Secretaría de Extensión: ¿Luna, dónde estaba usted cuando comienza a hablarse de que iba a haber una guerra en Malvinas?
-Luna Cosme: Estaba en la ciudad de Paso de los Libres en Corrientes
¿Usted era civil o personal militar?
-Cosme: Suboficial de carrera, y estaba de guardia esa noche. En realidad en aquella época no era común, es más, estaba prohibido usar artefactos como radios, por ejemplo, para escuchar música, no se podía…
En la guardia no…
-No se podía, nadie tenía radio. Entonces a nosotros nos avisa que se habían tomado las Islas Malvinas un soldado que se había dado de baja, que estaba trabajando en el Hipódromo y como ellos se levantaban temprano a trabajar con los caballos, se presentó y dijo: “macho, estamos en la guerra”.
¿Y dónde lo escuchó?
-En la radio…
¿Qué edad tenía usted?
-Yo tenía 22 años.
¿Y ellos por qué se habían dado de baja? Porque eran conscriptos, porque era el servicio militar obligatorio…
-Claro…
Y ellos se presentan…
–En aquella época se instruía de tal manera. El soldado sabía que si sucedía alguna cuestión de este tipo, si había algún conflicto o algo tenía que presentarse, no esperar a que los llamaran. Ellos sabían que después de determinado tiempo de que se dieran de baja, él era el que se tenía que presentar. Por supuesto, el sistema de movilización que tenían las fuerzas en esa época se ponía en movimiento y llamaban a todos los que se habían ido de baja. Pero, en este caso, este chico no esperó. Ellos sabían que tenían que presentarse y se presentó, y más tarde se presentó otro… claro, porque nosotros no teníamos medio, no teníamos forma de enterarnos
Es increíble porque ustedes no sabían… ellos por radio y ustedes, que estaban dentro de las fuerzas, hermetismo total… ni un “radiopasillo”, ni un rumor…
-Probablemente alguien que estuviera… algún jefe o alguien… supiera algo… Pero creo que ni siquiera… Imaginate que un jefe, un teniente coronel, tiene un determinado nivel de conocimiento que a lo mejor pudo haber tenido algún dato… pero a lo mejor él ya sospechaba… Imaginate que en los últimos meses del año ’81 habíamos estado recibiendo cañones nuevos, y entrenando permanentemente, fuera de lo normal. En el nivel que estaba, joven, imaginate. Entrenábamos y todo, claro, pero no teníamos una amplitud de conocimiento.
Así que ustedes ya a fines del ’81 empezaron a recibir otro tipo de munición y otro tipo de entrenamiento, pero no sospechaban nada raro…
-No otro tipo de entrenamiento, el mismo. Pero con armamento nuevo. Nosotros en octubre del ’81 recibimos los materiales… yo soy de de la rama de artillería. Recibimos los obuses Oto Melara 105 mm. Nuevos. Los habían comprado en Italia. Ese mes los recibimos y salimos al campo, íbamos permanentemente. Incluso cómo se produjo la segunda baja de soldados, los que quedaron eran muy poquitos. Son los que quedaban para cubrir algunos puestos, guardias, hasta que los soldados nuevos, en 45 días, o dos meses aprendieran lo básico. Había una pequeña porción de soldados pero son aquellos que por ahí no se portan muy bien, que tienen algún problemita, pero también hay algunos muy buenos que a propósito no se los deja ir, y eso pasaba a ser un poquito perjudicial para los buenos. Pero se les tenía mucha consideración en muchos aspectos. Porque si bien era un muy buen soldado sabía que por su calidad no se iba a poder ir, entonces tenía un montón de beneficios, de concesiones…
Porque la idea era como que se quedaran…
-Claro… y que se quedara bien
¿Y eran de carrera incluso?
-Y algunos sí… otros por ahí no, porque ya tenían… no sé… su vida ya organizada o asegurada por alguna situación económica del padre, o que se yo, por alguna otra preparación intelectual incluso. Teníamos soldados de 19 años y de 30. El más grande yo creo que era el de 30, vivía en un monte en el Chaco, en el Impenetrable y un día vino al pueblo y lo engancharon. “¿Qué anda haciendo acá? Documento. Venga para acá”. Y ese chico, vos fijate cómo era la ley que sí o sí tenía que hacer el servicio militar. Y eran los denominados “fijos”. Por no haber hecho los trámites como correspondían, el fijo tenía que estar en el servicio 15 meses sí o sí. No tenía la posibilidad de irse a los ocho meses portándose bien.
Cuando esos dos soldados les dicen “estamos en guerra”, ¿cómo reaccionan?
-¡Se armó la guerra! Yo en ese momento no estaba despierto, cuando llega González. Porque los de guardia hacen turnos de seis horas. Los días de guardia se dividen en cuatro. Seis horas cada uno. Entonces vos estas activo seis horas, y después te vas a descansar y el otro hacía el otro cuarto. A mí, en ese momento, que era el último cuarto, me tocaba dormir, descansar. Y fue un ejercicio normal, porque en ese momento dieron órdenes, no es que dijeron que debía levantarse todo el mundo, ni nada… y la guardia transcurría normalmente…
¿Qué día era? ¿se acuerda?
-Debe haber sido el dos de abril o ahí nomás…
Al no tener información, ¿lo recibieron con alegría o preocupación?
