dagger en tandil 002Secretaría de Extensión (SE): César, donde estaba cuando se empieza a hablar de una Guerra de Malvinas en Argentina?

César Román (CR): Bueno, año 1982, yo pertenezco a la Fuerza  Aérea Argentina, actualmente tengo el cargo de Comodoro retirado, en ese momento tenía el grado de Primer Teniente, en el segundo año. Y estaba en Buenos Aires haciendo un curso, esto fue en marzo y principios de abril.

SE: Qué edad tenías en ese momento? Estabas casado? Tenía hijos?

CR: Tenía 30 años. Estaba casado, me casé en el ’80 y tenía un hijo de un año. Hoy tiene 34.

SE: Cómo recibe la información de la guerra? Qué le dicen en ese momento de lo que estaba pasando?

CR: Realmente, era un secreto muy grande por el tema de la situación. Cuando me entero estaba en el edificio Alas, en Buenos aires y ese 2 de abril a la mañana temprano veo muchísima gente con banderitas dirigiéndose a Plaza de Mayo, y prendo la radio, escucho…y yo me estaba afeitando para ir a estudiar y bueno…

SE: Y eso que ustedes estaban en la Fuerza…

CR: Pero bueno, fue el secreto que se mantuvo hasta lo último. Es más, fui al aula a donde estudiaba, eso fue el 2 de abril y estuve el 3, el 4, 5 de abril y lo único que hacían era entrar de tanto en tanto al aula, nombraban a alguno de los integrantes que estábamos -los camaradas de la fuerza- y le decían: “bueno, te necesitan de seguridad” y se levantaban y se iban. No sabíamos por qué.

SE: Nadie les informaba nada…

CR: Nada, nada.

SE: Y Uds. hablaban? Se acuerda en ese momento de preguntar a otros qué sabían?

CR: Hablábamos, pero era un comentario, como si uno viera un montón de gente pasando por la calle… y era eso… pero…

SE: pero en la radio dijeron que se había declarado la guerra.

CR: claro, exacto, bueno, con el transcurrir de las horas se empieza a comentar que fue la recuperación de las Islas Malvinas y bueno, todos contentos, por supuesto. Pero las habíamos recuperado, nada más, ahí terminaba todo. Porque la idea era avisarle al mundo que las Islas eran nuestras y volver a las negociaciones. Entonces ahí decíamos “Bueno, esto seguirá ahora por vía diplomática”, eso se creía a nivel de sociedad. Creíamos que hasta ahí llegábamos y nosotros  íbamos a seguir en otras actividades y serían los superiores los que nos dirían de acuerdo a los lugares, a las ubicaciones, si tendríamos alguna injerencia en el tema. Nada más.

SE: Cuándo cambia eso?

CR: Para mí, ya cuando el 5 o 6 de abril nos citan y nos ordenan que volvamos a nuestro destino, yo estaba acá en la VI Brigada y cuando llego lo primero que nos dicen es de preparar nuestras cosas personales: “mañana salen para el sur”. Nada más.

SE: No les avisan ni para qué ni nada.

CR: Nada, nada. Suponíamos que estaríamos custodiando fronteras. Y nos mandan a San Julián, un aeropuerto civil que se convirtió en la base de guerrilla.

SE: Cuántos van de acá?

CR: Alrededor de treinta pilotos.

SE: ¿Qué le dijo a su mujer en ese momento? ¿”Me llamaron para ir al sur”, así con esa tranquilidad? ¿O ya pensaban que podía pasar algo?

CR: No, muy tranquilo porque estábamos acostumbrados. Estábamos muy bien entrenados, que fue lo que en ese momento hizo la diferencia. Estábamos acostumbrados a despegar, lo que llamábamos “despliegue operativo”, y hemos hecho mucho vuelo con operativos, en  Río Gallegos, Comodoro Rivadavia, hacia el norte o el noroeste, entonces, fue un operativo más.

SE: Como una de las tantas campañas…

CR: Es más, yo ni siquiera fui volando en un Dagger, fui de pasajero en un Boeing de la Fuerza Aérea…

SE: Y cuando llegan a Comodoro Rivadavia ¿qué pasó?

