No es ninguna novedad que la ciencia se está volcando cada vez más a revertir el daño del cambio climático sobre el planeta. El campo de la ingeniería química no es la excepción, y por ello, desde la Facultad de Ingeniería de la UNICEN se investiga la posibilidad de “purificar” los cursos de agua, de aquellos compuestos contaminantes que decantan en ríos, lagunas, arroyos.

Los estudios en química orgánica han sido una de las bases de uno de los primeros grupos de investigación del departamento de Ingeniería Química de la FIO. “Desde el año ’80 aproximadamente que analizamos reacciones de compuestos orgánicos como los peróxidos” (moléculas que tiene unidos dos oxígenos), explicó la doctora Nora Eyler. En términos generales, estos estudios están relacionados con la física y la química orgánica, la velocidad de reacción de compuestos en solventes orgánicos, lo que llevó a formar una base donde hoy se erigen temas relacionados con compuestos orgánicos y medio ambiente.

Decontaminación de efluentes

Esta evolución hacia la química orgánica aplicada tuvo sus primeras experiencias alrededor del año 2011, donde el grupo de investigación de la FIO afianzó relaciones con el Centro de Investigaciones en Química Aplicada (CIQA) de Saltillo (México), en el que la graduada de la FIO, Graciela Morales, se desempeña profesionalmente. Especialistas de ambas instituciones analizan estos compuestos para obtener polietileno o polimetacrilato de metilo, dos clases de plásticos que con distintos aditivos y cambios de condiciones de reacción obtienen diferentes propiedades como más resistencia, brillo, transparencia, etc. “Trabajamos en una aplicación de estos peróxidos orgánicos en colaboración con especialistas de México. Con este instituto hemos tenido muchas experiencias de intercambio, sobre todo en temas de aplicación industrial de lo que originariamente fue un estudio básico en química orgánica”, sostuvo Eyler.

“Con una becaria alumna comenzamos a intentar degradar e ir descomponiendo compuestos orgánicos que permanecen un tiempo considerable en aguas, efluentes como arroyos, ríos, algunos, en particular hacia aquellos que pueden tener origen industrial”, explicó la docente de la FIO, y agregó que la primera experiencia fue en el laboratorio con aguas contaminadas artificialmente. Respecto a estos contaminantes, Nora Eyler aclaró que están “emulando efluentes reales que ya están contaminados y viendo cómo podemos hacer una devolución a esas industrias para mejorar la calidad de ese efluente. Hay compuestos orgánicos que se degradan frente a la luz solar, o la presencia de otros microorganismos, y otros que llamamos recalcitrantes o resistentes a la degradación que permanecen en el tiempo y producen problemas a los líquidos y a las personas que están en contacto con ellos”, señaló la profesional.

Olavarría es una influyente zona de industrias y comercios. Todos estos procesos, a los que se suman los desechos de los hogares, desembocan en el arroyo Tapalqué, efluente natural de agua. Cómo disminuir los componentes orgánicos contaminantes que confluyen en cursos de agua de esta clase es uno de los objetivos de esta investigación titulada “Reacciones de degradación de compuestos orgánicos: sustancias peroxídicas y/o recalcitrantes. Aplicación de tecnologías amigables con el medio ambiente”.

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