INVINCIBLESecretaría de Extensión (SE): Dónde estaba al momento en que se empieza a hablar de una guerra?

Nicolás Dómina (ND): En Tandil

SE: ¿En qué fuerza?

ND: Fuerza aérea. Yo estaba destinado a Mar del Plata.

SE: ¿Era Militar de carrera?

ND: Sí, estaba en Mar del Plata. Me había ido de Tandil de pase a fines de 1981 así que recién llegado a Mar del Plata. Cuando el 29 de marzo me mandan a Tandil a instalar un radar, en la zona de la torre.  Estaba en eso cuando el 2 de abril se produce el desembarco de las tropas argentinas en Malvinas y ahí me reasignan, me dicen que tengo que ir urgente al sur, a Río Gallegos. Entonces me mandan a buscar en un avión personal de Río Gallegos acá a Tandil

SE: ¿Les dicen el por qué, el motivo por el que tiene que ir a Río Gallegos?

ND: Sí, ya habían desembarcado las tropas. Yo había hecho un curso en Alemania de mantenimiento de cañones. Esos cañones estaban desplegados en el sur, me mandan para hacerles mantenimiento. Yo tenía la zona de Río Gallegos y Comodoro Rivadavia, para hacerme cargo.

SE: Pero ¿lo mandan para decirle que va a hacer el mantenimiento o para decirle que estaban en guerra?

ND: No, yo ya sabía qué estaba pasando.

SE: ¿Qué sabia? ¿Qué se escuchaba?

ND: Oficialmente nada. Escuchaba por radio, y me imaginaba. Me adelantaba a los hechos. Porque cualquiera que piensa militarmente sabe qué pasa.

SE: ¿Y lo comentaban con sus compañeros de fuerza? ¿Le preguntaban a sus superiores?

ND: Los superiores sabían lo mismo que nosotros. En el sur todavía no había ingleses. No se habían movido de Inglaterra.

SE: ¿Y qué escuchaban?

ND: Estaban los problemas de los balleneros de las islas… que fue cuando los ingleses los echaron y en contraposición a eso fue la respuesta argentina. Cuando me dijeron que había desembarcado tropas en Malvinas, estaba cocinado, ya sabía que se iba a armar lío.

SE: ¿Pero se imaginaba que había guerra?

ND: Sí, yo lo tenía clarito; lo que no sabía era que tenía una cantidad de jefes tan inútiles arriba. Porque después me tropecé con los problemas. Porque yo me voy al sur, de acá de Tandil a Mar del Plata, y ahí había avión esperando y me voy  a Río Gallegos.

SE: ¿Su familia estaba en Mar del Plata?

ND: Si.

SE: ¿Usted le dice que iba a una guerra?

ND: Yo iba a Río Gallegos. El conflicto estaba en Malvinas. Llego y empiezo con el mantenimiento de los cañones, y al segundo día me manda a llamar de Comodoro Rivadavia, y me dicen que tengo que ir a preparar unos cañones que tienen que ir a Malvinas. Empiezo a buscar avión para ir allá. No tenía vuelo directo. Pero sí tenía vuelos que iban de Río Gallegos a Malvinas, ida y vuelta. Y sabía que había vuelos de Malvinas a Comodoro Rivadavia. Entonces me fui de Río Gallegos a Malvinas, en Malvinas almorcé, cambié de avión y de ahí a Comodoro Rivadavia. Ese fue mi primer contacto con Malvinas. En Comodoro Rivadavia me puse a preparar los cañones. Ahí tuve una sorpresa. Los cañones son súper modernos. Le habían dado un cursito a la banda de música, y los mandan a operar los cañones. Y ponen a un suboficial que nunca había operado un radar en su vida. Yo en dos días tenía que enseñarle a operar. Traté de hacer lo posible porque iban a Darwin. Entonces traté de enseñarles. Me dediqué al radar, no a los cañones. Despliegan a Malvinas, en un Hércules a las 5 am. Llegaron y tenían que instalarse. Al otro día a la mañana me llama el jefe y me dice: “Junte las herramientas y se va a Malvinas porque el radar quedó fuera de servicio”. Lo habían instalado mal y se había quemado. Así que así nomas, con una caja de herramientas, llego a Malvinas. Me ponen un helicóptero especialmente para llevarme hasta Darwin. Me presento con el jefe de la base Cóndor que estaba inflado porque sabía la gente que le habían mandado para defender las islas… que encima en esa base estaban los Pucará. Bueno, me pongo a ver el radar. Desarmo el radar y lo mandan al suboficial que había hecho mal la instalación  a conseguir la plaqueta quemada, yo le indiqué donde tenía que ir, en Quilmes.  Yo me quedo en la isla.

