Entrevista de la Secretaría e Extensión (SE) al Veterano de la Guerra de Malvinas Rafael Dante Alaniz (RA).
SE: Rafael donde escuchas por primera vez que iba a haber una guerra en Malvinas?
RA: yo estaba destinado en Comodoro Rivadavia, en el Regimiento de Infantería 8 .
SE: qué edad tenías?
RA: 26 años. Y vi que el día antes o dos días antes, llegó el Regimiento 25, que es el que cae en Colonia Sarmiento con Seineldin. Pararon todos los vehículos adentro de ahí pero todos preguntábamos qué pasaba y decían que solo estaban probando los vehículos. Hasta que al otro día que nos levantamos ya no estaban más en la plaza de armas donde habían dejado los vehículos y ahí nos dicen que se habían ido para Malvinas.
SE: hasta entonces no habías escuchado nada de Malvinas.
RA: yo nada. Yo era sargento.
SE: de dónde sos Rafael?
RA: soy de Cosquín, provincia de Córdoba. Empecé con la música a los 9 años, con la bandita de música de Blas Parera de Cosquín. Y bueno, a los 15 años, un maestro que estaba de paseo en Cosquín, escuchó la banda tocar para unos carnavales y le preguntó al maestro si no tendría a alguno para llevar al ejército. El maestro le dice que tendría que hablar con nuestros padres porque éramos todos menores. Y así fue. La llamaron a mi madre y ella me dio la opción “hijo, ud si quiere vaya, sino quédese”. Yo tomé la decisión de irme y los tres que nos habían elegido, que teníamos todos más o menos la misma edad, a los tres nos llevaron al ejército. De Cosquín nos llevaron a Magdalena.
SE: y cómo fue irte de tu casa a los 16 años?
RA: extrañaba horrores, a mi mamá, a mis abuelos. Y bueno, entré ahí al ejército, no sabía ni para qué había ido. A todos los trataba de “usted”, porque veía a todos de uniformes.
SE: y habías tenido en algún otro momento proximidad con el ejército? Algún familiar?
RA: nada. Mi padre fue policía. Pero ningún familiar que entrara en las fuerzas armadas.
SE: tenés hermanos?
RA: tengo una hermana 4 años mayor que yo, que ya falleció.
SE: y qué decía ella, de que vos te ibas?
RA: no mi madre me dio esa opción, y cuando yo elegí irme, se la cayeron las medias a todos. Me dijeron que me cuidara y recordara todos los concejos que me habían dado siempre.
Como éramos 3 los que nos fuimos, nos fuimos lo más bien. Pero después extrañamos. Se extraña a la familia, se extraña a la madre. Y entré al régimen militar que era levantarse a tal hora, acostarse. La única suerte que tuve, es que todos los movimientos que hacíamos con la Bandita infantil –porque el maestro era retirado de las fuerzas armadas también- es lo mismo que hacían en el ejército. Y yo el segundo día que entré, formé con la banda. Me vistieron , me hicieron tocar un poco para ver que es lo que tocaba (la trompeta) y forme con ellos.
SE: qué te parecían los demás músicos en ese momento?
RA: para mí era toda gente mayor, no me quería ni mover, nada. Era “pibe para acá, pibe para allá”. Después empecé con el otro tipo de instrucciones que se hacen en las fuerzas armadas. Entré en el 72’, y a fines del 72’ me mandaron al curso, a Buenos Aires, a la Escuela Lemos en ese tiempo, para hacer el curso de Cabo. Asique no tenía 17 años y ya salí de cabo.
Y bueno ahí tuve distintos destinos, fui al Liceo General San Martín, destinado ahí en Buenos Aires, era el antiguo Colegio Militar. Ahí hizo Perón a la instrucción de él como Colegio Militar de la Nación. Y está en la inscripción, todo ahí, en las paredes. Ahí estuve 3 o 4 años y me mandaron a Comodoro Rivadavia. Me salió el destino. Como era soltero, joven, me mandaron al sur. Allá me presenté, pasé el Mundial, me tocó ir al problema con Chile, me tocaron varios cositas que hicieron allá en el sur. Y lo último que fue: Malvinas.
