Compartimos una nueva entrevista realizada por el proyecto permanente Malvinas en Familia de la Secretaría de Extensión de la UNICEN, al Veterano de la Guerra de Malvinas Hugo Gómez, su mujer Alicia y su hija Vanesa.
Recordamos que el 10 de junio de 1829 Argentina afirmaba su soberanía en las Islas Malvinas al designar a Luis Vernet como primer gobernador-comandante de las islas y adyacentes al Cabo de Hornos. El pueblo argentino ha sostenido con convicción la Cuestión Malvinas durante 187 años y lo seguirá haciendo hasta que nuestra bandera vuelva a flamear sobre las Islas.
La defensa de nuestro derecho soberano es una cuestión que nos concierne a todos y un reclamo histórico que nos une. Por esto honramos a nuestros excombatientes y mantenemos vivo el reclamo de soberanía: #MalvinasArgentinas.
Entrevista a Hugo Gomez (HG-Veteranos de la Guerra de Malvinas), su esposa Alicia (AG) y su hija Vanesa (VG).
Secretaría de Extensión de UNICEN (SE): Hugo, se acuerda dónde estaba cuando escucha por primera vez de la Guerra de Malvinas?
AG: yo sí.
SE: a ver Alicia
AG: nosotros habíamos ido a vivir a Mar del Plata hacía poco. Nosotros fuimos en enero, el 15 de enero. Y desde que llegamos, mientras acomodamos y todo, nos fuimos. Pero él decía “yo quiero jugar al tenis” (porque acá jugaba en UNCAS) y entonces justo que nosotros salíamos para ir al club, tocan timbre. Tocan timbre y lo hacen bajar a él.
SE: a qué se dedicaba Hugo?
AG: él era personal militar, era suboficial mayor con 45 años, de Fuerza Aérea. Y lo habían trasladado a allá. Pero no se hablaba de que había guerra, de eso no se sabía nada. Eso fue de un día para otro.
SE: y Hugo a qué se dedicaba en la Fuerza Aérea?
AG: era armero
HG: me ocupada del armamento en la Fuerza Aérea.
AG: entonces, toca el timbre y baja. Cuando sube me dice “gorda, me voy (él toda la vida me dijo gorda, aunque era muy flaquita-se ríen)” Sube, pero una cara ya… que le dije “qué pasa”. “No sé, tengo que preparar ropa de invierno, pero no sé a dónde voy”. Eso fue todo. Entonces yo me quedé, él se fue. Preparamos la valija entre los dos, lo esperaron 10 minutos, lo que iba a ser la salida a un club a que mi marido desapareció.
SE: y ustedes hasta ese momento no habían escuchado nada de la Guerra en Malvinas?
AG: nada, nada.
HG: nada en absoluto, ignorábamos eso.
AG: sabes cómo me enteré yo? A la mañana siguiente, calculá, yo me casé en el año 60’, asi que de estas tengo un montón, de que me diga me voy y ni él supiera a dónde. Misiones de las que te enteras después.
Asique me levanté y lo primero que hice temprano, fui a comprar el diario La Capital. Todos los titulares: La Guerra en Malvinas.
SE: qué fecha era?
AG: el 2 de abril.
SE: Era justo la fecha. A él lo buscaron el 1ero.
AG: claro, lo han ido a buscar el 1ero.
SE: cuántos hijos tenían?
AG: 2. Vanesa y Fabio. Ella (Vanesa) tenía en ese momento 14 años y Fabio 19. Nosotros nos casamos en el 60’ y nos fuimos a vivir a Río Cuarto.
Bueno, entonces me fijo: ¡estalló la guerra! A todo esto, nosotros habíamos ido el 30 de marzo. Estoy segura de que no se sabía nada. Estaba todo el lío contra los militares, por todo lo que estaba pasando que yo las veía ahí a las Madres de Plaza de Mayo marchando. Al otro día cuando me levanto prendo el televisor y “viva Galtieri”. ¡Y ahí había ido el pueblo a Plaza de Mayo a vitorearlo! Cuando el día anterior era una tirano, un dictador (que lo era, por otra parte).
