“Por un espacio de diálogo fecundo entre los distintos actores de la cultura, el deporte y la comunidad”
“Por un ámbito de encuentro e intercambio con la producción académica y artística”
“Por la construcción de un espacio nuevo, donde todos participemos”

Bajo estas tres consignas, el 29 de septiembre de 2000 quedó inaugurado el Centro Cultural Universitario (CCU), en Irigoyen 662. En un acto realizado en plena vía pública ante una multitud, el entonces rector de la UNICEN, Agr. Carlos Nicolini, recordó el artículo primero del estatuto de la Universidad en el que se proclama como objetivo la defensa y difusión de la cultura. La idea de una promoción atendiendo a la diversidad fue plasmada desde el inicio y hasta el presente en este ámbito que, además, tuvo a partir del primer día un importante sostén: su propia historia.

Es imposible no recordar que el CCU tuvo sus cimientos en lo que fue el Club y Biblioteca Ramón Santamarina, una gloriosa institución, de gran acervo deportivo, en especial en lo futbolístico, pero que alcanzó una impronta muy particular en distintos aspectos  de la sociedad tandilense por lo que, con el tiempo, se transformó en una institución señera del desarrollo local.

En esa sede social –que compartía todo un espacio de participación ciudadana con la cancha sita en Belgrano y Roca- hubo grandes acontecimientos, desde inolvidables veladas de boxeo con figuras del momento hasta shows musicales de envergadura. Su espacio para socios y su amplio salón para el casín y el billar, constituyeron un verdadero ícono en la calle Yrigoyen. Por supuesto que en primera línea figuraban los logros en distintas actividades, pero particularmente en el fútbol convirtiéndose en la única entidad que logró que su primer equipo participe en la primera división de AFA, conquista que obtuvo en 1985.

Esto es apenas un retazo de esa historia rica que se incorporó definitivamente en la memoria a pesar que el club, por diversas razones, cayó en desgracia, desvaneciéndose como tal y quedando en quiebra.

Sus instalaciones parecían perdidas y la amenaza de la piqueta estaba latente, además de los intereses depositados en el lugar  que poco tenían que ver con la actividad socio-cultural que se venía  desarrollando. Hasta que apareció la Universidad dispuesta a salvar un espacio público y a la vez para concentrar toda la vasta actividad que venía  desarrollando y que necesitaba de un ámbito propicio.

Fue así que desde el 28 hasta el 30 de septiembre de aquel año,  Tandil vivió una verdadera fiesta con una gran cantidad de actos en las remodeladas instalaciones lo que constituyó también una manera de preservar la historia y un fuerte compromiso de parte de una institución del Estado para respetar este verdadero patrimonio cultural.

En esos días hubo coloquios internacionales, conciertos, cine, teatro, fiestas callejeras, danza, conferencias y un gran cierre a cargo de los artistas Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto.

A partir de allí el Centro Cultural Universitario se incorporó a la ciudad como un verdadero emblema,  no solo de lo que podía gestar la propia UNICEN sino la comunidad toda, para la cual las puertas se abrieron, para siempre,  sin distinción. Precisamente esta correspondencia entre la universidad  y el medio, consolidadada en el presente, es  la principal herramienta que  dinamiza y multiplica el desarrollo cultural de la región.

 

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