-Era una algarabía… una alegría porque desde la escuela primaria habíamos estudiado que las Malvinas eran nuestras, que había que recuperarlas. No se hablaba cómo, yo no recuerdo que alguien me haya dicho: “hay que recuperarlas de esta forma o de esta otra”. Pero sí se hablaba de que eran nuestras islas, que estaban usurpadas y que por derecho nos correspondía y debíamos recuperarlas, que el Estado argentino debía recuperarlas. Ese día, si bien fue una algarabía, una sorpresa, también empezó un día de trabajo duro… ´porque había que separar la gente, había que movilizarse al sur… si bien no sabíamos que íbamos a ir a la guerra, a las Malvinas, pero sí que íbamos a movilizarnos al sur.
¿Cuál es la primera información oficial que les dan? ¿Cómo les dicen que estaban en guerra?
-Y a la mañana, en la formación de la mañana (yo no estuve presente en esa formación porque la guardia no había salido todavía, porque cuando se habla de guardia, por lo general termina la formación y ahí viene el relevo). Y cuáles fueron las palabras de este hombre exactamente no recuerdo. Si, que al tercer día ya sabíamos que nos movilizábamos al sur y ya sabíamos en qué íbamos a ir y todas esas cuestiones. Y ya cuando llegamos cerca de Bahía Blanca, nos dijeron: mañana a Malvinas.
¿Su familia la tenía allí en Corrientes?
-No, yo soy formoseño. En esos años, mi padre (yo ya había perdido a mi madre) vivía en la ciudad de General San Martín, Chaco. Y bueno, yo no le pude avisar a mi padre… porque en esa época i llamar por teléfono era difícil, escribí una carta así rápida nomás, y la dejé en el correo del Ejército…
¿Qué le puso? ¿“Me voy a la guerra”?
-Nos movilizamos, nos vamos al Sur, probablemente a Malvinas, te dejo… (Porque nos dijeron: muchachos, nos tienen que dejar dicho quién cobra el sueldo de ustedes, porque todos esos papeles hay que hacerlos firmar… hay que hacer un montón de cosas. Papeleo, los seguros, a quién le dejas en caso de morir…. Todas esas cosas). Entonces yo alcancé a hacer esa planilla y le hice la carta donde le digo que le dejo el sueldo…
Entonces le mandó por carta que tenía una planilla para cobrar el sueldo suyo…
-Yo le aviso… porque el que se encarga de todos esos trámites es una parte administrativa de la unidad. Y de hecho han hecho todo como corresponde: mi padre comenzó a cobrar… y recién él se entera, porque llamó por teléfono y le dijeron: “sí, la unidad marchó al Sur”.
¿El se entera por las radios y por ahí empezó a llamar?
-Y antes que llegara mi carta a destino, él ya había llamado a la unidad y ya le habían dicho “ se fueron para allá”. No a la guerra, pero se fueron para el sur. Y bueno, yo tengo otro hermano, que también es veterano de guerra, y también es militar y él sí desembarcó en Malvinas el 2 de abril.
¿Dónde estaba él?
-En Bahía Blanca
¿Y ya estaba haciendo la carrera militar en Bahía Blanca?
-Exacto… a ellos los embarcaron el 24, 25, 26 por ahí, de marzo. A hacer un ejercicio. El día antes les dijeron: “muchachos, la situación es ésta: mañana desembarcan”. E incluso las mismas tropas que desembarcaron…
No tenían ninguna preparación psicológica…
-Conocimiento. Y bueno, y a partir de ahí… yo no sabía que él había desembarcado el 2 de abril ahí y mucho menos sabía que él estaba allá.
No tenían comunicación…
-No, no. Nada, y una carta, ¿cuánto tardaba? De Paso de los libres al Chaco, las cartas, entre 8 y 12 días tardaban…
…y quedamos en Bahía Blanca…
-En bahía Blanca, llegamos ahí a Ingeniero White después de un viaje tremendo porque nosotros vinimos en tren desde paso de los Libres, cargamos todo, cañones, municiones, equipos, vestimenta, herramientas, alimentos, un trabajo bastante considerado…
¿Y se acuerda del sentimiento de cargar el tren, mirar el tren lleno de cosas y subirse?… ¿tenían conciencia de a dónde se iban?, ¿cuál era el sentimiento?, ¿miedo?
-No, el sentimiento por ahí no es… ¿cómo decirte? Es como una aventura… es como una cosa que, después, cuando pasó dijimos… “A la pelotita, mirá lo que era”… cuando te vas aproximando al problema, ahí te vas dando cuenta de lo que es… pero mientras tanto todo es algarabía, porque uno se preparó para esto… hasta ahí es lindo, y a medida que te vas acercando, al cosa va cambiando…
¿Y a ustedes se les dio por pensar en si las cosas que tenían servían, si iban a funcionar?