CR: Había otro clima… había mucho movimiento de aviones. Había algo un poco más serio, pero seguíamos pensando que lo nuestro sería nada más eso, la parte de seguridad, pero no se nos ocurría que íbamos a Malvinas. Estuvimos ahí y teníamos nuestro tiempo de descanso, hacíamos deporte, un poco tranquilo.

SE. Como si hubieran estado acá en la base..

CR: Claro, había otros que estaba trabajando mucho más en la parte logística, de apoyo, hasta que después viene el tema que nos ordenan despegar a San Julián, en la provincia de Santa Cruz. Nos ordenan ir con todo el equipamiento, que se llaman “Escuadrones Aeromóviles”, se autoabastecen: salen de la unidad de origen, que es Tandil, van a otro lugar. Ahí tienen todo: el apoyo, el mantenimiento, los mecánicos, la seguridad, logística, todo. Y en San Julián los últimos días de abril ya estábamos haciendo incluso vuelos de reconocimiento ya sobre las islas, pero todavía no me entraba en la cabeza que íbamos a entrar en Guerra.

SE: Qué veían desde el avión? Buques? O nada?

CR: No, nada. Aprovechábamos el tiempo durante el día y empezábamos a ver más en profundidad la capacidad inglesa, de la flota. Entonces teníamos charlas, marinos que nos daban instrucción, más lo que estudiábamos nosotros, y habíamos empezado a recibir mucha información y ahí vimos que podía llegar a ser una guerra… porque el 2 de abril fue solamente la toma de Malvinas y después ya nada. A medida que pasaban los días sabíamos que la flota se venía, que estaban a tantas millas, que se venían acercando, y nuestros aviones que también hacían vuelos de reconocimiento, y ya la cosa se puso más…

SE: Se acuerda la sensación de darse cuenta de eso? De que se venía el enfrentamiento?

CR: La verdad que no, nos tomó muy de sorpresa. El punto de vista aéreo es distinto al de tierra que se preparan mucho más, y ni que hablar de los que estaban en la isla. Pero nosotros parábamos en un hotel, estábamos bien alojados, el día de trabajo empezaba bien temprano y ahí nos poníamos en situación.

SE: Podían dormir a la noche?

CR: Sí, sí. Eso fue hasta los últimos días de abril. El 29 de abril hubo una amenaza, una alerta… yo estaba en San Julián. Hubo una alerta, no sabíamos de qué, pero de un posible ataque a la base. No sabíamos si era para la parte aérea, hasta que llega un momento en que nos llega la orden de replegar con todos los aviones  a las bases. Nos vinimos para Tandil, para preservarnos. Nos quedamos acá… el 30 íbamos a volver y no pasó nada… El día 30 estábamos yendo a casa, día normal, fuimos a hacer las compras, al súper… el 30 íbamos a volver, pero el tiempo no estaba bien para volar, así que se pasó al primero de mayo. Y entonces el 1 de mayo nos vamos temprano para regresar a San Julián. Ese día despegamos, volvimos a San Julián con los Dagger, yo fui volando uno de esos aviones y habremos llegado allá tipo 10.30 u 11 de la mañana. Sin saber que íbamos a tener el bautismo de fuego…

SE: Cómo es cuando llegan?

CR: Llegamos y empezamos a recibir información de que ya hubo un ataque por parte de un Vulcan que tira 21 bombas en las Islas. Nos van comentando todo lo que estaba ocurriendo, nos ponen en alerta, sentados para despegar en tres minutos. Eso significa estar con todo el equipamiento todo listo, muy cerca de la cabecera de pista, para ponerse en marcha, acomodarse en la cabecera y despegar.

