Entrevista de la Secretaría e Extensión (SE) al Veterano de la Guerra de Malvinas Oscar Spath(OS) y su esposa María Cristina Piñero (CP).

SE: Oscar, ¿cómo se entera que Argentina había recuperado las Islas Malvinas? ¿Cuándo es la primera vez que lo escucha?

OS: 2 de abril, 7:20 de la mañana. Viajando desde mi casa a la unidad.

SE: ¿en qué ciudad?

OS: en Mar del Plata. Fue una total sorpresa, porque el día anterior habíamos ido a Buenos Aires un grupo de oficiales y suboficiales a rendir examen de inglés. El tema es que teníamos que ir a buscar un sistema de armas a Francia y como condición sine qua non, era tener un determinado nivel de conocimiento de idioma inglés.

Habíamos estado en el comando Aéreo de Defensa, en el edificio Cóndor, que es el centro de todos los comandos y demás.

SE: y ni una palabra.

OS: nada. Yo era oficinal de la Fuerza Aérea, en el grado de primer teniente.

SE: ¿dónde había iniciado los estudios?

OS: en la Escuela de Aviación Militar. Previo a ello, me había recibido en el año 69’ de Técnico en Automotores en la ENET Nº 1, acá en Tandil y en enero del 70’ fui a rendir el examen de ingreso a la Escuela de Aviación Militar, que está en la ciudad de Córdoba.  Y el 16 de febrero del año 1970 ingresé como Cadete. Y ahí empezó mi vida dentro de la institución. Me recibí en diciembre del 73’ egresando con el grado de Alférez. Tuve varios destinos en el ámbito de la Fuerza y en 1979 estando como instructor en la Escuela de Suboficiales Córdoba, me salió el pase y regresé a Tandil nuevamente (te imaginas que para mí era tocar el cielo con las manos porque era, estar en familia) para realizar el Curso de Oficial de Armas Antiaéreas.

SE: porque sos nacido aquí en Tandil

OS: sí, soy nativo de Tandil. Y mi familia estaba toda acá. Mis Padres, hermano, tíos, primos, cantidad de familiares. Toda mi vida había sido acá: primaria, secundaria, deportes.

Jugué al rugby cuando el UNCAS Rugby Club, todavía no tenía sede, ni social, ni deportiva. Recuerdo que nos entrenábamos en el Club Independiente, de 9 a 11 de la noche, porque los muchachos integrantes del plantel, casi todos eran trabajadores de la fábrica Metalúrgica de Tandil. Y lo hacíamos en ese horario nocturno, porque era el único posible donde concentrar a la mayoría de ellos. Terminábamos el entrenamiento tipo 11:30 hs de la noche y si había alguno que tenía auto, por ahí repartía a la gente. Y si no, la mayoría de las veces, regresábamos caminando cada uno a su casa. Yo vivía en Villa Italia (se ríe) y nos veníamos caminando con otro amigo –compañero- desde el Club Independiente hasta la calle Dinamarca. Pero ero lo normal, antes era así.

SE: era normal caminar mucho y de noche no pasa nada.

OS: había mucha tranquilidad.

SE: ¿y cuándo vas a Mar del Plata?

OS: Luego de terminar el de curso de Oficial de Armas Antiaéreas”, me designan como Jefe de la 3ra Batería (con la que después fui a Malvinas). A mediados del ’79, tuvimos la suerte que vino a Tandil el Grupo 6 de Caza, dos escuadrones de aviones M5 Dagger, que trabajaban y volaban mañana, tarde y noche y para nosotros era…te imaginas… el summum. Yo Instalaba la batería en el campo y ahí permanecíamos 10, 15 días, trabajando en coordinación con ellos.

Quiero que te pienses esto: no sé hoy… pero ayer, escuché por radio que en la Brigada hubo casi 3 grados bajo cero. Me imagino una pequeña sucursal de Siberia, debía estar todo helado, todo blanco. Bueno, así estaba en esa época, cuando nosotros íbamos a poner en marcha el material a las 7 de la mañana, estaban las lonas blancas, todo escarchado, y tardábamos como 1 hs hasta que el material pudiera entrar en servicio y nos quedábamos operando hasta la noche. Porque como ellos volaban mañana, tarde y noche, nosotros también operábamos el material, mañana, tarde y noche. Así que teníamos un nivel de adiestramiento muy bueno, espectacular.

Y bueno, respecto nuestra ida, se nota que hacía falta lugar para más aviones, y al Grupo 1 Antiaéreo Escuela, nos mandan a la Base Aérea Militar Mar del Plata. La Base, dependía del Comando de Operaciones y con nuestra llegada, la pasaron a depender del Comando Aéreo de Defensa, la misma dependencia que la 6ta Brigada. Entonces nosotros llegamos allá – recuerdo haber llegado el 24 de enero- que fue el último día que estuve en Tandil. Salí ese 24 de enero con la mudanza para Mar del Plata y al otro día empecé a trabajar. Habíamos mudado todo (cañones, radares, generadores, pañoles, camiones, munición, fluidos hidráulicos, aceites, etc.) y por falta de espacio, tuvimos que amontonar todo en el único hangar disponible (porque la base Mar del Plata era muy chiquitita, pocas instalaciones), no teníamos oficinas, pañoles, absolutamente nada. Asique fuimos armándonos, de la mejor manera posible, todo en el hangar. Y bueno, ya en el mes de marzo estábamos más o menos listos y con el regreso del personal que había realizado los traslados de material, al término de sus licencias, nos juntamos y terminamos de acomodar todo de una manera más apropiada.

Y de lo ocurrido el 2 de abril me entero en el viaje desde mi casa a la Unidad. El primer pensamiento que tuve fue: “si los argentinos estamos en Malvinas, seguro que a alguno de nosotros, nos van a mandar”.  Casi de inmediato, me dije, cuando llegue a la Unidad, la primera orden que voy a dar, será que alisten la Batería. A medida que me aproximaba, ya tenía todo armado en mi cabeza.

SE: ¿y tenían idea de lo que pasaba en Malvinas?

OS: nada, nada. Asique llegué, me junté con la gente y como yo venía de Buenos Aires, ellos pensaban que la tenía re clara. “Vino de allá y sabe lo que está pasando” … Entonces les dije: “no tengo idea de nada, pero alistemos la Batería porque si estamos en Malvinas, y nos queremos quedar ahí, habrá que darle defensa antiaérea al aeropuerto. Alguna batería va a ir. Y si somos nosotros tenemos que estar preparados”.

SE: y eso fue por propia iniciativa, porque aún no les habían dado ninguna orden de arriba.

OS: hasta ahí, cosa mía. Nosotros teníamos armado un plan ante posibles despliegues, que practicábamos seguido, donde cada personal de la Batería tenía una tarea que cumplir y en dos horas poder desplegar a cualquier parte del país.

SE: súper organizado, cada uno con roles que cumplir.

OS: uno iba con un camión a buscar municiones, el otro iba a buscar los equipos de movilización, el otro los soldados, …y así.

Mientras tanto, ¿qué hice? Me fui a hablar con el Jefe de Escuadrón, era el mayor Maiorano, entonces lo saludo “buen día señor” (estaba tomando mate con el auxiliar), “señor, sabe ¿algo Ud.?”. Él me responde: “no tengo ni idea” (o sea que el jefe de Escuadrón tampoco sabía nada). Me dice “vamos a verlo al Jefe de Base”. Bueno, salimos del Hangar al lado del Aeropuerto Mar del Plata, hacia la Jefatura, en el otro extremo, al lado de la ruta 2.

Bueno, llegamos a la jefatura y el jefe de Base, tenía sobre el escritorio todos los diarios del día. Y le preguntamos “¿señor, tiene alguna directiva?” Respuesta: “no tenemos ninguna directiva, nada”. Entonces le digo: señor, ordené alistar la 3ra Batería. Me dice: “Me parece bárbaro”, “alistemos todas las baterías por las dudas”. Y eso hicimos.

SE: asique todo fue por proposición tuya, por haber escuchado la noticia en la radio.