-Nosotros en ese aspecto estábamos convencidos que servíamos porque teníamos material nuevo…
Claro, acababan de traerlos…
-A lo mejor no con la tecnología con la que contaba el enemigo… el adversario, pero nosotros estábamos seguros. Creo que ha sido una de las brigadas, por estar en el interior, por estar cerca de los campos de entrenamiento… Porque eso es otro tema, que a veces no se considera: salir de Buenos Aires, de la ciudad de Buenos Aires, de Patricios, de La Tablada, a hacer un ejercicio tenés que hacer cientos de kilómetros. Movilizar esos vehículos, imaginate. Un cañón que es remolcado por un camión. Ese camión necesita otro de acompañamiento que lleva todo lo que es munición y herramientas, ahí por cada cañón tenés dos vehículos, y cada batería (los cañones de artillería tienen cinco baterías, tres de tiro, y de servicio y comando). Imaginate que son tres baterías, son 18 camiones, 18 por dos, ahí tenés 36. Todo movimiento es un movimiento grande. Entonces como nosotros estábamos cerca, estábamos prácticamente en el campo, no teníamos ningún inconveniente. O a lo mejor, como esto ya estaba planeado, lo venían planificando dos o tres tipos, mandaban la orden aquella…
Tenían todo el campo para hacer el entrenamiento
-Es más, teníamos tres o cuatro lugares donde salíamos en minutos, en 10 minutos llegábamos. Si no, para los ejercicios grandes de varios días, nos íbamos a uno que estaba a más distancia, 200 km. Pero ese era para varios días. Dentro de ese espacio terrestre que ocupa una batalla, una unidad desarrolla diferentes acciones dentro del lugar, la de artillería apoya todos esos movimientos: si ataca, si defiende, si quiere desprenderse de un ataque, si quiere alejar, todo eso apoyado por la artillería.
Hasta ahora era un poco una película, ¿no?
-Sí y ahí aparece también otra cuestión: cuando vinimos de Paso de los Libres a Buenos Aires, en Martín Coronado nos encontramos con que la trocha del tren que nos traía, era muy diferente de la del tren que nos llevaba de Constitución al Sur. Entonces, tuvimos que hacer trasbordo de todo, bajar toda esa carga, ponerlo en otro tren, porque la trocha es más angosta, eso fue toda una noche de laburo , hasta la madrugada, de descargar y cargar otro tren… un trabajo tremendo… Cuando terminamos, se pone en movimiento el tren y nos desplazamos hacia el sur. Y venía lento porque por esa misma vía también discurrían los trenes de pasajeros que normalmente se trasladaban a todo el país. Entonces, cuando había un movimiento de trenes que iban o venían había que esperar en determinado lugar hasta que pase el tren de carga. Después lo mismo hasta que pase el tren de pasajeros. Porque los horarios, los tiempos, se cumplimentaban.
¿En los lugares en que ustedes tenían que parar para esperar, se veían con gente?
-En algunos lugares sí, en otros no.
¿Y la gente sabía que ustedes estaban yendo a Malvinas?
-Supongo que sí…
¿Pero no había hacia ustedes ningún tipo de comentario, ni de mensajes de aliento, ni nada?
-En algunos lugares si, había gente. Pero donde parábamos eran estaciones perdidas… ya no me acuerdo ni dónde. Creo que una de las que paramos fue en Martín Coronado. Pero paramos lejos… cuando llegamos a Azul, ahí recuerdo que bajamos, nos dijeron que íbamos a estar una hora, que bajemos a estirar las piernas, que fuéramos al baño. Ahí cambió el clima. Hacía frio ahora, nosotros veníamos del norte y la ropa nuestra era de satín, era muy fina, no era una ropa para el invierno… cuando llegamos allá pensamos: “al llegar a la Patagonia nos van a dar ropa nueva”. Y bueno, así fue. Llegamos a Ingeniero White y ahí ya teníamos que estar al otro día a las 10 de la mañana para el vuelo de la batería A. Y bueno, pasamos esa noche preparando, recibimos el abrigo…
¿Qué información tenían ustedes en ese momento de lo que estaba pasando en Malvinas?
-Ninguna.
-Seguían con la misma idea de que iban a recuperar algo sin saber más nada…
-No, sabíamos que nosotros íbamos a apoyar a la unidad que ya había recuperado las Malvinas. Pero en cuanto a planes operativos, todavía no había información de eso. Seguramente en el Alto Mando sí.
¿Había, además de estos dos soldados que usted comentó, otros que fueran conscriptos?
-Si! Empezaron a llegar todos durante la mañana esa y durante el día, y al otro día…
¿Y esos chicos les preguntaban cosas a ustedes que eran militares de carrera?, ¿tenían que explicarles cosas ustedes a ellos? ¿o cada uno hacía su historia?
-No, no, sabían… había momentos de charla… La cadena de información era así, por ejemplo, el Capitán informaba al Teniente y ese Teniente, a los jefes, que eran suboficiales. Y esos suboficiales a los soldados. No podían hacer ir a los 400 tipos… lo iban haciendo por niveles… porque de esa unidad, no todos los hombres eran combatientes. Están los oficinistas, etc. El cocinero sí, va a la guerra, ese es el primero que está. No puede faltar… Bueno, ahí nos dieron el abrigo (volviendo otra vez allá). Y ahí se armó una pequeña escaramuza en el buen sentido, porque se ordenó, de los 400 y pico que éramos, que iban a pasar solamente ciento y pico… y todos querían ir… Ahí fue realmente un conflicto… y debe haberse sentido muy mal el jefe en ese momento… ¿cómo le hacés entender a alguien que se tiene que quedar, que no va a pasar? Y ocurrió, hubo gente que se sintió mal, gente que tuvo diferentes reacciones. Y bueno, si no estabas en la lista…
Pero a usted le tocó…
-A mí me tocó.
¿Y cómo fue?
