Secretaría de Extensión (SE): ¿Luis, donde estabas cuando en Argentina se empieza a hablar de una Guerra en Malvinas?

Luis Alberto Gallinal (LG): yo estaba en la Armada, embarcado en el Destructor Misilístico Hércules, desde la base naval de Puerto Belgrano. Cuando nosotros nos enteramos qué íbamos navegando para Malvinas, fue al segundo día de estar navegando.

SE: ¿qué edad tenías en ese momento?

LG: tenía 21, cumplí los 22 en plena guerra. Cumplo los años el 14 de Mayo, asique estaba en pleno Conflicto. Soy clase 60’.

SE: ¿habías elegido hacer carrera militar?

LG: yo había hecho la escuela secundaria y en esa época se hacía el servicio militar. Sabía que terminaba la secundaria y tenía que hacer el servicio militar, ya había pasado el sorteo, no estaba exceptuado y que era un año perdido económicamente. Y un amigo de mi papá que había estado en la Armada, que era peluquero, siempre me aconsejaba: “entrá, no te vas a arrepentir, te va a gustar”. Asique me decidí. De todas maneras, ya algo de sangre militar había porque yo me crie dentro de militares: mi papá era empleado civil del Ejército. Yo me crie en el Haras General Lavalle. Asique ya sabía lo que era la vida militar.

Y después había visto proyectos, formaciones y me gustaba la Armada, asique me decidí. Yo sabía que si  ingresaba en la Armada, juraba a la Bandera estando como alumno. Y si a mí no me gustaba, al año me podía ir y ese año no lo perdía, porque al ser alumno yo ya tenía un sueldo, un ingreso. En cambio como soldado tendría un ingreso pero mínimo. A parte, si a mí me gustaba podía seguir y tener una carrera.

De todas maneras entré cuando terminé la secundaria porque yo intenté ingresar en la Armada dos años antes. Me anoté y me presenté en Mar del Plata, en la Base de Infantería Marina y no pude entrar por un problema que tenía en un pie. Lo que pasaba en ese momento es que había demasiados inscriptos para ingresar y buscaban cualquier cosa para rechazar.  Pero bueno…como me gustaba seguí con la idea y lo intenté un par de años después e ingresé.

SE: ¿naciste y viviste en Tandil?

LG: si, hice el secundario en la Escuela Técnica 2 Felipe Senillosa. Como yo ya estaba decidido que quería entrar, entonces me anoté en la Escuela de Suboficiales, en la Escuela de Mecánica y como terminaba la secundaria, me anoté también en la Escuela Naval, en Río Santiago, cosa que si no entraba en una, entraba en la otra.

Asique me presenté en la Escuela Naval y había 3 materias…no me acuerdo, creo que inglés, matemática y física, que eran eliminatorias. Y a mí me fue mal en física por lo que no puede entrar. Entonces entré en la Escuela de Mecánica, en el año 79’.

SE: insististe de todas las menas posibles hasta que pudiste entrar.

LG: exacto, asique hice el “PSP”, que es el Pedido Selectivo Preliminar, que es un mes donde pasas de todo, que es lo más duro. Es donde te prueban, te filtran, para saber si tenés condiciones, si te gusta o fuiste por un capricho o para irte de tu casa. Prueban si realmente estás por vocación o no. Asique bueno, pasé ese mes, hicieron los exámenes de ingreso, que era un test a cada uno y de acuerdo al rendimiento en ese test nos daban las especialidades. Yo tuve la suerte que me fuera bien en el test ese y me tocó “recuso de operaciones” que era Comunicaciones-radiotelegrafista. Entonces hice el curso de dos años de esa especialidad y después nos daban el destino.

SE: ¿y en ese destino, a dónde se suponía que iban, en primera instancia?

LG: el destino mío en ese momento fue el Destructor Hércules, que era un buque que era un poco “la niña mimada” de la flota. Te estoy hablando de los 80’, cuando ese buque había llegado el país en el año 77’, era un buque nuevo. Entonces era un poco “el premio” a los que teníamos buenas notas, buena conducta y demás.

SE: ¿y cómo fue que terminan en Malvinas?

