La Actividad Estudiantil de Extensión «Cine que Late» de la Facultad de Arte UNICEN, financiada por la Convocatoria a Actividades Estudiantiles que lleva adelante la Secretaría de Extensión de la UNICEN, se propuso llevar proyecciones de cine a la comunidad con el objetivo de fomentar el debate y sensibilizar sobre la importancia del sostenimiento de la cultura y el cine nacional, en un contexto de desfinanciamiento de las instituciones públicas. La iniciativa se desarrolló durante los últimos dos meses, con la presentación de una película y su posterior debate.

El 8 de noviembre proyectaron Cuando acecha la maldad, el multipremiado filme de terror de Demian Rugna en el Espacio INCAA UNICEN y el pasado 7 de diciembre, el ciclo desembarcó en la biblioteca Martín Fierro de Villa Gaucho con la proyección de la película Luna de Avellaneda de Juan José Campanella, una propuesta que convocó a numerosos vecinos y vecinas de la zona, atraídos por el filme que narra la recuperación de un club de barrio por parte de la comunidad.

Mateo Fantaguzzi, uno de los integrantes del equipo estudiantil, destacó el impacto positivo de la función barrial. El equipo notó una diferencia sustancial entre la planificación inicial y la práctica real de la actividad. Hubo una transformación durante el desarrollo de la actividad que los llevó a cambiar el rumbo pensado.

Después de llevarla a cabo, pudimos apreciar el impacto que generó, especialmente dentro de la comunidad de la Facultad de Arte, que es el espacio que habitamos cotidianamente”, señaló. Además, la propuesta logró trascender los límites universitarios: “También recibimos consultas de personas que no pertenecen a la Universidad, interesadas en saber cuándo sería la próxima proyección”.

El entusiasmo del equipo se renovó al percibir la respuesta del público. “El hecho de ‘salir a la luz’ nos puso en contacto con las opiniones del público, en su mayoría positivas, y nos hizo sentir que comenzábamos a ser percibidos como un nuevo ciclo de cine, lo cual nos impulsó a seguir trabajando con entusiasmo”, comentó el estudiante.

El anclaje territorial del PET

Un punto de inflexión fue la integración con el Punto de Extensión Territorial y la Mesa Barrial de Villa Gaucho. Esta articulación les permitió a los estudiantes materializar su propuesta y adaptarla a las necesidades reales del barrio.

Así, el equipo estudiantil precisó que el principal aporte del PET fue “integrar la actividad, concebida inicialmente dentro del ámbito universitario, a las condiciones materiales de los barrios. Volver a trabajar la propuesta junto con los actores sociales permite que esta crezca y tenga mayores posibilidades de éxito”.

El vínculo con organizaciones locales, como la Biblioteca Martín Fierro y el Centro de Jubilados y Pensionados Luis Oscar Depau, fue crucial. Sus integrantes no solo recibieron la propuesta con entusiasmo, sino que se incorporaron activamente a la planificación.

Fueron ellas y ellos quienes contribuyeron a definir aspectos fundamentales de la actividad, tales como la fecha y el horario, el espacio físico y la selección del film”, remarcó Mateo, ilustrando cómo el trabajo colaborativo permitió redefinir la actividad.

Un encuentro que amplía perspectivas

Para los estudiantes, la experiencia de extensión significó mucho más que simplemente realizar una proyección y en este sentido, los jóvenes subrayaron el valor del vínculo generado: “Conocer a personas ajenas a la universidad amplía nuestra perspectiva y, al mismo tiempo, nos recuerda la responsabilidad de representar a la institución en esos espacios”.

La proyección cinematográfica funcionó como un puente: “La ‘excusa’ de la proyección cinematográfica funcionó como una puerta para adentrarnos en un territorio que desconocíamos, con sus propias dinámicas y problemáticas”. De esta manera, a la dimensión académica de su formación, se sumó “la experiencia de integrarnos a un entramado social con trayectoria y presencia sostenida en el barrio”.

La primera jornada fue un éxito, cumpliendo las expectativas de convocatoria del equipo. La actividad no terminó con el fin de la película; continuó con un espacio de intercambio. “Luego de la proyección tuvimos una charla con quienes se quedaron, donde a través de lo tratado en la película, conversamos sobre la situación del país en general y de las instituciones barriales en particular”, detallaron los estudiantes.

Finalmente, el equipo de «Cine que Late» celebró el impacto directo de la iniciativa en la comunidad. “Las mujeres del barrio que se quedaron agradecieron este tipo de actividades, celebrando que la universidad pueda acercarse y ser parte de su realidad”.

Tras esta primera experiencia, el grupo de trabajo no solo se fortaleció con la incorporación de una compañera, sino que también integró a personal nodocente del Espacio INCAA-UNICEN, sentando las bases para sostener el ciclo en el futuro.

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