Entonces así vivimos nosotros en mi casa. Esa es mi experiencia. La de él capaz que es otra. Yo era la mayor de todas. Él era el encargado del edificio. Si había algún problema lo llamaban a él. Pero a partir de ahí, vinieron y me dijeron que yo era la encargada. Entonces en mi casa se cobraban los sueldos. Por ejemplo, una vez se enfermó una nena “y ahora qué hago” me dice la madre. Yo la llevo al Hospital, porque yo tenía auto y manejaba.
SE: más que la encarga del edificio eras la encargada de cuidar a todas las familias de mujeres que habían quedado sin sus maridos
AG: sabés cómo me decían: “La Reina Madre”. Eran todas jovencitas. Por ejemplo, la chica de Rivarola tenía 25 años y 3 hijos, y el marido se fue a la guerra junto con Hugo también. Íbamos a la playa y a Mirtha “le faltaba un brazo” decíamos nosotras, porque tenía 3 chicos y se le perdían. Entonces íbamos todas juntas y entre todas nos ayudábamos. En lo que podíamos, porque te imaginás que no se sabía qué pasaba…
SE: ¿Alicia y a partir de ahí era ir llevándose por lo que decían los medios?
AG: no se sabía nada. Yo lo único que sabía es que una vez al mes, venía un Sr. Oficial Ruiz, y en mi casa se pagaban los sueldos en mi departamento.
Hasta que un día, me llama una persona –que no vamos a mencionarla porque es de la Fuerza- y me dice “tía, te están mintiendo a vos”, “el tío está internado muy grave en el Hospital Militar de Fuerza Aérea en Malvinas”. Yo le dije: “cómo, no puede ser, si ayer el Jefe de Base me llamó y fuimos todas las mujeres del edificio nuestro” (que era la Sra de Geiges, la de Alasino, Rivarola, Domina, éramos un grupo). Y entonces digo, no puede ser, si ayer nos llamó que había estado allá y que Hugo estaba bien. Le dije “vos estás equivocado”. Yo soy muy tranquila, pero cuando me enojo, me enojo en serio. Entonces agarré el teléfono y llamé a la Base y le dije que me había estado mintiendo: “Ud. me mintió, a mí y a todas las mujeres. ¿Qué pasa con mi marido?”. No sé todas las cosas que le dije. La cuestión que al otro día nos llaman para hablar con ellos, por primera vez. Había pasado como un mes.
SE: ¿nunca habían tenido comunicación con ellos hasta entonces?
AG: la única comunicación que tuvimos fue por el Comodoro Otolava, que nos mintió. Así que a raíz del reclamo que hice yo, nos llaman. Organizaron en el Hotel Continental –que estaba frente al edificio nuestro-, organizaron que podíamos hablar. Entonces nos avisaron, suponete, que a las 3 de la tarde estuviéramos todos, incluso los que no estaban en ese edificio, que íbamos a poder hablar 1 MINUTO por persona. Y quién era el más antiguo: ÉL.
SE: así que te tocaba primera.
AG: yo me había quedado con que él estaba grave.
SE: así que no te esperabas hablar.
HG: nos habían bombardeado. Me habían pegado en la cabeza y las costillas
AG: ahí están las fotos.
HG: pero podía caminar y hablar y todo. Estábamos ahí y nos tiran una bomba con lo que se hizo un pozo enorme. Y nos caen todas esas piedras de la explosión arriba de nosotros.
SE: ¿en qué lugar de Malvinas estaban Hugo?
HG: En Puerto Argentino. Nosotros protegíamos toda la pista. Somos de Fuerza Aérea. La responsabilidad nuestra era mantener la pista en servicio. De eso dependíamos todos de ahí.
SE: para que no la atacaran y la rompieran toda
HG: teníamos toda la artillería antiaérea protegiendo la pista. Porque ahí llegaba la ropa, la alimentación, la medicación, todo. Salía de acá de Argentina y aterrizaba ahí.