LG: el Destructor Hércules, como todos los demás, pertenecía la Flota de Mar. La Flota de Mar anualmente se organiza con un cronograma de navegaciones de adiestramiento. Nosotros habíamos estado navegando en el mes de Marzo, en una etapa normal de las de flota, pero volvimos a puerto antes de la fecha que estaba prevista. Cuando llegamos a puerto nos encontramos con mucho movimiento: tropas y en el buque de desembarco, que era el San Antonio –el buque de desembarco que llevó las tropas a las Islas- estaban cargando camiones, cocinas de campaña, Jeeps, de todo. Había un movimiento fuera de lo común.

SE: pero nadie les dijo nada…

LG: nada. Veíamos movimiento fuera de lo normal pero no nos decían nada. Nosotros siempre pensamos que tenía que ver con el problema que ya había con Chile. Ya en el año 77’ había habido un casi enfrentamiento, por lo que estimábamos que era eso.

Asique enseguida se procedió a cargar combustible, víveres y todo lo necesario para varios días de navegación. A cada uno de nosotros nos hacían hacer “poderes” para que algún familiar cobrara los sueldos. Hicimos todo eso y zarpamos el 28 de marzo pero siempre pensando en un conflicto en el Sur, pero con Chile.

Y al tercer día de estar navegando, nos comunican por el difusor del buque (un micrófono con parlantes en distintos lugares del buque), habla el Comandante y nos explica que nos estábamos dirigiendo hacia las Islas Malvinas, que se iban a recuperar las Islas y que la idea era tomarlas con la menor cantidad de bajas posibles, que la idea era que no hubiera heridos, sobre todo de la parte de los ingleses.

En ese momento nos enteramos nosotros a dónde estábamos yendo. Después de terminada la guerra vimos un video de un satélite norteamericano donde se veía el rumbo que teníamos nosotros (el Hércules, el Santísima Trinidad y el San Antonio) yendo a las Islas. Ellos sabían y nosotros no.

SE: ¿y te acordás la sensación de ese momento cuando les dicen que inicia una Guerra con Malvinas, con los compañeros, qué se decían?

LG: sabíamos a lo que nos exponíamos. En sí, no había miedo. La mayoría éramos chicos jóvenes, y sentíamos orgullo de estar participando de algo que iba a ser parte de la historia. Había algo de inconciencia también de lo que podía llegar a pasar.

Estuvimos navegando y fueron días difíciles por el clima. El tema climático nos jugó muy mala pasada. En sí, el desembarco en las Islas estaba previsto para un día antes, pero se demoró todo por el gran temporal. Era una tormenta tan grande que no se podía avanzar. Hubo que navegar partes como volviendo, o atravesando. Por ejemplo el San Antonio tuvo problemas de pérdidas de tanques de combustible o de aceite porque se movía tanto todo que se soltaban las amarras.

SE: ¿cómo fue cuando llegaron a las Islas?

LG: llegamos a Puerto Argentino el 1°, a la noche, a última hora. Y estaba todo previsto que iba a empezar a la 1 de la madrugada. Asique cada uno nos fuimos a descansar –los que no estaban de guardia- y después ya a la una de mañana se tocó la alarma de combate para cada uno ocupar su puesto hasta que se produjo todo el desembarco. Todo hasta que amaneció, eso fue a la mañana y ya quedaron las Islas tomadas.

De todas maneras nosotros nos quedamos hasta la tarde, del buque nuestro no desembarcó nadie. Nosotros nos quedamos en el barco y si se desembarcó al médico cuando empiezan los primeros heridos, que lo liberan al Capitán Giachino. El buque nuestro tenía helicóptero, asique desembarcan al médico, Dr. Rosas, para socorrer heridos y demás, para llevar que precisaban sangre y medicamentos para las primeras curaciones. Que ahí yo sin estar, puedo decir que dejé sangre en Malvinas porque necesitaban voluntarios para donar sangre para asistir a los heridos.

Y después ya casi a las cuatro, cinco de la tarde, una cosa así, cuando ya quedaron las islas tomadas y todo lo ordenado, emprendimos el regreso.