-Y en cada batería viene un jefe y dice: “Carlitos, Pedro, Luna, adentro…”
Bien, subieron al avión…
-Primero se prepara todo,… porque los aviones tienen determinada capacidad. Ese es otro tema. Independientemente de la capacidad, todo depende del tipo de carga que llevás. El comisario de a bordo de un avión te dice: “esto sí, esto no, esto sí, esto, no.” Te dice dónde cargar las cosas, y entramos a cargar los cañones, lo primero que cargamos. Y lo bueno que tenían estos materiales de artillería -que había comprado el país en el año ‘68 por el conflicto que empiezan a tener con Chile, aunque después compraran más en el ’81-, es que eran para crear unidades de montaña. Eran aptos para la operación en montaña, por la versatilidad que tienen, la facilidad para armarlos, desarmarlos y armarlos, cargarlos en helicóptero, en camión, en lomo de burro, en lo que se te ocurra. Lo podés desarmar totalmente, transportarlo, y volverlo a armar, en poquitos minutos, en tres minutos, o siete minutos estás tirando. Luego de transportarlo determinada distancia, determinado tiempo…
Así que eso lo pudieron subir y llevar…
-Y ese cañón tiene un mecanismo de armado de una determinada forma para remolcarlo con camión, otra forma para remolcarlo con mula y otra forma para helitransportarlo. Y de acuerdo a los modos de transporte que vos usaras, el cañón se armaba más grande o más chico. Para nosotros resultó bastante cómodo movernos, además nosotros llevábamos semejante cantidad de pertrechos además de los cañones, de herramientas, de municiones, en un solo jeep. Un jeep tiene capacidad de llevar 250 kilos de carga y llevamos uno solo y con ese jeep nos movilizamos todo el tiempo, con un sacrificio humano enorme.
¿Cómo fue cuando bajaron?
-Cuando bajamos fue duro, porque el primero golpe que uno siente es el frio y el viento…
Y más de donde venían ustedes.
-Es decir, el primer impacto es ese. Bajamos en el aeropuerto, fuimos haciendo 500 metros, nos dijeron: “acá vamos a hacer carpas”. Y nadie pudo levantar una carpa del viento que había. Esa noche dormimos a la intemperie, ahí. Primero porque estábamos esperando órdenes, y cuando se esperan órdenes generalmente no se arman carpas…
Porque los pueden mandar a otro lugar en tres segundos…
-Claro, y porque además, el poco tiempo que tenés lo empleás para descansar. O para alimentarte. Entonces, lo primero que bajamos fue el cocinero, Herrera de apellido. Era un tipo muy nervioso, por ahí se enojaba… le faltaban las primeras falanges, pero nunca dejó sin comida a nadie. Y bueno, estuvimos esperando órdenes hasta que a las 4 de la mañana nos dijeron que siguiéramos adelante, 10 kilómetros, 12, caminando, empujando los camiones. El jeep llevaba bolsos, llevaba las partes más pesadas, las municiones (y esos materiales tienen un calibre de 105 mm. Son de 10, 5 cm. de diámetro). En cada casco vienen dos proyectiles y son de un sistema semidesacelerado que vienen todos de seis partes, el proyectil por un lado, la pólvora, que es la propulsora, por el otro, y la vaina que es donde se encaja el proyectil, para poder meterlo después dentro del tubo de cañón, para poder disparar. Todas esas cosas vienen en un cajón que pesa 43 kilos. Y solamente son dos proyectiles. Nosotros llevábamos 9000 cajones.
¿Y eso va en el jeep?
– En unos aviones, en total…después había un camión que debe haber sido de la Armada, un Mercedes Benz que por ahí lo confiscábamos, lo tomábamos prestado de forma obligatoria, y hacíamos algunos viajes y después nos peleábamos a ver a quién le tocaba. O si no, por ahí los civiles ingleses te dejaban algún Land Rover y los tomábamos nosotros prestados para hacer los transportes… Después apareció un jeep, un UNIMOG, no es un jeep, es un camión UNIMOG, de acá, de Junín, de la provincia de Buenos Aires, porque de acá llevaron los cañones, Sofma 155 mm. Y pudieron cargar dentro del avión este camión y estábamos con ese camión día y noche, día y noche, imaginate transportar 9000 cajones de 105mm.
¿Lo transportaban lejos de la gente o estaban en el medio del pueblo?
-No, no, lejos. Un soldado nunca está donde está la gente. Nosotros estábamos a un costado del pueblo.
¿Cuándo empiezan a darse cuenta de que iba a haber una respuesta militar de Inglaterra?
-Prácticamente, a los dos o tres días que estuvimos ahí. En principio, porque en los planes originales de la toma de Malvinas no estaba previsto ir a la guerra. Era ir, tomar, armar una pequeña guarnición y retirar las tropas. De hecho, así se dio, porque los elementos de infantería que tomaron las Malvinas, no se quedaron. Las tropas que desembarcaron -donde murió Pedro Edgardo Giachino- nunca llegaron. La misión de ellos fue tomar, entregar y armar una pequeña guarnición militar y esperar. Porque Argentina se jugaba, si no a solucionar el conflicto, por lo menos obligar a Inglaterra a discutir el tema en Naciones Unidas, y los ingleses no quisieron. Cuando se vio que la cosa era así, entraron a llevar cosas…
¿Qué información recibían estando allá?, ¿cuándo empiezan a darse cuenta de que iba a haber una guerra?