SE: volamos ahí. Me decías antes que cuando estabas en Comodoro Rivadavia, había llegado el grupo de Seineldín, pero después se va y ahí escuchas por primera vez hablar de Malvinas. Qué decían en ese momento sobre lo que estaba pasando?
RA: solo vino el maestro de la Banda y nos dice que ese grupo se había ido a Malvinas para recuperar las islas. Lo que me dijeron ahí, es que ellos tenían previsto ir a Malvinas en Mayo, por el tiempo, por el frío. Porque a los otros les iba a costar venir para acá por el frío. Pero dicen que había un lugar donde hacían depostadero de ballenas, y había un argentino que tuvo la idea de izar la bandera argentina, y ahí abrieron el ojo los ingleses. Eso es lo que me enteré yo, que por eso vinieron antes. Y por eso también nosotros fuimos antes, antes de que vinieron ellos. Y así es como dicen que amanecieron el 2 de abril en Malvinas y las tomaron.
Por eso que muchas cosas que dicen, “que poca instrucción de los soldados”…cuando los soldados estaban bien instruidos en ese tiempo. Llevaban 2 meses, 2 meses y pico, no era que no sabían ni para qué iban. Pero son cosas que dicen, nada que ver, yo no lo ví así.
Y bueno, se fue el regimiento mío cuando le tocó. A los 4 días después de Malvinas. Se va el regimiento y no pasaba nada. Y viene el maestro de allá y me dice “che, Alaniz, vení que quiero hablar con vos. Te voy a mandar a las Islas Malvinas porque se olvidaron del corneta. Te voy a mandar a vos y después te voy a mandar un reemplazo. Después va a ir Garay (también era de Cosquín). Vas a estar 10-15 días allá , prepará todo y yo te voy a avisar cuando te van a llevar”. Fui y retiré todos los equipos, todo.
SE: por qué mandan un músico? Qué función tiene un músico o una banda de música en una situación de guerra?
RA: cuando es la Banda, levantar el ánimo a la tropa. En el caso mío, que soy un trompeta, “el corneta”. Y por cada toque de la trompeta, son las órdenes que se dan. Porque no había celulares en ese tiempo, y no se podían gritar todo, no se escuchan, más con el viento de las islas. Pero siempre ha sido así, viniendo del “tamborcito de Tacuarí” para acá. Entonces cada toque tiene un código. Teníamos toques para reunión, para almuerzo, desayuno, revista médica, todo tiene un toque con el instrumento.
Cuando van otros músicos, que tocan otros instrumentos, van ayudando al cocinero, al que está en el depósito, en sanidad –porque otra parte del músico es la sanidad-, para ayudar a transportar los heridos, todo eso.
Asique me dijo el maestro que preparara todo, que avisara a mi familia y me mandaron en un avión Hércules.
SE: y le avisaste a tu familia? Qué les dijiste?
RA: le mandé una carta a mi mamá y le puse, “bueno mamá, me mandaron a la isla, voy de corneta, voy a volver y cuando tenga licencia te voy a ver”. Nunca le llegó una carta a mi vieja. Igual que en la isla, le escribí cada 2 o 3 días, por el correo del ejército, que era carta gratis, pero no le llegó nunca. Tal es así, que mi vieja me había dado por muerto, porque nunca tuvo noticias.
Cuando volví le escribí y después directamente vine a casa. Y ahí cambió la cosa.
SE: con quién vas a Malvinas?
RA: fui solo. Iba el avión cargado con cosas, con materiales y gente que era de otra unidad. Lo que sabía ahí era que en la isla estaban las tropas argentinas pero que –más allá del incidente del día del desembarco-después estaba todo tranquilo. Para colmo decían: “13.000 km quedan las islas de donde tienen que venir los británicos, no van a venir”. Se comentaban que no lo iban a hacer, que no iban a venir, que iban a hacer un arreglo. Pero no fue así.
SE: cuando llegaste a dónde te mandaron?