SE: Ese tiempo, esos tres minutos deben haber sido como millones de horas…

CR: Sí, porque nosotros estábamos por ahí dos horas sentados en las cabinas para despegar en tres minutos. Nos decían “pongan en marcha” y despegábamos y ahí nos decían para dónde. En una de esas alertas nos ordenan bajar del avión, bajamos, vamos al sector de operaciones y ordenan preparar la misión, que venia ordenada desde el comando de Comodoro Rivadavia, porque habían tenido contacto con las Islas, y porque había tres buques que se estaban aproximando a las Islas, bastante cerca, por decir 20 km. Y lo que estaban haciendo era aproximarse para ver qué respuesta, qué defensa tenían de las Islas, qué material había en la Isla. Se acercaban y veían que no, que no… porque en ese momento no había nada. Había defensas pero no del alcance que se necesitaba. Ellos lo que hicieron, desde la madrugada ya, tiraban a la Isla, primero porque así podían hacer algún daño bárbaro, pero más que nada para mantener a la gente sin dormir con tortura psicológica. Entonces de la Isla avisan a Comodoro Rivadavia, y de ahí a través de su comando ordenan a varias unidades que teníamos que hacer una misión, que teníamos un horario de ataque a tres buques, que estos estaban próximos a Puerto Argentino. Nos ponemos a planificar tres: capitán Dimeglio, primer teniente Aguirre Faget y yo. Y bueno, preparamos la navegación. El vuelo, que lleva su tiempo, y charla entre los tres, después era sin hablarnos por cuestiones de que al emitir nos detectaran, así que era todo con señas, y más que nada, ponernos de acuerdo antes del vuelo qué íbamos a hacer. Bueno, ordenan con tres tanques que era el máximo de combustible con lo que podíamos volar, eran tanques de 1300 litros externos, sumados a alrededor de 7400 litros porque el avión no tiene reabastecimiento en el aire así que tenés que ir y volver, sumado al peso del avión, más dos bombas de 250 kilos y cañones de 30 milímetros. Nos dan la orden, el lugar donde tenemos que ir y bueno, nos preparamos, nos equipamos, nos ayudaron… era la primera salida, la primera vez que íbamos a salir …

SE: qué decían en ese momento?

CR: Sabés que pasa, hay tantas cosas por ver en la planificación que no hay lugar en la mente para preguntarte si vas a volver después de esto, porque es perder tiempo. Íbamos planificando minuto a minuto, porque nos decían a qué hora teníamos que atacar: alrededor de las 16.30… de ahí para atrás se planifica el vuelo y ahí te da el momento en que te tenés que ir a poner el equipo de vuelo. No nos decíamos nada, cada uno pensaba hacia sus adentros. Nos saludaban, nos deseaban suerte, nos acompañaban. Cada avión tiene un mecánico para ayudarnos y hacer un control exterior del avión primero, y sí, ahí uno en el silencio, analizaba hacia adentro, cómo vendrá la mano y eso…y un poquito de temor tenía. Pero fue ese instante, después, cuando me senté en la cabina que me transformé. Cada uno tiene su forma de vivirlo, yo no quería tener ni una foto de mi mujer ni de mis hijos, era solo yo, no quería nada que me limite, nada para preguntarme qué estarían haciendo, o si volveré o no volveré. Me concentré en la preparación, y con el adiestramiento que teníamos, una vez que me senté al avión fue como decir… “ahora estoy cómodo, porque estoy en lo que siempre hice”. Tenía muchas horas de vuelo, estaba bien preparado y ahí me sentía seguro, con el caso, el equipamiento, amarrado con los cinturones, y guantes y empezar a hacer, una vez cerrada la cúpula, toda la inspección del avión y demás y estar listo para ponerlo en marcha…

SE: Y cuando salieron?