SE: con las Islas recuperadas, tenían un sentimiento de “gloria”?

LG: si, todos felices por cómo había terminado.

SE: ¿los heridos en buque regresaron?

LG: algunos creo que vinieron en el Santísima Trinidad, que fueron los primeros que desembarcaron porque era el que llevaba el Grupo Comando. Fueron los primeros en desembarcar y los primeros en actuar. Después cuando las Islas estaban aparentemente tomadas, desembarcan desde el San Antonio todas las tropas y pertrechos. Y nosotros nos quedábamos de apoyo para guiar los aviones desde continente hasta las Islas.

Ara San Antonio

SE: ¿podían hacer bien esa comunicación, con el equipamiento y con el clima?

LG: calculá que el Destructor Hércules era el buque gemelo de la Sheffield, los dos habían sido construidos juntos. Asique tecnología teníamos. Es más, el cañón que tenía la Sheffield era el que correspondía al Hércules, pero como tenía prioridad de terminación ese cañón les quedó a ellos. Igual la Sheffield tenía mejor tecnología porque habían llegado a hacerle todo el mantenimiento. A nosotros, por ejemplo, ese año 82’ nosotros teníamos que irnos que a Inglaterra, porque cada 5 años había que hacerle mantenimiento al buque, y eso era un año en Inglaterra, para hacer todo lo que ya le habían hecho a la Sheffield. Nos faltó actualizar el sistema de comunicaciones, de armas, de contramedida, o sea, todo lo electrónico.

La Santísima Trinidad era la otra similar al Hércules. Pasa que la Santísima Trinidad había sido construida acá y se llevó después a Inglaterra para la puesta a punto de todo el sistema de navegación, de armas y todo.

En el momento de la guerra, el comando más antiguo –en jerarquía- fue embarcado en el Santísima Trinidad, por eso fue buque Insignia de la Toma.

                                                                                                                                        El Destructor ARA Hércules (B-52)                     

Destructor HMS Sheffield (D-80)

                                                                                     ARA Santísima Trinidad

SE: claro, porque fueron los primeros

LG: y nosotros una vez que quedó todo tomado ya nos volvimos para Puerto Belgrano.

SE: cómo fue haber estado en ese momento en la Toma?

LG: si bien nosotros salíamos a cubierta y veíamos las Islas y todo, estábamos a una distancia que no permitía ver en detalle lo que sucedía.

SE: ¿ni tampoco podían recibir ningún tipo de ataque, al menos desde tierra no?

LG: no. No, porque tampoco ellos no tenían armamento para un ataque de esos. En un momento nosotros estuvimos a punto de tirar con el cañon porque en el faro de la Isla, había mayor resistencia –se habían ido ahí por la ventaja de estar en altura- no se rendían. Pero en ese momento resignaron la actitud y se entregaron por lo que no hubo necesidad. Asique después de eso ya volvimos para continente.

SE: ¿y qué hicieron con los soldados rendidos ingleses?

LG: se quedaron ahí. Con nosotros no volvió nadie. Y nosotros volvimos a puerto, toda la maniobra de cargar combustible, víveres y todo lo necesario, estuvimos un par de días y salimos otra vez a navegar. Y el que salió en ese momento fue el Portaaviones 25 de Mayo. Entonces en un primer momento éramos custodia del Portaaviones, porque en un principio los ingleses creían que los aviones que los atacaban a ellos despegaban del portaaviones (y nunca fue así, siempre fue desde tierra). Hasta que los “hermanos” chilenos le pasan la información desde que aeropuerto estaban despegando los aviones (Rio Grande, San Julián y toda aquella zona de donde salían los aviones). Entonces cuando les pasan esa información, ya no tenía sentido custodiar al portaaviones. Asique el portaaviones se volvió a puerto y nosotros seguimos navegando haciendo “patrullaje costero”.

                                                                                                                                      ARA 25 de Mayo

SE: ¿cómo fue custodiar al portaaviones, estar en “estado de alerta”?