OS: Bueno, se podría decir que sí. Pero además, era una decisión más que lógica, la tarea de alistarnos por si ordenaban algún despliegue, era ir ganando tiempo. Ese día, reunimos todo el material y después, nos fuimos a nuestras casas y quedamos en espera.

SE: ¿Qué edad tenías en ese momento?

OS: 31

SE: ¿estabas casado?

OS: si, ¿con Cristina?

SE: ¿y le avisaste a ella?

OS: noo, nada, nada.

SE: ¿vos habías escuchado algo Cristina? Así como él se enteró por la radio?

CP: sabía lo que daba la televisión o la radio, nada más. También me enteré ese día. Te digo más: eso fue un viernes, el sábado no pasó nada. Incluso estuvimos en el cumpleaños de una nena, hija de uno de los oficiales que vivía en el mismo edificio.

SE: ¿y en ese cumpleaños, alguien habló algo de la guerra de Malvinas?

CP: nada, para nada. No sabíamos nada. Al día siguiente, domingo 4, el Jefe de Base que vivía en el mismo edificio que nosotros, llama a reunión a eso de las 10:00 Hs, en su departamento. Regresó de la reunión como a las 11:30 Hs y me dice, así, frío “mañana me voy a Malvinas”. Tomó el teléfono, llamó a sus padres acá (Tandil) a despedirse.

OS: la reunión duró más de una hora. Nos reunimos el Jefe de Base, el Jefe de Escuadrón y los Jefes de batería, menos uno que fue reemplazado por su segundo al mando. Leímos el plan de despliegue y ordenaba que una batería de 35 mm, debía ir a Malvinas y seleccionaron la mía. Tenía que prepararme y eso hice cuando llegué a casa.

SE: ¿tenían hijos?

CP: 3 hijos. De 3, 2 y 4 meses.

SE: ¿qué pensaste en ese momento?

CP: no se me había ocurrido que él pudiera irse… Pero ni pensé nada. Seguí firme, sabía que iba a ser duro (se emociona). Preparó sus cosas… (se emociona).

SE: ¿le preguntaste algo? “Qué hago, como vamos a hacer”?

CP: nada

SE: Oscar, ¿les habían dicho cómo iban a hacer con la familia?

OS: nada, nada.

CP: lo único que me acuerdo que hice, yo tenía la gorra, el sable, guardé todo. Para no verlo. Sólo dejé una foto.

OS: lo que pasa es que a esa altura del partido no hay muchas posibilidades, porque te imaginarás que lo más grave de todo, es que si uno entra con “flaquezas” es muy difícil. Yo llevaba 20 barra 22 personas bajo mi mando, oficiales, suboficiales y soldados, y … si el jefe anda llorando por los rincones… qué es lo que queda para el resto.

SE: ¿cuándo se van Oscar?

OS: como todo estaba armado en la Base Aérea, solo restaba juntar los efectos personales   y coordinamos reunirnos a las 05:00 Hs de la mañana del 5 de abril, en la cochera del edificio para ir hasta la Base Aérea.  

El mayor Maiorano y yo, íbamos a Malvinas y la 2da Batería y 5ta Batería, iban con destino la Base Aérea Militar Río Gallegos. Además, por la noche del 3 de abril, había salido una Batería en modo terrestre a Buenos Aires, con Cañones de 20 mm, que anduvieron girando por todo el país, creo que llegaron a Puerto Santa Cruz y se emplazaron el 26 de Abril… asique imagínate las vueltas que dieron los pobres tipos…

Yo le había pedido al Jefe de Base que en caso de que alguna de las Baterías de 35 mm, tuviera que ir a Malvinas, necesitaríamos 3 vuelos de C-130 Hércules. Eso estaba requerido así. Y nos avisaron que el día 5, hora H (porque los mensajes de la Fuerza Aérea son así, esa H puede ser a las 3, las 7 o las 8 o cualquier hora) salíamos. La cuestión que el avión llegó a la 1 de la tarde, fuimos a saludar a los pilotos, tuvimos una buena novedad: lo primero que nos dijeron es que escaseaba el agua potable en el aeropuerto. Entonces lo llamé al alférez Iraizoz, que iría en el último vuelo y le dije “vasco, encárgate de conseguir agua”. Y un supermercado de Mar del Plata (el más tradicional de la ciudad) nos donó cantidad de agua. Y la llevamos en el último vuelo y tuvimos agua hasta el final de la guerra. Viste esas cosas, que decís, “increíble”.

Había un comisario de carga (responsable de la carga en el Hércules), que lo conocíamos de ejercicios anteriores y teníamos muy buena relación con él. Cada vez que llegaba a algún lugar donde los artilleros estábamos, preguntaba: “¿dónde está el primer teniente chiquitito?”-me buscaba (se ríe). Me decía “señor, avión suyo, hágase cargo y cargue Ud.”  -esto, no lo hacía nadie- sin dudas, él tenía gran confianza en nosotros. En verdad, teníamos tablas muy precisas, de donde colocar cada elemento constitutivo de la Batería (Cañón, Director de Tiro, generador), y con la tabla decíamos: esto va así, la rueda acá, el eje de la rueda del cañón, tiene que estar en la posición de carga número tanto… y así todo. En 20’ estaban los dos cañones cargados.

Asique bueno, se cerró la compuerta y salimos rumbo a Malvinas. Tres horas de vuelo. Y la primera imagen que tengo, es esa imagen del mar azul, arena blanca en la orilla, en contraste con el terreno parduzco. Una belleza. Por su puesto después te encontrás con la realidad…

SE: y cuando iban cargando, iban subiendo, ¿les iban contando lo que estaba pasando en Malvinas, sabían algo más?

OS: no. Llegamos a Malvinas y la primera noticia que recibimos fue de quienes recibían la carga. Que nos preguntan de dónde somos y le decimos “de Mar del Plata”. Y nos dicen “ahh qué linda Mar del Plata, bueno acá es bastante distinto. Pero no se hagan problema, en una semana nos volvemos…”

Claro, porque después uno, entrando a estudiar la historia, el tema era ir, hacer el “acto de soberanía”, dejar una pequeña guarnición, retirar las Fuerzas y negociar…Después la cuestión vino todo mal… entonces en vez de retirarse para negociar, fue “reforzar”, asique entraron a caer aviones uno atrás del otro.

SE: igual Uds. llevaban cosas como para quedarse más de una semana, ¿no?

OS: nosotros llevábamos de todo. No teníamos por supuesto comida para todo ese tiempo. Pero para 2 o 3 días sí. Teníamos algunas vituallas que habíamos llevado y agua en cantidad.

La primera noche que estuve en Malvinas, que fue el 5, antes que se volviera el avión, le pedí que le avisaran al Jefe de Base que nos mandara un vehículo liviano. Porque ni bien bajamos las cosas, fuimos a presentarnos al señor brigadier Luis Guillermo Castellano, que estaba a cargo del componente Fuerza Aérea. Estuvimos conversando con él un buen tiempo en la torre de vuelo y desde ahí arriba, vimos donde estaban emplazados los cañones de 20 mm y nos dice “a Uds. les toca allá (señala la cabecera Este de la pista), que es el lugar más importante, desde donde pensamos van a venir los ataques aéreos enemigos, asique Uds. tienen que estar ahí, porque tienen los cañones con mayor poder de fuego”. Lo saludamos y nos fuimos a recorrer un poco el camino y a poco de andar, nos habíamos dado cuenta que el terreno era muy complicado para circular.

A la noche instalamos una carpa para dormir. El viento que soplaba fuerte, nos pegó una paliza impresionante… Era evidente, que pretender vivir en carpa, era imposible.  Asique gracias a la experiencia sufrida, determinamos que íbamos a tener que construir refugios. También, por obra del azar, me encontré con un cocinero que lo conocía de un instituto en Buenos Aires CIPRA (Centro de Instrucción Profesional de Aeronáutica), el cabo Díaz. Nos saludamos a los abrazos y en la charla, lo primero que le pregunté “escúchame Díaz, ¿cómo van a hacer para darnos de comer a nosotros?”, “nosotros estaremos de acá, como a 2 km”. Y él me miró como diciendo “¿qué me está preguntando este tipo? La respuesta fue: Tienen que venir a comer acá…”. Entonces le digo: “que eso era imposible, porque aún no teníamos vehículo y no podíamos perder tiempo caminado varias veces al día para racionar (desayuno, almuerzo, cena). Asique tuve que hablar con un Vicecomodoro que era el responsable del abastecimiento y pedirle que nos dé los víveres, “somos 20-22 y no podemos venir a comer acá”. Me dice que no hay problema, y que nos iban a dar raciones cada 3 días. A partir de ese momento, nos daban esas provisiones para 3 días y después, la íbamos renovando y nosotros nos hacíamos responsables de elaborar las comidas.

