
En el marco de una Actividad Estudiantil de Extensión que fusionó arte y salud mental, usuarios del servicio de Salud Mental del Municipio de Tandil participaron en la creación de un cortometraje encuadrado en el Taller Arte y Salud, que desde 2017 llevan adelante la Facultad de Arte UNICEN y la Dirección de Salud Mental Comunitaria municipal.
El rodaje se desarrolló en octubre pasado y se estrenó el 20 de noviembre en el Teatro de la Confraternidad ante un numeroso público que se acercó a acompañar la propuesta. Este trabajo les permitió a los participantes adentrarse en el mundo de la producción audiovisual, ofreciendo una experiencia profesional en la que no sólo actuaron, sino que también participaron activamente en la creación del guion y el rodaje de la pieza audiovisual.
El Taller Arte y Salud es un espacio que busca promover la creatividad y la expresión artística en personas con padecimientos mentales y, a lo largo de los años, el taller ha trabajado principalmente en teatro, pero en 2024 se dio el paso hacia la creación audiovisual, tras detectar el interés de los participantes por la cámara.
“Este proyecto es una oportunidad única para que los usuarios no sólo consuman arte, sino que también puedan crearlo. Queremos que vivan la experiencia del audiovisual de la manera más profesional posible, con la libertad de contar su propia historia, reflejando sus vivencias y emociones”, comentó una de las coordinadoras del proyecto.
Un proyecto colectivo
El cortometraje fue creado por los mismos usuarios del servicio de Salud Mental, quienes trabajaron en la elaboración del guion, la organización del rodaje y, por supuesto, en la actuación. También participaron en ejercicios de improvisación y estructurar el guion bajo la coordinación de los estudiantes de la Facultad de Arte y de los trabajadores del servicio de Salud Mental.
El rodaje se llevó a cabo en el aula estudio de la Facultad de Arte, con el objetivo de que los participantes puedan habitar un nuevo espacio cultural y profesional. La elección de este lugar no fue casualidad, ya que permitió acceder a los equipos y recursos necesarios para concretar una producción audiovisual de calidad. Además, la actividad buscó acercar a los pacientes a la comunidad académica y artística, brindándoles una experiencia enriquecedora.
Por otra parte, los estudiantes tuvieron la oportunidad de aplicar lo aprendido en su formación académica y trabajar en un contexto real con un grupo de personas que aportaron sus propias perspectivas y experiencias.
Este proyecto también se desarrolló dentro del marco de la Ley de Salud Mental 26.657, que promueve un enfoque menos estigmatizado sobre las personas con padecimientos mentales, resaltando sus capacidades creativas y su potencial para participar activamente en la cultura. En este sentido, la actividad sigue el paradigma de la atención primaria de la salud, ofreciendo una alternativa a las intervenciones tradicionales en salud mental.
El enfoque interdisciplinario
El Taller Arte y Salud es un claro ejemplo de cómo las disciplinas artísticas pueden ser una herramienta poderosa en el tratamiento y la integración social de personas con dificultades de salud mental, fomentando la expresión, la socialización y el trabajo en equipo.
Asimismo, vale destacar que dicho cortometraje es el comienzo de una nueva etapa en el Taller Arte y Salud, que en el futuro podría continuar ampliando su enfoque hacia otras disciplinas artísticas y audiovisuales. Además, la iniciativa tiene un gran valor formativo tanto para los usuarios de Salud Mental como para los estudiantes de la Facultad de Arte, quienes tienen la oportunidad de sumergirse en un proyecto de gran impacto social y humano. El equipo estudiantil estuvo conformado por Agustín Ezequiel Gómez Andersen; Emiliano Ariel Alderete; Tamara Rubin; Gustavo Mansilla; Julieta Tejada; y Agustín Salvatierra, con la guía de la docente Virginia Morazzo y los trabajadores de Salud Mental Comunitaria, Matías Franze y Nieves Mansilla.
La proyección final del cortometraje, donde todos pudieron ver y compartir su trabajo con la comunidad, representó el cierre de un ciclo creativo que puso en valor el talento y la capacidad de las personas con padecimientos mentales para producir arte de calidad. Esta experiencia no sólo transformó a los participantes, sino que también generó un impacto positivo en la percepción social de la salud mental y la integración comunitaria.
Este proyecto demostró, una vez más, que el arte tiene el poder de sanar, transformar y unir a las personas, independientemente de su historia y trayectoria personal.
