el valor…de fortalecer mi vocación, porque a partir de ahi,

todos los lugares a los que fui destinada, fui a cirugía. No sé por qué pero después me

encantaba cirugía. 

SE: pasaste del umbral de la pena, al del servicio…

ER: los chicos al principio nos miraban y no entendía mucho…porque los profesores nos

dividían en grupo por cada paciente. 

SE: claro, porque ustedes estaban siendo evaluadas…

ER: estábamos en plena cursada, éramos “aspirantes”. Y los chicos al principio no entendían

nada qué hacíamos ahí. A algunos les daba vergüenza. Y a medida que pasaba el tiempo nos

fuimos familiarizando con ellos. Y realmente fuimos una gran ayuda. Después ellos nos

esperaban a nosotras, ya todos los días que íbamos. Nosotras nos organizábamos con turnos.

Y casualmente, ayer estaba hablando con una chica que está en Comodoro Rivadavia, y ella

puedo reencontrarse luego con 3 de sus pacientes. Dice que fue una gran emoción,

tremenda, y dice que ellos nos decían “LOS ANGELES”, cuando nosotras llegábamos. 

SE: les tocó poner en juego otras cosas además de las curaciones físicas, verdad?

ER: si, poner el oído, las palabras que les podíamos decir. Porque a pesar de que éramos

chicas, nosotras los veíamos como si fueran nuestros hermanos, nuestros hijos. Cada una le

dimos todo el amor que teníamos. Estábamos ahí realmente de corazón.

SE: ¿qué creías que más necesitaban ellos?

ER: ellos estaban muy solos. Eran todos de afuera, no los visitaba nadie. Eran del interior.

Entonces cuando nosotras llegábamos, que los bañábamos, les hacíamos todo el confort, y

charlábamos y les dábamos la medicación, ellos se sentían como más acompañados. 

También veíamos que Palito Ortega cantaba unas canciones para ellos y la sra Amalia

Fortabat le donaba a los chicos. 

Y bueno, familias pocas. Nos tenían a nosotras. 

Ellos cuando estaban en combate, los heridos, los trasladaban de Malvinas a Comodoro

Rivadavia. Ahí es donde estaban las chicas que lucharon para que se las reconozca como

Veteranas de Guerra. Y ellas los recibían a los heridos, de ahí los mandaban a un hospital

Regional. Del Regional los derivaban al Hospital Militar de Campo de Mayo. 

SE: ¿cuántos eran en ese lugar?

ER: más a o menos, 300 y pico.

SE: ¿y uds cuántas enfermeras eran?

ER: éramos 43, que nos recibimos en diciembre y ahí ya cada una se fue a su destino.

SE: ¿y cuánto tiempo estuvieron yendo a Campo de Mayo?

ER: 2 meses. Estuvimos 2 meses con ellos.

SE: cómo hasta junio, hasta la rendición…

ER: si, si. Y realmente se hizo un vínculo, porque no era que estábamos un ratito y nunca

más. Nosotras estuvimos con ellos todo el tiempo. Ellos nos contaban todo. 

Otras chicas han vivido más cosas que yo. Esta que te contaba de Comodoro Rivadavia, ella

se reunió con 3 pacientes: uno está amputación, el otro era quemado y el otro que tenía una

herida de bala. Y ella puedo reencontrarse porque eran de esa zona, donde ella vive. 

(https://www.infobae.com/sociedad/2023/11/06/los-tres-veteranos-de-malvinas-que-se

reencontraron-con-la-enfermera-que-curo-sus-heridas-en-el-hospital/)

SE: claro, se los tenían que encontrar. Porque antes no eran tan normal pasarse un contacto.

ER: nooo. Y yo lo siento tanto, porque no tenemos fotos. No tenemos nada con ellos. Una

que nos prohibían (nosotras no podíamos llevar máquina de foto), y otra que no se usaba

como ahora. 

Incluso no nos dábamos cuenta de lo que realmente vivimos. Porque muchos años no se

habló de nada. 