El gringo Alasino era mi encargado de Batería, un tipazo (se emociona…). Entonces le digo “bueno gringo, vos tenés que encargarte de la comida). Era el único radarista (sigue emocionado…).

Cuando estábamos en Tandil pensaba: “no puede ser que tenga un solo radarista. Lo voy a terminar cocinando porque no se puede operar durante 10 horas seguidas el radar. Sabía, que el radar emite rayos ionizantes y no ionizantes que son dañinos para la salud de las personas”. Años después -cuando era capitán y estando en Mar del Plata- traje a gente de la Comisión Nacional de Energía Atómica y les pedí, que midieran la radiación de los equipos y me dijeron: “Uds. en estos equipos –sin protección- pueden operar como máximo 20 minutos”.  Y nosotros los operábamos horas.

Volviendo al tema del único radarista, estando en Tandil, me dedique a formar radaristas. Había varios interesados y logramos formas 4 más. Entre ellos estuvo el teniente Jorge Luis Reyes, el cabo principal Aníbal David Cardoso, el suboficial principal Rodolfo Ledesma, que era el Mecánico de Radar y quién te habla, también me hice radarista. Por lo tanto, más el gringo Alasino, éramos 5, que por turnos operábamos el radar, mañana, tarde y noche, rotándonos para no sufrir efectos nocivos. Y así, operábamos en Malvinas.

Al gringo Alasino lo cambiaba del radar a la cocina y siempre cuento en las charlas sobre los bifes a la criolla riquísimos que cocinaba (se ríe).

CP: uhh sabes cómo tiene…siempre me dice “no son como los del gringo” cuando los hago yo (se ríen).

SE: ¿se comunicaban con Mar del Plata, con la familia?

OS: yo hablé el 16 de abril. Ese día me llevaron a la ciudad. Al lado de la Casa de la Gobernación había una Central de Comunicaciones, a cargo de un oficial de la Fuerza Aérea y ponían teléfonos a disposición para que habláramos. Yo fui el día 16, que fue el primer día que salí de la posición a la ciudad. Hablé un ratito. Como dije había llegado el 5.

SE: ¿te acordás Cristina de ese momento?

CP: si, en el momento me sorprendí porque lo que menos esperas es el llamado desde Malvinas. Nosotros teníamos teléfono en la casa. Después cuando nos llamaban, por ahí era en la casa de Maiorano, que nos juntábamos. Entonces era todo un grupo para tener noticias.

OS: lo que pasa es que Maiorano tenía la posibilidad de hablar más seguido ya que estaba en Puerto Argentino. A parte, quién estaba a cargo en la central de comunicaciones era compañero de promoción. Yo me imagino que hablaría todos los días y les diría a su esposa que no se preocupe, que estaba todo bien (se ríe).

CP: además hablábamos por Red Militar. Eso era “hola”, te responde el otro “hola, tal cosa. Cambio”. Era una conversación así…

OS: el tema era así: la comunicación se realizaba a través de los Radioaficionados en el continente, que estaban siempre disponibles y realizaron un gran trabajo. Utilizaban el “Sistema Phone Patch”. En qué consistía. Nosotros llamábamos por Radio al continente y le pasábamos el número y nombre de la persona a contactar. Entonces, ellos con su teléfono llamaban al número que uno les había suministrado y una vez establecido el contacto con la persona, el Radioaficionado conectaba a ambos interlocutores. Eso sí, uno hablaba y al terminar la frase, tenía que decir “cambio”, momento en que el otro podía contestar.  Y después igual, hablaba ella y yo tenía que espera que dijera “cambio”.

SE: tenían que hablar despacio para no pisarse

OS: claro. Así lo hicimos en varias oportunidades. La primera vez que llame estaba tranquilo, aún no pasaba nada. Sabíamos que venían y demás, pero aún estaban lejos.

CP: después cuando empezó el conflicto, nos llegaban los comunicados que daban en televisión. Y me acuerdo que mis hijas, las dos más grandes (ahí tenían 3 y 2 años), en su media lengua, me levantaban el volumen del televisor y me decían “Thatcher vieja podrida” (se ríen). Era para que yo supiera que estaban dando un comunicado.

Yo no sé si vos te acordás, había una canción que habían sacado…

OS: si, la del Programa de televisión 60 Minutos, que tenía una canción…

CP: ellas escuchaban la musiquita y me decían “Thatcher, vieja podrida” (se ríen). Yo estaba en la cocina, el televisor en el comedor, y así me avisaban.

SE: ¿y entre las mujeres del edificio, se hablaban, se pedían información?

CP: si, si. Incluso teníamos noticias por la gente amiga que había quedado en Tandil y nos   conocíamos por haber compartido acá.

SE: ¿se acompañaban entre las mujeres que habían quedado solas?

CP: a mí me había quedado el auto, pero no manejaba. Asique un día le pedí al jefe de unidad que me mandara un soldado para que lo manejara, así nos trasladaba, a mí o alguna otra señora del edificio cuando lo necesitara. Vivíamos en contacto con todos.

SE: Oscar, ¿entonces vos llamaste esa vez y después cuándo?

OS: me acuerdo de la más importante de todas: la del día 12 de junio. El 12 de junio al mediodía, la gente de Río Gallegos que había llegado en la noche anterior como relevo, ya estaba yendo al aeropuerto a relevar a los operadores de 20 mm. Yo no entendía nada… me parecía raro que mandaran gente nueva cuando ya escuchábamos que los ingleses estaban muy cerca de la ciudad. Entonces viene el mayor Maiorano, a eso de las 12.30 hs del mediodía (era un personaje, cuando llegaba lo primero que pedía era una ginebra, y yo se las escondía jaja; y al Gringo Alasino le pedía un cigarrillo), se sienta bastante serio y me dice “si esta noche, en el vuelo que viene del continente, llega el relevo de Uds., los que están ahora con Ud. acá, se van al continente”. Yo lo miré –estaba junto con el alférez Iraizoz, que éramos el equipo de trabajo que habíamos armado- y digo…”qué me está diciendo, para que van a mandar un relevo si los ingleses están acá!” (le señalo hacia el oeste). Ya estaban cayendo obuses en la bahía de Puerto Argentino de la artillería de campaña de los ingleses. No entendía por qué enviaban gente de relevo. Y me dice que esa era la orden que tenía del Brigadier. Entonces la gente que venía se iba a encontrar, con los que estaban en ese momento de turno en el aeropuerto. Pero bueno, era la orden. No querían acumular gente ahí.

Y yo te digo una cosa. Esa noche, tengo una idea de lo que es verdaderamente el caos. Y esa noche era el caos total y absoluto que pude haber visto en mi vida.

SE: ¿qué viste?

OS: un avión con los 4 motores en marcha, con la rampa abierta, ya con toda la gente que había subido (pilotos y mecánicos de Pucará, los artilleros de 20 mm), pero yo no podía subir hasta que no encontrara a los que estaban de relevo. Con ese vaho a querosene de los motores en marcha, ruido de los motores, obscuridad casi total, gritos de gente que se desplazaba corriendo, heridos en camillas para ser subidos al avión. Y yo, buscando a los arribados sin poder encontrarlos. Pero logré observar a la altura de la puntera del plano izquierdo, un pequeño grupo de personas, que me dio la idea que podrían ser soldados. Asique fui hasta ellos y les pregunte a los gritos, de donde eran. Me responden “artilleros de la BAM Mar del Plata”. Les vuelvo a preguntar, ¿saben quién soy? Me dicen “si, Ud. es el 1er teniente Spath”. Hasta el día de hoy, no tengo ni idea de cómo me reconocieron. Porque en ese caos, en esa agitación, además nunca había tenido contacto con ellos y algo que no es menor, había salido sin bigotes desde Mar del Plata (no usaba bigotes), y ahí tenía bigotes y pasamontaña que me tapaba casi toda la cara… Esto venía a cuento de la llamada telefónica.