LG: nosotros íbamos navegando para el sur y nosotros veíamos en la pantalla del sonar (como un radar, pero que toma abajo del agua) siempre el “eco” de un submarino. A dónde íbamos sentíamos ese eco. Íbamos para el Norte y sentíamos ese eco (el eco es lo que detecta el sonar y aparece un punto en la pantalla). El submarino venía a la par nuestra siempre, porque en ese momento el Hércules y el Trinidad eran los dos buques más temidos porque eran los más modernos: los que tenían misiles, tenían buen equipamiento, tenían autonomía, velocidad y montón de cosas que por ahí los buques más viejos. Entonces era lo que más les preocupaba a ellos, y aunque más viejo, el Crucero (Gral. Belgrano) también presentaba un riesgo por la cantidad de cañones que tenía, sin desmerecer al resto de la flota que también cumplió con creces las tareas encomendadas.

Lo del Crucero, creo fue más un “tirón de orejas”, en represalia por lo de la Sheffield, porque ellos nunca se imaginaron lo que les pasó. Esos buques son bombas flotantes. El Hércules tenía, por ejemplo, 28 tanques de combustible repartidos en toda la vuelta del barco. Eso de combustible de las turbinas. Más el combustible del helicóptero, cañerías de vapor, aceite con temperatura. O sea, que te peguen donde te peguen siempre va a generar un explosión en cadena. Después tenés las santabarbaras de armas, donde están los misiles, había torpedos, más las bombas de profundidad. Asique pegaran donde te pegaran, aunque siempre van a apuntar al centro, hacen desastre.

Interior Destructor Hércules (fuente Taringa)

Si vos te fijás, el impacto en la Sheffield, fue en el centro. Sin embargo vos lo veías después y el fuego salía por la proa, por la popa, por todos lados. Aunque el disparo fue en el centro, a la altura de la línea de flotación. Pero una vez que se inicia el siniestro, no lo controlás. Por más que vayas dejando estancos y compartimientos, es imposible detenerlo. La temperatura es tan grande que hasta el hierro se derrite. Por eso que lo único que queda es el abandono, en balsas. El tema es llegar a donde están las balsas.

Por ejemplo, donde yo dormía, el dormitorio que se llama “sollado” en el buque, estaba casi en popa, y bajo la línea de flotación. Si hay una explosión para llegar hasta la cubierta principal, tenés que pasar dos cubiertas, imposible. Además abajo del sollado donde yo estaba, estaba el tanque de combustible JP1 del helicóptero.

SE: asique dormían bastante intranquilos…

LG: en general eso ni se piensa, se lo toma como un trabajo normal. Estábamos intranquilos con el eco del submarino que estaba a la par y había momentos en que se acercaban los aviones. Entonces había que cubrir el puesto de combate por las dudas porque no sabíamos si venían a atacar o venían a explorar donde estábamos. Era todo vivir en tensión y a las corridas: por ahí estabas almorzando o cenando y sonaba la alarma de combate y había que cubrir cada uno su puesto y dejar lo que estabas haciendo. Por ahí te ibas a duchar y justo sonaba la alarma. Después teníamos un “mini equipo armado”, que era un paquete, con el salvavidas, con una muda de ropa seca, pastillas para el mareo, barras de chocolate y cosas así para supervivencia. Entonces a donde ibas, ibas con eso colgando.

Había momentos en que era medio desgastante la situación, porque vivías en tensión. Eso cuando estábamos más en aquella zona. Cuando estábamos en Puerto Madryn o acá ya era más tranquilo.

SE: ¿cuánto tiempo estuvieron navegando en la zona?

LG: estuvimos navegando algo de 66 días. Entramos el 25 de Mayo al puerto a cargar víveres y demás, que hubo una ceremonia por la fecha y después volvimos a navegar. Porque mientras había víveres a bordo se hacía la maniobra de reaprovisionamiento de combustible en navegación desde el buque cisterna. Después había cosas de momento o urgencias, correspondencias y ese tipo de cosas, que se hacían con el helicóptero que iba a tierra.

SE: ¿recibiste cartas?