SE: ¿recuerda ese día que lo bombardearon y resultó herido? ¿Cómo fue eso?
HG: fue el 1ero de Mayo. Nos atacaron con aviones. Tiraron varias bombas. Una cayó cerca nuestro, se enterró la bomba y cayó todo eso sobre las carpas nuestras.
SE: ¿uds estaban en carpa, no en fosas ni en trincheras?
HG: en carpa, al costado de la pista. Estábamos cerca de la pista porque había que asistir a los aviones en la carga de combustible, de todo. Había gente que estaba en el terreno: había infantes de marina, infantes de tierra cerca nuestro.
SE: ¿se acuerda cuántos compañeros estaban con ud. en el lugar de la bomba?
HG: éramos unos cuántos. Porque había gente que protegía la pista con artillería antiaérea. La bomba cayó cerca, hizo un pozo enorme y quedamos todos tapados por las piedras. Yo no podía ni moverme. Hasta salió agua del pozo ese. Con el pozo que hizo todas las piedras cayeron sobre todos los costados. Una parte agarró la carpa nuestra, la volteó, la partió al medio, y la rajó. Unos murieron…el que estaba cabeza-a cabeza conmigo murió. A mí me tapó todo, me rajó la cabeza y rompió las costillas. Era la madrugada del 1ero de Mayo. A las 4 de la madrugada más o menos.
AG: eran 4 soldados de Marina que estaban perdidos, que no tenían refugio, no tenían comida nada y ellos los adoptaron. Y es el día de hoy que él los recuerda….
(Hugo se emociona….)
Los recuerda con dolor. Él dice si estábamos cabeza con cabeza como el otro murió y él no. Y yo creo que todo eso que tiene él ahora de pérdida de memora (Alzheimer) es para protegerse de esos recuerdos. No se quieren acordar. Por eso mi hijo dijo, si él quiere hablar, sí.
HG: yo tenía 45 años de edad en ese momento. Y esos soldados tenían 18, 20 años. Yo cuando estaba así acostado, a uno lo enterraron todo, la bomba le partió la cabeza y murió. A mí me taparon, me rajaron la cabeza pero sobreviví.
SE: ¿y cómo salieron de ahí?
HG: estábamos enterrados en vida hasta que terminaron los bombardeos. Después nos vinieron a sacar todas las piedras.
VG (Vanesa Gómez, hija): vino el Sargento Oliva a ayudarte papá. Vio a papá, lo quiso sacar y tuvo que ir a buscar a otra persona porque no lo podía sacar a él.
AG: después cuando se iba que ya lo habían puesto en el camión, hubo una alerta roja, todos se refugiaron y el quedó solo en el camión, si no se podía mover.
HG: tenía fisura y fractura de costilla. No podía moverme ni andar como los monos saltando ahí. Además rajada la cabeza.
AG: tenía sangre por todo el cuerpo. Yo muchos años tuve la camiseta que él tenía puesta. Porque el volvió después de dos meses y no se había bañado nunca. La camiseta estaba llena de sangre.
HG: es cuestión de tener suerte. Nosotros dormíamos cuatro así y otros cuatro así (indica cruzados). A mí me enterró todo. Y una piedra me rajó la cabeza. Al que estaba con conmigo le pegó solo en la cabeza y lo mató. Es el destino que tiene cada uno. Yo no podía moverme de la cantidad de piedras que tenía. Me cosieron allá en Malvinas, me afeitaron la cabeza.
SE: claro, después de que lo dejaron en el camión, ¿qué pasó? ¿Dónde te curan?
AG: una vez que pasa el alerta roja, suben todos al camión y lo llevan al hospital.
HG: y ahí me atendieron, me vieron los médicos, los enfermeros que te agarran ahí nomás, te afeitan la cabeza, te cosen y todo.
VG: ¿sabés cómo fue? Fue en el Hospital Inglés, ¿te acordás, papá? Tuvieron que distraer a los médicos ingleses para sacarle la radiografía a papá. Porque él tenía las dos fracturas de las costillas.