Cuando yo me entero que me tenía que volver, quiero llamar a Cristina porque para mí era un viaje incierto…

SE: ¿sentiste que podía ser una llamada de despedida?

OS: si. Fui a una casita donde hacíamos las comunicaciones. Íbamos para asegurar el trámite, con un papelito donde figuraba la persona y número a contactar. Así lo hice. El operador (de la Armada) se puso en contacto con un radioaficionado, ese la llamó a Cristina y hablamos.

CP: no me dijo nada…

OS: le hablé como si nada. Pregunté cosas generales. Quería tener la conciencia tranquila de que le había hablado antes, como una última vez. Si dar datos porque la llamada podría estar siendo escuchada por los ingleses.

SE: ¿vos sentiste eso Cristina?

CP: no, pero algo en mí se debe haber conectado. Porque ese día, que yo siempre con los 3 chicos, el andador, el cochecito, los juguetes…11 de la noche, yo chau, a la cama todos y al otro día recién acomodaba todo. Ese día, no sé por qué, ordené todo y dejé espacio libre como para salir de la habitación, al teléfono. Imagínate: teléfono fijo que no lo podes cambiar. Algo percibí.

Igual que el 1ro de mayo, cuando yo me levanté, me había ido unos días antes a la casa de mis padres –soy de Dolores- pero ahí no tenía comunicación ni contacto con las mujeres.  Entonces me volví. Y el día ese, cuando me levanto, mi mamá me dice “estamos en guerra” (se emociona). “Ya lo sé”- le dije. Era una sensación… (se angustia…).

Estuve 15 días en Dolores y me volví.  Incluso cuando estoy en Dolores, fue cuando te hace (a Oscar) la entrevista Kasanzew, dentro del bunker.

OS: en el refugio. Fue el 25 de abril, domingo 25 de abril.

CP: yo en esa fecha estaba en Dolores. Y las chicas (amigas) me dicen “che, lo viste a Oscar que salió”, – “no les digo, no vi nada”.

Cuando me vuelvo a Mar del Plata, trato de hablar con un señor del Canal, que era medio pariente con mi suegro. Pero me dice que no se podía conseguir el video. Nunca lo pude ver. Me dijo que ese material ya lo había enviado a Buenos Aires, y no lo pude ver nunca.  Y ahí dije, “no, el mejor lugar para estar, es en Mar del Plata”.

Incluso el día que se eyectó Senn (primer teniente Jorge Daniel Senn-piloto de M5 Dagger), la Sra. estaba acá en Tandil y nosotros nos enteramos enseguida. Habían llegado a avisarle a Gloria que se había eyectado. Entonces me quedé en Mar del Plata porque ahí llegaban todas las noticias.

SE: de todos modos, la información que recibían era siempre muy básica, sin mucho detalle de nada.

OS: si, por la cabeza de uno y la cabeza de ellas. Les decíamos “estamos bien, dentro de todo”

CP: además sabiendo lo que es él, organizado, sabía que comida y eso iban a tener.

SE: ¿cómo se organizaron con eso? ¿Con el refugio, la comida, etc?

OS: en el lugar que estábamos nosotros era imposible cavar. Eran todos médanos. Que utilizamos a nuestro favor, por ejemplo, al director de tiro lo llevé de trompa contra un médano y la altura daba justo en la base de la antena. Luego levantamos unas paredes con bolsas cargadas de arena y encima le pusimos la carpa y una red de enmascaramiento. Ahí yo pernoctaba a modo de puesto comando y escuchaba todo lo que hablaban los operadores del radar. Estaba full time operativo.   

Con respecto al refugio, a los pocos días de estar digo, “bueno, tenemos que armar el refugio”. Y siempre en todos los grupos humanos tenés “gente especial”. Entonces lo busqué a Mancilla. El sobrenombre que le habían puesto sus compañeros era “el chanta” (se ríe).

Era la persona por mí elegida para resolver todos los temas de necesidades, víveres, combustible, gas, etc; Le digo que se vaya con el vehículo a la ciudad y que buscara donde había “elementos de circunstancia” (chapas, tablones, durmientes, etc). Fue y al regreso me dice que encontró un lugar, pero que necesitaba un vehículo algo más grande para traer las cosas. Le hablé a Dalves, que era el jefe de la Batería de 20 mm para que me prestara el tractor y un tráiler. Así que en la mañana del 9 de abril, les digo “vayan, pero no se metan en líos”. El equipo estaba además de Mancilla, Pedernera y dos soldados. Habrán salido a eso de las 9 de la mañana. Y eran como las 2 de la tarde y no venían. Me dije “estos están presos” … Como a las 4 de la tarde, nada.  Y de pronto veo que venía un Unimog del ejército. La cuestión que arriba del Unimog traía toda la carga. Y el subteniente le decía a Mancilla “Sr., se lo bajamos acá”. Lo hablaba a Mancilla, como si fuera un oficial! (se ríe). Yo no entendía nada. Veo que bajan toda la carga. Le ofrezco al subteniente algo caliente para él y sus soldados, me agradece, dice que tiene que regresar a su lugar de trabajo y se va. Ahí le pregunto a Mancilla, que es eso de “Señor“. Y me cuenta: “sabe que veníamos con el tractor y a la altura del istmo (un istmo de 100 metros de ancho que se extiende de sur a norte, de un lado el mar, del otro las aguas de la bahía), parece que el tractor hizo un movimiento brusco y se volcó toda la carga sobre la calle. Detrás venía un jeep de ejército y se bajó un Sr., un tipo que venía con una varita debajo del brazo, bien peinado, y me dijo que él iba hasta el aeropuerto y que si para cuando él volviera todo eso seguía tirado ahí, me iba a meter preso”.  Le dije: por la descripción que me da de la persona, ese Sr. era el gral Menéndez y la varita, es la batuta, el bastón de mando y se debe haber ofendido porque seguro que ni lo saludaron. Ante tal circunstancia a solucionar, parece que Mancilla, se acomodó el uniforme, y cuando apareció el próximo camión, lo paró y se presentó como “Capital Pérez” (se ríe), y pidió que le lleven todo. Así ocurrió. Sin dudas, rápido para resolver, aunque rompiendo algunas reglas.

Otro día fueron a buscar gas, a un depósito en la ciudad. Era de Gas del Estado que por el tratado de asistencia vigente hacia los pobladores isleños, se les proporcionaban tubos de gas natural comprimido. También había combustible (que nosotros necesitábamos) y conseguimos nafta de aviación que utilizaba el avión de la gobernación inglesa. Y bueno, también conseguimos la nafta.

Cuando fueron a buscar gas, había un soldado de ejército de guardia. Esto me lo cuenta el suboficial Ledesma -que era un señor-, me dice “naa, este Mancilla es extraordinario, Ud. ha hecho un descubrimiento poniéndolo en todo este tipo de cosas porque si no, no hubiéramos conseguido el gas”. –: “Qué hizo ahora, le pregunto?”. “Ud. sabe que cuando llegamos ahí había un soldado, un centinela del ejército que nos dio el ‘alto quien vive’, que no podíamos pasar, él estaba de custodio, que nadie podía entrar ni retirar nada de ahí”. -:”¿Y qué hizo Mancilla?”. “¿Sabe lo que hizo?, lo empezó a mirar y le dice “negro, yo a vos te conozco, vos sos de San Justo”. Y el otro le dijo que sí. Mancilla se puso a conversar con él, mientras nosotros sacamos los tubos de gas. Después le preguntamos si lo conocía y dijo que no tenía ni idea, que se había imaginado que podía ser de San Justo y coincidió –se ríe-. Le dijo si vivía cerca de la estación de servicio de San Justo (claro, es lo que hay) y el otro le decía que si –se ríe.

Esas eran las cosas con las que nosotros nos reíamos a la noche cuando nos juntábamos. A pesar de que estábamos en una situación que era muy complicada, estábamos en guerra, recordando y repitiendo estás humorada, nos reíamos mucho. Aún hoy al recordarlo, lo hacemos.