-Cuando nos informan que la flota inglesa se venía. Y la flota inglesa zarpó ahí nomás. El ocho de abril creo. Les fue muy fácil a los ingleses porque ellos estaban en ejercicio, con la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) cerca de no sé que Puerto de Gibraltar. La flota inglesa estaba desparramada en ejercicio como en dos o tres partes. Lo único que hicieron es virar para acá y venirse… fue todo lo que hicieron. Confiscaron algunos barcos como el Canberra, el Norland creo que era el otro…
Cuando empiezan a escuchar que se vienen los ingleses, ¿se sienten preparados para recibirlos?
-Nunca pensé que iba a ser fácil… el que más o menos está preparado en algo se tiene confianza. Una guerra está basada primero en la estrategia. Y segundo en la táctica que es el combate ya. Y tenés que tener con qué.
¿Cuándo es el primer bombardeo?
-El primero de mayo…
¿Dónde estaban?
-Estábamos en nuestras posiciones
¿Cómo se preparan para eso?, ¿qué arman?, ¿pozos…?
-Pozos, se arman tres pozos. Un pozo grande, con un diámetro de 7 metros, que es donde está el cañón. Después se arma otro pocito regularmente grande de unos 3 mts por 3 mts que es donde está la munición y para el otro lado se arma otro pozo donde está el personal: o sea, está el pozo de abrigo del personal y el pozo de abrigo de las municiones. Y se hacen los techos, se cruzan palos y se techa, porque los enemigos te cañonean… y si no está bien hecho eso, pasa el tiro y mata a todos. Y con la tierra que se saca se hace un parapeto en el frente para que las esquirlas que pegan afuera no pasen.
¿El primer bombardeo lo reciben de noche o de día?
-De noche. Empezó como a las 10 de la noche y terminó como a las 4 de la mañana.
-¿Qué recuerda de eso?
-La artillería de campaña, cuando está recibiendo cañoneos navales, no puede hacer nada. Tiene que cubrirse en los pozos porque un cañón, desde tierra, no puede disparar al mar. Primero porque el cañón del barco tiene largo alcance, tiene 17 a 24 km. Nosotros teníamos apenas 10, 10,5 km. Y por más que le tiráramos y le pegáramos no le hacía nada.
Así que era resistir.
-Era resistir, aguantar. Lo que sí, los aviones argentinos no podían actuar (a los barcos se los atacaba con aviones). No podían atacar con aviones porque no tenían visión nocturna, entonces había que aguantar.
¿Y cómo fue esa primera noche?
-Fue tremenda. Porque ahí no terminó la cosa. Cuando termina el cañoneo naval, vino el aéreo. Y eso fue tremendo. Ese fue uno de los momentos… no me da prurito contarlo… donde en un momento sentí mucho miedo… porque uno ve cosas que ni siquiera se imagina. Cuando los aviones largan bombas, tiembla todo, todo explota, todo revienta. Hay fuego por todos lados. Y hay otras cosas más. El primer ataque fue en el aeropuerto, del que estábamos a 10 km. El segundo ataque fue a los regimientos. El tercer ataque fue en el cerro Sapper Hill donde estaba posicionada y evidentemente había sido detectado, un ECA, que es una Estación de Control Aéreo. Es un sistema por el que van controlando y manejando todo el movimiento de los propios aviones y de los enemigos. Desde ahí se detecta cuál es el avión enemigo y cuál es amigo. Los reventaron.
Y en ese momento de bombardeo, ¿todo lo que uno organiza como estrategia y como táctica, desaparece?, ¿aparece algo más relacionado a la supervivencia?
-Para algunas tropas sí, porque no pueden hacer nada. La infantería y la artillería de campaña, nada. Pero ahí entró a operar la artillería de la Fuerza Aérea. Ahí entraron a operar los cañones y los misiles. Y ahí derribaron aviones, cayeron cuatro aviones ingleses ese día. Se vio clarito cómo nos venía atacando y de frente le tiraron. Se ve que le pegaron al piloto, porque así como venía pasó de largo. Y después los misiles, atacaron doce aviones, cayeron cuatro y dos se fueron averiados.
¿En alguno de esos bombardeos le dieron a algunos de estos focos de artillería, donde estaban ustedes o no?, ¿o estaban más lejos?
-No, no, nosotros tuvimos en ese aspecto, una suerte extraordinaria. Dentro de todo hubo 2 muertos y 28 heridos, en comparación con otras unidades que tuvieron 47, 36 y todos en la guerra. En un cañoneo que hubo posteriormente, cerca del 31 de mayo, 2 o 3 de junio sería, no recuerdo exactamente, cuando tuvimos el primer muerto, fue un cañonero de la posición nuestra. Ese día, nos dieron con ganas.
¿Hubo algún momento de cuerpo a cuerpo?
-La artillería, cuerpo a cuerpo nunca. Cuerpo a cuerpo solamente la infantería.
¿Nunca avanzaron sobre ustedes?