RA: estuve con el regimiento que estuvo 2 o 3 días en el Puerto Argentino, me presenté, estuve ahí, hice 2 o 3 veces la bandera, porque tenía un mástil, ahí donde estaba el regimiento. Y después de ahí, nos trasladaron a Bahía Fox, con helicópteros, a la Isla Gran Malvinas Y ahí pasamos todos a la guerra.
Ahí las funciones mías, fueron las que conté, de hacer los toques. Tuve la suerte de que los soldados juraron a la Bandera el 26 de abril: toqué el Himno Nacional Argentino y todas las Marchas que toca una banda cuando se hace la Jura de Bandera.
Le rendí honores a todos los cayeron ahí del regimiento mío. Aparte de eso, cuando el 1ero de mayo empezaron los primeros ataques, me mandaron a colaborar con sanidad. Hice guardias y le llevaba mate cocido a los que estaban en los puestos que estaban en las trincheras. Con el instrumento hacíamos el izamiento de la bandera y el 25 de mayo toqué el Himno Nacional, al pié de la Bandera. Ahí ya no venían las tropas, estaban cada uno en sus puestos.
Asi transcurrió casi todo en la guerra de Malvinas, estaba siempre a disposición del jefe.
SE: cuál fue la situación más difícil que recuerdes?
RA: los bombardeos. Eran tremendos. Yo estaba medio retirado de las trincheras, porque estaba cerca del jefe, que estaba en una casa, más retirada, una casa de madera donde tenía el puesto comando.
He reemplazado a gente que estaba en las trincheras y que se descomponía.
SE: qué te acordás del bombardeo?
RA: como todos. Estábamos todos comiendo y vemos pasar un avión y nos parece que es un Harrier, pero uno dice que no, que eran un avión peruano (ellos colaboraron con nosotros en Malvinas). Estábamos todos sentados en el suelo para comer. Dio la vuelta el “supuesto avión peruano” y nos empezó a tirar. Laaaa, no sabíamos ni qué hacer. Yo dije siempre, en el ejército a uno lo preparan para todo, pero nunca nos ponen en un lado y tiran con un arma para ver qué se siente. Eso es otra cosa. Y eso era un avión que nos tiraba con ametralladora! Esa fue la última vez que la unidad estaba toda junta, después los mandaron a las trincheras. Y ahí el jefe me pidió que me dedicara a ayudar con los heridos. Estaba con un subteniente de intendencia yo, y ayudábamos en todo.
El primero bombardeo fue muy fuerte, nos dio mucho miedo. Y después es increíble como se adapta el ser humano, después era una costumbre. Sabíamos que a las 20,30 hs ya estaba las fragatas listas para empezar el bombardeo y nos metíamos adentro a esperar que tiraran. Pum, pum. Mientras que no hubiera muertos, era una cosa normal.
SE. cómo fue tener que ayudar con los heridos?
RA: lo que ayude no fueron muy heridos de gravedad, pero más duro era el toque de silencio. Eso fue lo desgraciado. Les tenía que hacer el toque de silencio a la noche. Le hacíamos un mini entierro a la noche. Le hacíamos los honores cuando los enterrábamos, envueltos en una manta verde, el jefe decía unas palabras, le hacía el toque de silencio, acompañaban 2, 3 o 4 más. Los enterrábamos en un lugar que eligió el jefe. Después de ahí creo que los llevaban al cementerio. Y eso lo hacíamos de noche.
SE: llevaban un registro de las personas fallecidas, tenían una lista con los nombres?
RA: no, no. Llega un momento que lo asimilas como estás en el cuartel y ves todo como normal. Y no es así. Después cuando volví empecé a revisar en mi cabeza a quienes habíamos enterrado. Nosotros enterramos a 4 o 5. Me acuerdo de un tal soldado Sosa, hablando conmigo, hacíamos juntos la patrulla, me empezó a contar de la familia. Me acuerdo que me contó que el hermano se había muerto ahogado y decía “yo ya veo que termino muerto en un incendio”. Y así fue. Salió la patrulla lejos de donde estábamos nosotros y se incendió un lugar donde estaban acampando, que no sé qué pasó, y ahí murió Sosa, en el incendio.
SE: viste un poco eso, algo “del destino” en los compañeros?
