Desde el Centro de la Provincia de Bs. As. la tapa del New YorK Times del 24 de mayo, un diario de gran prestigio en la sociedad norteamericana, pareciera ser una cuestión sin importancia, ajena a nuestra cotidianeidad. Dice el titulo «Las muertes en EE.UU. se acercan a 100.000, una pérdida incalculable».Tiene una bajada en la que agrega: «Ellos no fueron sólo nombres en una lista, ellos eran nosotros «. Luego de un párrafo introductorio, la página tiene breves datos con nombre y apellido y una breve reseña sobre mil víctimas del Covid-19. «Las mil personas que están aquí reflejan el 1% del total. Ninguno fue apenas un número» , señala.
Nos conmueve , pero ante la distancia , surge otra de las emociones que el virus puede despertar : el sentimiento de estar a “salvo” , lejos de EEUU. Nuevamente , el tratamiento de la información pone en evidencia el modo en que afecta la opinión pública y una cuestión que la intelectual alemana Hanna Arendt señaló acerca de la banalidad del mal. Ella nos advirtió sobre dejarnos llevar por nuestro sentido común sobre el peligro: las apariencias engañan no podemos desatender esta noticia como no podían ella y quienes asistieron a los juicios por los crímenes de lesa humanidad, en 1961, no sentirse interpelados por los Eichmann ( responsable de campos de concentración en la Alemania nazi de la Segunda Guerra mundial ).
Las cifras de las y los muertos por coranavirus son la noticia de las primeras planas mediáticas, su tratamiento pone de manifiesto cómo el horror se transforma en un tópico cotidiano en la opinión pública. Su banalización no debería invisibilizar la condición humana : quiénes son y por qué fallecieron , si estas muertes podrían haberse evitado con políticas públicas.
Noticias locales, nacionales, internacionales nos vinculan a partir de la pandemia que se ha configurado como la condición biopolítica de este momento,el poder igualitario del virus es una amenaza global.Un poder que parece instalar una idea de radicalidad: sin posibilidad de contrarrestar de modo político en países como EEUU, Brasil, donde aflora como una cuestión individual, lejana o irracional. La tapa del diario norteamericano no visibiliza el rostro humano de las víctimas para que podamos conmovernos con sus gestos, sus miradas.Las listas de muertes nos remontan, a los argentinos y argentinas, a las épocas más oscura de nuestro país , cuando los cuerpos habían desaparecido porque el Estado era el responsable.
La biopolítica suele tener estos efectos de sentido al borrar la condición humana y dejarnos a merced de un poder inevitable por su carácter omnímodo sobre la vida y la muerte.Las políticas de cuidado, de solidaridad pueden ser una alternativa para intervenir frente a la pandemia, una sociedad que decide ejercerlas puede defender la vida de todes .
Dra. Monica Cohendoz