CR: Bueno, por suerte los tres pudimos poner en marcha los aviones y todo y despegamos. Y bueno, durante el vuelo, fue como si hubiéramos volado sobre Tandil, todo tranquilo, hermoso, cielo limpio, mucho sol y el silencio. Lo único que decíamos – íbamos formados en línea, el guía en el medio y los dos laterales- era “un poquito más atrás”, y con gestos. Entre los tres lo que hacíamos cada tanto era mirar: el guía miraba para un lado y los otros miraban también y nos indicábamos “cola libre”, es decir que no se estaba acercando ningún avión. Hicimos un vuelo en altura, más o menos 11 mil metros y la duración hasta las Islas fue de más o menos 45 minutos. Pero llegó un momento de estar volando a mucha altura, a unos 750 u 800 km por hora más o menos, antes de iniciar el descenso, que nos avisan desde Puerto Argentino, donde había un radar, que se nos vienen dos Harrier hacia nosotros. Entonces la escapatoria nuestra era buscar cuanto antes el descenso, un vuelo rasante, así que a esa altura la perdimos muy rápido, con ángulo muy pronunciado de picada y descendimos muy rápido… para que no nos detectaran los radares ingleses y que no les avisaran a los aviones de ellos. Estábamos muy cerquita de las islas, por debajo de las nubes, después de haber volado con ese sol hermoso, de golpe nos encontramos con todo oscuro, cubierto, vemos las rocas, ya era un ambiente diferente. Nosotros hicimos nuestra aproximación y teníamos un moca, que es el mínimo combustible que debíamos tener para, a partir de ahí, regresar de forma segura. Estábamos llegando a ese mínimo y teníamos que volver pero el guía dijo: “vamos a seguir un poquito más”, y seguimos, y una vez que pasamos una determinada altura alcanzamos a ver tres puntitos que eran los buques, así que bueno, “listo» dijimos. Nos asignó a cada uno un blanco, un buque y hacemos la aproximación a baja altura, muy pegados al agua, lo que más podía cada uno… y cerca del buque teníamos que levantar un poco de altura para que las bombas puedan caer e impactar… y así fue, los encontramos de sorpresa porque estaban cañoneándose con la costa y pudimos hacer un ataque. Excepto Aguirre Faget, que subió un poco el ángulo para poder tirar con sus cañones y ahí lo detectan y le tiran… y uno de los proyectiles que tiraron le dañó la antena que tiene debajo el avión, pero zafó… así que hicimos el ataque.

SE: Les dieron?

CR: De la costa nos avisaron que se vio con prismáticos, que uno estaba humeando y se fueron. Así que regresamos y fue un ataque importante nuestro… porque no volvieron hasta el 21 de mayo. Porque ahí vieron que no eran invulnerables, ellos nos subestimaron. Ese día querían recuperar las Malvinas, por el ataque furioso que hicieron con Vulcans, con helicópteros, con aviones, y querían terminar lo antes posible. Imaginate, con semejante distancia que estaban….ellos querían terminarlo YA. Así que les complicamos un poco bastante, los tres regresamos. Al regreso… ya estábamos ascendiendo para volver, yo no escucho y ellos dos sí, que desde Puerto Argentino otra vez avisan que venían otra vez los Harrier para nosotros, entonces los otros dos buscan el vuelo bajo de nuevo, para evitar que nos ubiquen. Yo no escuché así que seguí solo hacia arriba, y es más, yo los veo que se van y les comento: “veo dos aviones pero se están yendo…” y en realidad eran ellos. Yo seguí con mi vuelo en altura… desde el radar de Puerto Argentino nos iban diciendo a que distancia estaban los Harrier… a 20 millas, 18 millas, 15 millas, pero por suerte teníamos mayor velocidad y logramos separarnos, además nos seguían bastante, hasta que llegó un momento en que avisaron que nos abandonaron en la persecución. Y nos vimos cuando estábamos al final de la Pista de San Julián. Ahí me piden a mí, por tener más combustible ya que no había hecho el vuelo rasante, prioridad para aterrizar ellos primero… así que ahí nos encontramos… volver los tres….

SE: Cómo fue “llegar”?

CR: Más que nada era la tensión del vuelo y el volver a vernos, porque no sabíamos si íbamos a volver a vernos. Nos abrazamos, más los que nos venían a recibir… si había una botella de algo, se abrió la botella y la tomamos..

SE: Les temblaban las piernas…

CR: Sí, hablando de eso, yo no me di cuenta en ese momento, pero el avión tiene una escalerita, no muy cómoda, y un mecánico me dijo: “yo lo salvé de que se rompa la pierna”, «- por qué?», -“Porque cuando estaba bajando estaba temblando tanto que le acomode la pierna en los escalones…”, – yo no me acordaba… Y fue todo, la tensión, a la vuelta descargamos todo… fue como festejar una Navidad, un Año Nuevo…. Los abrazos, estábamos transpirados, fuimos a la sala de inteligencia, derecho, cada uno en forma individual, para contar y responder preguntas, porque es lo que uno se acuerda en ese momento… después pasan las horas y te olvidas… el vuelo rasante fue lo que no salvó.

SE: Esa técnica ya la habían practicado?

CR: Sí, pero con la diferencia de que la Fuerza Aérea no estaba preparada para tácticas aeronavales sino para tierra, siempre, todas las veces que hemos planificado vuelos era hacer blancos sobre pistas, sobre puentes, rutas, búnkers.