AG: así que los primeros días de alerta roja, él salía. Pero como le dolía tanto, me contaba él, que al final decía “que sea lo que Dios quiera” (se ríen). Porque el dolor era terrible con las costillas rotas para moverse.
SE: así que el hospital era inglés.
VG: estaba el hospital donde estaban los médicos ingleses, tuvieron que distraer a los médicos ingleses para sacarle una placa.
HG: ahí estuve unos cuantos días. Después empezaron a venir montones de heridos, tipos a los que les habían volado los brazos, las piernas. A mí como podía caminar me sacaban y me ponían en otro lado.
AG: había uno que tenía una esquirla de una bomba en la columna y me contaba él que se arrastraba y caminaba. Por eso…las cosas que han visto…no me extraña lo de la memoria, o lo de las enfermedades y todo eso…
SE: ¿y ahí deciden traerlo al continente?
HG: no, mientras te puedas mover y puedas hacer algo te tenés que quedar. Además no era fácil traer gente del continente para cambiarlo. Así que yo volví a custodiar la pista. Estaba todo vendado, como una momia estaba. Porque tenía problema de fisura y fractura de costilla.
AG: el asunto era que él era el encargado de todos los cañones de 20 milímetros.
HG: eran todos antiaéreos. Todos. Toda la pista estaba rodeada de esos cañones junto con otros tipos de cañones. Nosotros habíamos rodeado la pista con cañones de 20 bitubo. Yo era el encargado del armamento de todo eso, para proteger la pista del ataque de los ingleses.
SE: ¿y cuánto tiempo estuvo en Malvinas?
AG: se fue el 2 de abril y volvió el 14 de junio. Dos meses y medio más o menos.
SE: ¿y cómo lo de la comunicación telefónica que me estaban comentando antes?
AG: me dan el teléfono y me dicen “Sra. De Gómez: su marido”. Entonces yo me había quedado con que me habían mentido y él estaba grave. Entonces me dice, ponele “hola gorda, ¿cómo estás?”. “Dónde está mi marido!” le decía yo enojada (se ríe).”¿Quién es ud?”. “Yo quiero hablar con mi marido”.
HG: ¡no me quería creer que era yo! (se ríe).
AG: me decía “gorda, soy yo, que esto, que lo otro”. Estaba enceguecida. No le creía. ¡Y se me pasó el minuto!!! Además teníamos que hablar cortando con el “cambio” y hablaba el otro, y eso tardaba. Yo lo único que decía era “yo quiero hablar con mi marido, dónde está mi marido”. Entonces termina la conversación…y yo digo…”me dijo gorda”. La única persona que me dice gorda en el mundo y que yo se lo permito, es él. Y me quería morir ahí, porque quería hablar porque me había dado cuenta que era él y ya había pasado mi tiempo.
Y después hablamos todos los días.
VG: a partir de eso se armó lindo despelote, que fue encabezado por ella, y así madres e hijas pudieron hablar con su familiar. Yo me acuerdo que le dije “cómo andás papá” y llorar.
SE: ¿y vos que te acordás de ese momento?
VG: que estaba el partido del 82’ (Mundial de Fútbol).
AG: estaba el partido que era en España…y yo miraba y decía “cómo puede ser, ellos en la guerra y estos jugando al fútbol”.
Yo creo que la gente no tomó conciencia mucho. En el sur si, en el sur hay monumentos de todo.
No lo podía entender. Me daba una angustia…allá se estaban muriendo…
VG: ¡jugaba Maradona mamá! La gente no se daba cuenta. Yo sabía cuál era la profesión de mi papá y que tarde o temprano iba a ir a una guerra.
SE: y tenías miedo?
VG: no, porque era medio inconsciente. El que si sabe más es Fabio. Él después vino y él quería ir a la guerra.
AG: mi hijo estaba en la escuela naval. Entonces pidió el retiro porque quería que lo mandaran a Malvinas.
HG: él era cadete de la escuela naval.