LG: recibíamos cartas a medias, porque pasaban por la “censura naval”, que se llamaba en ese momento, que las abrían a todas. Tanto las que nosotros recibíamos como las que enviábamos. Las leían a todas. Todo lo que a nosotros nos pudiera afectar a la moral o lo que sea, todo eso lo tachaban. Las tachaban todas con marcador negro. Y lo mismo si nosotros mandábamos algo que dijera que la podíamos estar pasando mal o dónde estábamos, también llegaban a los familiares abiertas con “sello de censura naval” y tachado todo.

Y en algún momento nos llegaron, de las grandes donaciones que hubo, algunos atados de cigarrillos. En el caso nuestro, fue lo único que recibimos, cigarrillos nada más.

En mi caso, me habían tocado no sé si dos atados de cigarrillos…encima Jockey C. que a mí no me gustaban, pero bueno…era lo que había. Como ser, el buque tenía cantina, y el cantinero que era civil también se embarcó. Pero llegó un momento después de tantos días y éramos tantos que no tenía cigarrillos. Asique era bienvenido lo que venga. Yo en ese momento fumaba. Si bien nos teníamos que medir, porque yo gracias a Dios no sufría el movimiento del mar que me descompusiera, entonces me daban ganas de fumar. Pero por ahí prendía el cigarrillo y tenía que salir corriendo o apagarlo porque al lado mío capaz que había uno que se descomponía más. Había que esperar los horarios de no estar de guardia o no hacer nada, que pudiera salir a cubierta y fumar ahí.

SE: ¿cuándo vuelven?

LG: para nosotros la guerra terminó unos días antes. La guerra termina el 14 de junio y para nosotros termina una semana antes. Porque íbamos navegando para el sur, con la Santísima Trinidad adelante, en el mismo rumbo y agarramos un bajo fondo, como si fuera una piedra, una isla o algo bajo el agua que no figura en la carta de navegación. El buque se escoro a estribor y queda inclinado. Fue un momento de no saber qué pasaba, que fue ruido a metal, como un raspón. Y no se sabía que era. Sonó la alarma de combate, salimos todos a ocupar el puesto, sonaba la alarma de control de averías. Fueron segundos que parecen eternos hasta el buque volvió a enderezarse y quedar normal. Ahí se pararon máquinas. En ese momento bajan los buzos para hacer una inspección, evalúan daños y ven que un eje se habían barrido las hélices y el otro se había torcido. Asique ahí se decidió volver, incluso se habló de traerlo a remolque pero pudimos volver navegando despacito. Entramos a “dique seco”, que se llama a eso a sacar el buque del agua, como si fuera una pileta que tiene una cara que se abre y ya para nosotros se terminó la guerra.

Asique yo volví a mi casa el 7 de junio, una cosa así, desde que yo había estado la última vez como a fines de febrero.

SE: ¿te acordás como fue ese día en tu casa? Llegar y ver a tu familia…,

LG: y…fue sorpresa total. Llegué a mi casa y estaba mi mamá sola, mi papá hacía muchos años que había fallecido. Mi hermana casada no vivía ahí. Mi mamá estaba sola.

SE: ¿ella sabía que ibas? Le habías podido avisar?

LG: no, porque nosotros si queríamos hablar  por teléfono teníamos que ir a una central telefónica y pedir por operadora. Me vine en micro Río P. que venía desde Bahía Blanca para Tandil. Y llegué de sorpresa.

Fue toda una emoción, lágrimas…gritos, de todo. Porque mi mamá lo que menos se esperaba es que yo fuera a llegar. Cuando llegué y golpee la puerta de mi casa se encontró conmigo en la puerta. Asique fue una emoción muy grande.

SE: ¿te acordás mientras estaban navegando qué información les llegaba a uds de lo que estaba pasando durante la guerra?

LG: por ahí como yo estaba en comunicación me enteraba antes que el resto. Me iba enterando de cosas que iban pasando pero que quedaban ahí adentro. Nosotros habíamos hecho un juramento que todo lo que viésemos o escucháramos no podía salir de la central de comunicaciones. Si bien todo se manejaba cifrado, cuando recibíamos esas comunicaciones era “no hablada”,  o sino por radio teletipo (el morse tampoco ya se usaba). La radio teletipo es como si fuera una máquina de escribir o la teletipo de una agencia de noticias. Un equipo transmite desde una base y otras estaciones reciben y el 90 % de las cosas llegaban todas cifradas en caracteres en grupos de 5 letras. Eso después la máquina cuando lo va recibiendo lo va escribiendo en papel y a su vez va largando toda una cinta de papel con perforaciones. Esas perforaciones después se llevan a una máquina que descifra, que es todo un proceso de claves y demás. Y todo lo que entraba cifrado salía escrito como el mensaje original.