SE: Así que fue casi una improvisación

CR: En realidad estábamos preparados pero no para volar sobre mar… es muy difícil sobre todo cuando el agua esta calma porque uno no tiene sensación de altura, no tenes referencia.  Podes volar a 20 metros o a 100 y vas a estar equivocado. Así que es un vuelo muy difícil. Sobre todo a baja altura, no te podes descuidar porque con la velocidad que tiene el avión, el comando es muy sensible, y en dos segundos podes impactar en el agua. Pero bueno, sin haber volado en el mar volamos mucho en el continente, en las prácticas, y hemos hecho vuelos bajos también. Eso ayudaba mucho.

SE: De hecho dicen que en los aviones se podía ver la sal del oleaje

CR: Claro, a nosotros eso no nos afectó tanto porque volábamos uno diez o doce minutos de vuelo rasante, pero había otros que volaban mucho más como el caso de los A4 que tenían reabastecimiento en vuelo y podían volar más tiempo a baja altura… y se les pegaba la sal y una vez que se secaba llegaba un momento que ni siquiera podían ver bien.

SE: Le tocó volver a volar a las Islas?

CR: Sí, sí, yo tuve ocho vuelos en total, y del sistema Dagger sin quererlo fui el que tuve mayor cantidad de horas de vuelo, por las misiones, pero bueno, no lo pedí.

SE: Cambia un poco la perspectiva después de lo anterior, en el resto de las misiones?

CR: Teníamos cada vez más conocimiento de nuestro enemigo. Es más, hasta el 1ro de mayo nosotros decíamos que nuestros aviones, al tener mayor velocidad podían esquivar los Harrier y escaparnos. Pero ya el 1ro de mayo derribaron dos Mirage: un Mirage 5 Dagger, que lo derriba un combate con los Harrier, con un misil, y el M 3 que lamentablemente son cosas de la Guerra, es derribado por fuego amigo, por haberlo confundido, en la aproximación, porque en realidad Puerto Argentino, Malvinas en sí, donde estaban las bases, había mucho material de defensa, y era zona prohibida de vuelo, no podés volar. El que entraba en esa zona lo bajaban. Era un piloto que era muy bueno, que había estado combatiendo con un Harrier, y consumió mucho combustible. A otro compañero mío lo habían derribado, él logra eyectarse y hoy vive, y el otro, García se comunica con Puerto Argentino y dice que quiere aterrizar y le avisan que no, que es prohibido, pero él tenía el problema del escaso combustible, no podía llegar al continente, pero podía aterrizarlo, podía recuperarse, para no eyectarse, hasta que en definitiva, él permanecía orbitando. La pista era muy corta, de 1200 mts. Nosotros necesitamos  el doble, pero él quería aterrizarlo, tenía muy buena experiencia hasta que de abajo le dicen que iban a avisar, y empiezan a avisar que se estaba aproximando un avión argentino para aterrizar… y lamentablemente era el primer día de guerra… y a alguien tal vez no le llegó el aviso a tiempo… Además el piloto tenía tanques de combustible que tiró para alivianar, y pensaron que eran bombas y ahí disparan y le pegan. Para mí lo mataron adentro de la cabina del avión porque no se eyectó… alcanzó a decir “me están tirando, carajo”, y eso fue lo último… y el avión cayó cerca de la costa.

SE: el resto de las misiones?