RA: y si..porque no entendés a veces por qué a uno sí y a uno no. Cuando yo me acostaba, que ni armaba carpa ni nada, yo dormía en un lugar donde dormían los ovejas por ahí, me acobachaba en un lugarcito ahí, ponía el estuche de la trompeta como almohada y dormía ahí, y la cabeza no para. Por ahí de noche sentía el bombardeo, había que levantarse, armarse, ir al costado, y esperar a que termine el bombardeo por si desembarcaban. Pero dentro de todo, gracias a Dios, creo que la saqué bien. Yo y muchos más.
SE: cuántos días estuviste ahí?
RA: hasta que terminó la guerra. Volvimos prisioneros, el 14 se rindieron las tropas.
SE: te acordás cómo fue el momento de la rendición?
RA: estábamos ahí en el regimiento y vinieron los helicópteros con las fuerzas inglesas. Y lo que se me cayeron las medias…que yo había izado la bandera y cuando llegaron las tropas ahí, veo cuando la bajan. Y suben la bandera inglesa. Eso fue muy feo.
El jefe había recibido la orden desde Puerto Argentino que había terminado, que había cese del fuego y rendición. Bajaron los ingleses y ahí empezó todo: entregar el armamento, entregar el equipo, revisarnos…Pero a mí lo que más me dolió fue cuando bajaron la bandera. Tengo por ahí una foto, donde está el mástil con la bandera británica, ahí donde yo izaba la argentina. Y la bandera creo que está en la unidad, la bandera que yo izaba, porque la trajeron.
Dicen que en caso de guerra la bandera tiene que estar 24 hs izada, y creo que en caso de Pandemia también. Pero el jefe me hacía bajarla y arriarla a la mañana, para cada día izarla y tocar la trompeta. Era para levantar el ánimo. Eramos 3 o 4 los que estábamos ahí, pero todos podían verla y escuchaban, aunque estuviera como a 10 cuadras.
SE: tuviste que entregar la trompeta en la rendición?
RA: entregué todo lo que tenía de armas, pero la trompeta no. El arma que yo tenía era la más vieja que existe en el ejército, por suerte nunca tuve que usarla porque seguro que no andaba (se ríe). Tenía una ametralladora PAM, 9 mml, que si tiraba un tiro no tiraba más.
Estaba el soldado que le ayudaba al cocinero, y me dice “yo me tengo que quedar con el sargento, que era cocinero, ni quiere llevarse el fusil mío por cualquier cosa”. Entonces me prestaba el Fal cuando tenía que hacer guardia, iba con el Fal del soldado, porque no le tenía confianza a lo que me habían dado a mí.
Lo que pasa es que no pensaban que se iba a armar una guerra. Y como cuando uno sale a entrenar, te dicen que te lleves algo, cualquier cosa como para cubrir que llevabas un arma. Pensaban eso pero no fue asi. Se nos vino una maromba encima…
SE: asique no te pidieron la trompeta…
RA: no, subimos al Norland a la noche. Ahí nos revisaron uno por uno a los que veníamos del lanchón de desembarco. Dejo el estuche con instrumento, me sacó el abrigo, todo eso. El casco, todo. Me revisan todo. Y el que estaba a cargo viene, me abre la tapa del estuche, estaba tapado con una franela, la saca. Y el que estaba ahí me dice “Jazz”. Lo único que entendía de inglés “jazz, me dice”. Entonces le hice señas que “si”, porque no entendía nada. Cara dura, agarré la trompeta, se le pone la boquilla que uno toca, y toqué un pedacito de “Cuando los santos vienen marchando” y “ST. Louis Blues”. Y ahí el jefe le hizo señas de que me la dejaran. Por eso no me la sacaron, sino me la quitan. Me salvó la música, que es universal. Ni el inglés ni yo conocíamos nuestros idiomas, pero la música si. Fue un momento hermoso eso. Veníamos con la ropa puesta y un bolsón con el equipo que llevábamos adentro.
SE: donde los dejan?