AG: y yo le decía “¡cómo vas a hacer eso!”.
VG: nosotras dos llorábamos.
AG: entre que no sabíamos si el padre podía venir, él se quería ir. Y pidió la baja.
HG: él quería combatir conmigo.
AG: estaba entre los primeros que pidió la baja.
VG: llorábamos las dos. Era mi hermano mayor, estábamos las dos solas, yo quería que se quedara.
AG: él decía “papá está en la guerra y yo estoy jugando al soldadito acá”. Pero no lo mandaron porque era cadete. Asique después vino a Mar del Plata y como había pasado la guerra, entró a la Universidad y se recibió de ingeniero mecánico, le fue mejor te digo.
VG: sabés cómo lo trajeron a papá?
SE: noo
VG: dos soldados y papá en el medio. Era un viejito. Así, agarrado él del brazo de cada soldado.
AG: tocaron el timbre… yo cuando lo vi me puse a llorar. Había bajado…yo no sé la cantidad de kilos. Barbudo, sucio. Mira siempre me acuerdo, porque a él le dolía mucho la espalda y entonces él se quería bañar. Decía “no me bañé nunca”. Entonces lo puse en la bañera, lo ayudé, y una vez que se secó y todo, cuando se fue el agua de la bañera, le digo “trajiste tierra malvinense”. Estaba lleno de tierra. Increíble.
SE: cuándo fue eso?
AG: él vino el 14 de junio, antes que se entregaran.
HG: porque nos reemplazaron. Faltaban dos días para que terminara la guerra y cayó gente nueva que estaba en bolas, ¡no sabían qué pasaba!
AG: dice que parecían turistas, dele sacar fotos.
HG: nosotros enterrados en bombas y ellos sacaban fotos…(se ríe). Ignoraban todo lo que pasaba. Nosotros estuvimos desde el principio, vimos todo.
AG: y después están las cosas que no se dicen…Qué no las puedo decir. De gente, que yo por ejemplo, vi por televisión diciendo “porque mis compañeros quedaron allá tapados, que sé yo”. Y cuando yo le cuento a él lo que estaba diciendo el tipo, él me dice “pero si es un sinvergüenza, ni herido estaba”. Gente que fue al principio pero que a la semana ya estaba de vuelta. Y salió en la televisión diciendo que él había sufrido y no le había pasado nada…
Yo te voy a contar una anécdota personal de un compañero de él. Cuando el viene de Malvinas, fuimos a una cena, no me acuerdo qué, y dice “es como si yo dijera que soy excombatiente de Malvinas”. Me acuerdo clarito, mientras que había cajones abiertos de vinos, lo traje de allá. Esto también lo traje, para que no se echara a perder, es lo que mandó la gente. Pasa el tiempo. Un día, en este mismo lugar que estoy yo, “porque yo, como excombatiente de Malvinas…” Yo me quedé mirándolooo…me dije ‘cuándo fue a Malvinas?’”.
HG: se disfrazan, se hacen pasar por veteranos.
AG: es por las pensiones.
SE: vuelve de Malvinas, se se baña y qué pasa después?
AG: él me dijo “de esto no se habla”.
VG: se respetó la voluntad de él.
AG: estuvo 5 años que no habló NUNCA de Malvinas. Yo tenía todos los diarios que había guardado, guardaba todo mientras él estaba en la guerra. Revistas, recortes, diarios, todo.
En ese momento les creía, que estaban protegidos, bien comidos. Yo les creía, después resulta que era todo una gran mentira, pero se descubrió después.
Y ellos sí, ellos comieron muy bien. Algo que yo siempre valoro que él me contó.
HG: a nosotros nunca nos faltó. A Fuerza Aérea nunca le faltó.
AG: sé que los de ejército y los demás hacían cola para comer, pero si venía alguien de más grado se ponía adelante y comía primero. Ellos no. Venia el jefe base y se ponía atrás de ellos. Él siempre cuenta como ese jefe daba el mejor ejemplo.