SE: Te pasó eso? En esa época no hablaste de eso con nadie?

ER: con Nadie. Ni siquiera mis hijos. Ni a mi marido, que también es militar. Hasta…que

empezaron a llamar a los veteranos para hacer notas.

SE: ¿ni siquiera entre ustedes, de reunirse para hablar del tema?

ER: no, nada. Era algo que estaba adentro, que nadie lo hablaba.

SE: ¿tampoco tuvieron contención ni terapias?

ER: No. Solo recordar todo lo que vivimos… ”Ver las amputaciones de los chicos

jóvenes…era…un dolor tremendo. Era un dolor en el alma. La guerra es solo tristeza y dolor.

No entendés por qué tanto sufrimiento pobrecitos. De ambos lados, claro.

SE: ¿tuviste contacto con enfermeras inglesas?

ER: inglesas no, pero seguimos en contacto entre nosotras. Y hace poquito estuvieron acá en

Tandil, que fuimos a comer a la casa de Héctor Murúa (Presidente del Centro de Veteranos

Islas Malvinas de Tandil). Con Héctor estuvimos en Bahía Blanca. Nos veíamos siempre y

nunca hablamos del tema. Yo creo que él se enteró acá que yo había atendido heridos de

Malvinas. 

Yo digo siempre, no estuvimos en Malvinas, estuvimos en Campo de Mayo, con los heridos

de la guerra. Asique en una partecita de la historia de Malvinas, estamos. 

SE: ¿tampoco hubo para eso heridos un acompañamiento psicológico, del estrés

postraumático?

ER: Eso fue tremendo. La parte psicológica a afectado a muchos. Ni se pensaba en eso en ese

momento, ni sabíamos.  

Nosotras maduramos, del colectivo que fuimos con esa alegría a cuando vinimos que no

volaba una mosca. Ni hablar de nada queríamos. 

SE: ¿Y de ese primer día, alguna no quiso volver?

ER: la única que se quiso ir fui yo (se ríe). Pero el segundo día ya me fui con más ganas, a

pesar de lo mucho que me afectó. 

SE: ¿y quedó en tu vida como algo traumático, por ejemplo, soñás con eso?

ER: no. Pero si, cada vez que yo me acuerdo de ese primer día…siempre, siempre se me

quiebra la voz (se emociona). 

SE: ¿y después a qué te dedicaste, seguiste siendo enfermera?

ER: si, después nos recibimos y mi destino pedí en Corrientes, porque yo soy de Reconquista,

Santa Fe. Entonces me fui a Corrientes. Ahí seguí 2 años. Después me fui a Bahía. Ahí conocí

a mi marido, formamos una familia, tuve una hija. Después nos fuimos a Rio Gallegos, tuve

un hijo. Y ahora acá estamos todos, y gracias a Dios y la Virgen, acá en Tandil tengo un

hermoso nieto, que tiene 7 meses. 

Y lo que te quería decir también, que en la Sargento Cabral, allá en Buenos Aires, tenemos

nuestra Placa. Nos han reconocido. Tenemos una Placa con todos los nombres de las

enfermeras que estuvimos en esa primera promoción. También nos han hecho homenaje en

el Estado Mayor, como enfermeras. Fuimos la primera promoción de enfermeras del Ejército

en el país. Asique ahí nos juntamos también con muchas chicas.

Y ahora sí, cuando nos reunimos empezamos a hablar de ellos. Yo no me acuerdo los

nombres, pero hay chicas que han hecho una lista y la guardaron. Yo todo eso lo dejé. 

SE: ¿y de Santa Fe a Buenas Aires cómo llegaste, dónde te quedabas?

ER: ellos nos daban la comida y el lugar. Yo no conocía Buenos Aires, y era bastante miedosa.

Y tenía una amiga, a ella le iba rebien, y entonces me dice que me vaya a Buenos Aires.