-No. Cuando infantería está en primera línea, artillería está atrás. Si la infantería avanza, la artillería va cerca. Cuando infantería retrocede, artillería retrocede más lejos. Porque tiene que ir abriendo los fuegos que necesita para desprenderse más. Y cuando avanza la infantería, la artillería abre fuego sobre los elementos que más resistencia le están haciendo al ataque. Entonces es imposible que haya combate cuerpo a cuerpo. Imposible. Se arma el ataque de contrabatería. Nosotros vivimos mucho eso. La artillería enemiga que me tira a mí y yo a ella. Hasta que una de las dos hace silenciar a la otra. Llega un momento que no te podes mover más porque es tremendo. La artillería ejecuta juegos de municiones a explosión. Por impacto, otra munición explota a 15 o 20 metros antes de caer y eso es una lluvia de esquirlas. Eso te destroza. Entonces llega un momento que según con lo que estés tirando, el otro hace silenciar a este.
¿Y todos esos días que pasaban, qué hablaban entre ustedes?, ¿cómo funcionaba la comunicación?
-Se manejan dos tipos de comunicación. La radioeléctrica, y la alámbrica. En estos combates encarnizados así, y con los medios que tenían los ingleses, encender una radio era morir. Entonces la comunicación que más se utilizaba era la alámbrica. Y ahí trabajaba yo. Mi trabajo era hacer todos los tendidos alámbricos. Con todos los elementos. Si habré caminado! 5, 6, 7, 8 kilómetros, por ahí se te corta el cable y no sabes dónde, hay que salir a arreglarlo, llueva o truene. Y cuando vos salís a arreglarlo, salís a seguir el cable.
¿En ese momento en que estaban más o menos comunicados sabían qué estaba pasando?
-Se conocía a medias, porque esa es una cuestión… ¿cómo explicarte? Medio de acción psicológica. Yo no les puedo contar a mis soldados que nos están matando a palos, que nos están destrozando, porque entonces estoy desmoralizando. Teníamos que mentir un poquito. Porque si le digo toda la verdad a mi gente, las desmoralizo. Las mato ahí nomás. Si les digo que destrozaron todo, que degollaron gente, estoy destruyendo moralmente a mis hombres. Hay cosas que no se pueden… viste que dicen: “nos mentían!”. Pero no le podían decir al pueblo la verdad. Todas las guerras pasaron así. Nadie te va a contar la verdad porque te mata. Te destruye moralmente. Por supuesto que después iba a salir todo. Por eso están las leyes que después juzgan al responsable. En nuestro país no se juzgó al responsable. Pero en el momento de la guerra es así. Siempre hacen una acción psicológica. O por ejemplo, la acción psicológica la hacía la radio Carve de Uruguay. Todo en contra nuestra, todo era malo lo que hacía Argentina. Y todo era bueno lo que hacían los ingleses. Carve y radio Colonia. Y se las escuchaba clarito allá.
¿Ustedes escuchaban?
-La radio de Río Gallegos no se escuchaba. Pero la uruguaya sí. ¿Quién hacía el transporte de la onda? ¿quién? ¿dónde? ¿desde qué? ¿por qué? ¿por qué lo hacían esas radios?
La comunicación es poder y más en una guerra…
-Siempre tuve mis reservas con respecto a esas radios y a esa gente. Peor que del otro lado, porque nosotros con los chilenos éramos enemigos. Y vos de tus enemigos no podés esperar otra cosa que lo que hizo Chile con nosotros. No olvidemos que en el ’78 estuvimos a punto de entrar en guerra. Y para el 82, no habíamos solucionado los problemas. Al contrario. Estaban intensificados. Jamás los chilenos iban a salir a favor tuyo. Yo no considero que ellos nos hayan traicionado. Ellos obraron como debían haber obrado ante un enemigo. Y nosotros éramos enemigos de ellos. Pero lo de la radio Carve, para mí fue traición. Actualmente no existe más.
¿Y cuándo se dan cuenta de que la guerra se estaba terminando y que además la estaban perdiendo y que estaba la posibilidad de ser prisioneros?
-Nadie quiere ser prisionero. Nadie se prepara para ser prisionero. Las tropas se rinden cuando se les ordena. Si no, no se pueden rendir. Nuestro jefe nos ordenó cesar el fuego, no disparar más y meterse a resguardo. Pero para esto ya veíamos que los ingleses ya estaban aguerridos, ya habían pasado 3, 4 o 5 noches que eran atroces en cuanto al tiroteo en primera línea. Y nosotros hemos llegado a tirar en puntería directa también, que eso es cuando vos ves a la persona y le tirás derecho. En la indirecta vos nunca ves a la persona y tampoco ves los efectos. Y bueno, derribaron a las tropas de primera línea, que nos sobrepasaban. Y ya no había nada más para hacer. Y ahí fue cuando se produce la rendición.
¿Como fue eso?
-No lo sé. No sé cómo fue eso. No lo vimos, nosotros solamente recibimos la orden. Sería a las 11 y pico de la mañana…
¿Y ustedes a pesar de estar lejos de este combate cuerpo a cuerpo, también tenían que ayudar a los heridos, llevar, traer?
-Claro. Tuvimos 28 heridos. Y había que sacarlos de la posición y llevarlos… Cuando las piezas están dispuestas y se producen acá los heridos, vos tenés que sacarlos y entregarlos a no más de 80 o 100 metros que están los elementos de auxilio.
¿Tenían un enfermero, no?
-Enfermeros, camilleros, de todo.
¿Y el que estaba más cerca tenía que llevar al compañero, entregarlo ahí y volvía?
-Exacto. Y hubo casos que no volvieron. Y a esos después los agarró la justicia militar y no fueron a prisión pero fueron dados de baja. Porque huyeron. Eso es cobardía, porque cuando vos estas combatiendo, eso es cobardía. No es lo mismo que deserción.
