La presencia en gran número de gente de la comunidad –en particular en los foros sobre Cannabis Medicinal y el de Mujeres, Trabajo y Participación- resultó el más claro testimonio del efecto hacia afuera logrado por las VI Jornadas de Extensión del Mercosur que culminaron este viernes y que durante cuatro días llevó a cabo la Universidad Nacional del Centro, a través de su Secretaría de Extensión.
El encuentro tuvo su realización en Tandil por tercera vez en seis ediciones –el año próximo será en Passo Fundo, Brasil- y congregó a casi dos mil representantes de universidades públicas y privadas, organizaciones sociales e instituciones de lo más diversas nucleadas por esta problemática cada vez más enraizada en América Latina: el compromiso social universitario.
Además de docentes, investigadores y especialistas, hubo una gran participación estudiantil que se vio coronada con el anuncio de la formación de una red latinoamericana de extensión integrada por los estudiantes con la finalidad ser protagonistas de un proceso de transformación en las universidades y asumiendo el cogbierno como postuló la Reforma Universitaria nacida en Córdoba, hace 100 años, lo que motivó por otra parte la realización de un coloquio sobre el tema, el día martes.
En las jornadas subsiguientes hubo 56 actividades en paralelo, mesas de debate, talleres participativos, exposiciones, whorshops, actividades artísticas (se puso en escena la obra El 18 por un elenco de Mendoza) e incluso recreativas, teniendo como espacios principales el Centro Cultural y el Campos Universitario, pero también se utilizaron otros lugares de la ciudad que de alguna manera también se vio involucrada con esta convocatoria.
La integración latinoamericana y caribeña en torno a una universidad plural, participativa y comprometida fue el saldo general en el que pusieron el acento Daniel Herrero, secretario de Extensión de la UNICEN y su par de la Universidad de Passo Fundo (socia en este emprendimiento), Bernardette Dalmolin, a la vez que los participantes pudieron expresar sus conclusiones mediante centenares de mensajes escritos espontáneamente en los pasillos del CCU, como aquel que reza: “porque nací cerca del río, pero hasta que no comencé la Universidad y descubrí su belleza, no lo conocí”. Sin quererlo, esa frase anónima trazó, poética y emocionalmente, el espíritu de estas jornadas.
UN CIERRE DE LUJO
El cierre de las JEM tuvo a un destacado invitado: Mario Benedetti, investigador principal del CONICET, Agregado Científico Permanente del Centro Europeo de Investigación, Suiza, una presencia argentina que trabaja en lo que se denomina “la máquina de Dios”. Pero en este caso Benedetti centró su charla en el cuerpo y la salud y cómo puede operar a favor la ciencia.
“Detectores y aceleradores que curan. La Biología del Cáncer y los nuevos métodos de detección, regresión y prevención” fue el título de su exposición ante un auditorio colmado.
Benedetti, un hombre de 73 años con la vitalidad de un joven de 20 como él mismo expresó, forjó su trayectoria con caminos que pueden resultar azarosos pero que en realidad fueron producto del esfuerzo y la pasión que lo llevaron a ser uno de los científicos más reconocidos del país. Nació en Italia pero a los dos años se radicó en Mar del Plata desde donde viaja constantemente para dejar un legado comprensible para todos: “el cuerpo humano es sabio, pero cuidémoslo”. La base de este cuidado es lo que él llama la alimentación global “porque cuando hablamos de alimentación lo relacionamos con la comida, pero va mucho más allá, lo relaciono con el cambio de un estilo de vida, de cómo manejar la mente y cómo manejar los microorganismos que tenemos en nuestro cuerpo”, según dijo este marplatense que se crió en una villa miseria y hoy anda por el mundo enseñando con un cuerpo de joven que es su propio laboratorio.
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