SE: ¿Hugo te acordás si tenías la orden de no hablar del tema o vos no querías hablar del tema?
HG: ambas dos. Me dijeron que hablara y yo tampoco quería. ¿Para qué? Yo fui de grande, ya tenía como 45 años. Entre a los 15 años a la escuela militar. Tengo como 30 años en la Fuerza. Tengo mucha experiencia.
SE: y en esos 5 años de silencio con la familia, ¿con los compañeros si hablaba?
HG: con los compañeros sí. Porque hablamos el mismo idioma. “Yo estuve en tal lado, yo en tal otro”. Entonces vos contás porque es un compañero de andanzas, estás en la misma.
Allá en la isla también hablábamos con los compañeros. Por ahí recibíamos una información “che, bombardeamos tal lado”, “che, nos bombardearon de tal lado”, “che, nos hundieron un barco”, “nos mataron aviones”. Toda esa información llegaba. Porque había gente que estaba comunicada con Argentina.
SE: ¿tenían la sensación de que podían ganar?
HG: mirá eso de ganar o perder en una guerra no se sabe. Ahí tenés que estar pensando en lo que tenés que hacer, de lo que sos responsable. Siempre tenés que estar enfocado en tu responsabilidad, en estar cien por cien atento. Lo demás, si vas a ganar o perder no corre. El tipo que está en el avión tiene que estar enfocado. El tipo que tiene que cargar las bombas, del combustible tiene que estar en su tema, con su problema. Yo estaba en la parte de armamento: tiene que haber balas, tiene que haber cañones, todo para esto y para el otro. Podés conversar si te enteraste de algo, conversas, pero seguís.
Nosotros como somos de la Fuerza Aérea, estamos siempre en lugares donde están las pistas. Entonces es muy diferente al que va a la tierra, y tiene que estar en una trinchera.
Alimento también teníamos, porque en los aviones además de llegar bombas y ametralladoras, traían la comida.
SE: ¿eso hacía que de alguna otra Fuerza fueran a visitarlos?
HG: y si…a veces les dábamos. Hay gente que la desparramaban junto con nosotros y le dábamos de comer. Para nosotros cualquiera era un camarada, un tipo que está combatiendo al lado tuyo.
Y después cuando volvimos los que estuvimos siempre hablamos entre nosotros. Además vivíamos en el mismo edificio.
SE: se contenían entre uds. ¿Porque no hubo otro tipo de contención, no?
AG: nada. Cero. Yo me acuerdo a los 5 años por que él había un muchacho que el apreciaba mucho, jugábamos al tenis juntos. Y él nunca había hablado. Y viene él…y no sé…empezó a contar. Y yo me quedé mirándolo, escuchando cosas que no sabía.
HG: porque hay cosas que no se cuentan.
AG: eso en la mentalidad de Uds.
HG: gorda, yo no te voy a contar que bombardearon y mataron un tipo. Cómo lo mataron y como lo llevaron arrastrando al hospital. ¿Para qué serviría contar eso? ¡Para nada!
AG: te sirve a vos para sacarlo.
HG: naaa
AG: psicología nada. Porque yo a veces le digo –yo voy a una psicóloga- y mi mamá siempre decía “lo que se guarda, se pudre”.
HG: yo entré al liceo militar a los 15 años. A los 18 años ya tenía el 2do grado de suboficial. Y vivimos revoluciones. Nosotros vivimos un montón de cosas. Para colmo la especialidad mía es armamento: bombas, granadas, fusiles, todo el día “bum, bam”.
AG: no oye nada. Y la bomba que cayó lo terminó de dejar sordo. Antes el escuchaba, se podía mantener una conversación, cuando vino de allá no se podía. Dañados los dos oídos.
HG: uso audífonos, por la bomba.
VG: si hablas bajito, no te escucha, si levantás la voz, se enoja (risas).
HG: vos te crees que soy sordo, le digo. (risas)
AG: él cuando vino le hicieron un estudio. Al tiempo lo llamaron. Y ahí salió que tenía una discapacidad, creo…del 50%. Eso después le sirvió cuando pidió la pensión.