Cr: En general atacábamos a buques. Las otras misiones también ya fueron después del 21 de mayo. Ese día me tocó otra misión, las cosas de la guerra no? Porque en realidad volamos el 1 de mayo, y después el 21 que es cuando ellos desembarcaron, en el estrecho San Carlos, para después avanzar sobre Puerto Argentino. Y ahí nos ordenan una misión, y el jefe de escuadrón, dice: “ Román, Ud. va a ser el líder, es decir el jefe de escuadrilla en una misión el 21 de mayo”. Yo no estaba habilitado para volar adelante, pero, me dice él. “Ud. Tiene experiencia de guerra…”, y la experiencia de guerra era que había volado el 1ro de mayo. Pero todo eso se valoraba. Con experiencia de guerra éramos tres. Me pone con un oficial mucho mayor que yo a mis órdenes. Y este mayor, cuando vamos a planificar, yo le decía: le parece esto que vamos a hacer? Me mira y me dice: “Román, Ud. es el jefe de cuadrilla y da órdenes… le parece, nada. Ud. Da órdenes…”. Ese 21 de mayo lo que me acuerdo nada más es que hacemos todo el vuelo de altura rasante, y nosotros en nuestros vuelos no llegábamos a supersónico, pero no podíamos ocupar muchas cosas de la aviónica, radios y eso, porque al encender cualquiera de ellas, nos podían detectar, entonces teníamos que apagar todo. Teníamos cosas fundamentales: el tiempo desde que soltábamos freno, teníamos un relojito arriba, un reloj táctico, soltábamos el cronómetro y ahí empezaba: a tal minuto arrancamos el descenso; a tal minuto, vuelo rasante, fundamental: teníamos la velocidad, la altura y el combustible. Y bueno, la parte de equipamiento y el motor que estuviera en orden, el resto no existía…

SE: Estaban sordos y mudos…

CR: Pero la vista nos ayudó mucho porque no teníamos un sistema que detectaba los misiles y lanzaba una señal sonora y visual de que se estaba aproximando ni nada… así que nos quedaba la vista… (por lo que teníamos menos tiempo de reacción). Pero bueno, la gran ayuda es que éramos jóvenes y teníamos muy buena vista, buenos reflejos, bien entrenados… suplíamos con eso. La diferencia tecnológica era terrible… un misil por ej. por la velocidad que tiene, desde que lo ves, contás tres segundos y está en el avión. Si no me impactó en tres segundos pasó de largo… esa era la táctica…

SE: Y si se tenían que eyectar? Eran en esos tres segundos o impacto y se eyectan?

CR: Y por ej. Díaz, él tuvo un impacto de misil, por suerte en una aproximación y le dio tiempo. Hay otros casos que no se pudieron eyectar, porque las mismas esquirlas matan al piloto.

SE: Cuántos días estuvieron ahí en situación de guerra, volando?

CR: Desde el 1 de mayo al 13 de junio. Hay gente que fue eyectada. Por ejemplo Díaz, el 24, para él ahí terminó la guerra, porque la eyección afecta mucho al cuerpo. Y es más, no aconsejan más de dos eyecciones en la vida. A mí me tocó hasta el 13, que fue el último día que me tocó hacer dos misiones ese último día… con Dimeglio. Y a partir de ahí seguimos estando hasta que nos dieron la orden… pero seguimos preparados, pero llegó la orden de rendición. Nos volvimos.

SE: Tenían esta sensación de seguir peleando? De la resistencia, de no rendirse?

CR: Yo creo que sí porque teníamos todavía posibilidad, teníamos armamento, aviones, podíamos seguir, sabiendo los riesgos y demás, pero teníamos capacidades.

SE: En esos días tuvieron comunicaciones con la familia?

CR: En mi caso (pero es mi forma de ser), evitaba comunicarme seguido, porque bueno, en esa época no había celular, era teléfono. Yo iba al centro en San Julián y hacía alguna llamada de larga distancia, o nos mandábamos cartas,  pero me hizo bien por el hecho de no estar pensando tanto todo el día y que no estén preocupados. Capaz que llamaba una vez por semana, poco, para que ellos no pensaran que si no llamaba me había pasado algo.

SE: qué le decías a tu familia?

CR: Siempre tirábamos la parte linda: “está todo bárbaro, estamos en el hotel, etc…”; capaz no era tan así, a mí me costaba conciliar el sueño, por suerte nunca tomé ninguna pastilla. Tenía una radio portátil y escuchaba radio Uruguay, nos daban mucho ánimo, me ponía a escuchar, después de los ataques que hacíamos, que ellos contaban, y aprovechando que no podía dormir decía. “voy a escuchar un poquito de radio, y justamente estaba con Dimeglio en la misma habitación y me acuerdo que él iba despacito y me sacaba la almohada” y escuchaba y yo me hacia el dormido, y recién ahí se dormía él. Me acuerdo también como anécdota, que yo al equipo mío lo tenía en la sala de operaciones, donde nos cambiábamos para ir a volar. Yo tenía una petaquita de whisky, yo decía “cualquier cosa me voy a mandar un traguito de esto antes de despegar, por si algo me falla….”. Es como decía en una oportunidad, no sé dónde fue a parar la petaquita esa y nunca la usé.

