Estreno Brotes-2Una contundente manera de demostrar la importancia del derecho a la educación en contextos de encierro, resultó el pasado miércoles la proyección de Brotes, un documental que refleja la experiencia de un taller instrumentado desde la Universidad Nacional del Centro en unidades penales. Más allá de las riquezas tanto del taller como de la película que las refleja, el encuentro realizado en el auditórium del Centro Cultural Universitario terminó siendo un testimonio de la necesidad de prácticas asociadas para transformar condiciones de vida indignas.

Concretamente, Brotes es un producto audiovisual que habla del Taller de Agro-Yoga regenerativa, un espacio socio-educativo que se desarrolla en las unidades penitenciarias 38 de Sierra Chica y 52 de Azul y que es implementado, junto a otras propuestas de educación formal e informal, por la UNICEN, en este caso a través del Programa Universidad en la Cárcel de la Secretaría de Extensión.

Durante la presentación –de cuya convocatoria participó el Grupo de Estudios Interdisciplinarios en Ciencia, Sociedad y Cultura (Ci.So.C.) de la Facultad de Ciencias Humanas- compartieron sus experiencias la responsable del proyecto, Claudia Cabrera, el realizador del documental y también tallerista, José “Cevolla” Delgado y  la Coordinadora del Programa, Analía Umpiérrez.

Luego de la proyección, se realizó una ronda de diálogo en torno a “Cultura, lazos y educación en contextos de encierro”, ante un auditorio nutrido y expectante frente a los conmovedores relatos, entre ellos de dos ex presidiarios, ahora reinsertados en el mundo laboral. Fernando y Edgar –de ellos se trata-  hace algo más de un año que están en libertad, trabajan y cuentan con el apoyo de sus familias. Participaron de los talleres de agro-yoga regenerativo que muestra Brotes, experiencia que les permitió ser contundentes a la hora de evaluar la presencia de la Universidad en la cárcel: “con estas enseñanzas nos fuimos dando cuenta que somos seres humanos; nuestras vidas eran oscuras pero la Universidad nos cambió la vida y nos dio una formación que nos permite tener y desarrollar proyectos. Nosotros no nacimos malos, nadie nace malo y creer que torturándonos nos va a cambiar la vida, es un error”, expusieron a la vez que enfatizaron en los riesgos de cercenar este derecho a la educación: “muchas veces en la cárcel no nos dejan estudiar y sin razón, como si eso fuera peligroso, mucho más  que estemos adentro matándonos entre nosotros”.

Hay un dato insoslayable que confirma la importancia de la educación en estos contextos: ninguno de los internos que pasaron por estas aulas universitarias en la cárcel (cursando materias o haciendo talleres de extensión) volvió a entrar a la cárcel luego de haber salido, algo que en el documental uno de los entrevistados corrobora de manera concluyente: “me di cuenta que cuando salga no tengo que seguir robando”.

La crudeza de los testimonios fue seguida con atención por los presentes que no dudaron en intercambiar un diálogo productivo que permitió conocer las condiciones de vulnerabilidad social y cultural.

Precisamente por esto alcanzó mayor relevancia el desempeño del Taller de Yoga y Agro Terapia, definido por Claudia Cabrera como una herramienta para “regenerar cuerpo, mente y alma, producir alimentos con trabajo genuino y digno”.  La iniciativa se viene desarrollando desde 2014 y aborda centralmente dos ejes de intervención paralela. Por un lado técnicas de yoga y meditación orientadas a educar diferentes aspectos de la salud física, mental y emocional y por el otro se pone en marcha una huerta orgánica tendiente a transmitir conocimientos sobre regeneración de suelos, elaboración casera de fertilizantes y producción de alimento orgánico. Se pretende además promover una cooperativa de servicios útiles y necesarios a la sociedad que faciliten el proceso de inclusión social real de los potenciales liberados.

Todo esto está expuesto en una cuidada filmación de Jorge “Cevolla” Delgado para hacer de Brotes, además de un documento, un producto audiovisual con imágenes que revelan un riguroso y a la vez atractivo desarrollo plástico lo que potencia aún más el objetivo de mostrar una realidad y la posibilidad de mejorarla con el aporte de instituciones públicas y docentes comprometidos.

El documental dura unos 15 minutos y es el primer capítulo de una serie de 3 o 4 capítulos. Cada uno reflejará distintos talleres realizados en las cárceles.


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