dario zzPor Julio Varela

El filósofo y docente Darío Sztajnszraiber estuvo en Tandil el martes presentando su libro y el miércoles su espectáculo Desencajados que conjuga música y reflexiones en tiempo de rock.  El auditórium del Centro Cultural Universitario quedó chico ante un entusiasmo nunca  visto para escuchar hablar de filosofía.  Una noche inolvidable y una experiencia única para medio millar de personas, la mayoría jóvenes.

¿Qué sortilegio puede haber guiado el derrotero de un miércoles amenazado por la lluvia para que 500 personas se den cita en un teatro con el propósito de asistir a un concierto de filosofía? ¿Está bien dicho así? Sí, un concierto.

Sin pasar por los grandes medios, con apenas un programa de media hora en el Canal Encuentro, sin estar enmarañado en chismes y cursilerías y encima condenado a una especie de anonimato por su impronunciable apellido, un tal Darío logró esa concentración de almas en Tandil como hacía tiempo no se veía. Si al cabo de dos horas, la concurrencia quedó desencajada, el propósito se vio cumplido ya que no era gratuito el título del espectáculo: Desencajados.

Darío Sztajnszraiber invitó a no temerle a la nada y mucho menos a la inutilidad: ya lo había hecho la noche anterior con la presentación de su libro ¿Para qué sirve la filosofía? Interrogante que develó con otra pregunta retórica: ¿por qué debe servir para algo?.  Hay que hablar de estos temas, de Dios, del ser, de la muerte, de los pasillos más que las habitaciones y que la gente asista perpleja pero eso sí, mutable, porque el concierto es una caja de sorpresas que va llevando por distintos mundos y dioses, desde Kahos hasta el Padre Nuestro que está en el cielo, desde la Grecia de Aristóteles a la Alemania de Nietzche.

Darío va contra todo y contra nada; crea incertidumbre porque el que cree tiene que dudar y promueve estallidos de silencios como nunca se vieron en una sala. Nadie sabe cómo hizo pero logró que todas las almas allí presentes celebraran por un largo minuto una ceremonia sobre la que no volaba una mosca. Si a todo este barullo de ideas se suman las canciones de Spinetta o Charly o Divididos, se verá que la experiencia como espectadores resultó totalmente inusual. No existen lugares comunes ni lugares extraordinarios, los comunes son la gente de a pie o en colectivo que también tiene derecho a filosofar. En definitiva ese es el propósito de Desencajados, desacralizar la filosofía, que se pueda mostrar sin tapujos, cuestionando lo pre establecido y los dictados de la Academia para llenarse de barro, tal vez (como la canción de Spinetta que aquí se canta) y poder tocar el alma cuando la mentira es la verdad.


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