SE: ¿Y su familia sabía?

ND: No, nada. Mientras tanto, a cargo de los cañones habían puesto un alférez recién egresado, que no tenía ni idea. Entonces me pide por favor que le diera una mano para explicarles como se usan los cañones. Ahí tomé contacto con los artilleros que iban a usarlos. No tenían ni idea, en su vida una vez habían tirado en una práctica, pero no sabían ni cómo había que cargar el cañón. Así que tuve que agarrarlos uno por uno y enseñarles. Mientras, el jefe de base venía a ver lo que yo estaba haciendo. En el ínterin, viene el suboficial con el repuesto para el radar. Lo armo y lo pongo en funcionamiento. “bueno, digo, me voy”. Y me dicen: “No: Ud. no se va. Lo necesito acá. Se queda a cargo”. “Pero está el alférez”. “No, Ud. se queda a cargo”. “Pero no traje nada”. “No pasa nada, yo le hago entregar ropa” Y me quedé a cargo de los cañones, y les terminé de enseñar a la gente a operar los cañones, los movimientos. El 26 o 27 vino un teniente que ya era artillero, que vino a hacerse cargo en lugar del alférez. Era el teniente Valazza, que yo lo conocía. Tuvimos una reunión con el jefe de base, para el 29 o 30 de abril que ya estaban próximos los ingleses. Le dijimos las pautas nuestras de artillería. Que teníamos libertad de derribo. Y Nos contestó: “Ah nooo, eso no lo voy a permitir. A parte los cañones tienen que estar a 500 o 1000 mts. de la pista”. Porque si no es mucha distancia para darles de comer. Hasta que llegó el primero de mayo, el primer bombardeo de los ingleses. Nos agarró a todos los cañones cerca de la pista, y los artilleros tenían que estar a cinco mts., del cañón hasta que despegaran los aviones propios, porque tenían miedo que derribáramos los nuestros. Así que nos mandó a los artilleros a estar a cinco mts. Los ingleses se hicieron un picnic. Murieron 17, por suerte no nuestros, pero murieron mecánicos, y pilotos. Por suerte reconocieron eso y nos dijeron: “A partir de ahora hagan lo que quieran, pero protejan la base”. Yo necesitaba unos repuestos para los cañones. Había dos talleres de Honda, así que nos dijeron que entráramos en esos negocios y nos surtiéramos de herramientas. Así que teníamos todas las herramientas que pudiéramos pedir. Nos reinstalamos. Tuvimos dos días nublados, en ese ínterin se hundió el Jeffrey por la Fuerza aérea. y a nosotros no nos atacaban porque estaba nublado. el cuarto de mayo aparece despejado y una cuadrilla de Harrier que el radar  había detectado. Apenas entrar los Harrier, un escuadrón nuestro, al primero que entra le pega unos chumbazos de costado, queda panza arriba en la pista. Ese fue El piloto Nicholas Taylor. Los otros dos quedan averiados en el mar y el otro no llegó al portaaviones.  A partir de ese día a la artillería nos empezaron a respetar. Ese fue el cambio. Hasta el 12. Ahí hubo un problema grave.