Pero gracias a esta gente, tuvimos todo ese material para hacer el refugio. Cardoso, consiguió una máquina, que era de la Fuerza Aérea, del Grupo Construcciones, con eso abrimos la brecha en el médano y armamos el refugio adentro. Nos había quedado una maravilla: piso de madera, todos los laterales de madera, cielo raso de madera, techo de chapa acanalada, le hicimos superpuesto otro techo y después volvimos a taparlo. Por eso cuando hicimos la entrevista con Kasanzew, no podía creer lo que habíamos construido. Cuando él pidió para ir a quedarse en el Aeropuerto la noche del 30 de abril, él sabía que al otro día se podía venir el ataque. Por eso, pidió que le hiciéramos un lugarcito con nosotros.

Era tan confortable, que nos mandaron personal de sanidad para armar un Puesto de Socorro, integrado por dos suboficiales enfermeros y dos soldados camilleros.

Después hicimos otro refugio más grande, porque el primero no nos alcanzaba para todos. En un momento llegamos a vivir como 40 personas, porque avanzado el conflicto, llegaron operadores de los Misiles SAM 7 y los integrantes del Puesto Comando.

Avanzada la guerra, nos tuvimos que ir de ese lugar, porque se dieron cuenta que ahí, había algo importante, y empezaron a centralizar todos los bombardeos. Asique tuvimos que irnos y hacer todo de vuelta. Yo digo, que tuvimos siempre la ayuda celestial… A mí no me cabe ninguna duda que es así.

Porque aparte en aeropuerto, a pesar de los heridos y fallecidos que hubo del primer bombardeo que fue todo alrededor del edificio del aeropuerto. Después falleció el soldado Gurrieri, de la batería de Ejército, por efecto de una explosión de una bomba con espoleta de retardo, el 25 de mayo y unos días más tarde, por el impacto de un misil lanzado desde un buque, tuvimos la baja del primer teniente Castagnari del GOE (Grupo de Operaciones Especiales). Después, nadie más.

SE: ¿Cómo fue para Uds. el bombardeo del 1° de Mayo?

OS: Antes de ese día, la noche del 27 de Abril, hicimos el primer tiro de combate. El radar que funcionaba correctamente (después se rompió), detectamos un eco a 10 km hacia el Este, detrás del Faro, que venía en aproximación, a muy baja velocidad, 50 metros de altura y pensamos que se trataba de un helicóptero. Se fue y volvió a acercarse (sabíamos que nuestro no era porque estaban todos los vuelos prohibidos), por lo que cuando entró en distancia de tiro, ordenamos cañones en automático y le hicimos una ráfaga. Y algo derribamos.

Después de muchos años, el que estaba de Jefe de Base, había ido de agregado aeronáutico en Rusia, y cuando regresó al país, nos llamó a todos los que habíamos sido integrantes de la Base Aérea Militar Malvinas a comer un asado, en el quincho de Aeroparque. Y cuando nos ve lo primero que nos dijo “-: artilleros, saben lo que derribaron Uds. la noche esa que tiraron? Uds. derribaron un globo cautivo con antenas, de un submarino ruso que estaba captando información”. Bueno, te imaginas que no lo podíamos creer y aún hoy, me genera inquietud.

En la noche del 28 de abril, es donde se rompe el radar. Yo era el operador. En proximidades de la ciudad, había cañoneo, lanzamiento de bengalas, por lo que a pesar del excesivo y fuerte viento, nos mantuvimos en alerta operando el radar. Y por efecto del viento, se rompió un pequeño motor que nos permitía realizar el tracking de los blancos. Con lo cual a partir de ese momento, solo podíamos hacer vigilancia pero no nos servía para hacer el tiro de combate con los cañones, que era su razón de ser.

Maiorano, la tarde del 30 de abril, se hace cargo del puesto comando y lo manda al capitán Savoia al puesto de la ciudad, y él se viene al lugar de Savoia, y le dice a Bartis que nos preparemos porque esa noche podían llegar los ingleses.  Y a nosotros que éramos los que habíamos venido con él, no nos dijo nada…

Nosotros habíamos hecho un tendido de cable telefónico entre mi batería y el Puesto Comando. Y al llegar refuerzos de ejército, como estaban en el camino, les tendimos un cable a ellos también. Entonces, con el teléfono de campaña, cada vez que girábamos la   manivela para que sonara, como estaban en serie, la campanilla sonaba en ambos lados.

Como ellos estaban de turno, yo escuchaba las conversaciones entre el Puesto Comando y la Batería de Ejército. Llamaban a cada rato y le preguntaban si había alguna novedad. Por supuesto la respuesta siempre era, “sin novedad”. Hasta que por allá escucho que dicen “-: tengo en eco a 8 km, ¿qué hago?”. El del puesto comando responde: “-: espere que averiguo”. Naa, yo no lo podía creer, que iba a averiguar, le tenía que tirar! Y el operador de la batería le reiteraba en la comunicación “-: está a 6 km, ¿qué hago?”.

Lo tenía al teniente Reyes durmiendo al lado mío y le digo “Negro, estamos bajo ataque aéreo”. Nos tiramos del catre –te imaginas el catre son 20 cm- no servía para mucho, pero nos daba la sensación de más protección. Asique al suelo, escuchamos el ruido del pasaje del avión y a partir de ahí, la explosión de bombas, interminable…

Siempre digo que teníamos un sol de noche, colgado cerca del puesto del computador y la consola del radar, que se empezó a sacudir tal manera, que parecía un péndulo.

Quisimos comunicarnos con el Puesto Comando y no respondía. Sí, nos pudimos poner en contacto con nuestra gente en el refugio y cañones, que estaban todos bien. Empezamos a hacer llamados a los Jefes de Pieza de la Batería de 20 mm, y nos respondieron los fierros 3, 4, 5 y 6. Asique sabíamos que ellos también estaban bien. Pero no teníamos noticias del resto.

Nosotros ya teníamos el fuego libre, asique le dije al oficial del ejército que no le habían respondido cuando venía el avión, que se quedara tranquilo y que si llegaban a volver atacar, que tirara, ya que esa orden teníamos nosotros.

Después a eso de las 6 de la mañana, se restableció el contacto con el Puesto Comando. ¿Qué había ocurrido?: la trayectoria del bombardeo había caído cerca de la antena del radar Elta, de la batería de 20 mm, y el Puesto Comando que estaba que cerca se había rajado toda la pared (era un polvorín de concreto, de un cañón de defensa de costa de los ingleses, de la 1° guerra mundial) –que venía bárbaro para refugio, porque estaba bien protegido-, pero se rajó una de las paredes y comenzó a entrar agua, por lo que se tuvo que abandonar el lugar. Además, el cable había sido cortado. Se instalaron en una hondonada en el terreno y ahí permanecieron hasta que pudieron establecer contacto, con un equipo de radio VHF (Motrac).

A partir de ahí entró a funcionar todo el sistema de comunicaciones y nos quedamos atentos a lo que viniera. Y les dimos la bienvenida cuando nos atacaron…

SE: ¿a qué hora fue el ataque?

OS: a las 8:23 hs de la mañana. Y lo tengo registrado por la filmación que está en Youtube de Kasanzew.

SE: ese bombardeo fue aéreo, y lo esperaban. ¿Pero del naval, sabían?

OS: la verdad es que no me lo hubiera esperado…Fue tragicómico…porque cuando por la tarde mirando hacia el sur, me pareció ver la superestructura de al menos dos buques que se desplazaban de Este a Oeste, junto a mí, estaba el operador del radar Elta de 20 mm, que se había venido desde la zona del Puesto Comando a visitarnos. Le digo al operador: “Canesini, pregúntele a Jefe, si esos buques son propios o del enemigo. Y yo escuchaba (porque te imaginas…con una Motorola se escucha todo), que Maiorano le decía “dejen de dar falsas alarmas!!, los ingleses están a 200 millas!! De qué buques están hablando Uds.? Deme con Turco!!”. Entonces, tomo la radio y le digo “señor, ahora son 3 buques y están con proa al norte, están viniendo para acá”. Entonces me dice “-: espere que averiguo”. Habrán pasado 3 minutos y escucho por radio: Turco-Jefe “-: Alarma Gris”.

