En el marco de la Octava Feria del Libro, se presentará el domingo 7 de agosto el interesante trabajo denominado “Sin galera. Los hermanos Emiliozzi antes del TC”, del olavarriense Walter Minor.

Sin duda que resulta relativamente sencillo hacer referencia a los hermanos Emiliozzi en la etapa de esplendor asociada a “La galera”. Cuatro campeonatos, triunfos brillantes, velocidades maravillosas, motor inventado, mecánica de primera…

Pero antes hubo otra historia. Es la que cuenta Minor. Es un período tan desconocido como valioso en la carrera de los Emiliozzi, porque le permitió a Dante formarse como un eximio piloto sobre suelos de tierra, barro, pozos o piedras y fue determinante en la admirable percepción de Tito para desenvolverse de forma natural por los diversos caminos del país.

El autor señala que “Torcuato fue el más audaz y diverso porque en su juventud hizo experiencia en fuerza libre, fuerza limitada y Ford T. Dante, en cambio, realizó toda su experiencia a bordo de un Ford T color ladrillo que fue invencible durante muchos años y que él piloteara en forma muy pensante”.

“Aquellos circuitos –sobre los que ambos compitieron en esa etapa- eran improvisados y los muchos obstáculos a sortearse fueron haciéndolos hábiles conocedores del peligro, detallistas previsores y sabios para tomar decisiones”.

El de Minor es un trabajo de investigación que se concreta luego de ocho años de consultar las diversas hemerotecas, bibliotecas y archivos de la zona, se relata cada una de estas carreras rurales en todo su desarrollo, tratando de que el lector sienta la sensación de estar allí. También se confeccionaron algunos récords importantes, de forma exclusiva, de corredores que hicieron grande a esas categorías menores.

Son páginas totalmente inéditas pertenecientes a la “prehistoria” de los hermanos Emiliozzi, que basadas en una documentación casi perdida fueron ordenándose para que los fanáticos del automovilismo las disfruten.

PRÓLOGO DE IRMA EMILIOZZI: “LOS AÑOS FELICES”

En Sin galera, Walter Minor se ocupa de la “prehistoria” de los hermanos Emiliozzi, una etapa prácticamente desconocida de su larga trayectoria en el automovilismo deportivo. Sin embargo, mi padre siempre la recordaba, y hasta podría decir que en sus últimos años aquellas juveniles destrezas se le habían quedado grabadas a fuego en su corazón, y las tenía muy presentes. Lo que le escuché decir muchas veces es que fue tal la supremacía de él y de su hermano en estas carreras en Ford A y en Ford T –“cuando no ganaba Dante ganaba yo, y cuando no ganaba yo, era Dante”- que la categoría empezó a resultar aburrida y se acabaron las carreras zonales.

En los últimos años tuve con mi padre algunas breves conversaciones sobre los temas más difíciles, los que había que resolver el día en que él ya no estuviera. En una de esas charlas lo le dije: “Papá, a mí me gustaría llevarme a casa algunos de los trofeos más importantes, quizás la copa del Gran Premio de la Lealtad, o alguna otra, la que a vos te parezca”. Y él me contestó, con su infalible modestia: “-Y para qué la querés? ¿Por qué no buscás alguna de esas copitas que gané en Ford T? ¿Por qué no te llevás la primera copita que gané?”

Entre el montón de trofeos que dejaron los Emiliozzi, no encontré la primera “copita”, pero sí creo que tengo la última que ganó mi padre: “Premio Lizaso Hermanos. 16-5-1948 Espigas F.C.S.” Y también guardo una sola medalla; es de plata, con un Ford T en sobrerrelieve, y en el dorso dice: 1er Premio. Loma Negra. Torcuato Emiliozzi. 11-10-36”.

Le agradezco muy sinceramente a Walter Minor que haya ocupada muchos horas de vocación y estudio a estos primeros años de los Emiliozzi, a estos años felices, inmensamente significativos en lo deportivo y también en lo emocional y familiar como acabo de contarles”.

IRMA EMILIOZZI

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