Teletipo Siemens T1000

En el caso particular me tocó recibir el mensaje con el hundimiento del Belgrano y coincidencia…el del listado de sobrevivientes. Fue fuerte porque justo coincidió, con que yo hacía “guardia de difusión” que se llamaba, que era recibir todo sobre el tránsito marítimo, el movimiento de buques que hay en la costa. Y fue duro porque todos teníamos conocidos, todos eran camaradas, compañeros de cursos, de promoción. Y era fuerte y duro porque no podíamos salir y decir los nombres.

Después recibíamos la información de la agencia de noticias. En ese momento Télam, que tenía el mismo sistema de información que nosotros. Asique yo lo recibía y lo íbamos imprimiendo, que son las mismas notas que iban saliendo en los diarios y otros medios. Entonces armábamos “el diario” que eran unas hojas que nosotros imprimíamos y se buscaba casi siempre poner noticias deportivas, el mundial en ese momento, noticias que no afectaran la moral.

SE: ¿se decía que quien tenía más noticias de lo que pasaba en Argentina eran los medios uruguayos, era así?

LG: en mi caso pasó algo curioso. Yo estaba en el destructor Hércules, y un día derriban un avión Hércules y en ese momento el periodista uruguayo Rousselot, dijo que habían hundido al Hércules…Y esa noticia trascendió. Por suerte mi mamá no la había escuchado. Pero una vecina escuchó y fue enseguida a mi casa…y le contó a mi mamá, que se angustió muchísimo. Pero ella recurrió a un amigo de la familia que era un suboficial del ejército y le averiguó que no era así. Que había sido un avión y no el buque. Pero habían pasado dos días o tres hasta que le llegó la noticia y se tranquilizó de nuevo.

Pero en sí, si escuchábamos Radio Colonia, Radio Nacional o Radio del Pueblo que era de acá. Nosotros por ahí estábamos más al tanto de lo que se hablaba porque escuchábamos por estar en esa especialidad.

SE: ¿y cómo fue después, cuando llegas a Tandil?

LG: nos dieron un par de días para que –los que podíamos (…porque otros que venían de muy lejos no les daba el tiempo)- visitáramos a la familia.

Porque si bien nosotros no podíamos navegar con nuestro buque, no sabíamos si en otro unidad podían solicitarnos. Teníamos que estar disponibles. Por eso los más cercanos pudimos ir, pero otros se quedaron en el puerto y sólo pudieron hablar con la familia.

Encima en ese momento, para poder ir a hablar por teléfono tenías que ir a la Central Telefónica o Entel, y eran horas de cola. Me acuerdo siempre, era un salón grandísimo lleno de sillas y estabas ahí esperando. Estaba la recepcionista que tomaba el número de teléfono al que querías hablar, con tu nombre y todo…y después a sentarte a una silla a esperar tu turno, que iba por orden de llegada. Eran horas de estar esperando porque además se congestionaban las líneas. Para Tandil a veces no tanto, pero a grandes ciudades como capital si, y tenías que esperar a que pudieran hacer esas llamadas.

SE: ¿entonces cuánto tiempo te quedaste en Tandil visitando a tu familia?

LG: estuve 4 o 5 días. Después otra vez volver a puerto. Pero a la semana siguiente ya terminó todo. Y nosotros nos quedábamos ahí esperando a los que iban volviendo.

SE: ¿querían volver a pelear en ese momento?