Nosotros en Defensa Aérea, utilizamos para el Estado de Alarma, el semáforo: rojo-amarillo-verde. Entonces le digo, “señor, qué es Alama Gris”… y me dice “-: Turco, Alarma Gris, cañoneo naval!!! Todo el mundo a los pozos!!!” (se ríe). O sea, de ‘los ingleses están a 200 millas’, en 3’ pasamos a que ‘los ingleses nos atacan’. Una tragicomedia.

Se veían importante los buques, pero lejos, y con dos helicópteros trasladaban tropas al sector donde nosotros pensamos que puede haber caído uno de los aviones del combate a las 8:23 hs. Veíamos que estaban bajando gente, pero por parte de nuestros Jefes, no se veía ningún tipo de acción.

Hasta que de pronto, se ponen en vuelo estacionario detrás del faro, eran ya como las 4 de la tarde, y ahí empezó el cañoneo naval. Que duró unos 20 minutos. En esos 20 minutos, habrán tirado cada uno, más o menos 30 salvas, unas 90 salvas en total. Un estruendo tremendo.

Ellos sabían que los cañones de ejército, de campaña, los Oto Melara de 105 mm, tenían un alcance 10 km, por lo tanto, no llegaban ni cerca a ninguno de los tres buques… Estaban ahí y sabían que no los podía tocar nadie. Salvo el ataque de la cuadrilla El Torno, que fue un alivio para nosotros, y dejaron a un buque muy averiado.

SE: ¿uds sabían que iba a llegar refuerzo aéreo, o fue una sorpresa?

OS: no, no. Fue una total sorpresa

SE: ¿fue una alegría absoluta, no?

OS: siii, tirábamos los cascos para arriba! (se ríe).

 Nosotros estábamos en el refugio, yo estaba saliendo porque me había dado cuenta que el cañoneo estaba centralizado lejos, en el sector de la aerostación, y cuando estaba terminando de salir, escucho el sonido del escape de los aviones.  Y después veo el buque envuelto en humo negro.

SE: ¿con la defensa aérea nuestra, los barcos dejan de tirar?

OS: si, ellos no tiraron más ese día. Antes de eso tenían toda la impunidad, se movían con los helicópteros con toda tranquilidad.

Las dos fragatas que quedaron ilesas desaparecieron de inmediato y la otra se fue como arrastrando, le costó un montón de tiempo virar y poner proa al sur. Después se perdió detrás del horizonte marino, pero nosotros sabíamos dónde estaba porque –como nunca en Malvinas, ese día no había viento, el mar era una pileta- y podíamos ver el humo ascendiendo casi vertical.

Por eso nosotros tenemos el pensamiento de que se podría tratar de un buque en particular…pero bueno…algún día se sabrá.

SE: ¿antes que llegaran los aviones nuestros, hubo un momento de quiebre en el grupo, ante tanto bombardeo y sin poder defenderse?

OS: había uno que estaba medio lloriqueando, y yo les decía “muchachos, el que quiera rezar, rece, pero tranquilos, primero el refugio nos protege y si llegara haber un impacto directo, no nos vamos a dar ni cuenta”.

Tratábamos de que cada grupo se mantuviera unido. Formamos grupos chicos, para poder contenerlos y acompañarse entre ellos. Por ejemplo: en el cañón 303, estaba Pedernera, Albornoz, Cardoso, Mancilla y tres soldados. En el 304 estaban Rivarola, Molina, Repizo, Rivoira y tres soldados. Entonces cada uno tenía su grupo. En ese momento los había llevado a todos al refugio grande, para que estuvieran más protegidos.

SE: ¿después cómo fueron los días?

OS: después los días fueron bastante rutinarios, porque se producían los ataques aéreos a gran altitud, a las 8, a las 10, a las 14, hasta las 16/17 Hs…Ya sabíamos la rutina de bombardeo, cada 2 horas.

El tema era ver que explotaran todas las bombas que tiraban, que no quedaran bombas de retardo (es decir, bombas que se activan tiempo después de haber caído), ya que la sorpresa de la explosión y el efecto de las esquirlas que puede llegar hasta 200 metros, las hacían muy peligrosas.

Ya sabíamos que después de cada ataque teníamos 2 horas para hacer los movimientos y todas las cosas. Cuando escuchábamos que venía el próximo ataque, íbamos a los pozos y los cañoneros tiraban. Pasaba el ataque y seguíamos en la rutina.

Y después a la noche nos juntábamos y hacíamos la cena, jugábamos a las cartas, escribíamos cartas para la familia. Empezaba el cañoneo naval y ya lo tomábamos más tranquilos, nos habíamos acostumbrado a eso. Que fue así todas las noches, desde el 1ro de mayo hasta que terminó la guerra.

Sabíamos que cerca de las 18 hs los buques empezaban el acercamiento. A eso las 8 o 9 de la noche, decíamos “ya están cerca” y poco después escuchábamos “tun-tun-tun-tun, después el silbido de la munición”…que empezaban a pasar por encima de nuestra posición y caían cerca. Después de algunos días, lo tomábamos con tranquilidad y seguíamos jugando a las cartas.

La noche más difícil, fue cuando terminado el cañoneo naval, nos avisan que se venía un desembarco por el sur. Y ahí si nos preocupamos. Estaba junto al alférez “vasco” Iraizoz, al mando del Puesto Comando, en la posición de Bartis. Esa noche lo levanté al “pollo” Bartis y a los soldados, los mandamos al cañón y pusimos en alerta a todo el mundo. Por lo menos, con los cañones de 20 mm y nosotros con los fusiles FAL, alguna dificultad les íbamos a plantear. Y a Iraizoz lo había puesto con unos anteojos de luz residual, tratando de ubicar por dónde podía venir el desembarco. Con anteojo de luz residual se puede llegar a detectar el movimiento de tropas, un poco mejor. Y habrían pasado 15 o 20 minutos e Iraizoz me dice “Turco, hace un frío terrible acá, a parte no se ve nada”. Le digo que voy a averiguar. Entonces vuelvo a llamar del Comando en la ciudad, para que me confirmen el desembarco naval. Y me dicen que era falsa alarma, que solo había sido “guerra electrónica”. O sea, que los tipos con “guerra electrónica” nos pusieron con los pelos de punta, estuvimos todos, un buen rato a la intemperie, con un frío terrible y bueno, eso es un ejemplo de las cosas que vivíamos a diario.

Pero te digo, que son cosas a las que uno se adapta. ¿Si vos me preguntas cuánto dormías en Malvinas? Yo tendría que hacer una historia mental y verme en qué momento pude haber dormido… porque no tengo ni registro, ni idea. Eso sí, poco y nada.

Te cuento una anécdota: como habíamos dividido la batería en dos turnos, ante la posibilidad de perder gente en el combate y para tener personal de relevo, íbamos a dormir a la ciudad. Habían encontrado disponibilidad en un jardín de infantes. Y yo había elegido un lugar, ubicado al lado de una puerta, que conectaba con el exterior. Todas las noches, el personal de Infantería de Marina, ataban un perro que lo usaban de seguridad. Cuando yo me acostaba, el perro me olfateaba por la rendija inferior de la puerta y después de reconocer al vecino, que era yo; no hacía nada, éramos amigos. Y el perro, a determinado momento de la noche, empezaba a golpear con la cola la puerta. Y después aullaba unos pocos minutos y pasaba al descanso. Como unos 15 o 20 minutos después, del acto del can, empezaba el cañoneo naval. O sea, el perro, 15 o 20 minutos antes del cañoneo naval, estaba avisando. Por eso cuando escuchaba la historia del perro Mortero y todo eso, yo lo reviví.

SE: ¿cómo fue el día que te tenés que ir, porque llega el relevo?

OS: me dieron la orden que me volviera. No había opción. Entonces sabía que el vuelo era muy complicado.