RA: en Puerto Madryn. Estuvimos 4 o 5 día navegando. Llegamos a Puerto Madryn, nos desembarcaron y ahí nos llevaron al regimiento. Cuando llegamos al puerto todo lo que había eran militares. Por suerte en el lío de bolsones encontré el mío, nos hicieron formar fila, estaba Cruz Roja internacional que nos tomaban los datos. Después esperamos y nos llevaron en colectivo al regimiento 8 y allá nos esperaba la Banda todo. De puerto Madryn nos llevaron a Comodoro Rivadavia. El 21 de junio volvimos.
SE: hasta cuando se quedaron en Comodoro Rivadavia?
RA: me quedé en Cómodoro hasta septiembre. Recién ahí salió el traslado a Tandil. Y ahí le mandé a mi madre, porque una familia muy humilde que no tenía ni teléfono. De Comodoro le había mandado una carta pero tampoco le llegó.
SE: tu mamá seguía sin tener ningún tipo de noticia tuya?
RA: cuando llegué a Tandil le mandé otra carta y ahí si le llegó. Aparte un muchacho de Cosquin que se estaba por retirar acá en Tandil, fue a Cosquín y la vió a mi vieja y le dijo que yo estaba en Tandil, que estaba bien y que pronto iría a visitarla. Se quería morir mi vieja.
Yo ya me había acostumbrado a Comodoro Rivadavia, pero en el mismo año me salió Tandil
SE: cuando pudiste ir a Cosquín?
RA: cuando me presenté acá (Tandil) vine sin licencia, sin nada. Porque en el ejército estaba como la idea de que había que desparramarlos a todos los que habíamos ido a Malvinas. Para que no habláramos y nos acordáramos de lo que había pasado. Asi no creábamos problemas. Entonces a mí, yo me quería quedar, me mandaron a Tandil. Y como era soltero, también, te mandan para todos lados.
Y bueno, vine a Tandil y ahí la fui a ver a mi madre. Me dieron 15 días y pude ir a Córdoba.
SE: te acordás cómo fue cuando encontrarte con ella?
RA: y…me temblaban las piernas cuando llegué allá. Para colmo no había el movimiento que hay ahora. Antes solo podías mandar telegrama y si mi vieja veía un telegrama se ponía como loca, porque un telegrama era sinónimo de mala noticia.
Y bueno, me presenté allá, fui a casa y golpee en casa.
SE: sabían que ibas, te esperaban?
RA: no, no sabían. Y salió mi abuelo me acuerdo.
Porque es asi: mi madre se separó de mi padre cuando yo tenía 3 años y mi hermana tenía 7 años, creo. Y de ahí se fueron a vivir con mis abuelos, mis abuelos hicieron de padre. Mi abuelo y mi abuela le ayudaron a mi madre. Ella nos crio ahí lavando ropa…
Y bueno, ahí me presenté y sale mi abuelo y dice “hijo querido!” (tenía casi 100 años mi abuelo, murió de 104 años!). Y salió mi madre…y bueno…(se emociona), y dele llorar yo y ella. Y “querido hijo”…que esto, lo otro. Y yo no le quería decir que me tenía que volver. Y no me quedó una que decirle de un día para el otro “mamá, mañana me tengo ir”. Y se puse mal… “cuando vas a volver?”. Ahí le expliqué que estaba más cerca ahora.
Y tuve la desgracia que mi madre falleció a los 63 años…de cáncer en el pecho. Le digo “mamá, vamos la llevo a Tandil, lo llevo al abuelo”. Yo ya había visto una persona para alquilarle una casa, todo. Le dije que acá se podía hacer ver. Pero me dijo que no, porque el abuelo no quería dejar la casa, que tenía los perritos, que esto, que lo otro. Decía que se iba a curar, que se iba a poner bien. Estaba muy delgada. Se estuvo haciendo estudios, quimio. Mi hermana estaba con vida en ese momento y la llevaba. Y cuando volví la segunda vez, estaba gordita de vuelta. Pensé que estaba bien. Y no. Es como todo. Medio que se abandonó porque ya se vió bien, no se hizo más estudios. Y me avisaron un día acá en Tandil, viene uno al ejército y me avisa que había fallecido mi mamá (se emociona).