HG: la especialidad mía era el armamento
SE: ¿y no les daban protección?
AG: se las daban. Pero eso era de “maricón”.
HG: te imaginás que fuera a la guerra con eso…
AG: están todos sordos (risas).
VG: el otro día fuimos a La Rural. Le habían hecho una exposición de los cañones. Y le preguntan a los que estaban ahí si se protegían los oídos, y dice “no Sra, es lindo escuchar los tiros”.
AG: claro, todos tienen esa idea.
SE: Alicia, ¿y entre las esposas hablaban de lo que habían vivido sus maridos?
AG: no. Porque si te contaba algo era íntimo. Nosotras seguimos siendo amigas con las chicas, pero te digo más: ahora de grande nos juntamos más. Ahora nos juntamos una vez al mes a tomar un té. Porque si no antes era vernos en las reuniones por las fechas del 2 de abril o a fin de año y listo. Eso lo organicé yo un día, ¿dije “por qué no nos reunimos de vez en cuando?” Mientras no sea un jueves –porque pinto- (hay varios cuadros en la pared).
SE: ¿y cuando se juntan hablan de generalidades? ¿O de temas de Malvinas?
AG: no, nunca hablamos de eso. Nos reímos mucho, pero de temas generales.
SE: ¿cuándo vuelven a Tandil e integran el Centro de Veteranos?
AG: en el 85’ él fue a la base y cuando volvió me dice “firmé el retiro”. Yo me quedé con los ojos así abiertos, helada. No podía ser. Porque mi hijo estaba en la Universidad. Hubo que ponerle departamento, todo. Nosotros venirnos de vuelta acá. Cuando le pregunté “por qué”, me dice “¡porque me cansé!”.
Yo no lo entendía. Se me habían cruzado todos los patitos (se ríe). Había que empezar a armar un montón de cosas. Y teníamos un mes nada más para venirnos. Y yo no entendía que podía hacer, con el sueldo de él, para pagar dos alquileres. No nos iba a dar. Lo solucioné después. En este mismo living, puse una boutique. La tuve 20 años, y con eso nos fue muy pero muy bien hasta que me cansé yo.
Él quería hacer otras cosas, como hacer custodia en el Banco y esas cosas. Pero a mí me daba miedo. Y fíjate que murieron dos muchachos, que los asaltaron y los mataron. Así que preferimos trabajar con la boutique.
SE: ¿ellos a cuánto tiempo de haber vuelto de Malvinas vuelven a trabajar?
AG: yo creo que a la semana. Llegaron de noche, como si fueran delincuentes, sucios, ocultos. Porque habían perdido.
Una vez había una reunión de soldados. Pero eran de ejército, viste. Y contaban cosas feas de Malvinas. Pero él me decía que en la Fuerza Aérea eso no. Tenían un comodoro que era un ejemplo. Ahora no me acuerdo el nombre. Esos soldados contaban que habían sido estaqueados, torturados por sus propios jefes. Y eso ha sido cierto. ¿Pero qué pasó? La gente tomó, lo mismo que con los represores “que todos son represores”, que todos habían sido estaqueadores. Entonces él ahí me contó que en Fuerza Aérea eso no pasó. Incluso con la comida comían todos lo mismo. Y nadie se iba adelante.
Lo mismo es ahora con las esposas. No nos relacionamos “por las tiras”. Somos todas iguales.
VG: él cuando volvió no pudo ir a dormir a la cama. Tuvo que dormir en el sillón sentado, por eso tardó unos días en volver a trabajar.
AG: estas cosas han dejado secuelas. A un muchacho que vino con él al poco tiempo se le declaró leucemia. Ellos vinieron en el avión con miedo, temían que los bombardearan en el aire. No se relajaron hasta que llegaron, se les hizo larguísimo.
Cuando volvió miraba tooodooo en la casa. No podía creer ver los manteles blancos, el televisor…como si hubieran estado en otro mundo. Todo le parecía surrealista.