SE: claro, porque iban a volar en medio de una guerra…

OS: era un vuelo de combate incierto. Incierto. Nosotros despegamos con la rampa abierta. Vos imagínate, el avión inicia la carrera de despegue con la rampa abierta y comienza a cerrarla en pleno despegue. Al piloto no le quedó otra porque le daban la orden de despegue urgente, faltaba subir heridos y con mi gente ayudamos a subirlos. Pienso que fui el último en subir, porque quería avisarle al Jefe de Escuadrón que había encontrado el relevo. Y lo hice, él me dijo, su tarea termino acá, suba al avión.

Me senté justo donde articula la rampa, a lado de un soldado de ejército, que tenía un emplasto en el pie, que creo que era una esquirla o un impacto de proyectil. Y cuando faltaban como 1 metro para que la rampa se cierre, me doy cuenta de que pasa algo raro. Ni bien despegamos, hicimos un viraje tranvía (solo se aplica los pedales de un solo lado, los planos no se inclinan, es una maniobra muy difícil de realizar), el avión crujía, parecía que se iba a romper. Una vez puesto el rumbo de escape, empezó con una serie de maniobras, viraje a la izquierda, luego a la derecha, subía, bajaba de forma violenta, otra vez virajes y así, por largo tiempo, interminable! Era la presunción que yo tenía sobre que era un vuelo altamente riesgoso, muy riesgoso. Yo creo que ese día debo haber rezado lo que no recé en mi vida.

Así fuimos 60 millas. Haciendo ese tipo de maniobras. Con todas las luces apagadas. Volamos hacia el sur para el lado de la Antártida y después volvimos con rumbo al continente. Recién cuando pasamos lateral Tierra del Fuego, prendieron las luces del avión.

Ahí nos avisan que aterrizaban en Río Gallegos y que solo bajarían el personal de artilleros de esa unidad. Yo lo miro al “vasco” Iraizoz que estaba frente mío y le digo “nosotros también nos bajamos, los artilleros, nos quedamos todos juntos en Gallegos”. Asique nos bajamos ahí. (se ríe).

En Río Gallegos nos recibieron re bien. Ellos estaban en otro mundo. Creían que la guerra la teníamos ganada. Les dijimos que no tenían ni idea: la batalla importante era la que se estaba llevando en tierra. La noche del 11 de junio, última noche en el aeropuerto, desde la posición veía los combates que se estaban llevando en Monte Dos Hermanas, en Monte Tumbledown. Se veían las ráfagas, como los chorros de munición de abajo hacia arriba y luego la respuesta de arriba hacia abajo, era una cosa tremenda. No me hubiera gustado estar ahí. Nosotros no estábamos preparados para ese tipo de combate.

Asique bueno, llegamos a Río Gallegos y lo primero que nos hicieron fue una entrevista, un personal de inteligencia, que nos pregunta cómo veíamos la cosa. Era el 13 de junio a la madrugada, para nosotros la cosa estaba terminada. Faltaba todo el día 13 y el día 14 se declara la rendición. Asique nosotros lo que estábamos esperando es que llegara el resto de la batería, que venía con el capitán Savoia. Ellos llegaron a Comodoro Rivadavia, en el último vuelo de C-130 Hércules en la noche del 13 de junio.

SE: ¿cuándo le avisas a tu familia que estabas volviendo?

OS: ese 13 de junio a la madrugada hablé a casa por teléfono y avisé que llegué.

CP: a las 4 de la mañana

OS: y ahí a esperar que decidieran quién me llevaba. Asique bueno el día 14 de junio, había un vuelo con un Boeing 707, el piloto era el vicecomodoro Montenegro (después fue Jefe del Estado Mayor General de la Fuerza), me invitó a la cabina y me pide que le cuente sobre mi experiencia. Asique fui hablando con ellos como una hora de vuelo. Y bueno, llegamos a Palomar, ahí por la tarde, me enteré de la rendición y fue una noticia muy dura. Luego, estuvimos esperando hasta la noche, el arribo del resto del personal que venía de Comodoro Rivadavia y nos pusieron un F28 que nos llevó a Mar del Plata.

SE: ¿ya se habían podido bañar y ponerse ropa limpia en Río Gallegos o recién ahí en Palomar?

OS: nosotros ropa limpia teníamos, porque habíamos podido sacar del faro un lava secarropas (que tenía el operador del faro), asique lo había instalado en el refugio. Con agua de lluvia que calentábamos, lavábamos la ropa. Tardaba tiempo en secarse, por el frío y demás, pero por lo menos la ropa interior la teníamos limpia. Lo que pasa es que teníamos mucha gente, llegamos a ser 40 en el refugio. En ese momento ni te dabas cuenta de todo lo que hacías y todo lo que aprendiste alguna vez te sirve.

Agradezco haber ido a la Escuela Técnica, por ejemplo. Yo era Técnico en Automotores. Nosotros nos fuimos de viaje final de egresados, habiendo reunido los fondos necesarios, rectificado motores.

¡Haber jugado al rugby! Te da la posibilidad de trabajo en equipo y haber hecho atletismo. Yo corría 100 metros llanos y esa experiencia te da la posibilidad de saber hasta dónde vos podes llegar. Porque uno compite para ganar, pero a veces, no se compite con el adversario, uno compite con uno mismo, al querer bajar su propio el tiempo.

Son todas cosas que sirven, y ahí las usamos todas juntas.

SE: ¿cómo fue volver a casa? ¿A qué hora llegaste a Mar del Plata?

OS: llegué a las 21 hs

SE: ¿lo esperabas Cristina? ¿Sabías que estaba llegando?

CP: sii, si. Llegó al departamento, y te digo más: la única que lo reconoció, porque llegó con ropa de combate y unos mostacholes impresionante…

OS: hoy hace 41 años que me saqué los bigotes (se ríe). Porque el 15 de junio, me afeité los bigotes y nunca más, fueron para la guerra nada más.

CP: una sola vez se había dejado los bigotes siendo novios, una semana, y le pedí que se los sacara (se ríe). Asique llegó a Mar del Plata y la única que le tiró los brazos fue la beba de 4 meses, porque las demás no lo reconocieron. Saltaban y daban vueltas por todos lados.

SE: ¿y cómo fueron los primeros días en familia?

CP: normales. No hablamos nada. Saltaba bastante a la noche. Escuchaba pasar una moto y pegaba unos saltos en la cama. Después vino toda la familia. Nos juntamos toda la familia. Fueron los de Tandil para allá y mis padres también.

SE: pero no hablaban nada…

OS: no, porque no tenía ningún sentido. Ejemplo: si vos me preguntas “te gustaría volver a Malvinas a conocer, a visitar”. Yo te diría “si”. Ahora, “¿volvería en este momento?”, -:”no, porque yo no me rendí”. Y yo si voy con mi pasaporte a Malvinas para que me lo sellen, les estaría dando mi rendición después de 41 años, cosa que NO pienso hacer. Entonces yo creo que en Malvinas hice todo lo que tenía que hacer, todo lo que tenía por dar, no me quedó nada pendiente. Los llevé a todos y los traje a todos.

SE: y cuando empezaste a hablar de Malvinas, ¿cuándo te empezaste a encontrar con otros veteranos?

OS: y…con los compañeros hablábamos. De la promoción nuestra, prácticamente el 80% estuvimos en combate. Tengo uno de los héroes máximos, que fue el que atacó al Invencible, otro que cayó también el 21 de mayo, otros que hicieron vuelo de rescate, que volaron Hércules, los Dagger, los A4 B y A4 C. Nos encontrábamos en las reuniones de Promoción, una vez al año, en distintos lugares.

SE: ¿volvieron a trabajar enseguida?

OS: el jefe de base quería que volviéramos a la semana. Nosotros le dijimos que NO, que nos íbamos a tomar Licencia! Y él, no entendía nada…estábamos insubordinados (se ríe). Pusimos nosotros las condiciones. Nos tomamos todos 20 días.

Cuando volvimos empezamos a hacer el curso de inglés, porque teníamos que ir a Francia. Asique prácticamente ese año a la Base casi no fuimos, éramos visitas. Íbamos a un curso de inglés de una señora que lo daba en su casa, en Mar del Plata, después un grupo se fue en noviembre a Francia y nosotros fuimos en febrero, a buscar el sistema de armas de misiles Roland II.  