Tenía un 147, ya me había casado con mi señora, y nos fuimos para allá. Y quedó mi abuelo solo, 90 y pico de años tenía. Y murió a los 104 años. Solo vivió. Él iba a cobrar y pagaba –porque sacaba todo con libreta- .
Lo que son las cosas de la vida: un día mi hermana lo lleva y le dice “abuelo quiere ir a casa a pasar una noche con nosotros”. Le dice que bueno, porque él no quería ir por los perritos. Y fue, y mi hermana se levanta a media noche al baño y lo ve destapado. Y como hacía frío lo va a tapar y se dio cuenta que estaba helado. Se durmió y se murió tranquilo. 104 años.
SE: asique te quedaste acá en Tandil. Y conociste a tu mujer acá?
RA: si, acá conocía a mi señora. Ella era agente civil del ejército. Trabajaba en “personal” y en “finanzas”. Ella sabía todo lo que cobraba (se ríe). Ahí la conocí. Y bueno, nos casamos en el 89’. Otra cosa que no pudimos lograr fue tener hijos. Se hizo todos los tratamientos habidos y por haber, me hicieron hacer estudios a mí. Y le dijeron que la única forma que podía quedar embarazada era con un tratamiento que no garantizaba la cantidad de hijos, podía quedar de uno como de 4 juntos. Y no quisimos correr el riesgo de 4 chicos de un solo saque y además que con eso corría peligro la vida de ella. Asique lo tomamos como que Dios lo dispuso así y lo aceptamos.
Y después nos dijeron de adoptar pero no nos animamos. Veíamos que después quieren conocer a sus padres…
SE: y cuándo empezás a vincularte con la historia de Malvinas, con otros veteranos?
RA: no, me llevó tiempo a mí. Recién con Murúa que me insistía a hablar pude decir algo. Ni mi señora sabe mucho.
Y una anécdota: mi señora. Estábamos viviendo en un alojamiento ahí en el Cuartel, para solteros. Estaba yo, el único veterano de guerra y 3 o 4 más. Y ella pasaba por el frente. Y había un amigo y le decía “Graciela, mirá que se está haciendo tarde, no vas a pasar por ahí que están los locos de Malvinas allá”. Y siempre fue el chiste que ella me decía “el loco de Malvinas” y terminó conmigo.
SE: así los veían, como “los locos de Malvinas”?
RA: si, yo creo que fue asi hasta que nos dieron en el Congreso de la Nación, nos dieron la medalla de Malvinas. Ahí medio que se calmó. Pero antes era algo despectivo. El mismo ejército. Con un jefe me pasó. Le preguntó al director de la banda si tenía “un loquito de Malvinas” y que tuviera cuidado porque “están todos medio chiflados”. Ojalá me lo encuentre hoy para decirle que no estoy chiflado.
Son cosas que en el momento duelen y después se olvidan.
SE: y después, cuándo te vinculás con un Centro de Veteranos?
RA: allá en Cosquín los conozco pero nada más. Y acá en Tandil me encontré con Murúa (Héctor Luis), que es de Cosquín. Vivíamos a 3 cuadras, pero nos conocimos en Malvinas y nos encontramos en Tandil, cuando él viene a Tandil.
En Malvinas nos conocimos compartiendo turnos. Y en Cosquín lo veía siempre, que andaba en la calle con la madre, porque mi familia, por parte de mi abuela, son Murúa también. Pero no familiar de él. Fuimos a la misma escuela primaria. Y después en Cosquín llevamos juntos una placa a esa Escuela.
Allá una maestra que se estaba por jubilar, Marina, le dice a mi señora que le tocaba organizar el último acto, de Malvinas, y quería hablar conmigo para que le contara a los chicos. Y así salió de hablar con Murúa también y ahí nació lo de hacer la placa y ella nos hizo un video.
Porque yo cuando pasé a retiro, en el 2006, me fui a vivir a Cosquín. A mi señora la trasladaron a Córdoba, a la unidad de paracaidistas. A la Calera fue ella, trasladada como pase hasta que se jubilara y yo me fui a Cosquín. Y ahí vivíamos los dos. Arreglamos y modificamos la casa que era de mis abuelos y ahí estamos.