SE: Pero es como una cábala.

CR: Tal cual, era mi ayuda. Son cosas que cada uno fue haciendo…

SE: Cómo fue volver?

CR: Después del 13 seguimos estando y alrededor del 20 de junio ya dan la orden de repliegue final y volvemos volando con los aviones para acá. Me acuerdo que iba con un grupo de tres aviones más y le pedí al jefe de cuadrilla, si podíamos hacer unos pasajes por arriba de Tandil, y no, no quiso saber nada. Salimos todos calladitos, y llegamos así… hubiera sido lindo porque teníamos toda la adrenalina todavía. Dejamos nuestros equipamientos y demás, nos dieron licencia… Dimeglio me acuerdo que me había dicho: si volvemos de ésta… vamos a hacer unas vacaciones juntos. Y nos quedó eso, y volvimos, y vivíamos en el mismo edificio, nuestros niños eran chiquitos,y bueno, planificamos y nos fuimos a Córdoba, en los dos autos, cada uno en el suyo. Pero bueno, ese fue el regreso, y al principio realmente, para mí al haberme acordado de todo lo que había vivido, me duró poco pero no me interesaba nada. Por ej. cuando estuve en Corrientes, de donde soy, me dice: “no tengo nada para ofrecerte, pero tengo un auto, y quiero que vos lo disfrutes con tu mamá y tu señora… era un mercedes, me lo presta y cuando me veían por la calle después me decían: te vi en un Mercedes, te pagaron bien la guerra no?” – No, le decía…, pero digamos que estaba contento por estar con vida y no me interesaba eso, si tenía que cobrar el sueldo o no, muchas cosas cambiaron el sentido después de la guerra. Pero eso me duró todo el tiempo, no miras más precios, no me importaba nada, hasta que después te organiza otra vez la vida cotidiana. Y bueno, la experiencia con la que vinimos que sirvió mucho, por las charlas, las exposiciones, lo que seguimos haciendo… es bueno poder transmitir las vivencias que no es lo mismo que leer un libro.

SE: Hacia adentro de las Fuerzas? Hubo contención? Se sintió reconocido más allá de lo social?

CR: Sí, en las Fuerzas nos sentimos reconocidos, a aquellos que han tenido inconvenientes psicológicos se los atendió, se les dio el apoyo…

SE: Tuvo problemas al volver con el reacomodamiento del cuerpo, el sueño y eso?

CR: Sí, sí. Lo que pasa es que era diferente al que estaba en la Isla… eso era estar 24 horas con las bombas. Para ellos en Navidad y Año Nuevo, todavía algunos se recluyen con la pirotecnia. Al principio me pasaba que no quería ver películas de guerra, de tiros, policiales, cambiaba el canal y me iba del lugar. La parte del sueño también, me costaba dormir, me despertaba de golpe, a las patadas. Pero bueno, por suerte no más. Pero la Fuerza se ocupó de la gente.

SE: Y a nivel social? Cómo se encontraron Uds., como ex combatientes de una guerra?

CR: A mí me parece que producto de las circunstancias de ese tiempo, se quiso esconder… el resultado de venir perdedores ya hacía que no se hablara mucho, la comunicación era más a nivel intimo o a nivel de la unidad. Cada año recordábamos cada fecha, formábamos y escuchábamos eso, pero saliendo de ahí no. Después venia el tema de los soldados y los ex soldados, que fueron olvidados, maltratados, y eso. Uno los veía a ellos subiendo a los vagones del tren pidiendo limosna y eso fue una situación…. Pero bueno, yo dentro de todo lo superé y no tuve experiencias como una eyección, no vi sangre, no escuché gritos, fue más suave para mí.


2 comentarios

Omar Enrique lavergne · 25 febrero, 2019 a las 19:16

Un gran relato de un gran patriota, orgullo de la fuerza Aérea Argentina,

matias · 30 abril, 2019 a las 11:27

hay algunas manera de contactar a este héroe, soy hijo de un veterano y estoy en medio de una investigación, es para una entrevista.

Los comentarios están cerrados.

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