SE: ¿Y cómo se trataban entre compañeros? ¿Qué se imaginaban de la posibilidad de ataques y de su defensa?

ND: Nosotros los militares de carrera estábamos muy entrenados porque teóricamente estábamos preparados para pelear con Chile. Estábamos desde hacía tres o cuatro años entrenados. Para nosotros era normal. Ya habíamos entrenado en el frio, y todo, en ese sentido no teníamos problema. Nos daban la comida que quisiéramos. En cambio el ejercito estaba organizado por ranchos. Tenían problemas gravísimos. Incluso encontramos un soldado muerto de hambre y de frío. El mismo teniente Coronel Piage habla de este soldado, en un libro que escribió. Lo que pasa que tenían que hacer 5 km para buscar la comida al rancho y volver y comer en la trinchera, con 5 grados bajo cero, el guiso era un flan duro. Incomible. Hubo muchas fallas en ese sentido. Pero nosotros teníamos libertad.

SE: ¿Cómo manejaban la incertidumbre la comunicación?

ND: La comunicación que teníamos eran las radios uruguayas. Las argentinas decían cualquier pavada. A nosotros nos estaban matando y ellas hablaban del mundial y de si jugaba Maradona. A nosotros nos mataba eso. De Malvinas no se hablaba. Solo se hablaba del Mundial. Había unos combates terribles y anda. El único que hablaba a veces era Nicolás Kasanzew. Era el único que estaba como periodista en Malvinas. Pero nadie se lo publicaba. Pero él siempre estuvo. Por Uruguay sabíamos más que por otra cuestión.

SE: ¿Qué pasó el 12 de mayo?

ND: Una escuadrilla de A4 ataca la flota, como tenían un mal instrumental de vuelo, la zona donde estaba la base Cóndor estaba prohibida. Estos pilotos se escapan y vuelan sobre el canal, que desembocaba en la base. y los radares estaban en automático. Y los detectaron, no tenían sistema de detección amigo y enemigo. Y tiraron. Al primero lo destruyen y matan al piloto. El segundo, levantó cuando vio que explotaba el primer avión. Cuando levanta, los artilleros lo reconocen y paran el sistema. El general lloraba desconsoladamente por lo que había hecho, se quería volver al continente. No había forma de consolarlo. Ya había pasado en Puerto Argentino: habían averiado un avión de acá de Tandil y no tuvieron mejor idea que aterrizarlo en la pista. Y cuando venía para aterrizar, tenía el tanque de combustible lleno, entonces, cuando va a aterrizar soltó los tanques de combustible. Pensaron que eran bombas. Así que lo derribaron ahí nomás. Fue uno de los primeros que mataron, pero fue fuego amigo. Pero son errores de las guerras. Se da en todas las guerras.

SE: ¿Cuánto hacía que estaban ahí?

ND: Yo desde el 7 de abril

SE: ¿Ya su familia se había comunicado?

ND: Si, ya le había mandado telegrama

SE: ¿Tenía hijos?

ND: Tres, la más chica dos años, el más grande once o doce. Me había mandado una carta que decía papá cuidate, pero hacerlos m… él ahora es teniente coronel.

SE: Entonces la comunicación era por carta…

ND: Por carta y poca. Bueno, en total, nosotros derribamos, comprobados, 7 aviones. No comprobados, 5 más. Esos otros según los ingleses cayeron por accidente, no los dan por derribados. Pero están en la lista de los aviones que nos atacaron a nosotros.

SE: ¿Y cómo se prepara la artillería?