¿Y los encontraron después?
-Sí, sí, los encontraron.
¿Recuerda cómo es la parte en que los ingleses lo toman prisionero?
-El 15 antes del mediodía cayó una patrulla inglesa ahí y nosotros estábamos con todo el armamento. Sin armas venían. Y vino un sargento inglés, justo había un soldado que sabía inglés y le dijo que no hiciéramos ninguna locura, que nos quedáramos donde estábamos, con las órdenes que nos habían dado nuestros jefes, que ya la guerra había terminado. Y que después íbamos a ir recibiendo órdenes…
¿Ustedes les creyeron?, ¿o temían que los mataran?
-No, que nos mataran no…
¿Creían que iban a respetar las convenciones de guerra?
-Sí, nosotros éramos soldados y el soldado… no estoy diciendo que haya algunos que no respeten la ley, pero una cosa es cuando un prisionero cae en combate, y el combate sigue, y otra cosa es cuando tenés un prisionero y la guerra ya terminó. Son dos cosas diferentes. El accionar del soldado, tanto el que toma prisionero como el que es prisionero tiene una emoción ya más tranquila. Más sosegada. Y ya no descarga sobre el otro violencia como la que tenía en el combate. Porque si uno está combatiendo y toma un prisionero, depende la situación, por ahí lo hace hablar “con un beso” o con unos golpecitos… según la necesidad. Y por ejemplo, la caballería no toma prisioneros. Desarma y sigue, desarma y sigue. Pero cuando la guerra ya está terminada, ya no hay… es más, no hubo ningún incidente…
¿A dónde fueron?
-Estuvimos dos días ahí, después nos llevaron al campo de concentración y de ahí nos llevaron a una Bahía que había, donde nos subían en unas barcazas. De esas barcazas íbamos al Canberra, un barco transatlántico que los ingleses habían tomado como Buque-Hospital que operó como transporte de materiales, de munición y esas cosas, aunque estaba prohibido. Todo barco hospital tiene la Cruz Roja, y los aviones argentinos cuando la vieron, no lo bombardearon y bombardearon uno, que lo hundieron aunque tenía la cruz pero estaba cargado con helicópteros, con tanques y con aviones. Esa fue una de las enormes pérdidas que tuvieron los ingleses. Venían con combustible y todo, que no pudieron bajar… bajaron apenas cinco tanques, no pudieron bajar más porque no tenían combustible. En el Canberra estuvimos como dos o tres días. Y después nos trajeron a Puerto Madryn y ahí me junté de vuelta con mi hermano.
¿Se encuentra recién en Puerto Madryn con su hermano o lo ve antes?
-No, lo vi antes. El veintipico de abril. Viene un sargento conocido mío y me pregunta: “Usted tiene un hermano acá?” “No, que yo sepa…”. “pero hay allá un Luna”, “yo tengo un hermano…” “está ahí al lado!” y al rato llega Balza y me dice: “mañana se va a almorzar con su hermano”. Y al otro día fui a almorzar con él. Y fui con otro soldado, almorzamos, y a partir de ahí siempre estuvimos en contacto. Si bien él desembarcó el 2 de abril, estaba en un lugar donde estaba más cerca de donde llegaban las provisiones. Y siempre me mandaba un poquito de Whisky, me mandaba mantecol, chocolate, o yo por ahí pasaba cerca y le mangueaba algo… porque él no estaba en primera línea. Y ese lugar donde él estaba era el lugar donde tenían el cuartel los Royal Marine, los soldados ingleses. Cuando lo tomaron, se ubicaron ahí. Hasta el 13 él estaba ahí, porque habíamos hablado por teléfono… él es de comunicaciones. Ellos manejan todas las comunicaciones de la isla con todas las unidades, es decir que cada vez que quería comunicarse conmigo, no tenía problema. Él conmigo, yo no podía. Y bueno, terminamos de hablar… y al rato uno me dice: “che, mirá, ¿allá no es donde está tu hermano? Mirá cómo está ardiendo…” Habían pasado unos aviones ingleses y bombardearon todo. No quedó nada. Había quedado todo quemado y eso ardió toda la noche. Al otro día me voy hasta ahí. Mientras iba caminando me daba cuenta que no había quedado nada. Y veníamos caminando por el centro y me grita un soldado que por ahí estaba Felipe. Se habían salvado, antes del bombardeo habían salido corriendo. No había quedado nadie ahí.
¿Cómo fue en Madryn la sensación de volver a pisar el suelo argentino?
-Uno viene con vergüenza, viene medio humillado, viene con sensaciones amargas. No es fácil. Es muy duro.
¿Por haber perdido la guerra, más allá del honor de haber luchado?
-Y… esas cosas te quedan para toda la vida…
¿La gente los recibió, los estaban esperando?, ¿cuándo pudo volver a tener contacto con la familia?
-Cuando uno viene así, emocionalmente destruido, y de repente bajás y la gente te recibe bien y te grita cosas, te hace sentir bien. Incluso nosotros bajamos en el aeropuerto, subimos a los camiones y durante kilómetros hubo gente de ambos lados de la ruta vivando y gritando cosas lindas y eso te hace levantar un poco el ánimo. Porque por ahí uno sabe que no cumplió.
¿ Esa es la impresión que usted tenía?