Lo dejaron en el departamento, después lo llevaron a Buenos Aires hacer los estudios, y ahí, por lo que yo tengo entendido, fue cuando le dijeron “de esto no se habla”.
Cuando vuelven de Malvinas van de una a Buenos Aires y cuando venían de Buenos Aires a Mar del Plata se les abrió la puerta del avión. Asique sobrevivieron a Malvinas y casi los matan acá.
SE: y con la misma ropa que fue, ¿con la misma ropa volvió?
AG: si, salvo que a él le robaron. Mientras estuvo internado la máquina de afeitar, ropa, la valija, el equipo de gimnasia y la billetera con la foto de la familia. Lo dejaron con la ropa puesta.
Ah, y te iba a contar que cuando él estaba enterrado en Malvinas, como a las 4 de la madrugada, empezó a gritar “¡sáquenme, sáquenme!”. Y un muchacho que se llama Oliva, lo habían mandado a hacer una ducha y no duró nada. ¡Terminó de hacer la ducha y voló todo! Y ese muchacho fue el que lo rescató y le prestó los borcegos. Porque los borcegos de él quedaron sepultados. Y ese muchacho se encariño con él, cuando lo iban a mandar de vuelta a territorio pidió quedarse con ellos y se quedó a luchar.
Y pasaron muchos años y ese muchacho se había quedado pensando qué había sido de Hugo.
VG: en Buenos Aires lo buscó en el monumento a los veteranos, a ver si estaba ahí el nombre. Y después averiguó y preguntó por papá. Entonces como se manejan por grado, le dijeron que estaba en Tandil y le dieron el teléfono. Y llamó acá, que siempre atiendo yo. Dije -:“hola, si”, me dice-: “está el suboficial Gomez”, -:“si, soy la hija”. Le paso con mi papá, y lloraban los dos… Y quedaron en verse cuando viajáramos a Córdoba, a Villa Dolores.
Entonces fuimos y había otros camaradas de él.
AG: primero fuimos a una estación de servicio, porque no teníamos la dirección. Teníamos el teléfono y yo me lo había olvidado acá en casa. Asique pregunté y me dijeron que no daban direcciones. Me mandaron a preguntar por fulano de tal, que era un chico de más grado, para que nos dijera donde estaba Oliva. Y entonces fuimos ahí y estaba ese oficial que era de Fuerza Aérea que nos preguntó por qué estábamos buscando a Oliva. Le conté que mi esposo era excombatiente de Malvinas y todo. Y me dice que no estaba bien de salud por lo que iba a preguntarle a la señora si podía recibirnos. La llamó y vinieron. Se abrazaron los dos mirá…una emoción…
Resulta que cuando él vuelve de Malvinas, la mujer le había vendido la casa y se había ido con los chicos. Entonces entre lo que pasó en Malvinas más lo de después, tremendo. La cuestión que ellos vivían en el pueblo “traslasierra” y bueno y él ahí fue y estuvo como internado como un año en un instituto. Y ahí conoció a la maestra del pueblo, se enamoraron y se fueron a vivir a Villa Dolores. Y bueno, nos presentaron a la señora, y querían a toda costa que nos quedáramos, y lo abrazaba y lo besaba… Lloramos todos.
Pero, ellos sabrán lo que vivieron.
Pasó con muchos. Algunos se refugiaron en la bebida, la comida o el Alzheimer.
SE: ¿y cuando empiezan a participar del Centro de Veteranos en Tandil?
AG: fuimos uno de los primeros en participar del Centro. Pero después hubo algo que no le gustó. Pagó la cuota y se retiró por causas particulares. Después cuando pasaron los años volvió.
VG: papá donó muchas cosas al Museo histórico.
AG: la medalla de él, la que le dieron por herido en combate, está acá en el Museo Histórico del Fuerte Independencia. Él quería que fuera para la comunidad. Y otro muchacho, Rodolfo Ledesma, donó la bandera que se había traído envuelta en la cintura.
HG: era la bandera que usábamos en Malvinas.