Al principio los fines de semana me iba a la casa de ella, pero después no. Me dio mucho

miedo, me debo haber ido una o dos veces.

Porque ponele, me quedaba sábado y domingo, y ya el lunes temprano que teníamos que

estar ahí. Me quedé a vivir ahí, ni salía. Las del interior nos quedábamos, porque había

muchas chicas que vivían ahí en San Miguel. 

Yo vivía con dos chicas del interior y nos quedábamos ahí, estudiando, arreglando la ropa.

Para mí era normal estar entre militares, mi hermano, mis tíos, mis cuñados, la mayoría

militares.

Y después seguí mi carrera hasta Principal, en Principal me retiré acá en Tandil. Yo estaba en

cardiología acá en el Ejército. Los otros destinos estuve siempre en quirófano. En Río Gallego

en quirófano, operaban muchísimo.

SE: ¿Cuándo empezaste a encontrarte con Veteranos de Malvinas y compartir tu

experiencia?

ER: Del grupo de las chicas, las que están en Buenos Aires ya empezaron a hablar en las

escuelas. Se organizaron más. Se reunían entre ellas. Hasta que una viene a hablar en Tandil

y ahí me animé también yo. Y ahí también lo encontré a Héctor, que me dio acompañamiento

en las charlas. Me invitó a la hablar en la Escuela Granja. Después las chicas del Municipio

me hicieron una entrevista (https://www.instagram.com/reel/C5THbFCgp5-/?igsh=YjB0aGJsc3h0anBs)

SE: ¿y además de esa compañera de Comodoro, otras también estuvieron en contacto con

esos pacientes?

ER: si, hubo una que hasta se casó un paciente que estaba amputado. Y ahí estaban en

contacto en el sur, que se reúnen ellos. Porque claro, tenían más o menos la misma edad. 

Yo me siento orgullosa de haber estado con ellos, siempre digo. 

SE: es que ustedes les salvaron la vida a más de uno, y no solo por las curaciones físicas sino

por toda la contención que les dieron. Muchos de los no la tuvieron fueron los que se han

suicidado. Un honor conocerte y poder hacerte esta entrevista. 

ER: si, siempre los recordaremos.

SE: ¿y una vez que se recibieron, continuaron teniendo formación militar dentro de la

Fuerza?

ER: si. Por ejemplo, en Río Gallego vivíamos haciendo ejercicios en el terreno, con ese clima

tan complejo. Nos preparaban para una guerra. Ahí vivíamos haciendo ejercicios de heridos,

de traslados. Había muñecos y compañeros que teníamos que vestirlos, asistirlos en ambulancia, llevarlos a quirófano, hacerle lo que le teníamos que hacer. El ejercicio era muy real. Se usaban tripitas de pollo, chorreabamos sangre con colorantes, te preparaban re bien.

Era muy bueno, ir al campo, al terreno, prepararnos con el helicóptero también, simulando

traslados. Era toda una cosa….porque empezaban los bombazos asi…y había que hacer todo.

Teníamos que actuar ligero y éramos evaluados también. Iban de Buenos Aires a Río Gallego

a evaluar esos ejercicios. 

SE: y todo lo que tiene eso de un trabajo en equipo, no?

ER: tiene que estar todo bien organizado. Y eso es práctica. Nos íbamos a las 5, 6 de la

mañana al terreno, volvíamos a las 6 o 7 de la tarde. Practicando, practicando, hasta que

llegaba el día en que teníamos que demostrar lo que hemos aprendido.

Eran muchos días y muchas cosas. Porque primero armar las carpas, en ese terreno que no

te entraba una estaca ni un clavito. Después, se volaba todo. A veces lloviznaba o volvíamos

de noche. 

Por eso yo llegué Principal y me retiré, para dedicarme a mi familia. Y gracias al Ejército, la

institución, tengo una hermosa familia y tuve una hermosa vocación de ser enfermera y

orgullosa de haber estado con los héroes de Malvinas.

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