ND: Siempre hay un puesto que se llama central de fuego donde se centraliza toda la artillería.  Siempre hay un jefe que tiene los datos de todos los radares y de los cañones. Lo cambiábamos cada dos días porque los ingleses nos interceptaban el radar y nos mandaban aviones. Así que cada dos días lo cambiábamos. Tuvimos un ataque el 21. Cuando entra la flota lo primero que hacen es atacar los radares. Tenían un puesto de observación en un molino a unos 1500 metros de donde estábamos con el radar nuestro. De ahí arriba a mi me marcaba el radar que había una señal eléctrica. Le avisé al mayor Tomba y salió con un Pucará. Nos estaban atacando los barcos, con artillería. Y teníamos que cambiar la posición del radar con cada tiro de los barcos. Al radar los habíamos puesto con un trineo y lo movíamos con un Land Rover. Y el alférez que estaba originalmente a cargo, lo conducía. Otro alférez que estaba en el golfo nos avisaba: “van pepas”. Así que cuando decía así, era que los barcos tiraban. Y salíamos con el radar y los tiros caían donde habíamos estado previamente. Hasta que pudo despegar el mayor Tomba con el Pucará y como nosotros habíamos visto la posición del observador, se largo con el Pucará, le largo los tiros, y los hizo pomada. Pero le mandaron dos Harrier, y lo tumbaron. Creíamos que había muerto, pero a las diez de la noche apareció caminando. Se armó una fiesta bárbara… le habían cortado un ala al Pucará, casi, a vuelo rasante, así que prácticamente no tenía muchas posibilidades de salvarse.  Ni los ingleses lo detectaron, sobre todo con el humo de la explosión. Se eyectó con lo justo.

SE: ¿Cuándo empiezan a sentir el avasallamiento de las tropas inglesas?

ND: A partir del 21, ya estaban tocando tierra. Ahí entraron los barcos. Hasta antes de eso eran solo aviones. Fue ese día  que un poco ante nuestro pedido de auxilio se generó el ataque a San Carlos y que fue cuando se encontraron con esa flota y se armó un despiole bárbaro. La noche anterior ya habían avisado que estaba la flota ahí. Pero el jefe no lo creía y mandó un grupo de 36 hombres al mando del teniente Esteban a ver si era verdad lo que había dicho el alférez sobre la presencia de la flota. Cuando llego ahí se encontró con un helicóptero inglés y lo volteó, y se tuvo que volver corriendo con sus hombres a Puerto Argentino.

SE: ¿Qué pasa con el desembarco?

ND: El 27 empiezan los combates próximos y los ingleses vienen a tomar Pradera de Ganso, empieza el combate desigual. Con el ejército porque los ingleses tenían cañones que tiraban a 17 km de distancia, y nosotros teníamos unos que tiraban a 7 km. Entonces para compensar, movían los cañones con tractores, y tiraban y se alejaban corriendo. La artillería del ejército se portó diez puntos porque para hacer eso hay que tener mucho coraje, hasta el día 28 a la mañana ya nos habían rodeado, habían hecho dos intentos de recuperarnos, mandaron un grupo comando a cargo del Teniente Esteban. Pero los estaban esperando así que los sacaron corriendo y se fueron a refugiar al pueblo donde estábamos nosotros. El 28 nos cercaron del todo, y el 29 se rindió la posición. Se reunieron los jefes, y el de Fuerza Aérea no quería rendirse. Pero ejército y marina sí.

SE: ¿Tuvieron un encuentro cercano con los ingleses?

ND: Si, cuando venían avanzando. Al teniente Valazza le hicieron volar la provisión del puesto de comando que en ese momento estaba de turno, le tiran un misil y  la explosión le quema un poco la cabeza, y queda desmayado. Los soldados se lo trajeron 3 km al hombro hasta la enfermería. Pero destruyeron el radar y fueron destruyendo los cañones. Venían los gurkas y los ingleses avanzando. En el momento en que destruyeron el radar no me dijeron lo que había pasado. Me dijeron: «Dómina, tiene que ir a arreglarlo». Ahí me encontré con los ingleses. Cuando volvía, uno de los artilleros me cubrió y empezaron a tirar con el cañón en forma terrestre y no avanzaron más, entonces yo pude retroceder. Hasta que le tiraron un misilazo a ese cañón. El chico se lastimó la pierna, pero salió bien. Así pude llegar al pueblo.

