El proyecto de Extensión realizó su jornada de cierre tras dos años de trabajo. Llevaron a cabo mapeos en Cerro Leones y La Movediza, y a través de talleres, charlas, caminatas, y otras actividades. “Lo que ha permitido el programa es construir con la comunidad parte de su memoria que estaba dispersa”, destacaron los organizadores.
La Movediza y Cerro Leones están unidos no sólo por su proximidad geográfica sino también por una historia común vinculada al trabajo de los picapedreros, emblema de la identidad local. A comienzos el siglo XX fueron dos de las zonas más prósperas de Tandil, donde vivía gran parte de la población, e incluso desde las canteras que allí se establecían salieron los adoquines que formaron las calles de la ciudad y las de muchas de la Capital Federal.
El Programa de Extensión de la Unicen Barrios de Piedra se propuso recuperar esa historia a partir de la memoria de los actuales vecinos. Tras dos años de trabajo, mapeos, revistas, talleres, charlas, colectas de fotografías antiguas, caminatas y muchas otras actividades el proyecto culminó, aunque ya preparan una continuidad para seguir fortaleciendo las redes comunitarias que se gestaron a partir de la iniciativa.
“Lo que ha permitido el programa es construir con la comunidad parte de su memoria que estaba dispersa. Fue un trabajo que fue generando muchas cosas porque la comunidad las generó”, expresó Ana Fernández, una de las integrantes del proyecto.
Junto a sus compañeros Paola Verona, Flavio García y José Olivera, dialogaron con El Eco de Tandil para realizar un balance del proyecto. Lo hicieron sentados en una de sus bases, la sede del Club Figueroa en Cerro Leones, rodeados de mapas, revistas y otros registros que resultaron del trabajo.
Barrios de Piedra, contaron, tuvo como antecedente el Punto de Extensión de la Unicen que funciona en Cerro Leones. También una iniciativa anterior en La Movediza, donde a partir de un relevamiento detectaron particularidades de la comunidad del barrio, como la significativa población joven con necesidad de espacios recreativos.
En ese marco surgió no sólo la pregunta sobre qué hacer con el pasivo ambiental que hoy se conoce como “Las Cavas”, sino también aquella por la “invisibilización” de las historias barriales. A partir de esas inquietudes, y con el interés de generar posibilidades de desarrollo comunitario, dieron inicio al Programa, y pusieron manos a la obra.
La memoria de los barrios de Tandil
Barrios de Piedra tiene el rango de programa ya que intervienen en su realización diversas facultades. Con sede en Humanas, colaboraron también Derecho, Arte y Sociales. Pero fundamentalmente, compartieron sus organizadores, es una iniciativa desarrollada con y desde la comunidad, a partir de su participación, de sus recuerdos, de sus fotografías, de su memoria.
Desde el Observatorio Social de la Facultad de Humanas, precisó José Olivera, se incorporaron en una de las actividades principales de Barrios de Piedra, la del Taller de Recuperación Colectiva de la Historia. Junto al Centro de Jubilados del Club Figueroa –Viejos son los trapos-, llevaron a cabo un mapeo colaborativo de los sitios históricos del barrio, y en el presente trabajan en un circuito cultural de la zona.
“Hemos ido trabajando en la historia con la comunidad y con lo que la comunidad aportó”, contaron los integrantes. Así, no sólo hicieron jornadas de colecta de fotos que dieron como resultado dos materiales recopilatorios de imágenes vecinales, sino también conversatorios –sobre pasivos ambientales, sobre museos comunitarios, sobre historias de vida-, mapas barriales, caminatas que unieron La Movediza y Cerro Leones talleres y hasta una revista – Cerro Leones, un viaje en el tiempo-.
Además, realizaron entrevistas a vecinos y vecinas para que narren su historia y su vínculo con el barrio. Todo ese registro quedó alojado para ver en el canal de YouTube de Barrios de Piedra, y proyectan sistematizarlo en un sitio web, junto a la totalidad de los materiales producidos.
Considerando un balance, desde Barrios de Piedra plantearon que las redes, la comunicación y la articulación que se generó a lo largo del proceso entre vecinos, estudiantes, y organizaciones fue el principal aporte del Programa, un elemento que sienta las bases para iniciativas futuras.
También, planteó Paola Verona, revalorizar la historia aportó a que “los chicos sepan quienes eran los picapedreros, que no es solamente una estatua”. En la misma línea se refirió al “espíritu» de aquellos trabajadores que estuvieron presentes en la fundación de los clubes y las asociaciones más emblemáticas de cada barrio, así como en históricas gestas que resultaron en la conquista de derechos como la jornada laboral de 8 horas y el descanso semanal. “Es revalorizar eso para dejar un legado”, concluyó.
Nota publicada el 14/12/23 en El Eco de Tandil