SE: qué fuerte que después de haber combatido contra los ingleses tuvieran que aprender inglés…

OS: aparte otra cosa, en Francia, odian a los ingleses. Si te escuchan hablar inglés no te dan bolilla. Y los instructores eran alemanes, asique no sirvió de nada el curso de inglés (se ríe). Yo le había pedido la señora que nos consiguiera a alguien que aunque más no sea, nos diera una semana de francés, como para tener una idea. Asique estábamos en Francia sin entender nada, nos manejábamos en la calle con señas (se ríe).

SE: ¿cuando empiezan a encontrarse como Veteranos de Guerra?

OS: cuando yo fui Jefe de Base y se cumplieron 20 años de Malvinas, en el año 2002, puse una placa donde registré a todos los que no salieron de Mar del Plata (Córdoba, Río Gallegos; Paraná; etc.), en el monumento que nos habían donado, por los 55 caídos de la Fuerza Aérea con una placa con el nombre de los 55. Está a pocos metros del acceso a la Unidad. El Jefe de Base de ese momento, me dice “acá vamos a poner la placa de los artilleros que fueron a Malvinas, desde Mar del Plata”, y me dice “Spath, haga la placa”. Y yo le digo -:”Señor, yo me tengo que auto homenajear, no hay ninguno en la base que lo pueda hacer?”. Me dice “hágala Ud. que la hará bien”. Asique bueno, está la placa ahí con los nombres de cada uno, de los que fuimos desde Mar del Plata hacia Malvinas. Pero como la Unidad Rectora de la especialidad, cuando estuve de Jefe, hice una placa donde puse a todos. A todos. E invité a los artilleros. En ese momento Bartis hizo junto a mí, el descubrimiento de la placa, estaba en actividad y era el Suboficial Mayor, y yo creo que a partir de ahí empezaron las cosas más formales sobre Malvinas.

SE: ¿por qué crees que pasaron 20 años hasta que se empezaron a agruparse?

OS: lo que pasa en la institución estaban los que combatieron y los movilizados que no combatieron. Y ahí empezaron con los “dime y diretes”. Entonces para evitar discusiones no se hablaba.

CP: igual hoy en día siguen igual. O peor. Yo veo gente que no fue a Malvinas, desfilando como Veteranos. Y no fue veterano de guerra, fue movilizado, pero no fue a Malvinas.

SE: podrían tener un reconocimiento como Movilizado…

OS: para mí ese fue un error institucional, gravísimo, de no haber hecho eso en su momento. Vos fíjate que en la Fuerza Aérea, con el Brigadier Crespo, cuando fue Jefe de Estado Mayor General, él creó los distintivos de Malvinas, entonces generó 4 distintivos. Distintivo 1, para los que eran pilotos, distintivo 2 a los que combatieron en Malvinas, distintivo 3 a los que estuvieron en el comando de la fuerza aérea sur, y distintivo 4 a los que estuvieron desplegados en el continente. Y en mi opinión, debió haber generado solo 2: distintivo 1 a los que combatieron, distintivo 2 a los que estuvieron en el continente. Y también dijo “la fuerza aérea no condecora a nadie”, gravísimo error. Están condecorando ahora, después de 40 años. Yo soy uno de los condecorados por el Congreso y por la Nación Argentina “Al Valor en Combate” y no uso las condecoraciones en formaciones o desfiles.

CP: yo se las encuadré todas y las tengo en exhibición en el comedor de casa. Nunca se puso en el uniforme la condecoración.

OS: suelo usar en el traje un Pin, que es un Pin redondito pequeño, que representa a la Condecoración Al Valor en Combate. Ése sí lo uso, pero nadie sabe de que se trata.

Mirá, yo te digo una cosa, en Mar del Plata hay un programa de tv que se llama, “Conociéndonos”, realizado por un abogado, el Dr. Eduardo Bonoris, desde el año 90’ y le dedica todo el mes de abril a la Gesta de Malvinas. Nos convoca, a los Veteranos residentes de Mar del Plata a hablar sobre nuestras experiencias. Y ese gesto, es muy importante para todos nosotros.

CP: el otro que te llamaba siempre era Arroyo, que fue intendente de Mar del Plata para dar charlas en la Escuela Secundaria.

SE: ¿y la vinculación con los Centros de Veteranos cuándo se da?

OS: yo me asocié al Centro de Veteranos de Mar del Plata, hace unos 10 años. Y luego me asocié al de Tandil, que hacía mucho tiempo que quería pertenecer. Acá tiene muy buen funcionamiento. Gracias a Dios que lo tienen a Murúa.

Cuando lo conocí a Murúa, al poco tiempo, le dije “sabe que Ud. me hace acordar a una persona”. -: “A quién? – me dice”. “A mi papá”- le digo (se emociona). Claro, mi viejo era de ejército. Era presidente del Club Ferro, presidente del Círculo de Suboficiales del Ejército, él andaba siempre solucionando problemas, armando reuniones o fiestas.  Siempre coordinando o arreglando algo. Tenía un empuje y dinamismo, le encantaban ese tipo de cosas. Y yo lo veo a Murúa y me hace acordar a mi padre (se emociona).

Lo que pasa es que uno tiene que seguir con su vida normal. No podemos vivir todo el tiempo con el recuerdo de la guerra. Yo hasta el año 2004, que era Jefe de Base, estaba permanentemente haciendo la actividad normal. Después cuando pasé a retiro, a mi solicitud, porque yo decidí irme, en agosto de 2005, empecé a escribir y juntar información de lo que habíamos hecho. Y empecé el Libro. Como soy organizado lo armé todo yo. Le di todo listo a la editorial. Son mis vivencias. Está contado en primera persona.

A mí me sirvió mucho, porque en 2006, el que estaba como Jefe de Base, me convocó para que fuera a dar clase. Asique, iba martes, miércoles y jueves y daba doctrina de procedimiento, etc. Y todo ad honorem, como suelo decir, por amor a la camiseta.

Quizás lo más emocionante que experimenté, fue cuando me invitaron a dar una charla en la Unidad de Ejército en Mar del Plata. Bueno, me recibieron las autoridades y en un determinado momento me dicen, vamos para el lugar de la charla.  Ellos tienen instalada una campana (que cada Veterano de Guerra la hace sonar) y antes del acceso a la sala de conferencias, veo que estaba la Banda formada. Cuando me ven, empiezan a tocar la Marcha de la Fuerza Aérea y me dio una emoción tan inmensa (se emociona).

SE: se lo merecen. Se merecen todo el reconocimiento. ¿Y el libro como se llama?

OS: se llama “Malvinas-Desde el punto de impacto”. Porque está narrado desde el lugar donde caían los proyectiles lanzados por los ingleses y que era, donde nosotros estábamos.

SE: dejamos aquí tu mail por si alguien quiere tener el libro, ¿te parece?

OS: ohspath@yahoo.com.ar

SE: Cristina, ¿cómo fue para vos acompañarlo todos estos años como Veterano?

CP: yo nunca oculté ser la mujer de un militar. Ni tampoco mis hijas. Nunca tuve problemas. Lo acompaño a todas partes, nunca lo dejo solo. A veces me hacen el chiste de que yo podría dar sus charlas, de tantas veces que lo escuché (se ríe). Y te digo más, las reuniones que nos juntamos en casa, siempre les digo que hay que tener un grabador, porque empiezan a salir anécdotas y cosas nuevas que van recordando. Siempre decimos eso. Escucharlo, a mí me emociona siempre. Siempre (se emociona). Lo que vivimos que fue duro. Tal vez porque yo también era chica, tenía 26 años con 3 chicos a cuesta. Igual él a mí no me contó, empecé a saber de escucharlo en las charlas.

SE: ¿no preguntabas?

CP: pregunté pero no me contaba. Al principio no hablaba. Ahora se ha soltado a contar cosas. Yo entendía que de sus actividades no contaban. Yo siempre les digo a las señoras nuevas que es muy difícil ser señora de una militar. No cualquiera está preparada para ser señora de un militar. No te van a contar si están en un operativo ni qué están haciendo. Sabes cuándo se va, no sabes cuando vuelve y no te cuenta lo que hizo. Es parte de su carrera.

Categorías: Malvinas

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