SE: ¿Cómo fue la rendición?

ND: Fue muy particular. Primero nos hicieron rendir a los de Fuerza Aérea. Nos llaman a las nueve de la mañana a formar en la pista donde estaba la bandera todavía izada. Un cabo principal da un paso al frente y dice: “Señor. Solicito autorización para que se pida autorización al comandante inglés para que nos permitan cantar el himno antes de bajar la bandera”. El capitán inglés habla con el comandante de la flota y lo autorizaron. Nos preguntaron que fuerza éramos. Bajaron la bandera, nos la devolvieron y cantamos el himno. Fue el himno más triste de mi vida. El comandante dijo que había sido un honor luchar con la Fuerza Aérea. Y cuando estuvimos prisioneros… nos llevan  a un corral de ovejas. Nos tuvieron como rehenes durante siete días. En ese lapso, al personal no se lo utilizó para limpieza, por el respeto de dignos enemigos. Usaron a la gente del ejército, con tan mala suerte que hubo una explosión y murieron seis. Ahí tomo intervención la Cruz Roja porque no se puede hacer eso. No se los puede utilizar para tareas de limpieza en campos minados. Se armó lío así que nos replegaron a San Carlos. Ahí nos embarcaron  en el Norland y después nos llevaron a la isla Ascensión. Seguían los ataques y nosotros estábamos en esas flotas. Y vimos como vivían los ingleses a los ataques, cómo los sufrían. Le tenían terror a la Fuerza Aérea. Cuando sabían que venían aviones, uno notaba que sabían que eran certeros. Cuando llegamos a la altura de Brasil creo que se estaba rindiendo Argentina, así que pegaron la vuelta y ahí al otro día vinieron tres barcos argentinos a buscarnos.

SE: ¿Qué hicieron? ¿Se quedaron solos?

ND: Sí, nos bajan del barco, estaba la Cruz Roja… sacaron una lista, y ahí recién se enteran en Argentina que estábamos vivos. Yo figuraba como desaparecido… desde que caí prisionero desde el 28 o 29 de mayo, en adelante, figuraba como desaparecido.

SE: Para la familia debe haber sido difícil…

ND: Si, totalmente.

El susto más grande de mi vida. Relato premiado de Nicolás Dómina.

Resulta que nos ataca un grupo comando inglés. Venían en kayak. Bajaron seis ingleses, que venían a destruir un radar. Yo lo estaba operando. Me avisan por radio; cuidado que viene un grupo comando. Nosotros teníamos todo armado por si nos venían a atacar, teníamos unas trincheras a 50 metros. Nos fuimos a preparar todo. Mientras tanto 25 soldados venían atrás del comando de los ingleses para atacarlos atrás. Hasta ahí todo silencio

Cuando estaban en las proximidades los tipos nos empiezan a tirar con bengalas, que iluminan todo. Cuando hacen eso empezamos a sentir en medio de los cerros, una trompeta, y dijimos, acá nos atacan los gaiteros escoceses, que se yo… no entendíamos. Los de Fuerzas Aérea preguntaban qué pasaba; y sale el comandante de ejercito en ese momento, que estaba hablando por radio, el Teniente Coronel Piagi y dice: “Manga de civiles alpargatudos, ¿no saben que ese es el llamado a las armas?” era el del ejercito, que usaban llamadas al estilo de la época de San Martín. Habían empezado a tocar las trompetas cuando vimos las bengalas. Y a los ingleses les pasó lo mismo, rajaron al diablo. Rompieron las cosas y se fueron a refugiar al pueblo, después más adelante los encontramos, pero se habían metido con la gente del pueblo. Después lo contaron. Parecían millones las trompetas, en medio del cerro, en el silencio. Nosotros ni idea teníamos de esas cosas.

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