-Claro… y es una sensación que hasta el día de hoy la tengo.
¿Y cuándo se encuentra con su familia, con la realidad de todo esto?
-De ahí, de puerto Madryn, nos tomamos el avión, nos fuimos a Buenos Aires. Estuvimos 5 días, 2 días de viaje de vuelta a paso de los Libres. Habremos estado 10 días… recién el 12 de agosto vi a mis padres. Y ahí estuve más de un mes.
¿Y en el transcurso de la guerra llegaron a mandarse alguna carta?, ¿recibió alguna carta de su papá?
-Sí, si. Aparte tenía noticias permanentemente porque a partir del momento en que me junté con mi hermano, él todos los días le hacía un telegrama a la mañana. Antes me llamaba a mí y después le decía “estamos bien”. No sé cuántas cartas les habré hecho. Creo que tiene como 5 o 6 cartas por ahí. Incluso a la abuela de ella (señala a su esposa) también le hice una carta… porque en esa época no éramos novios. Pero la conocí a la abuela de ella. La conocía porque cuando entré al ejército no tenía familiares en Buenos Aires, la abuela de ella vivía en Buenos Aires y era suegra de un pariente mío. De Buenos Aires me voy a Corrientes, a Paso de los Libres, y después de la guerra vengo a Buenos Aires y ahí nos conocimos…
¿Cuando estaban en Puerto Madryn, de ahí a donde van?
-A Trelew. De ahí a Palomar.
-¿Y después vuelven a Corrientes?
-Sí, sí. En Campo de Mayo estuvimos 5 días más o menos porque nos hicieron un montón de estudios médicos, psicológicos, nos dieron equipos nuevos. Ahí se tardó mucho, imaginate que habíamos ido a parar a La Cabral, y ahí había como cinco mil tipos. Había que darles de comer, había que vestirlos, un chequeo médico para todos…
¿Y entre ustedes hablaban algo de lo que pasó?
-Sí, sí, sí.
¿Muchos de los que no se vieron allá se volvieron a encontrar ahí?
-No, incluso de la misma unidad mía nos vimos por última vez en ingeniero White en la base aeronaval de Puerto Belgrano. Y no nos vimos más hasta que volvimos de la guerra. Porque como te decía hoy, cada unidad tiene cinco baterías. Las tres de tiro no llegaron juntitas.
¿Y cuándo empiezan a tener contacto con las familias?
-En esos primeros años no se hablaba del tema… una vez… habrían pasado, no sé, sería en noviembre, o diciembre, ahí en paso de los Libres, en Corrientes, salimos a cenar una noche. Estábamos cenando, charlando así, despacito, estábamos hablando de la guerra. Y en un momento, cuando terminamos de cenar, viene el mozo a cobrarnos, se para uno de la mesa de al lado que había estado escuchando todo, agarró la boleta y dijo: “yo pago todo esto a los Héroes de Malvinas”. Ahí escuché por primera vez la palabra Héroes. La pagó. Y después escuché hablar de Malvinas muchos años después. Y lo mío fue muy particular en este sentido de poco hablar y charlar del tema porque después cuando me voy de Paso de los Libres, me voy a unidades que nunca estuvieron en la guerra. La caballería no fue a la guerra. Y me tocó ahí, en caballería. ¿cómo iban a hablar de la guerra si no estuvieron ni cerca? De Paso de los Libres no vine para acá, para Tandil. Estuve casi un año en Jujuy y de ahí me mandan de instructor a la Cabral. Por la experiencia en la guerra. De ahí me dan el pase a Tandil. Pero incluso en esa época no se hablaba de la guerra.
¿Cuando la conoce a Gladys puede hablar de esto?
– No, yo lo hablé mucho tiempo después. Por ahí le contaba alguna cosa que me acordaba…
¿Y ahora se da esa cosa de encontrarse con ex combatientes, de hablar de este tema o no?, ¿o se encuentran pero no hablan nada de eso?
-Hay muchos veteranos de guerra que lo primero que hacen es hablar de este tema. Pero es jodido, porque uno tiene sus recuerdos, muchas cosas que uno ha visto…
Si tuviera que hablarle a algún soldado que está recién empezando a hacer una carrera militar, ¿qué le contaría como resumen de la experiencia de esta historia?
-Desde que me retiré nunca lo pensé ni lo evalué porque ya estoy afuera… y no creo posible que me llamen de la institución, lo que sí, hemos dado hace algunos años encuentros para contar algunas cuestiones, pero lo hacemos muy jocoso, graciosos. Mezclamos el tema de contar la guerra y hacerla medio con algunos chistes para evitar ponerse sentimental y largar alguna lágrima. Para no llegar a eso, hacemos algunos chistes, porque por ejemplo, Larroza estaba con el tema de la comida, y si no teníamos comida no hubiéramos durado ni cinco días, porque en la guerra tenés tres cosas: sueño, hambre y miedo. Y la comida, por ahí en el caso nuestro no es que faltaba si bien hemos pasado algunos momentos de hambre, pero no porque no hubiera para cocinar: un jefe, a la cocina, te la trata de separar lo máximo posible del lugar donde probablemente te van a atacar y fundamentalmente de la artillería, porque si se funde eso, te funde todo el sector. A veces nos pasaba por ejemplo que estaba el guiso a las diez de la noche, suponte, y eran las doce, o una de la mañana y vos no te podes retirar para ir a comer.