LG: yo creo que todos queríamos volver, hubiéramos vuelto y volveríamos. Yo creo que si le preguntás a cualquier Veterano si volvería, te va a contestar que sí. Al margen de lo que pasó…por la impotencia. Eso fue lo más duro. Porque si bien había lugares muy comprometidos, había otros lugares que todavía podían resistir más: el caso del famoso BIM 5. Lugares que si bien estaban escasos de munición, estaban en condiciones de resistir 3, 4 o 5 días más, que no sé si los ingleses hubieran podido aguantar. Eso, reconocido por ellos mismos. Si bien ellos niegan hundimientos de buques o averías (como el caso del portaaviones de ellos, el Invencible; o el armamento que tenía el Sheffield), reconocieron la valentía de nuestras tropas.

SE: ¿qué pasa cuando les confirman la rendición?

LG: nosotros ya estábamos en el lugar de destino, en el apostadero. Pero a todos fue como que nos trajeron “a oscuras” y nos “entraron por la puerta de atrás”.

Fijate que todo el “grueso” fue a parar a Puerto Madryn. Y a todos los esperaban con camiones y colectivos con las ventanillas cerradas. Les daban una ración de comida, los cargaban a todos y los llevaban al aeropuerto para despacharlos. Pero fue como traer a todos como escondidos, como por la puerta del fondo y con la luz apagada.

A partir de ahí…qué reconocimiento hubo…Qué se hablaba en el pueblo en sí… “eran los chicos de la guerra, los locos de la guerra, los maltratados”. Pero nunca nadie se ocupó de nada. Nosotros nunca tuvimos asistencia psicológica, nada de nada. Si bien nosotros no estuvimos en ningún lugar crítico, clave, como estar en las islas, no la tuvimos nosotros ni tampoco ellos. Los que estuvieron en el frente no tuvieron ningún tipo de asistencia.

Por ejemplo, yo pedí una Junta Médica en el 2014. Me llaman a una Junta Médica en el 2018 y pasó el 2021 no hay una resolución. Todavía ni sé qué dictaminó. dicha junta. A mí la radio me afectó un poco la audición y después todo lo psicológico.

SE: ¿te quedaste en la Fuerza haciendo carrera?

LG: no, me fui en el 84’ y volví a Tandil. Porque la imagen que yo tenía, que me había formado en la Escuela, en adiestramiento, ya no era la misma después de la guerra. Y después que económicamente no me convenía. Lo que yo ganaba de sueldo, si coincidía con los 4 fines de semana libre que podía viajar, el sueldo que yo tenía en el mes no me alcanzaba para viajar los 4 fines de semana. A mí me gustaba salir a navegar. Pero en 83’, 84’, nos daban días de vacaciones porque no tenían presupuesto ni para la comida. Nos daban licencia para tener menos gasto.

SE: ¿hablaban de lo que había pasado en Malvinas?

LG: pasaron un montón de años, porque no nos juntábamos. Recién con el paso de muchos años se formó el Centro.

SE: ¿cómo te vuelta a Tandil?

LG: tenía un amigo que en ese momento era jefe de personal en una Fábrica de acá (Tandil) y me consiguió trabajo. Pero al poco tiempo, la fábrica paró y me quedé sin trabajo. Y después no conseguía. Encima vos ibas y decías que eras militar o habías estado en la guerra y te miraban con recelo. Porque no sabían cómo estabas anímicamente.

En una oportunidad nos encontramos con Marcelo Zampatti (VTGM) en la plaza del centro, intendente Zanatelli. Los dos estábamos buscando trabajo. Estábamos en la esquina de Irigoyen y Pinto. En el centro de la plaza…se estaba realizando la ceremonia por el 2 de abril. Nosotros ni enterados, nadie nos había dicho nada. Para que te des una idea de qué desidia había. Y esto hasta el día de hoy. Fijate que recién ahora…aparentemente…vamos a tener una plaza. La plaza que hay ahora es una plaza prestada y así un montón de cosas.

El Centro de Veteranos se ha cansado de golpear puertas, de que le cierren puertas en la cara, de que le mientan. Para mí Malvinas es un tema que no hablo con casi nadie. Ni con mi familia. Es algo que está adentro, y que duele.

SE: Luis, muchas gracias por este testimonio! Por compartir esta experiencia que aunque dolorosa, forma para de la historia de nuestro país.

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